Los Fabelman: la emotiva historia de cómo Spielberg se enamoró del cine

Los Fabelman, la más reciente película de Steven Spielberg, ha sido descrita como “una carta de amor al cine”. El filme es un homenaje autobiográfico del director a la creación cinematográfica. Spielberg afirmó en varias entrevistas que la pandemia de COVID-19 lo había hecho cuestionarse y reflexionar sobre sí mismo, y definitivamente se nota.

El cineasta presentó una película en donde evoca algunos de sus principales recuerdos y los momentos que lo llevaron a acercarse al cine. En varias entrevistas, el director ha mencionado cómo la escena de 2 trenes chocando en el filme El espectáculo más grande del mundo (1952) fue la que lo llevó a enamorarse del séptimo arte. Esto lo vemos recreado minuciosamente en una escena que le causa a Spielberg, o Sammy, protagonista de la película, fascinación y trauma al tiempo.

Sammy se obsesiona con la secuencia y pide un juego de trenes, que choca en un intento de replicar la escena. Allí la madre sugiere que el niño filme los trenes chocando con la cámara de cine de su padre para que pueda ver uno chocar una y otra vez en lugar de golpear los trenes hasta que se dañen. Así entonces, el pequeño Sammy es como empieza a enamorarse del cine.

A menudo se habla de cómo las películas pueden llegar a ser un escape de la realidad cuando nos muestran universos y escenarios alternativos. Pero en el caso de Los Fabelman, el cine se convierte en una exploración de la vida propia para Sammy, y cada filmación le permite descubrir detalles sobre sí mismo y su familia.

A medida que Sammy va creciendo y perfeccionando técnicas cinematográficas, también se da cuenta de que por medio de su cámara puede lograr muchas cosas: desde nuevos amigos y parejas, hasta manipular completamente la imagen de una persona.

Los Fabelman también explora aspectos del talento que todo creativo ha tenido que lidiar en algún momento. ¿Qué significa tener talento y cómo puedo cultivarlo? ¿Cómo puedo equilibrar cultivar mi talento con mis responsabilidades familiares y laborales? ¿Mejorar en mi oficio implicará sacrificar parte del tiempo que pasaré con las personas que amo? ¿Qué deberé eliminar de mi vida en nombre del arte? son algunas de las preguntas que se hace el protagonista, y que aborda con gran destreza el tío Boris en su monólogo, sin duda uno de los momentos más sorprendentes de la película.

Mientras muchas películas biográficas intentan acumular la mayor cantidad de eventos en un poco tiempo, Los Fabelman se concentra en algunos momentos clave, y contado como ficción, nos hace preguntarnos cuánto de lo que vimos sucedió en la realidad. No busca ser un recuento de todos los eventos de la vida de Spielberg, sino la historia de cómo llegó a enamorarse del cine.

En The Guardian, Mark Kermode dice que Los Fabelman es “posiblemente la película casera mejor montada en la historia”, y de alguna manera esa es una de sus principales fortalezas, pues el componente emotivo y familiar es lo que la hace sumamente cautivadora.

Los Fabelman se enmarca en la tendencia de “películas sobre hacer películas”, que también incluye a Babylon e Imperio de la luz. Pero lo hace no romantizando a los directores o a la industria, sino evocando la emoción y cercanía que sentimos al ver una película, y eso es algo con lo que cualquiera, sea cineasta o no, puede sentirse identificado.