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Así es la producción detrás del universo atmosférico de Zoé

La historia detrás de un show inolvidable.

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León Larregui - Zoé
Foto: Natalia Pedraza // Shock

El pasado 6 de octubre, Zoé cerró su gira por Colombia en la que presentó Aztlán, su más reciente álbum. Un show que sumergió a los miles de fanáticos en el Movistar Arena en un mundo atmosférico de sueños, agua y estrellas. Más de dos días de montaje y cientos de personas se necesitaron para llevar a cabo el show.

Por Alejandro Araújo

La voz de Maria Victoria Cervantes, estrella de la época dorada del cine mexicano, cantando Cuidadito, una especie de costumbre o cábala que tienen muchas bandas mexicanas, poner una canción típica de su país antes de empezar el show. Las luces completamente apagadas, la emoción de miles de asistentes esperando, las fans enamoradas de León Larregui en primera fila con carteles pidiéndole matrimonio y con el corazón a punto de estallar. La banda en su camerino seguramente fumando un último cigarro, calentando, deseándose suerte entre ellos. Los ingenieros en sus consolas, el stage manager en la tarima esperando la salida de los músicos, el Vj y el luminotécnico en sus puestos, todos revisando los últimos detalles, encomendándose a sus dioses y esperando a la banda para el momento que llevan preparando más de dos días, el momento por el que vale la pena tanto trabajo.

La reivindicación de Zoé en Colombia

Unas horas antes, como los futbolistas cuando salen a reconocer el campo, la prueba de sonido. Un escenario completamente nuevo, el Movistar Arena que se inauguró escasos tres o cuatro días antes. León y compañía se acomodan en sus puestos y hacen un repaso de todos los temas de la noche, los ingenieros de sala y monitores, ajustando sus sesiones en las consolas, sesiones que arman antes de las giras para tener preparados los correspondientes procesos y ruteos de cada señal de audio, pero este es el momento de adaptarlas al espacio real.

Mientras tanto, los encargados del show visual están ensayando junto a la banda, un show casi tan importante para la propuesta de Zoé como el sonido o la música misma. Tres pantallas de led formando un triángulo, cientos de luces, humo saliendo constantemente, mundos atmosféricos, espaciales, acuáticos, imaginarios, mucha psicodelia, las pantallas y las luces formaban una especie de cono que se perdía en el centro y al fondo del escenario, con el humo y las luces se generaban figuras geométricas, espacios diferentes entre la banda que obligaban a nuevas interacciones, que acentuaban momentos y lugares.

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Cuando los músicos llegan a la prueba, ya tienen sus instrumentos seteados y listos a su medida. La banda viaja con un Stage Manager o jefe de tarima que es el encargado de que todo esté tal y como les gusta, todos los instrumentos en sus lugares, afinados, calibrados y limpios, los amplificadores seteados, las bases a la altura, etc. Y no solo es cosa de tener todo listo para los artistas, sino de tener todo seguro para evitar algún accidente, un mal contacto, un cable conectado a un punto de corriente que no es y en el peor de los casos, puede resultar alguien muerto, en el mejor, algún equipo quemado. Además hay dos técnicos más que se encargan junto al Stage Manager de que todo esté perfecto y durante el show hacen los cambios de guitarras, bajos, los afinan y están pendientes de todo lo que necesiten, incluyendo un cigarrillo o un vaso de Whisky. Se calibran las pantallas, los colores, se prueban las luces, se microfonea, se revisa que todas las señales lleguen bien y se limpia todo para que lleguen los productores del evento y managers de la banda a revisar que cada detalle esté en orden.

¿El público colombiano está mamado de Zoé?

Para el montaje de las pantallas, las luces y el sonido se necesitan cientos de personas, armar las estructuras, la tarima y las vigas que sostienen todo, requiere de poleas enormes, cadenas, varios tipos subidos a unos 20 metros de altura cuadrando y asegurando cada cosa y por supuesto nada puede fallar, nadie quiere que se caiga una luz, una pantalla y mucho menos una viga en pleno show. Se gasta un día entero solo en eso y cuando está montado y conectado el sistema de parlantes, se calibra, se ajusta el sonido, el nivel y el color y su respuesta en el lugar, se calibran los subwoofers e incluso se pinta de negro la tarima. No se puede dejar ningún detalle al azar, todo tiene que estar perfecto, y además, se anuncia que la boletería se agotó.

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Después de dos días de montaje y cientos de personas trabajando, luego de estar en Medellín, Manizales y Cali, tras sacar su sexto álbum de estudio y de haber girado por todo el mundo en repetidas ocasiones, termina la interpretación de Maria Victoria Cervantes. León Larregui y los demás integrantes de Zoé se dan un último abrazo y salen a la tarima, a hacer lo que saben, lo que llevan haciendo por más de veinte años y por lo que vale la pena tantas horas de trabajo de tanta gente, música.

 

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