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Cibervigilancia y tecno-represión en la World Wide Web

La red está mirando

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Como dice uno de los menús del clásico videojuego Mortal Kombat, “no hay conocimiento que no sea poder”. Por eso, con el surgimiento de Internet, la promesa de un mundo más justo y libre retumbó por el planeta: finalmente el monopolio de la información iba a ser arrebatado de las agencias tradicionales (medios y Estado) y, por ende, iba a estar más cerca de la gente.

Por Juan Pablo Castiblanco @KidCasti

Luego de haber superado los mil novecientos millones de usuarios y de más de tres décadas de su nacimiento, hay que preguntarse: ¿en qué va la promesa de la WWW? Si bien es cierto que Internet ha sido motor de herramientas vitales para fortalecer movimientos civiles y denunciar abusos (WikiLeaks, Egipto 2011), también hay que recordar que los vigilantes han desarrollado sus acciones 2.0 para mantener a los “rebeldes” a raya.

Según un reciente estudio de Reporteros Sin Fronteras sobre cómo los gobiernos manejaron la publicación o el acceso a la información en Internet durante el 2009, sesenta países ejercieron algún tipo de censura, el doble que el año anterior. Este descubrimiento le permitió a dicha ONG crear un particular mapamundi donde se divide el planeta en cuatro zonas, según el esmero con el que gobernantes y corporaciones monitorean la red. Países sin censura, con alguna censura, bajo vigilancia y con monitoreo penetrante (se rajan Birmania, China, Cuba, Egipto, Irán, Corea del Norte, Arabia Saudí, Siria, Túnez, Turkmenistán, Uzbekistán y Vietnam), son las subzonas de este revelador mapa, donde los blogs y las páginas de partidos políticos son las predilectas para ser bloqueadas, y en donde proveedores de Internet y motores de búsqueda como Google o Yahoo se han visto obligados a eliminar de sus resultados sitios “peligrosos” y a entregar información –a través del espionaje de cuentas de correo o rastreo de direcciones IP– sobre disidentes, informantes y usuarios que tuvieron curiosidad por palabras prohibidas como “masacre” o “Derechos Humanos”. Aunque las voces oficiales admiten la existencia de este tipo de procedimientos, la mayoría explica que obedecen a la necesidad de eliminar el spam, la pornografía infantil o el terrorismo de la red. Mientras tanto, netizens y hacktivistas se resisten al control y a través de un arsenal de herramientas cada vez más creativas siguen luchando para que la promesa del ciberespacio se cumpla. La batalla del futuro se da entre renglones y códigos de programación.

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