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El Festival Petronio Álvarez: de festival regional a fenómeno internacional

El Petronio Álvarez no había visto una asistencia o un show como el del sábado 13 de agosto.

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Ile Aye en el Festival Petronio Álvarez 2022.
Foto: Valentina Alfonso // Shock

En sus 23 años de existencia, el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez no había visto una asistencia o un show como el del sábado 13 de agosto, en el que la Unidad Deportiva Alberto Galindo no daba abasto.

Esto se debe a un fenómeno que ocurre con muchos festivales que inicialmente celebraban a una porción de la población afrodescendiente: se transformaron en celebraciones para toda la diáspora africana.

El festival canadiense Nuits d’afrique, por ejemplo, empezó en 1987 celebrando a las pequeñas comunidades africanas migrantes en Montreal, pero poco a poco se convirtió en un fenómeno internacional que celebraba la cultura de los afrodescendientes tanto como la de africanos, y que ahora cuenta con artistas afrolatinos, africanos, afroamericanos, afro canadienses y de la diáspora europea también.

Algo similar ocurrió con el Festival AfroPunk, que buscaba celebrar el nicho de afroamericanos de la escena del rock y punk alternativa, pero terminó convirtiéndose en un festival afrocentrado internacional que celebra toda la producción artística afrodiaspórica alternativa.

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El Festival Petronio Álvarez hizo dicha transición en 2022: invitados internacionales crearon un sentir de unión entre los asistentes, celebrando no solamente al Pacífico, sino la resistencia antirracista y la negritud. Además, el nuevo bloque urbano del Festival dio paso a un nuevo público, uno que estaba listo para abrazar los sonidos emergentes de la comunidad negra.

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La nueva curaduría del Petronio Álvarez

Ilê Ayé, la agrupación invitada de Brasil, tocó sus canciones clásicas que normalmente se escuchan en el festival de su natal Salvador, en Bahía, un estado de tradición afrobrasileña.

Su nombre, que traducido del Yoruba quiere decir “Casa de la Vida” (un apodo Yoruba para la Tierra) resonó con la audiencia que gracias a la vicepresidenta Francia Márquez ha apodado a nuestra tierra la Casa Grande.

No sólo los ritmos le eran amenos y familiares a los asistentes del pacífico, sino que las letras en portugués y Yoruba tocan una fibra personal y sensible. La mención a “diosas de ébano” para celebrar a las mujeres negras, los cantos a los orishas del candomblé y las ropas que se asemejaban a las de los asistentes, crearon conexión inmediata.

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Tanto así que el público, sin necesariamente conocer el significado del “Ashé”, le respondió cada uno de los “Ashé” a la agrupación.

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El artista afrocubano Robe L. Ninho, que ha ganado popularidad en Colombia por su hit Cabello Bello, también se presentó con un símbolo internacional de unión negra: El traje de la Pantera Negra de Marvel.

No sólo gritaron a pulmón herido las letras de sus canciones, que son una celebración a la negritud, sino que se le unieron en el grito que se ha convertido en un himno de la diáspora y la cultura negra internacional: al decir “¡WAKANDA!” la multitud gritó “¡FOREVER!”. Asistentes colombianos y foráneos por igual, todos entendiendo lo que significaba esta ilusión de una nación negra unida por el poder de la diáspora.

El bloque urbano fue un éxito total: la presencia de artistas urbanos del pacífico que se han hecho un nombre nacional e internacional no sólo era insignia de orgullo, sino también de unión.

Los shows de Alexis Play, Afrolegends y Dawer x Damper crearon un ambiente que increíblemente era igual al que hubo durante las Voces Afrolatinas, cuando las maestras afrocolombianas Totó la Momposina y Zully Murillo pusieron al público a bailar las canciones que creían sólo de las abuelas. Los shows urbanos también eran tradición afro, pero de la generación más joven.

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La cereza en el pastel fue ChobQuibTown, la agrupación afro más icónica del país, y se presume la razón por la cual la Unidad Deportiva estaba a reventar de gente: en un viaje por todos sus éxitos, el grupo de raperos del Chocó transportó al público a las playas de Nuquí.

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Uno de los momentos más conmovedores de su presentación fue también una gran metáfora para lo que está pasando con el festival: acompañada de su familia y de la maestra Zully, Goyo cantó la tradicional San Antonio, recordando una de sus primeras presentaciones. También hubo la mención de “Vivir Sabroso”, del racismo en Colombia, de la lucha de las mujeres negras y de la resiliencia del pueblo afrocolombiano.

El Festival Petronio Álvarez se está transformando progresivamente en una celebración internacional de la sexta región de África, la diáspora africana. El tiempo nos mostrará las sorpresas que esta transformación lleva consigo, pero todo nos dice que va en camino a convertirse en el mejor festival afrocentrado de América Latina.

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