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¿Se murió el humor o se murió la risa cómplice?

Con el reciente regreso del espacio de humor F*cks News se reavivó un debate: ¿De qué podemos reírnos y de qué no? ¿Cuáles son los límites del humor? ¿Alguien quiere pensar en los comediantes?

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F*cksNews, espacio de sátira en Internet.
Foto: Captura de pantalla.

Con el reciente regreso de F*cks News, uno de los espacios más cuestionados en Colombia por sus constantes comentarios machistas, racistas u homofóbicos (que pretenden pasar impunes bajo la excusa de la comedia), se reavivó un debate que para muchos es complejo, pero para otras personas, sobre todo aquellas minorías que han vivido pisoteadas y humilladas, es más bien sencillo. ¿De qué podemos reírnos y de qué no? ¿Cuáles son los límites del humor?

Por Juan Pablo Castiblanco // @kidcasti

Dicen algunos que el humor murió, que la generación de cristal se molesta por cualquier cosa, o que ya no se puede hacer chiste de nada porque inmediatamente la cultura de la cancelación acaba con el buen nombre de cualquiera.

¿Cuál cultura de la cancelación? ¿La misma que canceló al futbolista Sebastián Villa, futbolista protegido por Boca Juniors a pesar de tener denuncias de violación en intentos de homicidio? ¿O la misma que se aplicó sobre el comediante Louis CK, quien en el 2017 fue denunciado por acoso sexual, pero nunca dejó de hacer giras y que en el 2022 ganó el Grammy por Mejor álbum de comedia?

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Bueno, de pronto es una cultura de cancelación de otro multiverso. Pero en la que nos tocó, no pasa nada.

Venimos de una cultura que se crió consumiendo chistes y haciendo chistes homofóbicos (el peluquero “loca”), racistas (el blanco vestido de soldado negro), clasistas o machistas (¿Barbarita? ¿Alguien?). Y bueno, que no se nos olvide el aporte de programas de radio mañanera juvenil o de las tropicales (que ahora alternan apuntes misóginos con oraciones al Santo Padre).

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Casi que, como un efecto Mozart, nos hemos sometido a un efecto Humor en el que todo está permitido y, además, en el contexto de contenido familiar. Por eso no es difícil ver que esa semilla sigue dando incontables cosechas. El “humor” de nuestra cotidianidad tiene un gran parentesco con el de esa escuela aparentemente inofensiva pero que hoy, luego de que hemos empezado a hablar de lo que era tabú, no es tan blando como parecía.

A propósito de la pregunta que titula este texto, me recomendaron ver Supernature, el show en vivo de Ricky Gervais, por supuestamente tener interesantes ideas sobre este tema. Lo puse. Arranca con Gervais insultando al público, y luego se pone ese traje que tantos sienten como un disfraz de superhéroe, el del “políticamente incorrecto”, para burlarse de quien sea que se le cruce.

Intercaladas hay algunas reflexiones sobre el humor, como “ahora la gente se indigna mucho y los toman en serio". Algunos comediantes privilegiados están escribiendo las reglas sobre cómo hacer comedia. Por ejemplo, ‘la comedia debería atacar al fuerte y no al débil’. A veces tienes que atacar al débil, como al atacar a un niño discapacitado.” Y acá el público se ríe a carcajadas, antes de que Gervais remate, “si atacas al fuerte, el pendejo se escapa y gana.”

Esa última frase es el resumen de nuestra sociedad. Por ejemplo, otro de los referentes de humor local, la respetadísima La Tele Letal, ha sido firme en su postura contra la derecha, la corrupción y el uso desmedido de la fuerza por parte del Ejército y la Policía. Pero, al mismo tiempo, sigue reforzando la burla clasista centralista hacia los pueblos y ciudades más pequeñas de Colombia, sosteniendo de fondo la idea de que lo que no está en la ciudad es incivilizado y barbárico.

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Nos acostumbramos a dejar de atacar al fuerte por miedo a que el pequeño se escape. Nunca cuestionamos lo grande porque es más fácil seguirle dando palo a lo que está molido: pisotear a quien históricamente ha sido pisoteado esperando, ingenuamente, que nunca seamos el objeto del chiste.

Gervais también recapituló el caso de su colega Kevin Hart, quien renunció a ser el anfitrión de la entrega de los Premios Oscar 2019 por unos tweets homofóbicos que había escrito una década antes y que fueron resucitados apenas se conoció la designación.

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Hart pidió disculpas a la población LGBTIQ, dijo que eran cosas del pasado y que esperaba que la gente reconociera que se podía cambiar y evolucionar. Gervais dijo que, si la sociedad no es capaz de perdonar, era mejor no borrar ni excusarse por esos trinos originales.

Últimamente hemos sido testigos de muchas disculpas públicas no solo en este campo, sino en casos que van desde rectificaciones de políticos hasta lágrimas cargadas a redes por parte de influenciadores. Todos hemos dicho y hecho cosas terribles, pero la diferencia está en la decisión de regodearse en eso o intentar repararlo.

La mayoría de estas pedidas de perdón han tomado más la forma de “pido disculpas a quien se pudo haber sentido ofendido por lo que dije” en vez de “pido perdón por haber ofendido con lo que dije”. Lo primero no es una aceptación de una falla sino echarle la culpa a los demás por no entender un simple comentario. Lo segundo sí es el reconocimiento de un error.

Gervais lanza un argumento de autoprotección que es común oír en otros lados, al decir que “saben que estoy bromeando, como si un chiste fuera un reflejo del alma del comediante, pero simplemente no es así. Tomo cualquier perspectiva para que el chiste funcione. Finjo ser de derecha, de izquierda, finjo ser inteligente, finjo ser estúpido, lo que haga falta, sin prejuicios”. Y ese es el punto más aterrador de todos: la falta de prejuicios, posturas claras, y el acomodarse a cualquier situación con tal de sacarle provecho y plata.

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Tal vez Gervais sea consciente de que sus comentarios no son sus creencias. Tal vez los de Fucks News no son racistas, machistas u homofóbicos, pero sus seguidores tal vez no tengan el mismo discernimiento. Tal vez hay por ahí niños y niñas que van a creer que se deben burlar del más débil para sobrevivir. Tal vez haya alguien que sienta que violentar o matar a alguien no es tan grave porque puede ser chistoso. Tal vez haya alguien a quien sí le duele que se burlen de su identidad y sus dolores. (¿Acaso no hacemos lo mismo los colombianos cada vez que afuera hay chistes sobre que somos un narcoestado o nos asocian a Pablo Escobar?)

Ojalá podamos reírnos de otras cosas porque el humor no ha muerto. Solo ya no nos reímos de la crueldad.

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