Las redes sociales han demostrado que cualquier persona puede ser famosa. El documental Fake Famous de Nick Bilton (disponible en HBO desde el 23 de febrero) lo comprobó gracias a un experimento social: un grupo de expertos en redes sociales eligió a 3 personas comunes y corrientes para convertirlas en influencers de alto nivel. Para ello, se gastó mucho tiempo y dinero en fotos excesivamente producidas para reflejar vacaciones en lugares muy elegantes o entrenamientos privados. Sin duda, una buena parte del presupuesto se fue en bots, likes y comentarios de cuentas falsas, para que todo fuera más creíble.
Para Bilton, vivimos en una sociedad obsesionada con la fama, creemos que nos va a hacer más felices, cuando la realidad muestra todo lo contrario. El documental muestra que la vida que todo el mundo quiere vivir no es real, y no solo no es real, sino que está diseñada para hacernos sentir peor con nosotros mismos.
Sin spoilers, la conclusión que deja el documental es que un número inflado de seguidores es hoy una gran ventaja para obtener desde regalos gratis a ascenso profesional. Pero ¿A qué precio? ¿Qué tan reales son los números que muestran las redes? ¿Las plataformas hacen lo suficiente para detener la proliferación de bots y cuentas falsas?
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Hablamos con Nick Bilton, director de Fake Famous, sobre éste y otros temas.
¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaron con el documental?
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Lo más difícil fue no saber cómo iba a resultar. Cuando empezamos no teníamos ni idea de nada. Le dije a HBO: “hay un escenario y es que compremos muchos seguidores y nos regalen cosas, y otro en el que no”. No teníamos ni idea de qué iba a pasar, eso fue difícil.
¿Cómo eligieron a los participantes? ¿Tenían pensado que fueran a hacer algo en particular?
Es interesante porque hubiéramos podido elegir 3 personas muy diferentes y el resultado hubiera sido distinto, aunque igual de fascinante. En el casting que hicimos en Los Ángeles, lo único que preguntamos fue “¿Quieres ser famoso?” y no mencionamos nada más. Llegaron 5.000 personas y elegimos 3. No teníamos muchas expectativas y creo que si hubiéramos ido a otra ciudad, con diferentes grupos de edades, los resultados habrían sido otros, pero igualmente interesantes.
Una de las conclusiones de documental es que, con las redes sociales, cualquiera puede ser famoso. ¿Qué implicaciones tiene esto?
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Honestamente, para mí es malo, muy malo. Hay estudios en Estados Unidos en los que les preguntaban a los niños qué querían ser cuando crecieran. En los 60 querían ser doctores, profesores o abogados, en los 80 rockstars o jugadores de baloncesto, y ahora quieren ser famosos: eso es todo, no importa cómo, todos quieren ser influencers. Hay 2 partes de eso son malas: no creo que sea una vida satisfactoria. Ser famoso porque sí es algo que no contribuye en nada a la sociedad
Lo segundo que es problemático es para mí lo que resume la cultura del influencer: hacerte sentir mal contigo mismo, hacerte sentir que vales menos y para solucionarlo, adquirir los productos y el estilo de vida que ofrecen los influencers.
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Fue muy esclarecedor para mí cuando estaba haciendo el documental. No hay otra industria que se base en hacerte sentir mal contigo, bueno, tal vez el periodismo (risas). Por otro lado, las redes sociales basan su modelo negocio son los números: cuántos usuarios activos tienen, cuánto tiempo pasan ahí, y cuantos anunciantes tienen. Entonces no tienen ningún incentivo para deshacerse de los bots, porque si lo hacen, sus números decrecerán y si sus números son pequeños, eso significa que no tienen mucho alcance y no son tan valiosas, Las plataformas tienen una responsabilidad, pero no tienen incentivos para acabar con el problema.
Fake Famous ha sido descrito como “el documental que te hará cerrar Instagram? ¿Qué opinas de esto? ¿Quieres que la gente cierre sus cuentas de Instagram?
Yo no quiero tener Instagram en mi celular. Me di cuenta de lo mal que me hacía sentir durante la filmación del documental. Cuando ves la gran cantidad de estudios que se han hecho sobre las redes sociales, ves que su auge ha estado acompañado por un aumento en la depresión, ansiedad y suicidio. No creo que estas plataformas hagan sentir a la gente mejor consigo misma. Aun cuando estás publicando una foto inocentemente, te estás preguntando por qué a tanta gente no le gustó o por qué ésta tuvo tantos comentarios.
Lo que creo que cambiará es que las personas se inclinarán por las apps de mensajería como iMessage, WhatsApp o Telegram en las que pueden comunicarse con quienes importan, sin sentirse juzgadas. Ese es el futuro, pero creo que las plataformas quieren convertir la vida en un videojuego, en el que la persona que tenga más seguidores es la que gana.
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Desde hace tiempo hemos sospechado que los influencers no son tan reales como los pintan. ¿Algo más te sorprendió al hacer el documental?
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Algo que me sorprendió fue la cantidad de gente que se consideraba influencer. Pensé que eran unos cuantos miles y hay 140 millones de personas en Instagram que son considerados grandes influencers. Si buscas las celebridades que hay en todo mundo, son unas miles, incluyendo las celebridades no tan conocidas. ¿Cómo puede haber unos miles de celebridades legítimas y 104 millones de personas en redes que son famosas? Eso me sorprendió.
Algo que también me sorprendió fue que compré muchos seguidores falsos, con likes y comentarios, y me di cuenta de que otros influencers considerados “reales” también lo estaban haciendo, no solo nosotros para este experimento. Fue bastante revelador.
¿Qué podemos hacer como usuarios ante la farsa de muchos influencers?
Hay muchas cosas buenas que han surgido desde las redes sociales, como el movimiento MeToo o Black Lives Matter. Pero estamos en un punto en el que hay suficientes herramientas tecnológicas para conectarte con las personas: está WhatsApp, el email, las newsletters. En en el caso de las redes sociales, el algoritmo es mucho más inteligente que nosotros y constantemente nos está bombardeando con cosas que nos pueden interesar, así que creo que la única forma de ganar es no jugar, porque las plataformas no tienen ninguna motivación para cambiar nada.
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En mi caso, uso las redes sociales muchísimo menos de lo que lo hacía antes y cuando termine la promoción del documental borraré Instagram de mi teléfono.
¿No es contradictorio que mucha gente va a conocer tu documental precisamente a través de las redes sociales?
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Al final del día le sigue llegando a las personas. Antes compartía muchas cosas en las redes, ahora ni me molesto. Escribo algunas cosas y si la gente quiere hablar de eso, perfecto. Para mí, es más sobre el proceso creativo que discutir con alguien que no conozco en redes porque solo leyó el título del artículo.