El rapero de Floridablanca, Santander, presenta su primer disco y habla de su colectivo El Nido, que la está luchando por el rap de Santander.
Por Santiago Cembrano @scembrano
Sike Damodar viajó a Estados Unidos para jugar un mundial de Ultimate Frisbee en 2018. Ya tenía dos canciones escritas (Diamantes y Trascender) de lo que iba a ser su álbum debut, Trascender. Luego del torneo, aunque planeaba quedarse allá por seis meses, estaba preocupado y con problemas de plata. Entonces le llegó un nuevo beat de Repz, productor del disco. Sike se sentó frente al río Ohio a escribir lo que sería Frozen Pizza. “Ahí me empecé a dar cuenta de qué iba el álbum y de cómo lo que me estaba pasando en mi vida era todo un sentimiento que debía ser canalizado en el producto final”, recuerda sobre el momento qué definió el rumbo de Trascender.
Una vez volvió de su viaje, Sike se dedicó a darle forma al álbum, que implicaba desde corregir sus letras hasta pensar en colaboraciones. En noviembre de 2019 el disco fue publicado. En él, Sike habla de que es como Francesco Totti y no quiere cerca a gente que se comporta como Luis Figo, de que escucha a hienas mientras va subiendo con su grupo, de amores y dolores, de su vida; los beats de Repz, que muestra un nivel sólido como beatmaker, son lienzos precisos para las pinturas de Sike. En la lista de invitados se encuentran Zabaz (La Ciudad Maldita/Medellín), Andy MacFly (Caribes Tribu/Venezuela) y, cómo no, Alman Lenid y Repz Bar$, compañeros de vida y rap de Sike en El Nido.
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Este álbum suma al arsenal creciente de El Nido Records (Sike Damodar, Repz Bar$ y Alman Lenid), un colectivo de Floridablanca, Santander, que en los últimos años ha trabajado por elevar el nivel de la escena del rap de Bucaramanga y Santander tanto musical como visualmente. Discos como Trascender (junto con Presagio, de Repz y Alman bajo el nombre grupal de Florida Codes) han ido consolidando a El Nido como un colectivo a seguir en esta nueva década, conforme el rap colombiano se va descentralizando y se fortalece en todas las regiones del país. El Nido tiene por aportar, además del amor por el rap, beats cuidados cortesía de Repz y rimas que retratan la adultez temprana y las ambiciones y dolores que vienen con ella por parte de sus tres integrantes. Ahora, cuenta Sike, luego de cumplir el reto de su debut como solista, está enfocado con El Nido en construir un álbum los tres juntos.
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Para explorar más en Trascender, la carrera de Sike y lo que está logrando El Nido con el rap de Santander, hablamos con Sike Damodar.
En Jibarito habla de que escucha a las hienas, pero que callan cuando sube con su grupo al escenario ¿Ha escuchado críticas o dudas sobre lo que hacen con El Nido?
Cuando comenzamos el proyecto con Alman y Repz, nos unimos porque sentíamos que estábamos yendo hacia un mismo lugar con lo que estábamos haciendo y que podíamos trabajar en algo grande con esa materia prima que ya teníamos nosotros por separado. Ellos tenían un parche que se llamaba Raw Legacy y yo cantaba solo como Sike. Cuando soltamos el primer video de Opus I nos pusimos El Nido, y había mucho escepticismo en cuanto a nosotros aquí.
Siempre nos hemos preocupado un montón por la estética del camello y por cómo sonamos y por la pulcritud de los beats, entonces escuchábamos comentarios de ‘gomelos, ah es que les toca breve’, o ‘noveleros hijueputas’. Como no tocábamos tampoco en los eventos que hacían, ni nos llamaban ni nada, entonces hicimos lo de siempre: encerrarnos a trabajar a darle forma a lo que traíamos entre manos en ese momento. Porque, perro, nosotros tenemos claro quiénes somos y de dónde venimos, no hay nada por demostrar.
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En todo el 2017 casi ni rapeamos aquí, nos invitaron solo a un toque, creo; y no sirvieron los micrófonos, entonces terminamos cantando a mero pulmón y Repz todo loco gritando. Luego de eso nos prometimos no volver a tocar si no teníamos condiciones adecuadas, y nos encerramos a crear un show que en vivo sorprendiera al que lo viera y que valiera la boleta que el espectador iba a pagar.
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En todo el 2018 solo soltamos sencillos e hicimos el primer toque real de nosotros, lo hicimos en Municipal Música Viva, que es mero lugar gigante; fue en agosto, un miércoles. Una semana antes, estábamos sentados antes de ensayar, yo pregunté ‘Bueno, perro, ¿usted cuánta gente cree que cae?’ y Repz se lanzó como con 50, Alman dijo como 40. Cuando llego el miércoles, perro, terminamos metiendo como 140 personas en el lugar. Ahora han pasado varios toques con varios personajes importantes del rap latino con los que hemos compartido tarima aquí: Nasty Killah, Piso 8, Willie DeVille y Delfina Dib. Todos tocando un jueves o un domingo festivo, días de rap que en la ciudad antes eran impensables. Siento que eso también se debe a la calidad del show que se les ofrece a las personas: las personas saben que la boleta que pagan se les va a retribuir.
Por eso creo que la gente que hablaba, cuando nos empezó a ver trabajar, empezó a callarse. Ahí más que nunca entendimos que tenemos que seguir dándole duro, encerrarnos a mejorar y retroalimentarnos de cada vuelta que va pasando, sea buena o mala.
A lo largo del disco hay líneas que parecen hablar de mujeres o relaciones. ¿De qué forma el amor o el desamor ha marcado lo que quería transmitir en el disco?
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Ha sido algo que me ha hecho cometer errores y me ha dado alegrías, he perdido cosas por esas mismas locuras, por estar cegado por vainas vánales. He estado enamorado y he querido mandar todo a la mierda e irme lejos, entonces he encontrado en las letras esa herramienta pa’ dejar mensajes que me permitan decir algo que quizá me callé, algo que, aunque sea tarde, necesito decir. Viéndolo desde esa perspectiva, eso también es trascender: me permite ir más allá de la alegría o del dolor momentáneo y volver a un estado de equilibrio conmigo mismo.
Pero también trato de cuidar qué y a quién dejo en mis letras, porque quizá quien escucha cada letra y se representa con ellas le va poniendo su propia ‘’cara’’ a cada frase. Pero en mi cabeza tengo las caras que están descritas en cada párrafo, entonces trato de que si está ahí sea por algo importante y no algo pasajero. Ahora mismo siento que estoy en un momento de la vida en el que me interesa vibrar alto y compartir energías reales, en ese proceso me ayudó muchísimo el disco, sin duda.
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A propósito de Vórtice del Tiempo, tema en el que habla de no seguir los pasos de otro, ¿cuál fue su escuela en Bucaramanga? ¿Había gente a la que admirara mientras crecía?
Yo me botaba para los toques y las reuniones de rap que se hacían acá como desde el 2008. Tenía un parcerito que le decían El Rapo, yo tenía como 13 años y él como 16. El man ya rapeaba en todos esos parches y me llevaba a los cyphers que se hacían afuera de los eventos de breakdance y rap. Me metieron a un parche de puros raperos vieja guardia de aquí que se llamaba Colektivo Sativo, gracias a un parcero que le dicen Karma; ahí había un montón de grupos: La Reserva, Sin Precio, Pilatos, Habitantes de la Urbe y el Rapo y yo que nos llamábamos Mística Esencia. En ese tiempo no era tan breve grabar aquí: el antipop era una servilleta, un Shure iba conectado a un equipo de sonido y pare de contar.
Todos soltaban maqueticas con sonidos de baja calidad. Un día caímos a la casa de un man y puso lo que habían traído de Medallo y escuché una maqueta de Acrobacias de los Alcolirykoz que me dejó envideado en ese momento. Me puse a estudiar todo lo de Medallo, obvio tenía un sonido mucho mejor que el que yo escuchaba acá. Uno pillaba videos de JHT y Tres Coronas y pensaba en cómo carajo grababan esos videoclips.
Rapeando con los manes cerca creo que lo que más aprende uno siempre es de rap. Manes que comenzaron primero que yo en esta búsqueda me mostraron vainas de las que, en ese momento, no tenía ni idea. Me envideé con Nas, Afu-Ra, Mos Def, Talib Kweli y The Fugees. Creo que ese era un conocimiento que no iba a recibir de nadie más en la ciudad en ese momento cultural que vivíamos. Pero pues todos esos grupos se fueron como distanciando del rap, algunos quedan activos y tal, algunos han hecho algunas salidas esporádicas a otros lugares del país, pero la verdad en mi cabeza siempre tuve el sueño de niño de lo que es El Nido. Disciplina, hermandad y amor a la música: conseguir que la gente mire hacia aquí. Para eso hay que hacer algo que nunca nadie antes haya hecho, partiendo desde ahí soy consciente del trabajo que eso requiere y estamos poniéndole el pecho a eso.
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Y, la otra cara de la pregunta: ¿cómo se sienten ahora con El Nido con lo que está pasando con su música y el apoyo que reciben en Bucaramanga y Santander?
Personalmente, El Nido hace sentir orgulloso a ese niño rapero que empezó a ir a los 13 años a los eventos de rap. Siento que ese mismo sentimiento es el de la gente de la ciudad, es como: ‘esto es nuestro, estos son nuestros muchachos’. Toda la ciudad lo había esperado y por eso creo que ha sido tan brutal el apoyo que nos han dado. Siempre la pregunta es ‘¿ustedes de dónde son?’ y la sorpresa siempre es grata. La gente de afuera siempre nos dice como ‘no, nada, yo solo conocía rap colombiano de Medellín y Bogotá’. Eso es importante para la industria porque aquí estamos abriendo un camino del que no solo nos vamos a beneficiar nosotros, sino todos los raperos colombianos e internacionales que vengan: se está educando una ciudad, que se está acostumbrando a pagar una boleta justa por recibir un show justo y que vale la pena ir a ver.
Siento como un renacer, que todas las adversidades de antes son solo gasolina para que El Nido ahora lo estemos moviendo cada vez con más fuerza. Hay gente de la ciudad que quiere involucrarse con nuestro proyecto con el único afán de ayudar, de vernos crecer por el mismo amor que han cultivado por nuestro proyecto; eso vale más que cualquier cosa. El amor real de las personas que están apreciando nuestras vainas es una de esas cosas que nos mantienen hambrientos y con ganas de entregar mejores productos cada vez. La mejor manera en la que podemos pagarle a nuestra ciudad es representándolos cada vez mejor y llevando nuestro camello a lugares más importantes.
¿Cómo afrontó la creación de su primer álbum? ¿Qué quería contar?
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Fue muy enriquecedor hacer el álbum. Entre escribir el primer tema y el último, me volví una persona distinta. Cuando empecé estaba en un momento de la vida en el que vivía esa transición en la que entras a la adultez y la vida se te pone enfrente con esa cara de ‘¿y qué vas a hacer ahora?’ Tomé unas decisiones erradas en el transcurso, lo que me llevó a crecer con los fallos, a morderme los labios, apretar los puños y continuar. Al final, de esas cosas malas siempre sale material para los temas, hay que sacar lo mejor de lo peor siempre para poder crecer. Quería contar mis preocupaciones de este momento, la falta de trabajo a veces, la falta de dinero, las ambiciones que quizá tuve de adolescente. Quería aprender a descodificar los sentimientos que me mueven en este lapso de vida que acaba de pasar, que la gente que escuche Trascender sienta que tiene alma cada cosa que digo y el deliver de las letras que voy soltando.
Repz es el creador de la otra mitad del álbum: me conoce muy bien, sabía cómo yo quería sonar y también se paró en la raya durísimo en su posición de productor. Me hizo sacar temas, me jaló las orejas, me puso a revisar verso por verso. Alman funcionó como un curador de todo lo que se iba grabando, era como estar en un campo de entrenamiento pasando filtros y filtros. Les agradezco un montón a ellos porque han sido quienes se han encargado de estar al tanto de toda mi carrera y ayudarme en todo lo que necesite, en decirme todo lo que tengo para mejorar y en felicitarme cuando lo hago bien. Pero también de una me ponen los pies en la tierra para seguir mejorando en lo que estoy desarrollando con mi trabajo.
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¿Qué tiene Santander por aportarle al rap nacional?
Nosotros hemos tenido que hacer un estudio propio porque no teníamos de dónde agarrarnos, ni unas bases sólidas que nos guiaran y nos dijeran ‘Pille, aquí las cosas se hacen de esta manera, se mueven así y así deben ser’. Todo ha sido un descubrimiento que nos ha aportado nuestras propias características lo que nos ha obligado a hacer una exploración artística total, desde la manera en la que utilizamos nuestra jerga en las canciones, las referencias que utilizamos y lo que estamos narrando, que es una ciudad diferente al final, tiene otro color. En la escena de aquí podemos encontrar un montón de matices por esa misma falta de legado en la historia de nuestro rap regional. Debido a eso creo que cada uno ha encontrado sus influencias y la manera de reconstruir esa información que encuentra, para volverla propia.
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