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'Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses', el capítulo perdido de la serie

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Tras largos años de espera por encontrar en las salas de cine un largometraje que estuviera a la altura de la serie animada en base a Goku y sus amigos, llegó al país ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’.

Por: Pilar Rendón - @MariaMarchita

Para aquellos que tuvimos la fortuna de crecer en los 90 al lado de un hermano mayor que nos inculcó el gusto por grandes series japonesas como Caballeros del Zodiaco, Súper Campeones y Dragon Ball Z, encontrarnos hoy con el tan anhelado filme de esta última es una experiencia enriquecedora y llena de emotivos recuerdos. O acaso ¿quién no trasnochó frente al único televisor de la casa para ver el capítulo de estreno del anime de Akira Toriyama en Magic Kids? Personalmente, no puedo olvidar las incontables veces que me subí a la cama de mis papás y salté en ella pensando que podía “volar” como Goku, Vegeta y los demás, e indiscutiblemente en muchos momentos de mi infancia desee poder enviarle un Kame Hame Ha a mi, en aquel entonces, “fastidioso” hermano.

Y es que en 1998, con tan solo nueve años de edad, yo ya era una experta hablando de la raza saiyajin, del dios dragón Shenlong y sus siete esferas, del estúpido y bueno para nada Mr. Satán, así como del torneo de las artes marciales; reconocía el aspecto de Krilin, Picoro, Ten Shin Han, Chaoz, Yamcha, Bulma, Milk, Gohan, Goten, Trunks y Vegeta – por mencionar tan solo a algunos personajes – y repudiaba con todo mi ser a los androides #17 y #18 (sujetos engreídos y terriblemente problemáticos). También recuerdo que asimilaba el rostro del Dr. Maki Gero (el creador de los androides) con el de Don Ramón y muy cerca a la pantalla del televisor le brinde a Goku y compañía la fuerza necesaria para derrotar a los temibles Freezer, Cell y Majin Buu.

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Por eso, luego de algunos cuantos años de seguir a aquella serie animada que tantas alegrías le brindó a mi niñez, debo reconocer que ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’ es todo lo que un fanboy quiere ver. No importa si es la decimocuarta película que se realiza en base a la franquicia de Dragon Ball, este largometraje, a diferencia de su predecesores, logra mantener a cabalidad la esencia del anime y nos transporta a aquellos capítulos en los que reíamos hasta más no poder con las ocurrencias de  Goku y la neurótica Bulma, pero al mismo tiempo nos lleva a apretar los puños, fruncir el ceño y poner a sufrir al corazón minuto a minuto en una reñida batalla en la que Kakaroto parece que no saldrá invicto.

“La película tiene todo lo más importante y característico de Dragon Ball. Disfruté ahora, como adulto, de una vieja afición y me gustó mucho el villano. Además cumple fielmente con la promesa de encajar en el storyline de la serie argumental, humorística y coherentemente”, manifestó Andrés Salcedo, uno de los fervientes seguidores de la serie, en la premiere del filme que se llevó a cabo el pasado 3 de octubre en Bogotá. Y es que de la mano del “dormilón” y “amigable” Dios de la Destrucción: Bills, el “orgulloso”, pero “enamoradizo” Vegeta, la coquetería infantil de Trunks, las recurrentes “payasadas” de Gohan y la inocente glotonería de Majin Buu, ‘Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses’ se convierte en un plato cargado de humor en un 85%.

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Y no era para menos, pues luego de despertar de un largo sueño en el que su asistente personal le informa que Freezer ha sido derrotado a manos de Son Goku, Bills se empeña en conocer a aquel sobreviviente saiyajin que fue capaz de vencer a uno de los villanos más temibles y poderosos que haya podido llegar a conocer. Además, le inquieta la idea, que por años rondó entre sus sueños, de enfrentarse al desconocido dios súper saiyajin que sería capaz de igualar su fuerza en un duelo en el que se jugarían el todo por el todo (quizá uno de los elementos más predecibles dentro de la historia del largometraje ya que para nadie es un secreto que el personaje central de la serie, Kakaroto, siempre ha sido el más fuerte de su grupo, así que blanco es y gallina lo pone ¿no?).

Pero antes de que Bills y Wiss (su asistente y maestro) logren encontrar a aquel dios súper saiyajin, la película se encarga de robarnos más de una carcajada, “es como ver un capítulo extendido de la serie, ese capítulo faltante tras la derrota de Majin Buu a quien ahora podemos ver como el gordo bonachón de los últimos episodios de Dragon Ball Z”, relató Luisa Páez, una de las tantas seguidoras de la serie que estuvo presente en el pre-estreno del filme. Y es que si usted es  fan a morir de Dragon Ball comprenderá que este largometraje se encuentra justo en un punto en el que todos los enemigos de Goku ya han sido derrotados (estamos hablando de Raditz, los androides #16, #17, #18 (quien luego resulta estar del lado de Goku), #19, el Dr. Maki Gero, Freezer, el sexy y súper perfecto Cell, hasta llegar a Majin Buu).

La paz reina en la Tierra y nadie se llega a imaginar que el Dios de la Destrucción llegará para acabar con ella. Aunque vale la pena mencionar que este “enemigo” de Goku y compañía no resulta ser tan malo como los villanos que logramos ver previamente en la serie, al contrario, en Bills logramos ver a un ser compasivo cuyo fin no es el de acabar con la vida de nadie sino el de poner a prueba su gran poder, pues como bien lo reza éste al final del filme “existen 12 universos” y sin duda nuestro héroe de infancia no es el más fuerte de ellos.  

Así que, ya lo sabe, si esperaba ver pelea tras pelea en el largometraje de Masahiro Hosoda, lo invito a que mejor se vea otra película antes de que salga hablando pestes de esta pieza maestra que, sin duda, nos lleva a ser niños de nuevo y nos invita a gritar: “¡Kame Hame Haaaaa!”.

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