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Ciberbullying, FOMO y comparación social: un juicio sin rumbo contra Meta

Meta está contra las cuerdas: 41 de 48 estados en EE.UU. acusan a la empresa de dañar la salud mental de niños y jóvenes. ¿Es posible frenar los riesgos en Facebook e Instagram para la salud mental? Analizamos este juicio histórico.

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La adicción a las redes sociales está aumentando en niños y jóvenes
// Imagen generada con Dall-E

Meta (antes Facebook) y Mark Zuckerberg recibieron una nueva demanda. Esta vez, los demandantes fueron los fiscales generales de 41 de los 48 estados de EE.UU.

En el caso presentado por los fiscales se alega que las plataformas propiedad de Meta, Facebook e Instagram, implementaron "funciones adictivas" que afectan negativamente la salud mental de los usuarios.

Lo experimentamos día a día. Cada tanto se habla de ello. Pero parece que pronto habrá consecuencias.

Meta se defendió durante el juicio afirmando que implementaron “más de 30 funciones para proteger a los usuarios más jóvenes”, pero se confirmó que la empresa de Zuckerberg conoció el daño que sus plataformas hacían a la salud mental de niños y adolescentes y decidieron ignorarlo.

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Es más, en uno de los documentos recopilados mencionan que Meta redujo recursos financieros para el equipo de salud mental.

“Meta se ha lucrado con el sufrimiento de los niños al diseñar intencionalmente sus plataformas con rasgos manipuladores que los vuelven adictos a sus plataformas mientras golpean su autoestima”, dijo la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James.

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El director ejecutivo de Meta pidió disculpas el pasado 31 de enero a un grupo de personas que aseguraron que sus hijos fueron víctimas de abuso sexual en Instagram y Facebook.Pero también se lavó las manos. Esa parece ser la estrategia de la compañía.

Durante una audiencia en el Senado de Estados Unidos, ese ejecutivo de Meta afirmó que “un reciente informe de las Academias Nacionales de Ciencias, que evaluó más de 300 estudios, no apoya la conclusión de que las redes sociales causan cambios en la salud mental de los adolescentes”

Sin embargo, los estudios de la American Psychological Association y la Royal Society for Public Health demuestran lo contrario.

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Impacto de las redes sociales en los niños y jóvenes
// Royal Society of Public Health

El impacto de las plataformas de Meta empieza a sentirse en la salud mental de quienes se han críado con ellas.

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¿Cuál es el verdadero problema de Instagram y Facebook para la salud mental? 

Según un estudio reciente de la Universidad de Utah, Instagram empeoró los problemas de imagen corporal de una de cada tres adolescentes. Y, entre los adolescentes que declararon tener pensamientos suicidas, el 6% se lo atribuyó a esta red social.

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Así mismo, una investigación publicada en la National Library of Medicine encontró un aumento del 70% en los síntomas de depresión y, además, una diferencia de género significativa en cuanto a los impactos de las redes sociales en la salud mental: las mujeres son más propensas a generar adicción a las redes sociales en comparación con los hombres.

Mencionemos, punto por punto, las afectaciones que han corroborado los estudios.

¿En qué nos afectan las redes sociales?


  • Comparación social: las redes sociales pueden aumentar la tendencia a compararse con los demás, lo que puede conducir a sentimientos de baja autoestima
  • Ciberbullying: el acoso en línea puede tener un impacto negativo en la salud mental, especialmente en los jóvenes.
  • FOMO (miedo a perderse algo): la constante presión por estar conectado y actualizado puede generar ansiedad y estrés.
  • Adicción: el uso excesivo de las redes sociales puede ser adictivo, lo que puede conducir a problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad.

La disculpa de la compañía de Zuckerberg no es suficiente para abordar el problema del impacto negativo de las redes sociales en la salud mental de niños y jóvenes.
Principalmente, porque Facebook no ha asumido la responsabilidad de ignorar las advertencias sobre los efectos de sus plataformas.

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Esta demanda es histórica pues representa un reconocimiento científico y jurídico del impacto negativo que tienen las redes sociales en nuestra vida diaria.

Entender el mundo, las relaciones e, incluso, a nosotros mismos ya no es posible fuera del mundo digital.

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Es necesario que existan medidas claras que regulen la protección de menores de edad y una línea de acción clara, por parte de Meta, para abordar el problema del ciberbullying, la adicción a las redes sociales y la exposición a contenido dañino.

Sin embargo, por la dificultad que existe para calcular la incidencia de las redes sociales en nuestra salud mental, el problema va más allá.

Muchos de nosotros abrimos una cuenta de Facebook teniendo sólo 7 u 8 años, poniendo una fecha falsa.

"Engañar al sistema" no es precisamente algo difícil y las generaciones son cada vez más ingeniosas a la hora de hacerlo, entonces ¿cuál es la solución?

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La respuesta, si la hay, es poco clara y muy complicada.

Tanto los papás, como el gobierno y hasta las plataformas pueden llegar únicamente hasta un punto en cuanto a la regulación.

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Las mujeres siempre hemos estado sometidas a la comparación social. Nos han implantado estándares de belleza imposibles de cumplir, sólo que ahora los vemos cada vez que usamos las redes sociales compulsivamente.

La idea del personaje de éxito y el sentimiento de frustración por "quedarse atrás" es algo que también vivieron nuestros papás. Pero ahora vemos como (casi) cualquier creador de contenido logra venderte la idea de que el éxito se alcanza más rápido de lo que alguna vez soñamos.

Y la bola sigue rodando.

Quizás el problema no son las redes sociales, sino el ciclo interminable de las exigencias de la vida social.

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Quizás las redes sociales sólo son un altavoz, que nos presiona a diario y nos choca con la frustración, pero no el problema en sí.

Quizás el resultado del juicio contra Meta sea que no hay regulación posible para un problema social que las redes sociales solo intensifican, pero del cual no son el único culpable.

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¿Nos queda entonces crecer en un mundo de estímulos constantes hasta agobiarnos? Quién sabe.

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