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Guía básica para sumergirse en el metal noventero

¿Alguien dijo metal? ¿Necesita más gasolina (no la de Daddy) en su vida? Acá está el mejor combustible.

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Wikimedia commons

La agrupación italiana Rhapsody of Fire, pionera en fundir el metal con la música clásica en los años noventa, se despedirá del público colombiano este 21 de enero. A propósito de su gira de despedida, recordamos otras bandas que reinventaron el género en esa década. Con ustedes, el canon básico de lo que hay que oír si quieren ser considerados dignos metaleros noventeros.

Por: William Martínez // @MartinezWill77

Si uno busca listados de los grandes hits del metal noventero, encontrará, casi sin excepción, dos cosas. La primera es que predominan temas de agrupaciones forjadas en los años ochenta, cuyos himnos aparecieron una década más tarde. Es el caso de Sepultura (Arise, 1991); Guns N' Roses (You Could Be Mine, 1991); Cannibal Corpse (Hammer Smashed Face, 1992); Pantera (I'm Broken, 1994); entre otras.  Lo segundo que uno encontrará es el rastro del estallido que provocó el nu metal y el metal industrial a mediados de los años noventa. Korn, Deftones, Limp Bizkit, Rammstein, entre otras.

Esos listados, como el realizado por el portal musical Metal Hammer en agosto de 2017, suelen relegar a una camada de agrupaciones que, por primera vez, añadieron arreglos melódicos al sonido pesado del metal tradicional y bebieron de las más diversas vertientes del género. Estas bandas saltaron la cerca de su tradición y también se tomaron el trabajo de interiorizar géneros como la música clásica, el jazz, el folk y el rock alternativo para crear. Dejar de interpretar. Una muestra de esto es Rhapsody of Fire, la banda italiana que fue pionera en integrar elementos barrocos y de ópera al power metal y se despedirá del público colombiano este 21 de enero en una nueva edición del Festival Metal Millennium.

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Ese domingo de enero los italianos tocarán íntegro Symphony Of Enchanted Lands, álbum que cumple 20 años y cuyo espíritu renovador nos alentó a explorar la producción de bandas metaleras surgidas en los años noventa. A continuación, les presentamos el canon básico de esa década.

1. RHAPSODY OF FIRE

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Fundada en 1993, esta agrupación tomó por asalto el mundo del metal con su enfoque orquestal. Teclados, coros épicos, voz principal de tenor dramático. Aunque haya resultado rimbombante y saturante para algunos, abrió una nueva posibilidad en el género al añadir toques épicos y operísticos al metal neoclásico con el que crecieron. Influenciados por bandas sonoras de películas y obras de músicos clásicos como Bach y Vivaldi, crearon incluso su propio subgénero: “film score metal”. La segunda parte de su saga Emerald Sword, titulada Symphony Of Enchanted Lands (1998), muestra de forma limpia la fusión inédita de música barroca con metal, que los llevaría a tocar por primera vez en el escenario principal del Wacken Open Air (Alemania), el festival de metal más grande del mundo, con cerca de 85.000 asistentes por año.

Cuando Rhapsody of Fire optó por cultivar un sonido más endurecido y menos melódico (un ejemplo es Dark Wings of Steel, 2013), redujo su potencial, según buena parte de la crítica. Su más reciente álbum y probablemente el último de su carrera, Into the Legend (2016), representa un retorno a sus raíces noventeras y cuenta, para mí, con un valor agregado: el uso de una orquesta de carne y hueso en la grabación del álbum les otorgó un sonido más realista y maduro. Para Metal Archives, una enciclopedia digital muy popular del género que alberga información de unas 100.00 agrupaciones, Into the Legend es un digno sucesor del legado que los italianos construyeron hace dos décadas.

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2. TOOL

Varios son los factores que han hecho de Tool un grupo de culto. En los noventa, una época en la que el thrash metal (Sodom, Metallica, Megadeth), el rock alternativo (R.E.M., Pixies, Radiohead) y el grunge (Pearl Jam, Nirvana, Alice in Chains) mandaban la parada, nació en Los Ángeles, California, un proyecto multidisciplinario con vocación para zambullirse en las zonas grises de la existencia.

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Los aires alternativos de esa década daban licencias para explorar. Esta agrupación armó una propuesta psicodélica con elementos de rock progresivo, punk rock y metal, pero no suena a rock progresivo ni a punk rock ni a metal. Otra razón que ha empujado a su carácter enigmático es su reticencia a aparecer: conceden pocas entrevistas y en buena parte de sus álbumes no se muestran fotografías de sus integrantes ni sus letras.

Para Tool, resulta tan importante ensamblar atmósferas oscuras y contemplativas —musicalmente ese es su sello— como utilizar las artes visuales para elevar las interpretaciones de su propuesta. Sus videos son cortometrajes que perfectamente podrían exhibirse en festivales de cine independiente. En 28 años de vida, sólo editaron cuatro álbumes de estudio. Esperar para verlos en vivo es como esperar el paso de un eclipse. Sus letras son como el ritmo de su carrera: una lenta y exhaustiva búsqueda del yo. 

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3. AT THE GATES

En 1993, el death metal reventó las costuras de su identidad. Y esa ruptura tuvo un epicentro: Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia y la cuna de At The Gates. En su segundo LP, With Fear I Kiss the Burning Darkness (1993), esta agrupación sorprendió al  introducir melodías armónicas e incluso transiciones acústicas a su pesado sonido. A pesar de su pobre calidad de grabación, este álbum, junto a Skydancer de Dark Tranquillity (1993) y Lunar Strain  de In Flames (1994), erigió un nuevo subgénero: el death metal melódico.

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Después de una década de inactividad y de 18 años sin nueva música, At The Gates regresó al estudio en 2014. Volvió sin su estatus de leyenda del metal, con la incertidumbre de una banda contemporánea sin pasado. En una entrevista concedida a Radiónica en 2016, Tomas Lindberg, líder de la agrupación, contó que en At War with Reality su enfoque inicial sigue vigente. “En el nuevo álbum encontrarás elementos progresivos, cosas nuevas por aquí y por allá, pero lo realmente importante es lo pesado. El metal que nos gusta ahora es el metal que nos gustaba cuando éramos jóvenes”. La verdadera novedad de este disco está en lo lírico: los títulos de las canciones son claras referencias a Ernesto Sábado, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y otras cabezas del boom latinoamericano.

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4. IN FLAMES

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El despegue definitivo de la agrupación formada en Gotemburgo, Suecia, ocurrió en la última década, cuando armaron una propuesta menos compleja técnicamente respecto a sus inicios y sus letras cogieron un vuelo introspectivo. Ahora, In Flames es una banda de metal alternativo con arreglos electrónicos y voces rasgadas y limpias, pero a principios de los noventa, antes de que alzara cuatro galardones de la versión sueca de los Premios Grammy, fue pionera del death metal melódico en el mundo.

En Lunar Strain (1994) hizo una mixtura entre voces guturales (un registro a mitad de camino entre el death y el black metal), teclados (algo inusual en el género), percusión a ritmo de taladro y guitarras violentas que encontraban descanso en sutiles melodías. Mientras algunos seguidores del death tradicional cuestionaban en los noventa la falta de fortaleza y de crudeza de In Flames, ellos continuaron ensanchando el abanico de posibilidades hasta fundir el metal con folk pagano.

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5. DIMMU BORGIR

La agrupación noruega, formada en 1993, es una entidad divisiva. Mientras unos elogian su enfoque sinfónico del black metal, otros (usualmente seguidores de la escena tradicional del metal nórdico) la cuestionan por endulzar el sonido del género y comercializar su estética. Lo cierto es que, con sus guitarras altamente distorsionadas y al mismo tiempo armónicas, y esa atmósfera épica que remite a El señor de los anillos, lograron darle apertura a un género denso y crudo por tradición.

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In Sorte Diaboli (2007), su octavo álbum de estudio y el primer trabajo conceptual de la banda, cuenta la historia de un pueblo arrasado por una cruzada cristiana. Al ser testigo de esto, uno de los sacerdotes deserta de sus creencias religiosas e impulsa al pueblo a  rebelarse en contra de los colonizadores. Esa ficción, que musicalmente mezcla el black con elementos del death y del heavy metal, vendió más de 15.000 unidades en Noruega, convirtiéndose en la primera agrupación de black metal que alcanzaba esa cifra en el país nórdico.

Ahora, tras siete años sin entrar al estudio, Dimmu Borgir prepara el lanzamiento de un nuevo álbum y una gira mundial para promocionarlo. Shagrath, su vocalista, anunció un par de pistas hace meses: tendrá coros de 30 personas, una buena cantidad de arreglos épicos y cierta dosis primitiva con la que se lanzaron al ruedo hace 25 años.

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