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El metal criollo mostró que emerge con garra en Rock al Parque 2015

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Por Jenny Cifuentes @jenny_cifu // Foto: Andrés Alvarado.

Los sonidos pesados en Colombia son de acero inoxidable. El metal es de los apartados extensos e irreductibles de la música nacional y permanece en  los altos peldaños  a los que su público lo ha levantado.  Su combustión no cesa.  Lo oímos en el Eje Cafetero, en Cali, Bogotá, Pasto, Medellín, Barranquilla, Manizales, Bucaramanga…Por todas partes.   En todo el territorio.  Las bandas y sus círculos trabajan por ello y han sido forjadores de un gran poder metalero en el país, donde la liturgia de lo extremo sonoro tiene templo propio: el primer día de Rock Al Parque.

“Hay muchas personas que hacen que aquí el género se mantenga: sellos y promotores entre otros. Es un estilo de vida. Hay gente a la que esas actividades no le dan para vivir.  Lo hacen por pasión. Para que esto siga creciendo. En la actualidad existen muchas bandas de estilos muy variados. El metal ha avanzado, y aunque siga naciendo en la casa y con las uñas, muchos  grupos han aprovechado la tecnología para tener una evolución en la producción. Hay interés en el sonido, no sólo en la ejecución.  El metal es una fuerza grande, pero Rock Al Parque es el único espacio donde se ve tanta gente, miles y miles, alrededor del metal. Claro, hay festivales en las regiones: Altavoz, Manizales Grita Rock, el Convivencia Rock en Pereira etc. Se realizan festivales seguidos en las localidades en Bogotá  y shows de agrupaciones cada 8 días, pero en los conciertos pagos, creo que la asistencia sigue siendo poca, es una falencia”, dijo el guitarrista Germán Arias de la agrupación Nosferatu.

Hoy se vivió una jornada en la que la tarima Plaza tuvo énfasis en el black metal, la Bio en el thrash y la Eco estuvo muy dedicada local; con poco público, lejos de lo acostumbrado. En ella, además de los demoledores shows internacionales de Melechesh (armados en Jerusalem), los polacos Behemoth, Malón de Argentina y los norteamericanos Nuclear Assault, brilló el metal nacional underground.  Ante la masa uniformada de negro, los sonidos extremos de la casa, evidenciaron  que se agigantan.

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Las tarimas desplegaron piezas de la pirámide del metal local haciendo confluir titanes que llevan décadas lidiando escenarios y bandas jóvenes que son sangre refrescante para el viejo monstruo del rock. La variedad de estilos en el género se hizo presente.  Descargas de distintos voltajes para la muestra: Sacred Goat con la voz gutural de la Karina Ortega, el black de Serpentarius con inspiraciones en el arte rupestre y evocaciones indígenas que ofrecieron una puesta con todos los fierros, o la carga de denuncia social (como muchos grupos metaleros) de los recientes Animal Mind.  Pioneros y cultores de estilos que son responsables de porciones de la historia del metal nacional fueron puro hierro, como Ritual que puso en primer plano la música hecha en Pereira - una de las cunas del metal en Colombia-; Nosferatu que, desaforado, mostró lo extremo capitalino o  Blasfemia, que retumbó con lo salvaje del ultra metal que se engendró en Medellín hace ya casi treinta años.

En sus presentaciones, las bandas reafirmaron que el movimiento ha crecido, se ha desarrollado y que pervive. “En estos últimos años en el metal colombiano ha habido cambios radicales. Cuando nosotros empezamos era muy difícil tocar, no era fácil acceder a instrumentos ni a sitios de ensayo, ni a buena amplificación. Ahora es más sencillo, pienso. Ahora es más bacano y hay mucho más apoyo. Aunque siempre ha existido ese respaldo, del público sobre todo. A la gente en Colombia siempre le ha gustado el metal. Es un público bullocito. Veo que muchas bandas están tratando de volver a los sonidos de antes. Me gustan bandas de ahora y también veo que hay mucha organización. Los pelaos le meten mucho esfuerzo a la cosa. Hablando sobre reminiscencias, hoy tocamos con una batería  legendaria. El Duque rescató su primera batería, con la que hicimos los primeros registros, que rodó por ahí y que fue en un tiempo la batería de los  Aterciopelados etc. Pues él se dio a la tarea de buscarla, la encontró y tocamos con ella.  Yo creo que fue la primera batería de verdad con la que tocó alguien en Pereira. Porque antes había que armarlas con cuero de vaca o algo así”, contó José Ospina, vocalista de Ritual.

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“Hemos visto una evolución muy grande en la escena a raíz de que la gente se ha unido más.  La gente está más años adelante. Las agrupaciones estamos tratando de buscar nuestros propios medios para mejorar y por el contacto que hemos tenido con el mundo exterior por la web, nos hemos dado cuenta de cuáles son los mejores métodos para crecer. Nos movemos en la independencia y hemos tratado de optimizar la forma en que tocamos, en la que nos visualizamos, en el concepto al lado de la música. El apoyo del Distrito en los festivales locales es muy importante.  Las bandas se incentivan y obtienen estos espacios que son tan difíciles de conseguir, sobre todo para los que están empezando. Nuestros métodos nos han dado resultado: hemos tenido tres giras.  Hemos tocado en Ecuador, Argentina, México y Uruguay. Nuestro disco se llama  Independence y nuestros uniformes hoy evocan la independencia porque queremos ser abanderados de la identidad colombiana”, afirmaron los integrantes de Mortuorum.

 

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