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Lucio Feuillet: Bailar de amor por la tierra

Hablamos con el pastuso Lucio Feuillet sobre su nuevo disco, 'Bailando Bailando', una invitación a recorrer la senda que ya abrieron nuestros ancestros al son y al baile de la murga y el carnaval.

Lucio Feuillet bailando
Lucio Feuillet 2021.
// Foto: Alejandra Mar

Bailando Bailando, el más reciente disco de Lucio Feuillet, nos invita a recorrer bailando la historia musical de las montañas de Nariño.

Por Juan Diego Barrera Sandoval | Fotos de Alejandra Mar

En sus dos entregas anteriores -Provinciano (2017) e Indicio (2014)-, Lucio Feuillet ha sido un cantautor intimista, de canciones delicadas y sumamente personales. Fue así, con su dulcísima voz y virtuosismo en la guitarra, como se dio a conocer en Colombia, pero también en Perú, Argentina, Uruguay o EE.UU.

De la misma manera ha tocado en decenas de colaboraciones con artistas como Vicente García, FatsO, Marta Gómez o Santiago Cruz. En otras instancias ha sido productor de obras como La Plena, el apoteósico homenaje de IDARTES al más reciente aniversario de independencia de Colombia.

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Ahora nos presenta otra versión de sí: el Lucio que cantó sobre la carroza del legendario José Vicente Revelo un 6 de enero, día de la fiesta grande del Carnaval de Negros y Blancos; el que sobrevolaba la comparsa, con guitarra en mano y voz al viento, haciendo bailar al público.

Quizás sería más adecuado no decir que presenta estas sensaciones, sino que las proyecta como si fuera una imagen viva, una película. Bailando Bailando bien podría ser un dispositivo sofisticado para viajar por el espacio-tiempo, o un hechizo mágico capaz de teletransportar a otros mundos, a otras historias, a otros ritmos.

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Lucio Feuillet 2021.JPG
Lucio Feuillet. 2021. Bogotá.
// Foto: Alejandra Mar

En una canción caminas entre la fría niebla, sobre una carretera que circunda a la Laguna de la Cocha. A lo lejos, en la profundidad del bosque, suenan arpegios de guitarra y las voces de grandes maestros que reflexionan sobre la tradición y el territorio.

En otros momentos, la música se transforma en otra, en Son sureño o en La Guañeña, y te percatas de que ya no estás en el bosque, sino que has sido transportado al corazón de Pasto, durante el Festival de Negros y Blancos en un 6 de enero soleado. La gente baila y juega bajo un sol picante de los de tierra fría, bebe aguardiente amarillo y aplaude las carrozas que recorren la urbanizada falda del Galeras.

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***

Después de todos tus procesos como cantautor llegas con este disco carnavalero, fiestero, de banda grande. Se trata de un disco muy cinematográfico porque evoca muchas imágenes de danzas, del cuerpo en movimiento. ¿Para ti qué es bailar y por qué es tan importante detenerse sobre ello?

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Quiero volver a eso corporal, a lo físico, y transmitir desde allí cosas que uno piensa a través de vibraciones y de ese ritual hermoso que es el baile. Mucha música está hecha pensando sólo en lo corporal, mientras que uno desde la canción está muy metido en las ideas, las imágenes, en la intimidad de lo acústico.

Para mí el carnaval [de negros y blancos] ha sido muy importante como encuentro anual en el que reconecto lazos con mi territorio, con mi familia, con mis amigos, con los paisajes. Allí el baile es fundamental: los carnavales, desfiles y fiestas te recuerdan que estás metido en algo que te trasciende y te hace mover.

A nivel personal también fue una vuelta con respecto a mi trabajo en chisgas, en bares, en matrimonios. Mi oficio al llegar a Bogotá fue hacer bailar gente, y si la gente no bailaba era porque el trabajo estaba mal hecho. Mi misión es volver al baile. Tras mis aprendizajes en los anteriores discos, quise volver abrazando al paisaje, al territorio y al carnaval que son parte de mí. Quise aplicar lo que he aprendido de los textos sobre la figura del cancionista con el factor fundamental agregado del baile.

Lucio Feuillet en vivo 2021.JPG

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Detengámonos sobre esta idea del territorio. Quizás por la tradición musical anglo mucha música ha sido pensada de manera cosmopolita: de todos lados y por ende de ninguno. En Colombia, artistas del mundo del hip-hop y de las músicas tradicionales regionales se han fijado en lo que pasa en un lugar particular, siguiendo la lógica de Tolstoi de que "quien conoce su aldea conoce el universo". Vienes de una familia con un abuelo trompetero y ahí también hay una inscripción en una herencia, que también es la de los bambucos de las primeras canciones que empezaste a tocar en guitarra cuando niño. ¿Qué es para ti ser de un lugar?

Es un misterio: hay que fijarnos en el territorio como algo que traspasa nuestro ser, que no es solo lo que escucharon, vieron y sintieron cuando niños. Para muchas personas el cuerpo es un territorio, como lugar labrado y atravesado por experiencias. Para mí el territorio es el lugar donde crecí y nací, que influencia mi forma de hacer y de ser de tal manera que uno lo puede traer incluso cuando no se está en él.

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Los años en los que uno crece estando en familia marcan mucho de lo que se es para toda la vida. Yo nací en Pasto y todos los días ves un volcán muy imponente, que te abraza pero que está siempre desafiante con una fuerza poderosa. Eso va calando y haciendo parte de uno. Me gusta disfrutar de eso y de la diferencia con respecto a las formas de habitar el mundo que tienen otros, por ejemplo aquí en Bogotá. Uno anhela viajar y salir pero también volver y reconectar.

El territorio ha sido así un motor de inspiración total y cambiante. El proceso de conocerse a uno mismo nunca para, pues uno siempre está buscando más su voz, su autenticidad. Tener en cuenta de dónde vengo ha sido vital para mí en esos procesos, y hay una reciprocidad muy bella entre ese lugar y lo que he construido en mi vida: por eso siempre me gusta incluirlo en mi obra.

Nos debemos a la tierra y podríamos celebrarlo mucho más para, desde las diferencias, entendernos. Si empezamos a abrazar y reconocer los rituales y particularidades de las personas de cada territorio en vez de ponerles un velo podríamos disfrutar mucho más de las ideas de nación, país o patria. Puede que esas sean unas divisiones geopolíticas que no dicen mucho, pero sí la cultura, sí las costumbres, sí los acentos.

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Has hablado en otras entrevistas sobre la problemática del concepto de "mestizaje", contrastandolo con el de ch ixi (pronunciado "cheje"), popularizado en tiempos recientes por la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui. Ella se aproxima a la idea de identidad como entramado de placas tectónicas que se superponen, que no necesariamente se mezclan y que a menudo son contradictorias. Partiendo de allí, de la estructura de herencias compleja que te conforma, no te da miedo indagar en lo tradicional, como le pasa a otros que quizás se sienten como si estuvieran explotando un conocimiento que no les es propio.

Ahora que haces esta exploración tan directa sobre tus raíces, ¿qué opinas del debate de la "apropiación cultural"? ¿Cómo -si es que lo haces- resuelves esos conflictos?

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Uno de los principales problemas que tenemos en nuestra sociedad es perpetuar una agencia colonizadora. El mestizaje viene de ahí: la misma palabra es un borrado, es meter a todo el mundo en un paquete que es todo y nada. Estamos muy lejos de eso, pues estamos compuestos por muchas capas de herencias, algunas adormecidas, algunas latentes, algunas revitalizando con algún ejercicio.

Ese interés genuino es lo que marca la diferencia con respecto a aquél que actúa desde esa agencia colonizadora que busca sacar provecho como vemos en lo cotidiano, en marcas o en artistas. Pero puede también haber procesos atravesados por un interés de redescubrirse a uno mismo en esas capas, investigándolas, jugando con ellas y encontrando un resultado, que puede ir cambiando con los años. Si el interés es por explorar ese entramado, seguramente será una búsqueda en armonía con esas tradiciones y territorios con los que estás interactuando, porque pienso que partirá del respeto del que entiende que se debe a muchas herencias.

En el disco [en la canción Voces, con Luis "Chato" Guerrero, Ligia Erazo y Teodolfo Yaqueno] aparecen unas entrevistas que yo hice en el 2007 para una investigación. Las ideas que estaban ahí fueron calando y decantando lentamente hasta que en el 2019 entendí lo que quería decir en este disco. Habitar esas ideas de las músicas tradicionales de un territorio dentro de los contextos de lo que regularmente hago cómo músico puede tardar mucho tiempo y requiere trabajo de interiorización, pero puede ser muy bonito. Agrego que no sólo puede ser una cosa de ir y sacar, sino que implica estar yendo y revisitando para nutrir esa relación mutua y esa inspiración.

Es difícil que la música sea disfrutada por la misma gente, por el mismo carnaval en el que está inspirada. Pero ese también es un trabajo del que me he encargado: llevar el disco a las emisoras comunitarias y compartirlo con la gente, porque no solo me interesa que esa música viaje por Bogotá o por otros lugares del mundo, sino que me interesa que la familia lo ponga en esos rituales y fiestas.

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El actual estallido social nos enseña también a re-existir y rehabitar con esas placas tectónicas que cargamos dentro, que vienen de diferentes etnias y lugares y entran en pugna. Porque lo que está pasando en los diferentes territorios con los que tenemos una u otra conexión hace que nos cuestionemos quiénes y de dónde somos.

Este disco abre con La Senda. Esa palabra es clave, porque "senda" no es lo mismo que "ruta". No hablamos del trayecto entre un punto A y un punto B. La lógica de la senda es la de lo que se abre con otros, el camino donde alguien fue abriendo monte a machetazos y donde uno después viene a seguir labrando camino. Eso es también lo que hace el personaje de El Chumado -nombre para referirse a alguien borracho en Nariño y en Ecuador-: es alguien que va andando por todo lado, sin rumbo, aventurandose. La Senda que nos invita a explorar con el baile parece ser esa, la de nuestra herencia y nuestro territorio.

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Este es un disco que mira mucho el territorio, pero su objetivo es sobre todo ser un disco de viaje, de camino. Las murgas carnavaleras llevan la música de un lugar a otro: van con sus instrumentos caminando de un lado a otro y llevando ese ritual, esa fuerza del baile, esas historias que quedan en las canciones. En este disco no hay instrumentos estáticos sino que todos son instrumentos que se cuelgan y que uno puede ir tocando y andando.

¡Y se va pegando gente en el camino! Por ejemplo con la versión de Nunca Callar que luego sacaste con LaMuchacha. También has llevado la música por las calles de Bogotá...

¡Tal cual! También entra el acordeón en el interludio de El Cachirí, y hay murgas de yeguas [tipo de agrupación musical tradicional nariñense alrededor de la cual se sostienen círculos de la palabra]. A lo largo del disco se van sumando elementos: coros, percusiones y vientos, que conforman una obra cada vez más grande. Qué lindo que mencionaste lo de La Senda porque esa es la forma fundamental de andar del álbum como disco de viaje. Parto del recuerdo de las músicas de un lugar pero para abrir, expandir y tirar machete para lo que venga.

En Bailando Bailando trabajaste con muchas personas con las que has trabajado antes: Briela Ojeda, Andrés Guerrero, Diego Cadavid...¿Qué otras personas te acompañaron en este proceso?

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Hay un núcleo base muy lindo que está consolidado desde el primer disco. En él está Ricardo Muñoz, con quien hemos producido los tres discos y los proyectos de otras personas. Siempre dibujamos, buscamos colores, técnicas, y alistamos maquetas para pensarnos el sonido de cada instrumento antes de llegar a la grabación.

Además, en el equipo técnico siempre hemos trabajado con Harvey Marín y Jorge Corredor de Groove Studios -en donde grabamos esta vez, a diferencia de los anteriores discos en los que grabamos en bloque-.

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En cuanto a la banda empecemos por las percusiones, donde están Dieguito Cadavid, con quien hemos trabajado los tres discos, y Pedrito Acosta, un baterista increíble de la escena jazz nacional que aquí se dedica al redoblante y a los bombos como en el formato murga. Hay que decir que los vientos, los metales, son fundamentales en este disco: allí estuvieron Linda Jiménez, Harbey Urueña, Eduardo Rincón, Sebastián Atehortúa, Rafa Sandoval y Julio Panadero. También es lindo que menciones ese colegaje que tenemos en las voces con Briela Ojeda, Andrés Guerrero, Juan Pablo Evanjuanoy -músico indígena Inga del Putumayo-, Jairo Paz y muchísimas otras voces.

Otro partícipe clave de este proyecto es Fercho Yela, que se encargó de todo el trabajo visual. Además, con él hicieron el concierto "Brillo bonito", un concierto ilustrado. Cuéntame cómo ha sido esa experiencia con este formato único, y el trabajo con él para desarrollar un universo visual cohesivo.

Es un artista que admiro mucho, que tiene una identidad muy clara y ha construido una voz poderosa. Estuvimos mucho tiempo haciendo pruebas y finalmente encontramos la calle, la senda, los personajes místicos en los que encarnamos en un carnaval por su magia indescriptible.

Algo fundamental que está muy bien planteado es el encuentro de este poder místico con la calle, con el grafiti, con la guitarra eléctrica, con la electrónica, etc. Este disco representa mucho mi vida en Bogotá también, que es la de alguien que permanentemente está recibiendo influencias y compartiendo con muchos artistas de muchas partes del mundo. A la vez, las ilustraciones del álbum tienen el volcán y el arco de la senda por donde pasa la gente y la fiesta.

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Tuvimos la invitación de realizar el concierto ilustrado y es un formato que espero podamos repetir. Improvisamos canciones mientras él pintaba. Es un artista que admiro montones y que está plasmando la magia del sonido en lo visual. Siempre es lindo que se complementen ambas cosas, y este es un álbum que yo siento muy redondito.

Justamente para hablar de la redondez de este disco quisiera cerrar preguntando por cada canción de este disco.

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Bailando Bailando, de Lució Feuillet: canción por canción

  • La Senda.

Allí está la Fundación Indoamericanto de invitados. Me recuerda a la expectativa de un carnaval. No es la euforia de las cuatro de la tarde sino el calentamiento de las 9 de la mañana, los primeros pasos de la comparsa. Es una invitación al viaje.

  • Corazón Equivocado

Este es un disco que trae varios temas tradicionales. Ese diálogo me interesa. Por ejemplo en mi segundo disco, Provinciano (2017) arrancó con el tema tradicional Comienza la Fiesta / Cantares de Lina (original de Ulpiano Chavez) y cierro con Miranchurito (tema tradicional, también versionado como Qué lindo es mi Quito). Es muy simbólico que los temas que ya tienen su viaje nos inspiren y abracen nuevas creaciones para que hagan su propio camino.

Este es un tema de fiesta y carnaval, con samples de la versión de Los Realeros de San Juan, una agrupación muy tradicional de Pasto. Y dice por ejemplo "a petición del público", entre otras frases que son muy propias de las grabaciones de algunos viejos maestros.

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  • Baila pegado, baila sueltico

Resume bien la energía del disco. El disco invita al amor que nos tenemos que dar a nosotros mismos a través del baile. Ese amor es uno que hemos dejado atrás y debemos darnos, sea pegados a alguien o sueltos. Yo me imagino a todo el mundo pogueando en un gran festival con esta música. Este es un disco que va a entenderse mucho más desde el En Vivo, porque trae una energía para moverte con fuerza. Esta tiene un bombo ritual que evoca a la repetición de los raymis, de los sanjuanitos, que generan un mantra poderoso.

  • Cumbia del trabajo, con Pedro Pastor

Pedro es un cantautor español tremendo, bello e inspirador, con el que he compartido conciertos y giras. Ese tema nació en el segundo disco y se quedaba como canción minimalista que habla de la repetición. En este disco está traducida a la fiesta del Bailando Bailando y explota con una banda mucho más grande y la invitación de la poderosa lírica de Pedro, que llama a romper las cadenas, a salir, a arriesgarse al abismo. Fue un lindo camino ir de una canción pequeña con algún ritmo hasta convertirse en una fiesta murguera, fuera de los sistemas, en donde se encuentra la belleza.

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  • El Cachirí, con el acordeón de Noemí Insandará

Tener a Noemí es un lujo: ella ha ganado mejor murga liderando desde todo su poder de mujer, dentro de un sistema en el que eso no es fácil, y en el que las acordeonistas no suelen ser reconocidas. Ella ha roto esquemas desde su comunidad y tenerla es un regalo que celebro. Las maestras y maestros del calibre de ella han hecho lo que siento que debería hacer el arte: ponerse cerca de su comunidad y hacerse parte de sus rituales cotidianos.

  • Son sureño, (de Tomás Burbano).

Sí, es un clásico de clásicos, un himno regional. Fue la primera que hicimos, justo cuando quería hacer un EP de tres canciones para el carnaval, que quería que contara con una versión de una tradicional, una reversión y una nueva. Arrancamos con Son Sureño, que nos voló la cabeza y nos hizo replantearnos para elegir mejor hacer un disco. Este tema detonó el concepto de Bailando Bailando, así que le tengo aprecio especial.

Le cambié la letra. Él dice "centinelas de la patria" donde yo pongo "centinelas de la paz". Estas canciones tradicionales también están atadas a sus costumbres y contextos. Vale la pena traerlas a nuestros contextos y discusiones.

  • Dos

Habla del amor desde el respeto, desde el amor que nos debemos dar para poderlo compartir. Vuelve sobre las ideas del amor romántico muy fijas que ya hay en muchos boleros y las trae a nuestros días cambiándole la mirada. Sigue siendo un bolero bailable pero es la entrada a la parte más enfocada en las palabras del disco.

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Lucio Feuillet en vivo 2021 bailando bailando album.JPG

Ahí entras a Voces, con los fragmentos de entrevistas al Chato Guerrero, a Ligia Erazo y a Teodolfo Yaqueno. Luego vas a Nunca Callar, el tema que empieza pequeño e íntimo para luego expandirse por todo el mundo. Después llega Distraídos, de la que no hemos hablado.

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En ella hablo de la saturación digital, del exceso que nos hace perdernos muchas cosas que tenemos a la mano. Solemos creer que conectados estamos generando contenidos, siendo importantes. Pero es una ilusión. La realidad es que estamos distraídos de lo importante, como hablar con quien tienes al lado. Es una cumbia rebajada -ralentizada-. Es tan rebajada que invita a cambiar de ritmo.

  • El Chumado

El Chumado viene y revienta nuevamente nombrando personajes tradicionales, invitándonos a vernos en ellos y celebrándolos. El chumado puede ser uno mismo o un familiar. Uno puede chumarse de alcohol o por cosas que le estén pasando y puede necesitar escucha honesta y sintonizada para sanar o aliviar cargas. El chumado es el borracho de un pueblo, ciudad y plaza, que se suele alejar pero que deberíamos acoger para poder también identificarnos en él. Es una invitación a volver a abrazar y acoger a quienes hemos alejado por una u otra razón, así como la música vuelve a abrazar todos los instrumentos y sonidos del primer bloque.

Es una invitación a divagar, a reconocerse en la sensación de desorientación que tenemos todos, y con la que no solemos ser empáticos por creernos las máquinas productivas de La Cumbia del Trabajo.

  • Canción Pequeña

Es una de mis favoritas, siendo sencilla y simple. Trata del amor desde el agradecimiento y del perdón necesario para poder seguir celebrando el amor ante nuestras imperfecciones. La quiero muchísimo. Tanto que fue de las primeras que aprendí y la última que grabamos. Me cuesta mucho llegar a la síntesis y esta canción es contundente con lo que tiene por decir.

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  • Sed

Es una descarga de emociones en respuesta a lo mal que andamos, a la desconexión que tenemos con el universo, con la tierra, con nuestras comunidades. Siempre hago canciones esperanzadoras y esta es oscura: muestra el mundo gris, indolente, cruel. Eso hay que mostrarlo para poder enfrentarlo. El solo de guitarra al final es algo que no me esperaba hacer nunca, pero que permite una explosión de energía, un condimento muy político.

Finalmente nos encontramos con la dupla de Artesano Artesano y La Guaneña. La primera vuelve sobre Jose Vicente Revelo, sobre Chato Guerrero, sobre todas las personas que han aportado pacientemente a la institución y ornamentación de rituales. Y La Guaneña es en sí una obra tradicional clave dentro del patrimonio cultural de Nariño, de Colombia y de los Andes. Cuéntame sobre ese agradecimiento y reconocimiento a los antecesores que están en estas canciones.

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Es un viaje a las primeras manifestaciones de música tradicional sobre las que tenemos investigaciones, que eran bandas de flautas y tambores. En Artesano artesana dibujamos un poco y vimos que las flautas están muy cerca a las chirimías y a las bandas de yegua de Nariño, que son bandas con mucha tradición. Con su letra quiero celebrar a las maestras y maestros de la tradición de los carnavales, que labran, buscan y pulen con su mano. También dice eso de "Goza pueblo, viva el 6, viva el 6, corran la voz, corran la voz", que para mí resume todo el disco, que está hecho con el alma y el corazón. Además allí se suma, en los dibujos, Daira Benavides, bailarina del carnaval con bellas ilustraciones.

Finalmente, tenía muchas ganas de hacer una versión de La Guaneña. Quería que cerraramos el disco con este signo de toda una región que invita a reconocernos, viajar y comunicarnos.

Y es que en esta versión de La Guaneña queda algo muy claro: Lucio Feuillet se entiende como parte de un cúmulo de historias. Con Bailando Bailando quiere dialogar con el pasado e inscribirse en el presente en una historia cuyo futuro desconocemos. E invita, sobre todo lo demás, a bailar rompiendo la rutina por amor propio, que no es otra cosa que bailar por el amor a la tierra y a la historia que nos hace quienes somos.

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