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Los Ángeles Azules: “Quisiéramos ser colombianos, pero nos tocó en México”

Antes de su presentación en la segunda edición del Festival Cordillera hablamos con una de las agrupaciones más importantes de la cumbia mexicana, Los Ángeles Azules.

Los Ángeles Azules en concierto
Los Ángeles Azules en concierto en el Autodromo Hermanos Rodríguez. Ciudad de México 2021
// Medios y Media/Getty Images

Antes de la aparición de los fenómenos de masas globales hubo un diálogo endogámico en nuestro continente: los referentes éramos nosotros mismos antes que el norte.

El Festival Cordillera, al apostar por la exclusividad de lo latino, nos propone un ejercicio de memoria y, a la vez, de actualización de esa posibilidad.

La elección de los legendarios Ángeles Azules como protagonistas de su edición 2023 nos invita, además, a valorar la tradición colombiana como la valoran nuestros hermanos.

En Colombia tendemos a olvidar o ignorar que la cumbia nació aquí, y que buena parte de la música popular de Latinoamérica ha sido inspirada por la cumbia colombiana que surgió a finales de siglo XIX y se propagó bien temprano en el siglo XX.

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Jorge Mejía-Avante, líder y compositor principal de Los Ángeles Azules por más de cuarenta años, nos dio un repaso de esa historia.

La historia de la cumbia por Los Ángeles Azules

“La cumbia, inicialmente, se tocaba sin bajo y sin piano. Parece que Lucho Bermúdez ya estaba tocando cumbia en Argentina para 1927.

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Pero antes de eso, la historia dice que, en 1888, un barco que iba de Alemania para Argentina se queda varado y los cartageneros subieron a ver qué había y encontraron puros acordeones Hohner.

A la orilla de las playas de Cartagena, agarraron un bambú, lo lijaron, agarraron un tambor de cuero y ahí ya tienen guacharaca, tambor y acordeón.

En 1888, nace la primera cumbia, la Cumbia Sampuezana, que se graba en 1934 aproximadamente, pero no con guacharaca sino con güiro, y con timbales dorados con lámina.

Esa es la cumbia que llega a México. En 1965, llega con Carmen Rivero y Linda Vera, en la forma de [su versión de] "La pollera colorá". Cuando Los Ángeles Azules escuchan esas primeras cumbias, lo hicimos porque llegaron por medio de los sonideros de México. Allí es que se adaptan al barrio".

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De Iztapalapa para el mundo

"En Iztapalapa [localidad del D.F.] se escuchaba pura cumbia, y Los Ángeles Azules vienen de ahí. En los 70 es que agarramos el sabor hablando de Lucho Bermúdez, Edmundo Arias, Tulio Enrique León, Lisandro Meza, Andrés Landero, Alfredo Gutiérrez y todos los padres de la cumbia.

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Se hablaba de Colombia también cuando hacíamos porro. Se decía que en Colombia un porro traía hasta cuarenta músicos tocando una cumbia: había bombardinos, trombones, trompetas, saxofones, clarinetes, flautas, flautines...esas eran las grandes orquestas de cumbia. Las bandas tocaban afuera de las iglesias de Colombia, y tocaban pura cumbia.

Nosotros tocábamos también El Vals de Alejandra, Sobre las olas... En Colombia era pura cumbia con bandas, pero no existían ni el bajo ni el piano hasta que lo metieron después, ya con orquesta".

***

A pesar de esas raíces compartidas y su admiración por Colombia, solo fue hasta 2022 que Los Ángeles Azules llegaron a nuestro país. Jorge Mejía-Avante nos habla también de su visita a Colombia.

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"Fuimos al Movistar [Arena]. Son diez mil personas las que entran, y Los Ángeles Azules metieron 9860, jajaja.

Vamos de abajo a arriba: empezamos tranquilos y terminamos hasta arriba, hasta arriba, como si tuviéramos 17 años. Nosotros nunca nos imaginamos que en el Movistar Arena de Bogotá corearan todos nuestros temas.

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¡Un país tan regional en la cumbia también corea las nuestras!"

Los Ángeles Azules y la cumbia villera en el Festival Cordillera

Para el Cordillera, la venida de Los Ángeles sucede en paralelo a la del mítico Pablo Lescano, fundador de la cumbia villera argentina a través de Damas Gratis. Son inconfundibles su Roland AX1 —el teclado que se cuelga como guitarra—, sus letras alusivas a los barrios populares y su actitud contestataria inspirada por el punk de bandas como 2 Minutos —también presente en el cartel del Cordillera.

Damas y Los Ángeles son dos polos opuestos para la cumbia por su país de origen, discurso, tipo de fiesta y generación. Pero sus caminos llevan casi tres décadas cruzándose.

Somos muy buenos amigos. En 1994 nos conocimos. Andábamos por el norte [de Argentina], por Salta y Jujuy. Pablo Lescano apareció un día y nos dijo ‘Traigo unas canciones de ustedes: Ay amor, La cumbia del infinito y Entrega de Amor. Vamos a tocar juntos’. Y así fue, tocamos juntos desde esa gira en Argentina.

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Después, él empezó a cantar una cumbia como de protesta. Lo que sentía el pueblo él lo empezó a cantar y se metió en el sentimiento de la gente.

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A partir de eso es que todos empezaron a hablar de Pablo Lescano y de cómo él inventó la cumbia villera. Hemos sido amigos ya casi por treinta años”.

Además de sus trabajos con Damas Gratis, Los Ángeles ya hicieron una serie de colaboraciones con artistas argentinos para su disco De Buenos Aires para el Mundo (2020).

Ahora están trabajando con Cazzu, María Becerra y otros de esa nueva camada de artistas que están surgiendo del trap y el rap latinoamericano hacia el pop.

También con el mexicano Santa Fe Klan, más cercano al hip-hop tradicional.

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Al preguntarle por ese encuentro, Jorge obvia algún tipo de brecha.

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Somos amigos. Hemos hecho amistad y musicalmente hemos conectado. Cuando nos presentamos en escenario con alguno de ellos se pone muy bueno el evento”.

En los últimos cinco años, Los Ángeles Azules reiniciaron su carrera con un enfoque reinterpretativo —muy a la BZRP pero para la generación anterior— especializado en colaborar con los artistas del momento en nuestro idioma.

Cuando ese ejercicio se hace por la reinterpretación misma de grandes himnos y la búsqueda de los puentes entre generaciones y géneros partiendo de la cumbia, se genera una revitalización de lo que ya ocupa un lugar en nuestro inconsciente: ese sueño latino de película de Buñuel que fue dormido en silla Rimax durante un ruidoso diciembre con los tíos y los primos.

Es un ejercicio de aprovechamiento de la nostalgia que teje puentes interiores y exteriores: hacia otras edades, fronteras —le pasó al propio Lescano— y corazones.

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Pero Los Ángeles Azules nos enseña algo particularmente necesario para el arte colombiano. Se trata de aprender que el reconocimiento no está en donde el mercado nos ha enseñado a buscarlo, sino en el pasado y en los otros que habitan nuestra región. El propio Jorge Mejía-Avante nos dijo: “Quisiéramos ser colombianos, pero nos tocó en México”.

Los Ángeles Azules en el Cordillera propiciarán un baile para celebrar y descubrir el proceso histórico de entendernos como parte de una tradición que a la vez ha enseñado a tantos otros, y que ellos mismos buscan y reciben incluso más que nosotros los colombianos.

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Si quieren ver a Los Ángeles Azules acá encuentran los escenarios y horarios confirmados del Festival Cordillera.También, a propósito del festival, aquí hablamos recientemente sobre la representación de género.

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