Este jueves 13 de diciembre llega a salas de cine y el viernes 14 a Netflix, una de las mejores películas del 2018. Roma, del mexicano Alfonso Cuarón (Gravity, Y tu mamá también, Los hijos del hombre), es una hermosa historia familiar con la que es difícil no identificarse, pero también es una revolución en la forma en la que pensamos la forma de ver películas.
Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti
La vida es muy sencilla. A veces no nos damos cuenta, pero está inundada de sencilleces. A veces pasa algo extraordinario, como una ruptura amorosa o la muerte de un conocido, y de nuevo retoma su lugar el peso de la cotidianidad. Nos bañamos, comemos, esperamos, miramos el celular esperando que alguien suba algo divertido pero todo es lo mismo, hacemos fila, nos metemos en un trancón, tenemos conversaciones triviales sobre el clima y lo terrible que es el gobierno, y nos dormimos. Así llega el siguiente día, y el otro, y otro más.
Y en esa sencillez, en esa cotidianidad, también nacen cosas muy hermosas pero imperceptibles. Claro, son las más difíciles de encontrar porque nos han entrenado a entretenernos en lo espectacular, en lo inusual, en lo de mostrar: un atardecer naranja-rosado, unas vacaciones en Bali, una vida de Instagram. El cine taquillero y espectacular –Hollywood– siempre nos ha mostrado historias diametralmente alejadas de la sencillez: superhéroes salvando al universo de un villano que quiere acabar con la vida en todas sus formas, seres especiales que reciben poderes para volar y doblar una cuchara con la mirada, o personajes inspiradores que se vuelven ídolos de masas y tienen una vida ejemplar. ¿Y qué pasa con el mundo normal? ¿Con la gente que monta en transporte público, se viste tan normal como es posible, y tiene problemas agobiantes sin fin?
Ahí está lo bonito del cine, del otro cine, del que se convence de buscar la belleza en la tragedia y en la tristeza, en lo cotidiano y lo mundano. Los mexicanos hace rato vienen haciendo bien la tarea en este sentido, y hemos sido testigos en los últimos años de tremendas películas para comprobarlo: Güeros (2014) de Alonso Ruizpalacios, Temporada de patos (2004) de Fernando Eimbcke, Te prometo anarquía (2015) de Julio Hernández, Museo (2018) de Alonso Ruizpalacios, o hasta la onírica Post Tenebras Lux (2012) de Carlos Reygadas. A esta valiosa lista llega, incluso para encabezarla, la preciosa Roma de Alfonso Cuarón, para muchos la mejor película del 2018, que se ha convertido en una revolución cinematográfica por lo que sucede dentro y fuera de la historia.
Cuarón es un mexicano que ha hecho a la par películas en su país como la épica Y tu mamá también (2001), y blockbusters hollywoodenses como Los niños del hombre (2006), Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004) o Gravedad (2013). Es decir, es un tipo que sabe hacer cine entretenido y con grandes presupuestos, pero que también ha contado historias sencillas y conmovedoras. Y eso se nota en Roma, que si bien es una suma de recuerdos de la infancia del director, con un poco de contexto político de la México de los 70, una reflexión del abandono, el dolor y el amor, también es un ambicioso regreso al lugar donde todas estas historias pasaron.
La historia de Roma es la de una familia de clase alta que vive en el barrio de Ciudad de México que lleva el mismo nombre de la película. Poco a poco entramos a la cotidianidad de una pareja, una abuela, cuatro niños y dos empleadas internas. Vemos las típicas peleas de hermanos, la comida frente al televisor, los juegos infantiles, las ilusiones románticas y el derrumbe invisible de un matrimonio. Las pequeñas grietas de la vida se alternan con las efímeras alegrías. Todo es dolorosa y conmovedoramente real. Todo es tan cercano que es como estar viendo la historia de nuestros vecinos, o la nuestra incluso. Roma es una película hermosa, así, sin atenuantes.
Pero Roma comenzó a generar ruido mediático desde mayo de 2018, en pleno Festival de Cannes, porque ha sacudido la forma en la que público, industria y festivales han venido entendiendo el cine. Hasta no hace mucho un largometraje estándar tenía un conducto regular: salía en cines o televisión, luego se lanzaba en VHS-LaserDisc-DVD-BluRay (escoja según la época de su nacimiento) y, con el surgimiento de las plataformas de streaming, también entraba a los catálogos de Netflix, Mubi, Amazon, Hulu, etc. Así las cosas, ir a un teatro a ver la película estaba por encima de todas las cosas e incluso, festivales como Cannes y premios como los Óscar aún exigen que una película haya salido primero en salas para poder ser considerada entre sus nominaciones. Pero los tiempos cambian, las plataformas de streaming crecen y las audiencias se aburren de hacer lo mismo. Roma fue adquirida por Netflix para que se saltara el paso por teatros y llegara directamente a la comodidad del streaming. Un sector de la industria francesa y de Cannes se quejaron y exigieron que no se repitiera lo mismo del 2017 cuando películas de Netflix como Okja y The Meyerowitz Stories sí habían podido participar en el prestigioso evento. Roma no pudo competir en Cannes pero sí en otros importantes festivales como Toronto y Venecia donde ganó el León de Oro.
Para no quedarse por fuera de los Óscar y el resto de la temporada de premios, algunas salas en el mundo mostrarán Roma y así cumplir con el requisito, a pesar de que esté en simultánea en Netflix. Por ejemplo, en Colombia el riesgo lo decidieron tomar salas de nicho y alternativas como Tonalá, Cinemanía o Paraíso, mientras que Cine Colombia y Cinemark rechazaron programarla. Nace una disyuntiva que revelará hasta qué punto ha cambiado nuestra forma de vivir el cine. ¿Ganarán los nostálgicos y románticos que aún prefieren y valoran la experiencia de ir a ver una película a un teatro, o prevalecerá la tecnología y la era del streaming? Por primera vez una película estará disponible, de forma legal, en simultánea para ver en casa o en un teatro. Luego del caso de Roma, así como el de otros reconocidos directores como Woody Allen o Steven Soderbergh que han buscado otras alternativas a los tradicionales largometrajes, estaremos ante un efecto dominó que revolcará el cine tal y como lo conocemos.
Sea como sea, Roma ya está al aire para todos, para hacernos preguntar por qué y para qué seguimos viendo cine en pleno siglo 21.
Si quiere ver Roma en cines estos son los lugares para verla:
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