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El Kalvo & Mismo Perro: 'Atarbán', un cruce de escuelas del rap bogotano

“Un par de lobos campeones del mal gusto y la chabacanería”.

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Fotos: Javier Quintana

Se conocieron hace tres años en un evento bien conocido en el under del rap capitalino como Beats al patio, organizado en la Casa Volketa en el corazón de Chapinero. Mismo Perro era uno de los beatmakers y Kalvo haría una aparición sorpresa. Los dos crecieron haciendo rap. Se juntaron dos escuelas y le dieron vida a uno de los discos con más crudeza verbal, Atarbán. 

Por Fabián Páez López @Davidchaka // Fotos: Javier Quintana

Mismo Perro tiene 32 años y se metió de cabeza en la música desde 2001. Sus primeras grabaciones, que por ese entonces publicaba en Grooveshark y Myspace, fueron de 2004. Lo hacía al modo artesanal de una época que creció con el rap en la cabeza. Usando los beats de sus amigos o pistas descargadas de internet.

Aunque, recientemente, ciertos lugares con poder en la industria se han fijado en los raperos, desde principios de milenio había un ecosistema creciente para los hip hoppers que incluía la publicación de revistas, fanzines y discos autogestionados. Para esa época, por ejemplo, Mismo Perro compraba las primeras municiones de su música en el Centro de Bogotá, cuando un disco pirateado costaba 2.000 pesos. Desde luego, todo hacía parte de la esfera de la informalidad. 

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Yo empecé a conocer el rap por parches de Kennedy o del Centro. Pero cuando empiezo a grabar parchaba más en Rionegro, porque estudiaba ahí. Todos los días me tocaba dar ese bote desde Roma-Kennedy hasta la 100 con suba, al colegio. Estudiaba en el Faustino”, cuenta Mismo Perro. En ese mismo colegio se conocieron los papás de El Kalvo. 

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Kalvo, de 28 años, creció más al norte de Bogotá, en el barrio El edén, entre la Floresta y la Alborada. También se formó temprano en la música. Con el computador que compraron para un almacén familiar, su primo, Dejavú, empezó a hacer sus primeros beats. El hip hop lo llevó por las vías del grafiti. Se vinculó la escuela de Golpe Directo, que dirigía el ex Gotas de Rap Ever Santacruz Medina y allí tomó clases de grafiti con los Aeropiratas y grabó su primer tema en estudio. Participó en la compilación Animales sin rostro, una de las placas definitivas del rap bogotano. Ya en 2015 publicó su primer diso, Mr. Chabakán

“Lo primero que grabé lo produjo mi primo. Estaba hecho con las colas de los beats gringos. Loopeaba las canciones y encima rapeabamos. Pero era muy niño, tenía como 10 u 11 años. Ni siquiera me había cambiado la voz. Cuando llamaban por teléfono me confundían con una niña. Ya en el 2006 me presenté como grafitero en el festival Muestras para no delinquir, que organizaba Golpe Directo. En ese festival también participó Dwel (Tripa), con quien, sin saberlo, 10 años después, armaría un grupo”, cuenta El Kalvo. El grupo al que hace referencia1703, la formación con la que firmó una de sus canciones más populares, Bacatá.

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Después de que ambos coincidieron en Beats al patio, Mismo Perro se convirtió en el tercer nombre de la formación de 1703. Los terminó de unir el amor por la cerveza, y cuando Kalvo abandonó 1703, se reunió con Mismo Perro para empatar lo que cada uno tenía en la cabeza.

“El disco lo hicimos en mucho tiempo. Cuando empezamos a trabajar con Mismo Perro, él era el dj de 1703, la banda que yo tenía con Dwel. Eso fue después de trabajar con un parcero que falleció, que se llamaba Dj On the Radio, el primer dj de 1703. El primer tema que hicimos juntos fue Mecánico, luego Silencio. Hemos hecho también muchos conciertos y muchas adaptaciones de temas incompletos. Beats viejísimos que me ha puesto, letras del 2014 que fogueamos en conciertos y no habíamos grabado. En estos dos años hemos hecho mucha música, pero lo que quedó grabado es lo que está en el disco, que es como el summum entre los dos. Hemos intercambiado mucho. Nos gusta tomarnos las polas. Nos reuníamos a escuchar beats. Siempre estamos escuchando beats”, cuenta El Kalvo. 

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Juntos armaron una dupla con una textura poco común en el rap. En sus beats se siente la oscuridad de Bogotá, la incomodidad y el desparpajo de dos tipos para quienes el rap fue su escuela y su contexto más familiar. “Aprende uno mucho escuchando. Las imágenes o fragmentos de mis textos, por ejemplo, son de las cosas que dice la gente en la calle o fragmentos de lo que uno habla con parceros. Uno guarda una idea y a partir de la idea la desarrolla caminando y al momento de escribir como que se desenrolla sola… Acá las generaciones acá en el rap funcionan como escuelas. Son parches en los que debe haber un compromiso. No es una escuela con una estructura como tal, pero son escuelas”, agrega Mismo Perro.

El resultado de ese cruce de escuelas fue Atarbán. Una placa de ocho cortes oscuros que le dan forma a una visión del rap desde la bogotanidad más rabiosa, tosca y con estridencia verbal. Sin descuidar el ingenio lirico, Kalvo y Mismo Perro incomodan con sus letras. Desploman, desde lo estético y lo textual, los imaginarios de la pulcritud en un lugar que provoca incomodidad. El concepto del disco, de hecho, parece girar en torno a un personaje producto de una sátira que los ha influenciado a ambos y también a una generación: Cerdo Molina, la mascota/figura de la exageración de la colombianidad utilizada por Martin de Francisco y Santiago Moure en La Tele, El Siguiente Programa y, ahora, La Tele Letal.

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Este es el Atarbán, canción por canción, según El Kalvo y Mismo Perro.

Intro

Mismo Perro: Quisimos usar la voz de El siguiente programa, que es un referente de nosotros durísimo.

Kalvo: Encontramos un discurso de los manes que, de hecho, era la despedida de su programa, donde hablaban de un rockero viejo de Bogotá que se llamaba Chaka Zulu. Se desplegaban en halagos al man y la descripción era bastante adecuada a lo que estábamos haciendo, 20 años más tarde. Eso fue como en el 91. Yo estaba naciendo y ellos estaban cerrando ese programa. Cogimos partes para hacer el discurso que queríamos armar y el Perro se lo balseó sobre un beat de la SP. Porque algo que tiene este disco es que cuatro de los beats que están en ese disco son sacados de la SP y el perro la tenía empeñada. Eso funciona con una tarjeta SD especial que solo se puede abrir con esa máquina. Él tenía una cantidad de beats que no sabía que tenía y cuando la recuperó supimos que eran los beats que nos hacían falta. Este es uno de ellos. También tiene la voz de una parcera, Nira C.

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Atarbán

Kalvo: El beat salió de la misma forma. El tema lo había escrito desde antes, pero cuajó mejor con este beat. El bajo lo hizo un parcero del estudio de La cueva de la cebra. Es el tema que le da el nombre al álbum Es pesado, brusco, con varias imágenes mentales bien groseras, grotescas, que dejan ver el personaje que queremos ir proyectando ahí.

Cereales en el piso

Mismo Perro: Ese lo escribí ya trabajando con Kalvo. Él se aprendió los apoyos, lo probamos en vivo y por la reacción del público lo metimos al disco.

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Mecánico

Kalvo: Fue la primera canción que hicimos del disco. Describe un personaje, una manera de ver la ciudad. Es un alter ego en su aproximación al rap, en cómo ver el juego del rap.

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Interludio

Mismo Perro: Es el momento de León de Greiff. La remembranza de la primera vez que camellamos con el Kalvo, en Oximifadas de Gaspar, que era un festival alrededor de la obra recuperada de León de Greiff.

Silencio

Kalvo: La escribí cuando me operaron de un hombro. Me tocó estar mucho tiempo en la casa quieto y fue el resultado de esa psicosis, de ese silencio profundo en un lugar muy silencioso. Todo lo leve sonaba fuerte.

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Cómo y cuánto

Mismo Perro: Es el tema que tiene la temática política y la denuncia literal. Es lo más políticamente directo de todo el disco. Fue hecho con pedazos de versos de cada uno. Armamos el collage y le dimos sentido. Cada vez lo estamos tocando diferente en vivo. Lo grabamos con la brass band.

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Outro

Kalvo: Es una declaración de independencia económica a cargo de Cerdo Molina.  

 

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