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Islas Atlánticas, una expedición por el futuro imaginario

Julián Mayorga y Andrés Gualdrón hacen de expedicionarios por un futuro imaginario en el proyecto músico-literario ‘Islas Atlánticas’.

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Islas Atlánticas - Julián Mayorga

Ubicadas en coordenadas imaginarias, sobre la inmensidad del Océano Atlántico, existen o existirán Isla Girante e Isla Giróvaga. Dos porciones de tierra cuya potencial presencia y poblamiento inspiraron uno de los más recientes experimentos de los locales Julián Mayorga y Andrés Gualdrón: Islas Atlánticas. Una construcción colaborativa que incluye, además de un disco con ocho canciones, un par de libros de antropología-imaginada.

Por Fabián Páez López @Davidchaka

Mayorga y Gualdrón, los nombres detrás de la confección sonora del proyecto, son migrantes referentes del under criollo y llevan un buen tiempo ya cocinando sonidos experimentales desde sus particulares inquietudes. Mayorga es un bien conocido cantautor ibaguereño, radicado en Madrid, que recientemente lanzó el proyecto Flash Amazonas; Gualdrón es investigador, maestro en musicología y mente detrás del proyecto de electrónica instrumental Magallanes.

Islas Atlánticas, su primer álbum juntos, fue grabado a mediados del 2018 como producto de una residencia otorgada por el laboratorio de experimentación en artes escénicas Naves Matadero. La colaboración se volvió un ejercicio narrativo y experimental multiforme. “Nos propusieron hacer un proyecto para presentarlo a final de año. Hablé con Andrés y teníamos intereses similares. Él tenía la idea de inventarse unas islas y hacer la música alrededor de esas islas imaginarias para Magallanes. Somos muy amigos y tenemos una conexión que se ha fortalecido a través de los años, entonces esta era la oportunidad de juntarnos”, cuenta Julián.

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“En Madrid trabajábamos en un estudio de grabación de Naves Matadero y en la casa de Julián. Buscamos materiales extraños como tubos, instrumentos de juguete, pedazos de madera, cosas raras. Los golpeábamos, los sampleabamos y hacíamos sonidos de percusiones e instrumentos melódicos a través de eso. Julián también empezó a camellar en un programa de código para diseñar sonidos que se llama SuperCollider. Hicimos una especie de biblioteca de sonido, maqueteamos y cuando la música estaba sonando bien nos clavamos con los libros, a los que Julián les hizo unas ilustraciones y le quedaron una chimbita”, agrega Andrés.

Las ocho canciones de Islas Atlánticas son una especie de noise de corte neotribal. Además de trastos percusivos, voces rituales y ruido acuoso, los temas incluyen melodías tensionantes que aparecen como la ambientación cinematográfica de la exploración de cada una de las islas (Latas de Maradentro, Magma, Andando La-Trocha-del-Mar).  

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Pero la musicalidad del álbum solo adquiere un sentido completo leyendo los libros que lo acompañan: Isla Girante e Isla Giróvaga. Los textos (el primero escrito por Andrés Gualdrón y el segundo por Julián Mayorga) introducen una novedosa aproximación narrativa al espacio y reafirman de un modo particular la naturaleza social y geográfica de la música. Son etnografías de un futuro imaginario.

Cada uno describe, de forma compartimentada, la geografía, los rituales, los sonidos ambientales, los instrumentos y demás elementos que conforman la cultura de cada isla, entendida como una forma particular de asimilar la naturaleza.

De un lado, la Isla Giróvaga: una tierra recién poblada, guaquera y con un concepto de la posesión anclado a la tierra, literalmente. Una utopía comunitaria y nostálgica con formas atávicas: animales totémicos como el kuntur-cóndor o el ciclo solar como guía. Del otro lado, la Isla Girante: que dará todo el tiempo vueltas sobre sí misma y cuyos habitantes, como en la concepción más clásica del arte, estarán en la constante búsqueda de emular el sonido de la naturaleza que los rodea. La experticia y el éxito, en cualquier ámbito, se pondrán al servicio de la creación de la gramática sonora de la isla.

Cada una de las referencias ambientales tiene correspondencia con las canciones del álbum. Pero el proyecto no solo pasó por la música y en ese proceso de construcción comunal estuvieron involucradas otras manos. La artista española Marta Orozco concretó la presentación física del disco, los libros y la escenografía del show en vivo; Oscar Arango, tolimense también radicado en Madrid, colaboró en la visión literaria; y Melissa Beltrán actuó como diagramadora.

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Andrés Gualdrón habla acá sobre Islas Atlánticas, canción por canción. 

Latas de maradentro

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En esta canción está la voz de Nieves Arilla, una amiga que conocimos en el otro lugar donde grabamos el disco, en Zaragoza, un centro de residencias artísticas que se llama Etopía.

Magma

Fue una de las primeras canciones que compusimos. Tiene un montón de experimentos rítmicos que no podría explicar en términos técnicos, pero la hacen más interesante para mí. Es de las que más me gustan.

Andando La trocha del mar

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Utiliza una ocarina de juguete que estaba en la casa de Julián. Esa grabación de la ocarina y toda la sección en la que él empieza a gritar fue de las primeras cosas que grabamos en el disco. Estuvimos a punto de dejarla por fuera, pero se quedó.

Isla Giróvaga

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Isla Giróvaga es posiblemente mi favorita del disco. Como que todas las otras tienen un rollo más tropical, o de ritmos menos vinculados con algo occidental, anglófono, pero esta tiene un sonido medio post punk. La hicimos también en Etopía, en Zaragoza. Es una canción muy particular, muy onírica.

Kulimbos

Utilizamos mucho el sonido de las Kalimbas, por eso fue que terminamos diciéndole Kulimbos. A mí me gusta mucho un grupo congoleño que se llama Konono No. 1 y yo le veo un poco la relación con Konono, o por lo menos recuerdo haber tratado de buscar ese sonido utilizando las Kalimbas.

Los Afiladores

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Me acuerda un poco de la música de un productor alemán con el que yo colaboré, que se llama Markus Popp, porque es muy estática y las texturas que hizo Julián en el SuperCollider me acuerdan mucho a esa estética del glitch de los años 90, con un sonido medio alemán berlinés.

Pájaro Ladrón

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Es una canción casi hecha totalmente por Julián. Es un bambuco, pero esa referencia no se puede utilizar muy claramente en el libro. De alguna manera sí alude a que hubo una migración desde estas tierras a esa isla. Él la había hecho para una publicidad alguna vez y la reutilizamos en este proyecto en la parte final, y funcionó bastante bien dentro del sonido del disco.

Laguna Inmóvil

En el libro tiene que ver con un lugar de devoción al que van los habitantes de la isla y en ese lugar ellos se reflejan en el agua y eso tiene un significado espiritual religioso muy profundo para ellos. En contraste igual la música es una de las músicas más farreras que hay en el disco, de las más bailables. Tiene algo de música de tambores del atlántico, y mucho de lo que hay ahí lo hicimos a partir de sonidos de vasos.

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