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Rambo 3: cuando los gringos eran amigos de los rebeldes afganos

De esas películas que no envejecieron bien.

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En 'Rambo 3' (1988), los afganos son aliados de EE.UU.
Foto: TriStar Pictures.

Rambo 3 cierra toda su galería de bíceps abultados, venas brotadas y cascos de bala por los aires con el siguiente homenaje: “Esta película está dedicada al valiente pueblo de Afganistán”. Esto fue en el año 1988, fecha en que las tropas soviéticas se retiraron de territorio afgano. Hoy en día, teniendo en cuenta el panorama geopolítico actual, es claro que esta línea ha envejecido bastante mal.

Por Edgar Medrano //@TheMedra.

Al final de la década de los ochenta, Rambo III puso fin a la trilogía de Sylvester Stallone por todo lo alto (o así lo creímos durante un par de décadas, ya que más tarde sería revivida para más entregas).

Esta tercera parte sigue al personaje principal en una última misión en Afganistán para salvar a su amigo y mentor, el coronel Sam Trautman, quien fue a Afganistán a llevar misiles antiaéreos a una zona controlada por el ejército soviético, y apoyar así a los rebeldes afganos de credo musulmán e ideología anticomunista. Sin embargo, el veterano coronel fue capturado por los invasores soviéticos. Por lo tanto, todo queda en las manos de Rambo: salvar a su amigo y de paso, luchar codo a codo junto a los rebeldes en ese país devastado por la invasión soviética.

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Esta premisa, vista treinta años más tarde, nos permite afirmar sin duda, que los eventos ocurridos en la película manchan una vez más las políticas intervencionistas estadounidenses. En la década de 1980, la Unión Soviética (con el respaldo de un gobierno afgano pro-ruso) se enfrascó en una lucha encarnizada con las fuerzas rebeldes afganas.

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La guerra en Afganistán se considera uno de los mayores fracasos de la historia soviética. De hecho, Sam Trautman tiene una línea, en que lanza un dardo a la antigua Unión Soviética, en la que conecta directamente la guerra afgana-soviética con la desventura de Estados Unidos en el sudeste asiático, diciendo a sus captores soviéticos: "Ya tuvimos nuestro Vietnam. Ahora ustedes tendrán el suyo...”. Con estas palabras Trautman advertía a un comandante ruso sobre la imposibilidad de controlar un país contra la voluntad de sus ciudadanos.

Después de que la Unión Soviética se retiró de Afganistán en 1989 (antes de disolverse finalmente en 1991), los diversos grupos rebeldes no pudieron llegar a un consenso sobre cómo avanzar en la construcción de su país. De hecho, esta inestabilidad política hace parte de la trama en la película.

En una de las conversaciones entre Rambo y Mousa, líder de los rebeldes afganos y aliado del soldado gringo. Mousa le cuenta a Rambo lo siguiente, con la intención de explicar el por qué pelean contra los soviéticos: “Esto es Afganistán... Alejandro Magno intentó conquistar este país... luego Genghis Khan, luego los británicos. Ahora Rusia. Pero el pueblo afgano pelea duro, nunca será derrotado. Una oración antigua habla de estas personas... ¿desea escucharla?”, "Que Dios nos libre del veneno de la cobra, los dientes del tigre y la venganza del afgano". ¿Entiendes lo que esto significa?”.

Rambo entendió que los afganos no le aceptaban mierda a nadie. Con lo que nuestro protagonista no contaba es que esta ocupación empujaría a Afganistán a una guerra civil durante muchos años, hasta que Estados Unidos invadió terreno afgano después de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, demostrando el talante olvidadizo de los diseñadores de la política exterior estadounidense y que causaría la reciente inclusión de los Estados Unidos en la lista de naciones y reinos expulsadas por los afganos, enumeradas por Mousa en el diálogo mencionado.

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Al final del largometraje Rambo rescata sano y salvo a su mentor, mató al malvado coronel soviético y trae una tranquilidad fugaz a un pequeño rincón de Afganistán. Rambo y Trautman abandonan el país y la película termina. Todo esto lo hace Rambo en solitario, sin un ejército que lo respalde, ni siquiera se sugiere que siga afiliado a las fuerzas armadas norteamericanas.

La película vende a este hombre como alguien que lucha para proteger a la gente, no para ganar guerras, no es su interés, se acerca más a un mártir que es obligado a tomar las armas una vez más.

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Rambo simboliza esa pretensión colonial que quiere llevar su versión de la “libertad” a las personas oprimidas, para inclinar la balanza y darles una oportunidad de luchar contra quienes considera los opresores, sin tener en cuenta que los tiempos cambian, las lealtades globales también y en el medio siempre quedan naciones completas afectadas.

En la década de los ochenta, el otro, el enemigo irreconciliable eran los rusos. Dos décadas después, la torta se volteó. Paradójicamente, esto es lo que convierte a Rambo en un héroe en cierto momento de la historia, pero hoy en día se le podría acusar de ser el aliado de uno de sus peores enemigos.

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