Rompan todo se estrenó el pasado diciembre en Netflix, dirigida por Picky Talarico y con la producción del legendario músico argentino Gustavo Santaolalla. Esta serie documental, que estuvo como una de las más populares de la plataforma en Colombia por varias semanas, hace un recorrido por varias décadas de historia del rock latinoamericano. La serie habló de uno de los conciertos más memorables de la historia colombiana: El concierto de conciertos, que ocurrió en 1988. Sin embargo, aunque se usan imágenes de apoyo de Rock al parque (así como de otros festivales musicales de Colombia), la serie no profundiza en el nacimiento del festival bogotano, que se mantiene como el más grande de Latinoamérica en modalidad gratuita. Chucky García, curador del festival desde hace varios años, se pronunció al respecto en su cuenta de Twitter. "No hacemos Rock al parque para figurar en documentales. Cuando digo "hacemos" me refiero a Bogotá, a cada habitante que ha asistido durante uno o sus 25 años de historia; a su Alcaldía Mayor y al Idartes (su principal doliente en materia de organización); artistas, medios, aliados, patos y hasta críticos acérrimos. Los miles de logísticos, los que se han partido el lomo montándolo y desmontándolo cada año en el parque Simón Bolívar, toda la gente que trabaja en sus tarimas y los gestores de convivencia que ayudan a que la fiesta suceda en paz". "Lo hacemos porque es la conquista de un territorio, un patrimonio, una marca de Bogotá y, aún más importante, un reflejo de sus anhelos, contrastes, clima, transformación y terquedad. Se trata de defender y reivindicar el evento que mejor conserva la memoria musical del Distrito", afirmó García, quien agregó que Rock al parque fue "el primero que habló de paz, mucho antes de que se inventaran esos conciertos en las fronteras o en "potreros organizados"". García añadió: "Su presupuesto es limitado y nunca ha sido exorbitante, y su moneda de cambio y gran capital es el público. Y en ese sentido, que en su primera edición reuniera 80 mil almas y en la última 340 mil, demuestra que cuida bien y se preocupa porque cotice al alza en beneficio de todos y no de unos pocos. Y no es un secreto sino algo de público conocimiento, dentro y fuera de Colombia". "Con mención o sin mención, de nuestro lado y como dijo Súper O, ¡Hemos cumplido!", finalizó García. Sin duda Rock al parque dejó una huella imborrable en Latinoamérica, sí no se mencione en el documental.
No hay un solo texto en internet que documente lo que pasó el domingo 15 de octubre de 2006 en el festival Rock al Parque. Lo cierto es que decenas de asistentes y policías terminaron heridos. Uno de los más graves, Andrés Orjuela, decidió contar por primera vez qué pasó ese día y cómo su vida cambió radicalmente. Por William Martínez Todo estaba dado para vivir uno de los mejores Rock al Parque de la historia. La edición 12 del festival, realizada entre el 14 y el 16 de octubre de 2006 en el Parque Simón Bolívar, en Bogotá, estrenó un sistema de audio importado (150.000 vatios), cuya instalación y control requirió la contratación de ingenieros estadounidenses. Para los artistas, la organización creó una zona VIP de camerinos, que contaba con muebles, salas de alimentación y espacios para prepararse antes de saltar a tarima, algo muy distinto a las simples carpas donde ellos aguardaban su turno en años anteriores. Rock al Parque 2006 también inauguró un escenario alterno, denominado Lago, para 20.000 espectadores, y un pequeño escenario en la Carpa Distrito Rock, donde tocaron bandas locales que nunca habían pisado las tablas del festival. Por primera vez, el evento ofrecía tres tarimas. Y el cartel no se quedó corto ante las grandes novedades. Los headliners fueron Horcas (Argentina), ícono del heavy metal latinoamericano, Death by Stereo (Estados Unidos), una de las agrupaciones de hardcore punk más populares del momento, y Manu Chao (Francia), quien abandonó la tarima de la Plaza de Eventos con un coro eterno que retumbaba: 'Olé, olé, olé, olé; Manu, Manu'.¿Qué pasó entonces? ¿Por qué la edición 12 de Rock al Parque se volvió mítica por sus niveles desbordados de violencia? ¿Por qué, por primera y única vez en la historia del festival, la organización tuvo que parar un concierto (el de Pornomotora, cerrando el domingo)? Aunque 720 periodistas, entre ellos 52 extranjeros, lo cubrieron, no hay una sola pieza periodística en internet que documente lo que ocurrió el domingo 15 de octubre de 2006, mientras que los periódicos de la época sólo recogen cifras oficiales de las riñas. Para entender lo que sucedió, debemos fijar la mirada en el cartel de ese domingo.El cartel juntaba el mismo día y en el mismo escenario a Panda, una agrupación mexicana insignia para los ‘emos’ que tocaba por primera vez en Colombia, y tan solo 13 días después de haber lanzado al mercado su popular Amantes sunt amentes, con bandas de pop punk en pleno furor como División Minúscula y Don Tetto, con bandas de punk más tradicionales como Pornomotora y La Pestilencia, y con bandas de hardcore como la ya mencionada Death by Stereo. ¿Podía salir bien ese cóctel tan diverso? En la Bogotá de comienzos del 2000, plagada de la rivalidad entre tribus urbanas por motivos ideológicos, estéticos y musicales, definitivamente no.Andrés Orjuela, una de las 83.000 personas que asistieron el domingo 15 de octubre al Parque Simón Bolívar, perdió su ojo derecho en medio de una batalla campal. Tras 14 años de silencio, en los que nunca habló públicamente del hecho, decidió contarnos qué pasó ese día y cómo su vida cambió desde entonces.Este es un monólogo basado en la larga conversación que tuvimos con él. Los punkeros y los hardcoreros se enfrentaban, y los policías no hacían nada. Las personas de logística les gritaban: “¡Deténganlos! ¡Hagan algo!” Y uno de los policías les respondió: ‘¡Déjenlos que se maten! ¡Si ustedes se meten, nos los cargamos!” Roberto Barriga, un amigo que había viajado desde Barranquilla a Rock al Parque, vio cuando el parche punkero lanzó una pata removible de una valla de seguridad. Otro amigo, Dairo Salazar, vio esa pata volando hasta desplomar a una persona. Escuchó un golpe seco, como si hubieran dejado caer una piedra muy pesada al pasto. Él fue a socorrer a esa persona. Era yo, pero él no me reconoció. Eso me contó después. No me reconoció porque al girar mi cabeza vio que tenía la mitad de la cara aplastada. Supo que era yo por mis tenis: unos Converse negros con cordones de calaveras. Pensó que me iba a morir porque me estaba ahogando con la sangre y se puso a llorar sobre mi pecho. Escuché el grito de mi amigo barranquillero: “¡Cómo son capaces de quedarse mirando!” Me alzó al hombro y me llevó a una carpa de la Cruz Roja. Allá me vendaron toda la cabeza. Eran pasadas las 8:00 de la noche y la ambulancia solo llegó tres horas después. David Niño, mi mejor amigo de la universidad, firmó unos papeles como mi acudiente y arrancamos para el Hospital Simón Bolívar. En octubre de 2006, cuando pasó todo esto, yo escuchaba hardcore y tocaba la guitarra en una banda de metalcore llamada Kontragolpe. Hacía segundo semestre de Ingeniería Topográfica en la Universidad Distrital y trabajaba en bares de rock los fines de semana en el área de seguridad. Vivía solo en una habitación en el barrio Kennedy de Bogotá. Tenía 24 años. Desde 1998 iba a Rock al Parque. Era un espacio en el que me sentía completamente libre de vestirme, peinarme y expresarme como quisiera. En 2006, el festival abrió un nuevo espacio para bandas emergentes, la Carpa Distrito Rock, y en el cartel estaban los amigos de Dar a cada uno lo que es suyo. No recuerdo que una banda de hardcore se hubiera presentado antes en Rock al Parque. Esa fue mi motivación especial para ir ese domingo.Pasé toda la tarde en la Carpa Distrito Rock. Allá me encontré con mis compañeros de banda y mucha gente conocida del parche hardcore. Cuando tocó Dar a cada uno, la energía era muy chévere, pero la organización decidió parar el toque. Un parche de punkeros estaba lanzando botellas, tijeras y otras vainas contra la carpa. Había rumores de que se querían meter para acabar con todo adentro. Por esos años estaba prendida la rivalidad entre las escenas punk y hardcore. Cuando mezclaban bandas de ambos géneros en los toques, solían armarse enfrentamientos. Evacuamos la carpa y pensé que la cosa no pasaría a mayores. Yo había quedado de encontrarme con una amiga en la entrada del festival. Al regresar, unos amigos me dijeron que me había perdido de severa pelea entre punkeros y hardcoreros. Los punkeros, tomados y drogados, habían estado levantando emos y peleando con otros parches durante toda la tarde. Era un grupo grande, de 70 u 80 personas. En medio de la pelea, un punkero cayó al suelo de un puño. Varios se le fueron encima para rematarlo. El tipo como pudo salió corriendo.Como el plan de mi grupo era ver a la banda estadounidense Death by Stereo, tomamos camino hacia el Escenario Lago y allá nos acomodamos. De ahí en adelante no recuerdo más. Lo que conozco y le contaré es basado en lo que me dijeron mis amigos después. El punkero que había sido golpeado unos minutos antes volvió con todo su parche para desquitarse. Yo estaba hablando con alguien de espaldas al enfrentamiento. Del parche punkero lanzaron la pata removible de la valla de seguridad y, en un acto de reflejo, yo giré la cabeza y me impactó en el lado derecho de la cara. Si no la hubiera girado, posiblemente habría muerto, porque el tubo me hubiera pegado de lleno atrás de la cabeza.Mientras iba en la ambulancia, el vocalista de mi banda, Steve Ortiz, fue a la casa de mis papás para darles la noticia. Tal vez, sin querer, no lo hizo de la manera más sutil. Mi mamá estaba con mi hermano sacando la basura y él les dijo: “Si quieren estar con Andrés, está en el Hospital Simón Bolívar”. Ella se desmayó. Mi papá, sin dinero en el bolsillo, cogió como pudo para el hospital. Me hicieron una cirugía para suturar el globo ocular, porque el impacto fue tan fuerte que el ojo derecho se estalló de adentro hacia afuera. Mi papá pasó parte de la madrugada conmigo y antes de irse le entregaron mi ropa lavada en sangre. Él cogió 20 mil pesos que yo tenía en el bolsillo del pantalón y c0n eso pudo devolverse a la casa. Cuando llegó, escondió la ropa en un balde, y la lavó para que mi mamá no se diera cuenta. Mi compañero de habitación me preguntó si me había visto en un espejo. Le respondí que no. Me dijo que parecía como si un perro me hubiera arrancado la nariz. No tenía nariz, tenía un hueco. El lunes, me hicieron una cirugía para reconstruírmela. Los médicos se dieron cuenta de que una parte de la nariz estaba metida dentro de mi cara. Luego de la intervención, decidí verme en el espejo. No me reconocí. Mi cara era una pelota morada. Con los dedos intenté abrir el ojo derecho y vi una esfera completamente negra, llena de sangre. También noté que había perdido un diente. Tres días después, me dijeron que el ojo estaba aliviado, pero que había perdido la visión. El lunes siguiente me reconstruyeron el piso de órbita, que es el hueso que queda bajo el ojo. Ese hueso quedó triturado, hecho polvo. Tuvieron que poner ahí una malla de titanio.Me dijeron que la recuperación demoraba dos meses. Cumplido ese tiempo, la doctora me dijo que el ojo se iba a atrofiar, porque no irrigaba sangre. Me recomendó, por estética, quitarlo. Eso sí me dio duro. Una cosa es no ver y otra, no tener un ojo. Yo salí del consultorio y me hice el fuerte ante mi mamá para no afectarla. Cuando llegamos a la casa, me encerré en la habitación a llorar. Me retiraron el ojo. Luego de la cirugía, mi papá me preguntó si cogíamos un taxi para ir a la casa. La pregunta no sobraba porque no teníamos dinero, nunca lo tuvimos. Yo le dije que cogiéramos Transmilenio. Cometí ese error. Nos fuimos en un bus desde la calle 165 con carrera Séptima (norte de Bogotá) hasta Kennedy (suroccidente). Cuando llegamos a la casa, sentía que me iba a morir. Duré cinco días sin poder dormir del dolor. Es el peor dolor que he sentido en mi vida. Mi amigo de la universidad llegó con un poco de bombas, como si se tratara de la piñata de un chino chiquito. Ese detalle me quedó en la memoria. La doctora me propuso diseñar una prótesis para reemplazar el ojo. Acepté, pero no salió como me lo había pintado, pues no se veía bien estéticamente y generaba un lagrimeo excesivo. Opté por los parches apósitos. La secreción me producía rasquiña y no podía rascarme porque el material es adhesivo. Busqué entonces los llamados parches de pirata. Estéticamente me sentía mejor, pero a los 20 minutos no te lo aguantas. Solo después de varios años, me acostumbré a llevarlo todo el tiempo.Durante el primer mes de recuperación, no pude salir porque no podía darme el sol ni el viento. Aunque la universidad me ofreció la posibilidad de aplazar el semestre, yo no acepté. No estaba acostumbrado a quedarme en una casa ni a estar quieto. Cuando comencé a salir a la calle, me inflamaba horrible. Andaba con unas gafas oscuras para disimular. Como no veía completamente a mi alrededor, me golpeaba en la cara. Me golpeé muchas veces, me caí muchas veces. Una vez, por mantener las gafas en la noche, se me fue un pie en una alcantarilla. Lloraba pensando por qué mierdas tenía que vivir así.Hubo momentos veloces y fugaces en los que pensaba en quitarme la vida. Pero después me decía que estaba vivo, y si uno está vivo, basta. Rendirse nunca es la opción de una persona fuerte. Desde pequeñito estuve acostumbrado a trabajar y a valerme por mí mismo. Eso creo que me ayudó a tomar las cosas de una manera diferente. Cada vez que me sentía mal, pensaba en que tal vez yo tenía que estar ahí en el momento del golpe. De pronto otra persona no hubiera tenido la fortaleza física ni el espíritu para soportar una cosa de esas. Si yo estuve ahí, evité que otra persona pasara por eso.Nunca quise saber quién me lanzó el tubo. Algunos conocidos me decían que podían averiguar quién había sido. Yo no quería imaginarme cómo iba a reaccionar si me lo cruzaba. Pensé en su mamá, en el dolor que sentiría su mamá al verlo golpeado, en que ella no tenía la culpa de lo que su hijo hizo, en que sentiría el mismo dolor de mi mamá. Yo avanzaba en la carrera, pero para estudiar y hacer topografía se necesitan los dos ojos. Uno debe examinar fotografías aéreas y satelitales para hacer mediciones y mapas, y eso requiere la visión estereoscópica (la capacidad de los dos ojos para ver imágenes tridimensionales). Hice hasta noveno semestre y tuve que parar por falta de dinero. Por esos días, el vocalista de mi banda me ofreció trabajar en su estudio de tatuajes y yo, que había aprendido a tatuar hacía un tiempo, acepté. Lo hice por desvare para terminar la universidad y me terminó gustando más que la carrera. Ahora tengo mi propio estudio, Redbeard Tatto.Todo el tiempo me siento observado. Cojo un bus y alguien se me queda mirando fijo todo el camino. Los niños que van por la calle dicen: ‘¡Ahhh, un pirata!’ Cuando me preguntan si yo soy un pirata, les respondo: ‘Sí, soy un pirata’. ¿Cómo voy a quitarle la inocencia a un niño? En algún momento, comencé a apropiarme y a aprovechar mi apariencia. Hice algunos extras para El Capo 2 y actué en Cumbia Ninja, una serie de Fox. Incluso el nombre de mi negocio, su imagen y la ambientación del estudio, tienen que ver con la estética del pirata. Otras cosas cambiaron en mi vida a raíz del golpe. Antes, era ateo. Luego replanteé mi visión del mundo y decidí acercarme a una iglesia. Antes, era más egoísta. Ahora pienso más en el dolor del otro. Antes me la pasaba de festival en festival, ahora evito las multitudes. Me parecen un riesgo innecesario. Antes, era supremamente sociable. Después, me cerré. De tanta gente con la que hablaba a diario, solo quedaron seis personas. Y no son los que pensé que iban a estar en los momentos duros. Decidí demandar a Rock al Parque buscando una indemnización. Evidentemente hubo fallos en la seguridad del evento. Donde hay una valla, debe haber personal de seguridad. El proceso duró 12 años y finalmente perdí. Usando su poder, la Alcaldía de Bogotá y la organización del festival dilataron el caso hasta archivarlo. Hoy ya no pienso en eso ni en lo que pasó ese domingo del 2006. No lo recuerdo con rabia ni con tristeza. Tengo mi propio negocio, cuento con el apoyo de mis papás y ellos cuentan con el mío, y me siento completamente cómodo conmigo mismo. Ahora vivo con mi novia y estamos esperando felices nuestro primer hijo. Para ver | Especial Rock al Parque: ¿Por qué Bogotá es tan metalera? #LaMúsicaNosUne
Lamentablemente la pandemia obligó a que los planes que todos tenían para 2020 tuvieran un cambio radical. El COVID-19 afectó el calendario de todos los eventos masivos de Colombia; unos han sido reprogramados, otros han sido cancelados y unos cuantos han informado que se renuevan. Ese es el caso de los Festivales Al Parque de Bogotá que este año pasarán de realizarse en plazoletas, parques y zonas verdes a disfrutarse de manera virtual. IDARTES emitió un comunicado explicando cómo funcionarán los Festivales Al Parque en 2020 y cómo se gestionarán sus recursos económicos. Festivales al Parque 2020 atienden los requerimientos de sus públicos y las necesidades del sector artístico, como lo demanda la contingencia, y ponen a su disposición un paquete económico de más de 2 mil millones de pesos, una serie de espectáculos virtuales, nuevas líneas de atención y 49 estímulos especiales. La política de Festivales al Parque incluye espacios para la creación, la investigación, la formación y el emprendimiento. Así, con una inversión total de 2.147 millones de pesos, este año el Idartes ofrece nuevas oportunidades para las bandas y los distintos agentes del sector. Con una bolsa de $231.000.000 - que incluye becas, premios y pasantías- la entidad apoyará proyectos de creación, promoción, memoria e innovación. Los nuevos estímulos -que reemplazan y superan en cantidad el portafolio contemplado originalmente, se destinaran 416 millones de pesos ($416.000.000) para invertir en el acompañamiento de procesos de artistas y gestores de las localidades, 500 millones ($500.000.000) se usarán para la implementación de proyectos que estimulen la creatividad y el trabajo colaborativo y 400 millones de pesos ($400.000.000) para el Proyecto RETO. Salome Olarte, gerente de música de IDARTES, explica que esta es una iniciativa que surge como respuesta a la necesidad de acompañar la reactivación y sostenibilidad del sector desde la mirada del emprendimiento y las oportunidades de negocio que se puedan dar en este momento”. Un presupuesto de 500 millones de pesos será destinado a la realización de los Festivales al Parque en Línea, pero, además, este año, marca el aniversario número 25 de Jazz al Parque una celebración que, con una partida de 100 millones de pesos revivirá sus mejores momentos, a través de un libro, series web y podcast, un compilado especial y una recopilación de grandes partituras que han sido interpretadas en el festival, que se transmitirá en línea y estará disponible para consulta y descarga. A través de un video IDARTES explicó cómo serán los Festivales Al Parque del 2020 #LaMúsicaNosUne
¿Tiene una banda de rock? ¿Ha soñado con tocar en un festival? ¿Tiene todo el talento, la actitud y las ganas? ¿Quiere que escuchen su música cientos de personas? Pues deje de soñar y mejor empiece a actuar. Le contamos que ya está abierta la convocatoria para bandas nacionales que quiera participar en la edición número 26 del festival de rock más importante de Latinoamérica, Rock al parque 2020, y aquí le vamos contando qué tiene que hacer. Rock al Parque: 25 años de pequeñas historias compartidas Lo primero es que tenga en cuenta las fechas claves de esta convocatoria para que luego no esté penando si no alcanzó, si no le pasaron los papeles a tiempo, si los de la banda no le contestan el whatsapp o cualquier contratiempo. Fechas claves para Rock al Parque 2020: Para el año 2020 serán 16 las agrupaciones escogidas para participar en el festival, las cuales obtendrán un estímulo de $ 4.300.000 cada una. Fecha de apertura de la convocatoria - 4 de marzo de 2020 Fecha de cierre o recepción de propuestas - 25 de marzo de 2020 a las 5:00 p.m. Publicación de habilitados, rechazados y por subsanar - 21 de abril de 2020 Publicación de resultados de evaluación - 30 de junio de 2020 Fecha máxima de ejecución - 17 de agosto de 2020 Datos que debe saber: Las propuestas de artistas y bandas deberán integrar elementos y lenguajes del rock, así como nuevas tendencias, lenguajes electrónicos y otras estéticas fusionadas a partir de estos aspectos. Los participantes deberán demostrar como mínimo una trayectoria artística desarrollada entre el 2018 y el 2019. Puede consultar toda información detallada de la convocatoria de Rock al Parque 2020 aquí. La historia de Rock Al Parque En 1995, durante la alcaldía de Antanas Mockus, tronó por primera vez en Bogotá el Festival Rock al Parque. Mario Duarte, cantante de La Derecha, el empresario Julio Correal y Berta Quintero, subdirectora de fomento del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, produjeron la primera edición del evento que celebra hoy un cuarto de siglo constituyéndose como una de las piezas más importantes de la memoria musical latinoamericana. Mucha agua ha corrido en el país durante todos estos años en los que el festival se ha celebrado ininterrumpidamente. Han sido 25 ediciones que han visto pasar a la crema y nata del rock latinoamericano, lujosos invitados internacionales y, por supuesto, una creciente marea de público. Entre toque y toque, fuera del Simón Bolívar, el teatro al aire libre La media torta o los demás espacios en los que se ha celebrado el festival, la historia del país ha transcurrido con sucesos más violentos que cualquier acorde. La historia del festival se ha escrito y se ha mantenido vigente a pesar de las tragedias. Lea la historia completa de este festival: 25 años de historia de Colombia en 25 años de Rock al Parque
El heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son iguales o al menos se parecen. Aunque esta afirmación podría sonar casi que a insulto en un país en donde la tolerancia es mínima, la demostraré con argumentos. Por: Fabián David Ortiz @rockeropopular Mi nombre es Fabián David, escucho, conozco y estudio el heavy metal, el hard rock y el rock en general desde mi más temprana adolescencia. Esto no se trata de conocer miles de bandas o de tener argumentos para desmentir a los “posers”, a los que los vieja guardia solían llamar “casposos”, ni de vivir criticando la escena local y los festivales que se organizan. Es diferente, es algo íntimo, propio e introspectivo. Se trata de enamorarse de la música, de lo que representa para uno, de estudiarla, de leer, de vivir un A headbangers journey y de sentir en realidad las palabras de los Scorpions cuando dicen “How can we grow old, when the soundtrack of our lives is rock-n- roll”; suena romántico pero es así: amor, emoción, actitud y cachitos al cielo. Creo que el heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son lo mismo, o al menos se parecen bastante. Esta afirmación podría sonar casi que a insulto, especialmente en un país en el que la tolerancia es mínima y tienen más valor una empanada o una camiseta que la vida misma de las personas. Vamos a demostrar la afirmación desde argumentos serios, así ustedes estén pensando que mi afirmación no debería ser tomada en serio. Una noche, de camino a casa, pasé por una cantina donde estaban reunidos unos amigos que me ofrecieron una cerveza y me acompañaron en el despecho que por esos días estaba viviendo. Ahí dentro, de pronto empecé a escuchar una descarga de emociones, frustraciones y ganas de jartar. Desde muy joven, mis oídos se acostumbraron a analizar la música para poder definir la calidad de la misma en cuanto a composición y letras. Una de las cosas que más me gusta es cuando encuentro música que me sorprende y que uno creería que es imposible que exista, como cuando descubrí a Sandro de América cantando heavy en Salvaje, a Cristian Castro cantando speed metal en No te vayas, o al mismísimo Juan Gabriel haciendo un cover de Have You Ever Seen The Rain de Creedence. Mis amigos pedían canciones, las cervezas se abrían, yo me puse a analizar y a escuchar. El bar en el que estaba se llama El Salón de la fama, y claro está, en ese lugar no podía faltar la parte audiovisual, así que me enfoqué en los videos de las canciones que sonaban. El primero que vi fue Directo al corazón de Los Tigres del Norte. Si bien los videoclips que se hacen en la actualidad tienen una calidad impresionante en producción, este video se me hacía muy parecido al de Daddy, Brother, Lover, Little Boy de Mr. Big del 2012. No se trataba de una copia como lo es el de Carlos Vives que es igualito a uno de U2. No, este además de ver a los músicos tocar y cantar, me estaba contando una historia. Las canciones iban en compás de cuatro cuartos marcados por la percusión o por el bajo. Sonó Tenías razón de Yeison Jiménez. ¡Un temazo! Me di cuenta que la mayoría de los instrumentos están afinados en Mi, pero si el cantante no alcanza notas altas van en bemol para ayudarle un poco. Eso es muy heavy ochentero y muy John Álex Castaño. Luego pusieron Te deseo lo peor de Los bacanes del sur. Como en la canción anterior aquí las cuerdas, los vientos y el acordeón no solo hacen melodías y armónicos, sino que por una casualidad seguramente digito-dactilar, estos solos van en escalas pentatónicas, las mismas que en el rock propuso Ritchie Blackmore, guitarrista de Deep Purple y Rainbow. Solamente les haría falta ponerles distorsión y sería el inicio de una canción de Al Pitrelli, Warren DeMartini o John Norum. Falta algo importante: las letras. Recordé cuando Mario Duarte dijo que no había escuchado una canción más punk que Sombras de Javier Solís, y que por esa razón decidió hacerle un cover. Hace años que no escucho a una banda con la actitud digna de alguien medio emborrachado y con el ego destrozado diciendo: “Por ahí dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, ¡pero yo aprendí a barrer!” de Alzate (papá) en su canción Oigan a esta. Mucha rabia, fuerza y actitud. Únicamente le hacía falta estar vestido de cuero y de taches. Entré en conflicto. Mi espíritu rockero tenía unas ganas salvajes de pedir media de aguardiente y cantar a grito herido como en los conciertos de los Gunners, Aerosmith, Helloween o Scorpions. Entre canciones de Yeison, Uriel Henao, Alzate, Los bacanes del sur, Alexis Escobar, Paolita Jara y muchos que ya ni me acuerdo, me puse a pensar en las letras y noté que también hablan de los tres temas principales del heavy y hard rock ochentero comercial, a saber: - Estoy enamorado de una persona. - Estoy mal por esa persona. - Me quiero emborrachar y voy a superar (también a esa persona). Seré honesto con ustedes: Esa noche no sólo me tomé unas buenas cervezas, sino que mis prejuicios y mis niveles de intolerancia cambiaron radicalmente. Las canciones son nuevas, las descubro, las aprendo, las canto, tomo y comparto más de una cerveza, y hasta me divierto al ver las impresiones de las personas cuando no me aguanto cabecear una canción en “El salón de la fama”. Si les quedan dudas sobre lo que digo, los invito a que escuchen una canción de Pipe Bueno que se llama Te hubieras ido antes. Los invito a que se imaginen un solo justo en la mitad, y verán cómo les sale una canción estilo Aerosmith o Bon Jovi en la mejor de sus épocas. Ahora voy a conciertos de música popular y de heavy metal, celebro con Molocs (Maloich) en las manos cuando un cantante como Johnny Rivera se pone a cantar rock, recuerdo la humildad del artista que me enamoró del rock sin pretensiones eruditas o ego sobre la obra, entrega a su público y amor por lo que hace. De eso se trata también, de la actitud. Puede que lo que estén leyendo no les guste o sientan que mis palabras son un sacrilegio al rock, y está bien que piensen eso, porque mientras juzguen a las personas que hacen y celebran este tipo de cosas, las cientos o miles de personas que vamos a los conciertos, apoyamos la escena, pagamos boletas y escuchamos la música que nos gusta, sentimos la unión y la paz más duro y más pesado que la opinión de los que nos juzgan. Eso es heavy metal popular.
Rock al parque es uno de los festivales más importantes de Latinoamérica y en su aniversario 25 siguió inspirando a muchos. Prueba de ello es el documental independiente Distrital y popular, que hace un recorrido por la importancia del festival en la escena musical bogotana. Puede ser visto en la plataforma Mowies.com. Por Paula Ricciulli // @ricciup Si bien no es el primer documental que se realiza sobre el festival, es su independencia la que lo diferencia de otros trabajos sobre el tema. “Distrital y popular es un audiovisual realizado sin estar comprometido con ninguna institución oficial, lo cual nos permitió desarrollar su contenido con total libertad. Cada uno de los invitados y entrevistados respondió a nuestras preguntas sin tener ninguna restricción en sus observaciones y por ello se da un fascinante contraste de opiniones”, cuenta el periodista musical y director de documental José Gandour. En el documental hablan invitados como Amos Piñeros (Ultrágeno, Catedral y Tequendama), Christian de la Espriella (Pornomotora), Pablo Araoz (Alerta Kamarada), Daniel Acosta (Telebit), entre otras figuras de la escena local. Distrital y popular reúne anécdotas e imágenes inéditas del primer Rock al Parque en el Estadio Olaya Herrera, y otras historias de los músicos que han construido la historia del festival. El documental también aborda la discusión que se ha generado recientemente sobre la inclusión de otros géneros en el festival y si por esto debería cambiar de nombre. Todos los entrevistados coincidieron en lo difícil que es dar una definición certera de lo que es hoy el rock que represente la cantidad de estilos que hemos visto en rock al parque. Una de las respuestas más contundentes al respecto es “Hoy es más rockero Systema Solar que Kiss”. El componente político del festival no pasa inadvertido. Aquí se recuerdan momentos como cuando Enrique Peñalosa quiso acabar con Rock al parque o cuando Lucho Garzón afirmó que U2 iba a cerrar el evento. Sin duda, una muestra de que Rock al Parque es mucho más que un simple concierto de tres días. Es un ejemplo claro y eficiente de lo que es el manejo de la política cultural de Bogotá. El crowdfunding fue el método elegido para financiar el documental, pero no se usó una plataforma para recaudar el dinero. “Les solicitamos directamente a familiares y amigos de distintos países su colaboración. La contribución fue recibida no solamente en formato monetario sino además con una invaluable colaboración intelectual y material que nos permitió ejecutar todo el proyecto. Hubo gente que nos contribuyó con dinero, otros que nos abrieron sus espacios para hacer el rodaje, algunos nos prestaron luces, otros nos dieron sus asesorías legales y hubo amigos, tanto en Colombia, como en Argentina, que nos asistieron con el sonido, la corrección de color y el Motion Graphics. Las agrupaciones musicales participantes en la banda sonora del documental, todas ellas bogotanas y autogestionadas, nos cedieron los derechos de sus canciones, en medio del entusiasmo que sintieron cada una de ellas por el proyecto”, nos cuenta José. Distrital y popular está disponible en Mowies.com, una nueva plataforma audiovisual con sede en Medellín, hecha para productores independientes, que permite cobrar lo básico a los interesados en ver el documental. “Este trabajo lo hicimos con nuestro dinero, sin ningún patrocinio público o privado, y lo mínimo a lo que aspiramos es poder recuperar nuestra inversión”. Vean el documental Distrital y popular aquí. (Vale menos que un par de cervezas o la boleta promedio de cine).
El feminismo y la equidad de género cada vez van ganando más espacio en la discusión sobre muchos temas, y por supuesto, la música no ha sido la excepción. Por eso la participación de mujeres en festivales y, en general, la cantidad de propuestas femeninas en la música cada vez nos llama más la atención. ¿Será que los festivales tienen un sesgo contra las mujeres? ¿Por qué cuando pensamos en actos de pop se nos ocurren las mujeres casi que inmediatamente, mientras que cuando hablamos de rock son mucho más los nombres masculinos los que llegan a nuestra cabeza? Por: Paula Ricciulli // @ricciup Tomemos, por ejemplo a Rock al Parque. Una mirada rápida a los carteles del festival en sus 25 años de historia nos muestra muy pocas mujeres solistas o en bandas frente a una cantidad abrumadora de proyectos masculinos. Y si una mirada rápida nos permite concluir la poca participación femenina en Rock al Parque, un estudio más detallado arroja la misma conclusión. El colectivo y festival Ruidosa, liderado por la cantante chilena Francisca Valenzuela, analizó la paridad de género en 66 festivales en la región realizados en 2016, 2017 y comienzos de 2018. Rock al Parque es uno de los festivales con menor participación de mujeres en el continente (3.6%). En su edición 2019, se jactó de ser un evento incluyente que rechaza el machismo por incluir a 22 grupos con mujeres en su cartel. Sin embargo, con 73 actos en total en el festival, aún no es una cifra para enorgullecerse. Mujeres y Rock al Parque: ¿por qué es una relación agridulce? El equipo de Ruidosa analizó los carteles de 66 festivales de Argentina, Colombia, Chile y México. En los últimos tres años, siete de cada diez actos en festivales de música han sido de hombres solistas o bandas de hombres. Además de Rock al Parque, Cosquín Rock (Argentina, 2.2% de participación de mujeres), Pal norte (México, 5.8%), Vive Latino (México, 5.9%), y Estéreo Picnic (Colombia, 7%) son otros de los festivales latinos que se rajan en equidad de género. ¿Cómo están los festivales latinos en participación femenina? Esto no es solamente en Latinoamérica, sino en festivales de todo el mundo. En Coachella, en los cerca de 20 años de historia del festival solo han cerrado cuatro mujeres o bandas con integrantes femeninas: Björk (dos veces), Portishead (con Beth Gibbons), Beyoncé y Ariana Grande. Lollapalooza en 2018 llamó la atención por incluir a solo 38 mujeres en un cartel de 183 actos. ¿Será que las mujeres son discriminadas en los festivales? Analizamos a 202 bandas que se inscribieron a la convocatoria distrital de Rock al Parque 2019 de todos los géneros musicales. De ellas, solo 24 (alrededor del 11%) tienen al menos una mujer entre sus integrantes. El problema entonces no parece ser que en Rock al Parque tenga un sesgo contra los proyectos de mujeres, sino que no hay tantos para elegir. ¿Por qué hay menos bandas de rock femeninas? Una teoría es que el origen de buena parte de los grandes festivales en el mundo ha sido tradicionalmente masculino. Estos eventos fueron símbolo en su momento del rock alternativo que se oponía a lo corporativo y frívolo (algo que representa muy bien el pop, un género históricamente dominado por mujeres), según opina Forrest Wickman en el portal Slate. La mujer se volvió sinónimo/instrumento de lo plástico, banal y corporativo, mientras que el hombre encarnaba el espíritu contestatario y rebelde. Culturalmente, le hemos atribuido al rock características “masculinas”, como rudeza, fortaleza, atrevimiento y agresividad, todo lo contrario al pop, mucho más “femenino”, sensible y emotivo. Por eso, no es de extrañar que (todavía) a muchos hombres heterosexuales les dé pena admitir públicamente que les gusta una canción de pop. Por eso, cuando pensamos en bandas de rock, solemos recordar principalmente en bandas de hombres. Por supuesto, ambos son estereotipos obsoletos, pero siguen teniendo vigencia. Buena parte de los subgéneros del rock (metal, punk, hardcore, entre otros) han sido hechos por hombres, así que suele haber más oferta de bandas masculinas en estos estilos. Shirley Manson, vocalista de Garbage, declaró alguna vez en Loudersound.com que “todo el juego del ‘rock’ fue diseñado y mantenido por el patriarcado. Así que, si las reglas son escritas por hombres, es difícil para las mujeres infiltrarse, porque las mujeres juegan un juego de hombres y no el propio. Aún sigue siendo difícil para las mujeres ser tenidas en cuenta como pensadoras y creadoras de la misma manera que los hombres”. Ella recuerda que, en ocasiones, cuando buscaba al abogado de la banda, se negaba a seguir sus instrucciones antes de confirmar con otro miembro (hombre) del grupo, aun cuando ella era la líder. ¿Dónde han quedado las mujeres artistas en los conciertos en Colombia? “Es innegable que hay estigmas que han marcado en el pasado el papel cultural de las mujeres o los hombres en la música y esto se ve reflejado en que no tengamos la misma proporción de propuestas femeninas y masculinas en el rock”, afirma Catalina Villegas, integrante de la banda de Medellín de rock alternativo Lilith. “Creo que se nos ha inculcado que es más normal tener una banda de rock de hombres”, cuenta la mexicana Daniela Villarreal, líder de The Warning, una de las bandas femeninas invitadas a Rock al Parque 2019. Ella agrega que ha sentido que no la toman en serio por ser mujer en algunas de sus presentaciones. Para Marcela Morales, del grupo de metal Ataque de Pánico, “hay una tendencia a subestimar a las bandas de mujeres porque precisamente ha sido un proceso largo para una mujer ganar espacio en una escena de hombres”. Sin embargo, estas mujeres reconocen que cada vez hay más propuestas femeninas. “La participación se está incrementando y veo que cada vez hay más mujeres en bandas, no solo como voces líderes, sino también como instrumentistas. De forma natural, los hombres han liderado en muchas propuestas, pero cada vez hay más chicas y la tendencia va a girar a un balance mayor”, opina la cantante e instrumentista Ana Jimena González (Brina Quoya). Para José Gandour, periodista y crítico musical director de Zona Girante, “la creación de bandas femeninas, en un número importante, ha sido un fenómeno reciente”. Sin embargo, José añade que, aun cuando existen cada vez más propuestas femeninas, “el panorama musical colombiano no ha tomado en serio el papel de la mujer en el medio. Gran parte de las propuestas colombianas que van a sonar internacionalmente en los próximos años van a ser hechas por mujeres. Nos estamos perdiendo una participación importante y renovadora en la música colombiana", opina José quien menciona Brina Quoya, Mabiland o Lianna, como algunos ejemplos de propuestas femeninas que se han destacado. ¿Qué hacer? En 2017 Rock al Parque puso en marcha una tarima dedicada solo a propuestas femeninas y actos como Nervosa, Mon Laferte, Salt Cathedral, Catfish, Lucrecia Dalt y la Santa Cecilia brillaron en el escenario. En ese año, la participación de mujeres se incrementó frente al 2016 (pasó de 15 a 32). Aunque la idea fue bien recibida por el público (la tarima se llenó), no tuvo efectos en el incremento de la participación femenina en el festival a largo plazo. Tras el positivo incremento de participación femenina en 2017, en 2018 se vino al piso con solo 14 mujeres dentro del cartel. A la tarima femenina, aunque fue una idea bienintencionada, tal vez le faltó mantenerse y consolidarse para lograr mejores resultados. A veces ese tipo de medidas resulta insuficiente si no hay un verdadero cambio estructural. En su momento, Cynthia Montaño, participante en Rock al Parque 2017, resaltó la importancia de esta iniciativa en una entrevista para Shock: “Primero, que incluyan sonoridades diferentes, porque eso indica que nuestra Colombia se reconoce como pluriétnica, multicultural y diversa. Lo segundo, me parece que para las mujeres es una ganancia muy grande, porque esto apoya a las mujeres en su trabajo y además genera equidad de género. Sin embargo, es importante que tanto mujeres y hombres compartamos un mismo gran escenario, comiéndonos el mismo público positivamente y ganándonos ese espacio”. (Andrea Echeverri de Aterciopelados, una de las mujeres destacadas en el rock nacional). En mayo en Argentina se presentó el proyecto de ley Mercedes Sosa, que exige al menos un 30 por ciento de participación femenina en festivales, ciclos y programaciones anuales de música en vivo y fue aprobado por el Senado. La discriminación positiva es como se conoce a las acciones encaminadas a favorecer a un grupo que históricamente ha sido menospreciado. Aunque a muchos les parece una buena idea para combatir desigualdades, a las mujeres entrevistadas por Shock les preocupa dar prioridad al género frente a la calidad de las propuestas. “Aunque creo que una medida así pueda ser pedagógica, me parece problemático que se privilegie el género de un proyecto por encima del talento”, opina Ana. “Siento que una cuota es como pedir permiso para participar, cuando estamos en un momento histórico en el que la atención se centra en nosotras”, agrega. Catalina, de Lilith, está de acuerdo. “Eso puede terminar llevando un mensaje equivocado a la audiencia de que estas agrupaciones solo tienen la posibilidad de estar en esos festivales por las cuotas mínimas y no porque su trabajo sea bueno”. Rita Indiana, una de las artistas femeninas de Rock al Parque 2019 opina: “Depende de nosotras. Tenemos que salir a buscárnosla con el machete en la boca y darle pa’ ya a los proyectos sin miedo. Siempre va a haber algún estúpido que te va a decir alguna estupidez o te va a tronchar el camino. Hay que aprender a lidiar con esa oposición y con la presión de que el mundo lo hicieron los varones y ellos están al mando todavía. Estamos en la lucha, pero eso está cambiando ya”. Tradicionalmente ha sido difícil para las mujeres abrirse paso en géneros más asociados a los hombres. Sin embargo, pese a la que la participación femenina ha sido baja, hemos roto estereotipos negativos y hoy las propuestas femeninas han logrado consolidarse y demostrar todo su talento. La invitación es también para nosotros: para revisar cuántas mujeres hay en nuestras playlists y conocerlas más. Aunque nos hace falta ver más proyectos de mujeres, ellas no quieren que su música se conozca solo por una cuota, sino porque de verdad es buena, sin importar el género.
Con una programación especial las Bibliotecas Públicas en Bogotá continúan celebrando los 25 años de Rock al Parque, dentro de las actividades programadas están las charlas que van a realizar historiadores, investigadores y periodistas especializados, conciertos, ejercicios de reconstrucción de la memoria colectiva sobre el festival, y una exposición fotográfica itinerante. La historia del rock colombiano es una historia en construcción de la que todos hacen parte. BibloRed ha preparado mesas de radio, un ejercicio de memoria colectiva en el que podrán construir la historia de Rock al Parque, a partir de sus anécdotas. El ciclo de charlas ¡Libertad Sublime! aborda la incidencia del rock en Colombia en los años 60, 70, 80 y 90. La mayoría de los conversatorios además del historiador o especialista ponente, contarán con la asistencia de un representante de la escena musical de cada década. Dentro de los gurús del rock que acompañarán las charlas están José Perilla, Ricardo Durán, Félix Riaño, Camilo Pombo, Luis Daniel Vega, Pepe Plata y Umberto Pérez. La exposición Historia de Rock al Parque a través del lente, muestra 25 fotografías que narran los 25 años de la fiesta más grande de Bogotá, el rock y la cultura musical capitalina. Para más información ingrese aquí. Prográmese para los conciertos Victimized Sábado 6 de julio, hora: 5:00 p.m. Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo La Vodkanera Viernes 12 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Bosa Del Trueno Jueves 18 de julio, hora: 5:00 p.m. Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella Pinagua Viernes 26 de julio, hora: 2:00 p.m. Biblioteca Pública La Victoria Rehén Sábado 27 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Suba - Francisco José de Caldas La Vodkanera Sábado 27 de julio, hora: 4:00 p.m. Biblioteca Pública Virgilio Barco Piangua Sábado 27 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Carlos E. Restrepo Raionband Domingo 28 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Gabriel García Márquez - El Tunal
Aunque Amaranta Hank anuncie su retiro del porno como actriz, pues seguirá con otros proyectos relacionados a la industria, su fama ya es amplia y generalizada. O bueno, eso creíamos cuando le propusimos que fuera a Rock al Parque 2019 para que le preguntara a la gente el popular “¿usted no sabe quién soy yo?”. La actriz, periodista y escritora cucuteña buscó hombres, mujeres y parejas para medir su popularidad entre el público del festival de rock gratuito más importante de Latinoamérica. ¿Triunfaron los devotos de la industria XXX? ¿Los que la conocen fueron capaces de aceptar su fanatismo por Amaranta? Con ustedes todas las respuestas. Vean también la explicación de Amaranta sobre el origen de nuestras fantasías sexuales.
El show de cierre del Festival fue uno de los más esperados por el público asistente, fue tal la devoción de todos los que estaban en el escenario Plaza que nada los movía del parque Simón Bolívar a la 1:00 a.m. Un encuentro donde los invitados entregaron sus canciones memorables acompañados por la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Y no era para menos cada canción es un himno del rock iberoamericano. ¿Comprendes Mendes? de Control Machete, Vestido de Cristal de Kraken, Maligno de Aterciopelados, Ay que dolor de La Derecha, Muévete de Estados Alterados, Penélope de Draco Rosa, El puñal y el corazón de Café Tacvba, Tú amor de Pedro Aznar, y Mentiras de Los Amigos Invisibles. El mismo lunes se decidió a último momento que necesitaban una canción icónica para cerrar esta edición de Rock al parque, fue una sorpresa para todos, la Filarmónica sentían que faltaban algo para cerrar un show tan memorable y pensaron en una canción que todo el mundo tuviera en el radar y que se identificara con Bogotá y con el Festival. Florecita rockera tiene todos estos componentes y según Héctor “ya la habíamos hecho con varios cantantes, Julio de Amigos Invisibles, en una ocasión invitamos a Rubén a cantar Florecita Rockera en México, él ya se la sabía, cuando nos contaron fue una sorpresa para todos, nadie sabía que ese iba a ser el cierre, con Rubén empezamos a cantarla y por eso surgió esa improvisación tan espontánea en los camerinos, luego llegaron los otros músicos y se sumaron, nos lanzamos a hacerla y fue muy chévere poder cerrar la celebración de los 25 años con esa canción”. El gran crew salió nuevamente al escenario para entregar esta versión que compensó la espera del público que no se movió del escenario hasta que su deseo fue cumplido. Aterciopelados ya había realizado una versión sinfónica de su discografía. en el Teatro Mayor y en el Parque Simón Bolívar en el 2018 para celebrar los 480 años de Bogotá.
Aunque hoy, en época de distanciamiento nos parezca increíble, hubo un tiempo en el que en los conciertos (sí, íbamos a conciertos y estábamos muy cerca todos de todos) se formaban círculos de puñetazos, codazos y patadas. Esta es la historia del pogo. ¿Qué es y cómo nació el pogo? El pogo se convirtió en un código tácito en todos los conciertos en los que la música es agresiva y ruidosa. Es un ritual catártico en donde todas las tensiones y frustraciones se liberan. ¿Cómo nació?El antecedente del pogo, como lo conocemos hoy, surgió entre los 50 y 60 con el ska y el skanking, un estilo de baile caracterizado por un movimiento similar a estar corriendo, pero con golpes de puño y patadas más agresivas. Pronto el punk se apropió del skanking. La palabra pogo se refiere específicamente a un movimiento que consiste en saltar arriba y abajo en el mismo sitio. Su nombre viene de lo parecido que es a saltar en un “pogo stick”, un popular juguete usado para saltar que existe desde comienzos del siglo XX.El pogo se convirtió en uno de los pasos insignia del punk, pues la mayoría de conciertos y toques se hacían en bares pequeños, garajes y lugares en los que no había escenario y la banda estaba al mismo nivel del público. Esto implicaba que, para ver mejor, había que saltar.Gracias a la película The Filth and the Fury se popularizó el mito de que Sid Vicious había inventado el pogo. Sin embargo, dado lo básico del movimiento y su conveniencia en los shows, es difícil atribuírselo a una sola persona.El skanking y el pogo evolucionaron en lo que en inglés se llama “moshing”, lo que conocemos normalmente como pogo: una especie de baile en el que varias personas se empujan y golpean. Los primeros registros que se tienen de "moshing" son de finales de los 70 y comienzos de los 80, en los conciertos de la escena hardcore punk. Dentro del mosh también se popularizaron otros movimientos, como el llamado slam dancing, en el que un miembro de la banda se lanza al público.“En el hardcore, la banda y los fans estaban al mismo nivel. Por eso es que lanzarse al escenario estaba bien, porque eras uno con la banda”, explica Steve Blush, autor de American Hardcore en el documental The Social History of the Mosh Pit.Para Steve Martin, antiguo miembro de la banda Agnostic Front, la primera banda en hablar de moshing en el escenario fue Bad Brains, a comienzos de los 80. “Creo que ellos fueron los primeros en darle ese significado porque fueron los primeros en traer esa fusión punk-reggae que llegó al hardcore. Antes de eso, le decían Skanking”, explica Martin en el libro The Violent World of Moshpit Culture, de Joe Ambrose. En 1981 se lanzó el documental The Decline of Western Civilization, que mostró el nacimiento de la escena punk californiana y tuvo algunos de los primeros registros en video de moshing. El departamento de Policía de Los Ángeles escribió una carta para que el documental no volviera a ser mostrado en la ciudad. En Nueva York, un concierto de Black Flag de ese mismo año es recordado como el primero con mosh en la gran manzana.La popularización del pogoEl debut televisivo del mosh en Estados Unidos fue en 1981 con la presentación de la banda Fear, en Saturday Night Live, lo que sin duda lo dio a conocer a una audiencia más amplia. Durante el resto de los 80, el moshing se convirtió en el ritual insigne en la escena underground y pronto los metaleros también empezaron a incorporarlo en sus toques, como lo demuestra el video de Anthrax, Caught In a Mosh.Scott Ian, guitarrista de Anthrax, afirma: “La primera vez que vi moshing en un concierto de metal fue cuando Anthrax tocó en el Ritz en 1985. Definitivamente nosotros lo trajimos al heavy metal. Tengo que tomar algo de responsabilidad por eso”.Aunque el moshing era muy popular en la escena underground, varios factores ayudaron a que se conociera masivamente. El primero fue la creación de Lollpalooza en 1991, que reunió en un gran escenario a púbicos que tradicionalmente se reunían en sitios más pequeños. El segundo fue la llegada del video de Smells Like Teen Spirit, de Nirvana, que se convirtió en uno de los más importantes de la década.La banda Sick of It All a menudo es citada como la creadora de una de las variantes más extremas: el muro de la muerte, en el que el público se divide en 2 para posteriormente unirse en un momento explosivo. Sin embargo, su vocalista afirma que lo replicó de los conciertos de la escena hardcore de los 80.El moshing llegó al grunge y al rock alternativo y continuó su expansión en los noventa. Aunque para quienes están fuera del pogo puede parecer algo caótico, para quienes están adentro existen ciertas reglas implícitas de convivencia: no dar lo que no se está dispuesto a recibir, no empujar a quienes no quieren participar, y ayudar a quien se caiga. Por supuesto, no todos están dispuestos a cumplirlas y las lesiones graves se hicieron frecuentes.Fugazi se hizo conocida por confrontar individualmente desde el escenario a los miembros del público que hicieran moshing. “Mira, los 'slam dancers' tienen una forma de comunicación: la violencia. Así que, para desorientarlos, no les das la violencia, sino que les dices: 'Disculpe, señor'. Eso los aterra. 'Disculpe, señor, ¿podría cortar esa basura?', dijo en una entrevista Ian Mackeye, vocalista de la banda.Lanzada en 1992, la canción The Men’s Movement de Consolidated recopila grabaciones de personas dentro de los moshing con el fin de demostrar su carácter violento.Luego de que 2 personas que murieran tras ser alcanzadas por el mosh pit en conciertos de Smashing Pumpkins, la banda se pronunció al respecto. “Yo y nosotros, públicamente tomamos una posición contra el moshing”, declaró Billy Corgan, vocalista.Los mosh se convirtieron también en fachadas para la discriminación. “Por alguna razón, la música hardcore atrae a muchos neo nazis y supremacistas blancos” declaró en una entrevista Pete Koller, de la banda Sick Of It All. Una vez tocamos en Pensilvania en un barrio de clase trabajadora con Sepultura en el 91 y escaló en un motín. Nos decían: “amantes de los negros, vuelvan a Nueva York”. Koller añade que en una gira del 93 tuvo que meterse en un mosh para evitar que golpearan a un fan mexicano.Layne Staley, vocalista de Alice in Chains, vio cómo un neonazi en Suecia atacaba a quienes estaban en los mosh pits. Tras identificarlo, lo llamó al escenario y le propinó un golpe en la cara frente a todos los asistentes mientras afirmaba "los malditos nazis se mueren". En Colombia, con el primer Rock al Parque también hubo un registro temeroso. La prensa de esa época reportó que los asistentes practicaban un “baile que consiste en empujarse”, y que el colectivo Fuerza de paz estaba ahí para evitar que las cosas “se salieran de control”. Pero el momento en el que el pogo ganó más visibilidad fue en conocido Woodstock 1999, recordado por los desmanes y hasta violaciones por parte del público. El moshing en todas sus variantes y sus fans fueron estigmatizados por los medios.En el 2000, en su programa satírico The Awful Truth, Michael Moore creó un “moshpit portátil” en la parte de atrás de un camión e invitó a los precandidatos presidenciales del momento a unirse, al ritmo de Rage Against the Machine. Solo uno lo hizo, el republicano Alan Kayes. En el debate con los demás candidatos de su partido, ellos hablaron al respecto: “¿Cómo fue estar en el mosh pit?”, le preguntó George W. Bush. Su contendor Gary Bauer lo usó en su contra y se refirió a Rage Against the Machine como "The Machine Rages On" y dijo que el grupo era “anti familia, a favor de policías, y pro terrorista”.Aunque el moshing ya dejó de ser algo novedoso, sigue generando debate. “Creo que, especialmente en Estados Unidos, el moshing se ha convertido en un tipo de bullying. El tipo grande se para en el medio y arrasa con los pequeños que se acerquen. Ya no hacen bien el moshing. Eso apesta porque no se trata de eso. Esas personas deben ser expulsadas. Un mosh correcto es una buena forma de estar en grupo, bailar y hacer lo tuyo”, explica Chris Fehn, baterista de Spliknot en entrevista con Loudwire. Aunque existan asociaciones negativas, lo cierto es que el pogo se mantendrá como el ritual por excelencia de la música más pesada y a punta de puño y "pata" se mantiene como la principal forma de catarsis del rock.
Aunque es frecuente que conozcamos a los pioneros del rock en el Reino Unido, Estados Unidos, México y Argentina, cuando se trata de Colombia a menudo no tenemos claro cuáles fueron esas bandas que iniciaron el movimiento en nuestro país. Llegó el momento de hablar de rock colombiano.Recomendado | “Las mujeres son el futuro del rock latinoamericano”: Gustavo Santaolalla, productor musical argentinoFelipe Arias (historiador e investigador), Jacobo Celnik (periodista musical) y Tania Moreno (ex integrante de la banda Génesis), ratifican que, contrario a lo que muchos piensan, en Colombia sí hay una historia que rescatar de los inicios del rock porque lo que ocurrió en la década de los 60 fue la semilla para que las futuras generaciones recibieran respaldo y apoyo.Para leer | 'Rompan todo': la respuesta del curador de Rock al parque sobre las pocas menciones del festivalFRASES DESTACADAS DE LA CONVERSACIÓN“Hubo un entusiasmo enorme en los 60 con discos, conciertos y eventos, pero de repente se desinfla porque hubo una estampida de músicos. Las disqueras soltaron el rock porque ya no lo consideraban importante a pesar de tanto dinero que recibieron”: Tania Moreno“Acá se tiene un total desinterés por la memoria histórica del rock colombiano, es lamentable. Defino los años 60 como un gran romanticismo por parte de los músicos, que hicieron grandes esfuerzos tocando puertas. Fueron una semilla que dejaron cosas muy valiosas, en los setenta aparecieron bandas muy valiosas y los ochenta fueron más interesantes”: Jacobo Celnik“Celebro que existan iniciativas como el documental Rompan Todo, con todo y las críticas que un sector importante del público ha hecho. Es algo que nos ha puesto a hablar del tema, por un lado, del rock latinoamericano, pero también del rock colombiano y del potencial que tienen los archivos que han documentado esta historia”: Felipe Arias.Para ver | ¿Por qué Bogotá es una ciudad tan metalera?Recomendado: Racismo en Colombia, industria musical y los ecos del Black Lives Matter¡La música nos une!
Desde su creación en 2010, el Festival Centro ha buscado consolidar una oferta de sonidos diferentes, incluyentes y plurales, marcando así el inicio de la programación cultural en Bogotá. Este año, en alianza con Teatro R-101, el Festival cuenta con un cartel de 20 agrupaciones y artistas musicales: 10 del centro de Bogotá, 7 nacionales y distritales y 3 internacionales, además de una completa franja académica.La FUGA orientó sus esfuerzos en la reactivación del sector de las tres localidades del centro, haciendo honor al nombre del Festival. En diciembre, del 2020, escogieron las agrupaciones que harían parte de la franja especial dedicada al centro, la FUGA abrió una convocatoria pública que contó con la participación de más de 80 bandas y agrupaciones. Un grupo de curadores invitados, integrado por Chucky García, Mariangela Rubbini y Juan Sebastián Basto, seleccionó a las agrupaciones Curupira, Lika Nova, Ensamble Baquiano, Hombre de Barro, Flor de Jamaica, Kubango, Mismo Perro, Aldo Zolev, Cescru Enlace y Los Ministriles.La cuota colombiana la completan Frente Cumbiero, LosPetitFellas , Romperayo, El Quinteto Leopoldo Federico, y Dafne Marahuntha, El público infantil también tiene su espacio con el Homenaje a Tita Maya y Cantoalegre, que contará con invitados nacionales e internacionales. Luz Mercedes Maya, más conocida como Tita Maya, es una profesora, compositora y maestra musical que creó la Corporación Cantoalegre y compuso más de 200 canciones infantiles y diversos materiales como libros y cartillas. Y finalmente, como Festival sin fiesta no es festival, La Recontra llega con sus sonidos difíciles de clasificar pero sencillos de gozar, con una rumba muy colombiana.Los invitados internacionales del festival son: Javiera Mena de Chile, La Bruja de Texcoco de México y Escalandrum de Argentina. Javiera Mena ha dado con la fórmula disruptiva para lograr un lugar en el pop bailable de la industria latinoamericana. Por su parte, La Bruja de Texcoco, Octavio Mendoza, es amante de la transfeminidad y de la tradición mexicana; y Escalandrum, creada por Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del famoso Astor Piazzolla, llega con su fusión de jazz, tango y folclore como parte del homenaje a Astor Piazzola en los cien años de su nacimiento.Reconociendo la importancia de los referentes formativos distritales, el Festival también presentará un espacio para visibilizar procesos que adelantan diferentes entidades para fortalecer los talentos de niños, niñas y jóvenes. Por esta razón, se exhibirán en la tarima virtual los resultados del programa Vamos a la Filarmónica, que realiza procesos de formación musical a través de los Centros Filarmónicos Escolares, los Centros Filarmónicos Locales y Hospitalarios y la Orquesta Filarmónica Pre juvenil. También estará presente el programa Crea del Idartes, que busca ampliar las oportunidades para el disfrute y la apropiación de las prácticas artísticas en los diferentes ámbitos comunitarios.Como ya es costumbre, el Festival Centro contará con una agenda académica que abordará la relación de la música con áreas como la filosofía, el cine, el teatro, las artes visuales y la literatura. Dentro de los invitados se encuentran el periodista argentino Tomás Balmaceda, que ha escrito en medios como La Nación, Clarín y Página 12; Juancho Valencia, el líder de la agrupación Puerto Candelaria; el director y dramaturgo Johan Velandia, la artista Carmen Gil y el periodista Jaime Andrés Monsalve, entre otros.
Con la dirección musical de Alejandro Muñoz, Juancho Torres y su Orquesta llevan 26 años rescatando el folclor de la costa Caribe y representando a nivel nacional e internacional la música colombiana. Cada jueves, en Teatro Digital se estrenará un nuevo espectáculo que se podrá ver durante una semana a través de la página y la cuenta oficial de Facebook del Teatro Mayor.A través de esta plataforma, el Teatro Mayor retransmitirá del 21 al 28 de enero la Gala del porro, que tiene como protagonista a Juancho Torres y su Orquesta.Juancho Torres fue un compositor, director y uno de los músicos más representativos del folclor colombiano. Nació en Sincelejo, se formó en Inglaterra y se encargó de construir un legado enfocado en destacar los ritmos del caribe.El pasado noviembre del 2020, el escenario del Teatro Mayor recibió a la agrupación Juancho Torres y su Orquesta en el marco de la Gala del Porro, un evento que homenajea este género musical.Actualmente, la agrupación cuenta con la dirección musical de Alejandro Muñoz Garzón y su directora general es la hija de su fundador, Juliana Torres Berrocal. Con más de 20 años de trayectoria artística, esta orquesta pondrá en escena un repertorio lleno de canciones inolvidables, como Carmen de Bolívar y María Varilla.La programación de la plataforma está dividida en cuatro franjas: Lo nuestro, con presentaciones de los grandes referentes de las músicas colombianas; Grandes espectáculos, que destaca los montajes de gran magnitud que han pasado por la programación del Teatro Mayor; Armonía Sura, que agrupa los grandes conciertos de las orquestas de música clásica más importantes del mundo, y Ventana de América, compuesta por espectáculos de la red de teatros de Ola Ópera Latinoamérica.Adicionalmente, el Teatro Mayor continuará con sus campañas de contenidos digitales de la Teatropedia, un programa de responsabilidad social en alianza con Sura que ofrece contenidos pedagógicos a través de diversas piezas, y la franja #15MINBienestar, en la que los bailarines de la Compañía de Danza del Teatro Mayor ofrecen clases virtuales diarias.
La organización del Hay Festival en Colombia, evaluó la situación del país y comprometidos con el cuidado del público, tomó la decisión de celebrar los festivales de Cartagena, Medellín y Jericó, de manera virtual, la totalidad de sus eventos serán exclusivamente de manera digital y sin costo.Desde distintos rincones de Colombia y del mundo, adultos y niños podrán participar a través de una plataforma de fácil acceso, donde cada persona podrá enviar sus preguntas para contribuir a importantes conversaciones sobre literatura, ciencia, medioambiente, arte, el sector del libro, actualidad, infancia, entre otros.Las personas deben registrarse gratuitamente en las páginas de cada festival y recibirá la confirmación vía email. Prepararse para disfrutar virtualmente de un sinnúmero de actividades entre el 22 y el 31 de enero. La decimosexta edición de Hay Festival, no tendrá eventos presenciales.Así, la programación de Jericó, que se llevará a cabo entre el 22 y el 24 de enero, podrá consultarse en Hay Festival Jericó ; para inscribirse a las actividades que se llevarán a cabo entre el 25 y el 28 de enero como parte de la programación de Medellín, se debe ingresar a Hay Festival Medellín, y finalmente para inscribirse a la programación de Cartagena, que se realizará entre el 28 y el 31 de enero, se deberá visitar la página Hay Festival Cartagena.“El Hay Festival estará presente, de manera digital, acompañando a Jericó, Medellín, Cartagena, a y toda Colombia, para mantener viva la conversación, y hacer un llamado toda la ciudadanía para que sigan apoyando la cultura y el pensamiento a través del programa del Hay Festival.”, afirmó Cristina Fuentes La Roche, directora Internacional del festival.Como adelanto, además, el Hay Festival cuenta con contenidos digitales extra en su página web, disponible ya para dar pie a conversaciones que llevarán a seguir imaginando el mundo. Revise la programación aquí.