En 2019 publicó
Para Normas Rappa Cembrano se unió con Gavilán, diseñador e ilustrador con quien construyó un universo gráfico que lleva este libro a un siguiente nivel. "Normas Rappa es un trabajo en conjunto con él. Yo me encargo del texto y él se encarga de las más de 40 ilustraciones que hay en el libro. Entonces se convierte como en un universo gráfico propio de Normas Rappa. La idea es que la persona que lea el libro pueda sentir como si estuviera en un parche hablando con el rapero y las imágenes de Gavilán contribuyen a crear ese universo".
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Normas Rappa sale a la venta el 20 de noviembre de 2020. Mientras tanto, pueden inscribirse a la preventa y leer a continuación, en exclusiva, la introducción al libro.
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Normas Rappa, por Santiago Cembrano
Introducción
"Nas dijo que el hip hop estaba muerto. Era 2006 y la cultura estaba surcada por todo tipo de encrucijadas. La piratería y el internet estaban cambiando la distribución y el comercio de la música —gracias a Ares y LimeWire por tantos temazos— y el rap más callejero y agresivo estaba luchando por mantener su predominancia frente a las fórmulas del pop para fabricar sencillos para la radio o timbres de celular (Soulja Boy se hizo gigante a partir de esa tendencia), y en la búsqueda de narrativas más fáciles de promocionar. Ese cambio tectónico que Nas detectó venía desde los 90, tras los asesinatos de Biggie y 2Pac, y el cisma que se creó y se fue profundizando entre lo más comercial y brillante, en las huestes de Bad Boy Records, y el indie y el backpack rap, liderados por instituciones como Rawkus Records o Def Jux. Luego de que Nas hiciera ese anuncio —y de que levantara un dedo acusador hacia la comercialización del juego, que hizo que todo sonara igual—, vendrían más cambios revolucionarios: el auto-tune, los sonidos del Sur y los estilos más melódicos y emocionales, como los de Drake, harían que, entrando a la década de 2010, la dominancia de Nueva York y el boom bap noventero se sintiera como una etapa destinada a la nostalgia, pero que no iba a volver.
El hip hop se transformó profundamente en los 2000, cambió más que la fecha de lanzamiento de un álbum de Kanye West. Pero desde 2020, con la perspectiva del tiempo, es claro que no murió. Al contrario: qué cantidad de discazos salieron en la última década, de estilos diversos y para distintos paladares. Las encrucijadas que venían de la década anterior no se resolvieron, se profundizaron; pero, como dijo 9th Wonder, nunca se pueden olvidar los fundamentos del hip hop. Internet y la era de los blogs permitieron que surgiera toda una oleada de raperos que, sin sellos, pudieron llegar a millones de oídos con sus barras. La industria discográfica se volcó hacia el trap entre 2010 y 2019: fue la era de Future y Young Thug, por ejemplo. Pero ya no dependía solo de la radio qué música era escuchada, y así Roc Marciano y Westside Gunn pudieron construir imperios independientes que le devolvieron su sonido clásico a Nueva York. Lo hicieron a través de internet y las calles, aprovechando las nuevas posibilidades de distribución y comunicación que sus presentes ofrecían.
La última década fue una época de diversidad fascinante en el rap: dos veteranos de escenas distintas, como Killer Mike y El-P, triunfaron como dúo y elevaron su grupo, Run The Jewels, y su sonido enorme a ser una gran voz del rap con vocación política. Lo gangsta violento y lo indie añejo se juntaron en forma de Freddie Gibbs y Madlib para constituir un dúo vibrante e imponente que dejó dos de los mejores discos de los últimos diez años. Un adolescente desde Brooklyn, Joey Bada$$, le rindió tributo al boom bap y contó su vida en clave de esos códigos que aprendió de escuchar a los clásicos una y otra vez. Kendrick Lamar, a punta de narrativa, reflexión y agudeza en las rimas, se convirtió en un autor tan importante y potente como para merecer el primer Pulitzer de la historia del rap. Y si hablamos de diversidad, pues llegamos a Rapsody, quien mostró con sus discos el amplio espectro en el que habitan las mujeres negras.
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Ese es el universo que explora Normas Rappa, el del rap de los últimos diez años, con sus preguntas, propuestas, diálogos y rupturas. Sería imposible abarcarlo todo, así que en este libro me sumerjo en diez discos que me encantan y creo que explican una parte importante de lo que fue la década de 2010-2019: How I Got Over, de The Roots; My Beautiful Dark Twisted Fantasy, de Kanye West; good kid, m.A.A.d city, de Kendrick Lamar; Reloaded, de Roc Marciano; Piñata, de Freddie Gibbs y Madlib; Run The Jewels 2, de Run The Jewels; B4.DA.$$, de Joey Bada$$; FLYGOD, de Westside Gunn; Weather or Not, de Evidence; e Eve, de Rapsody. ¿Quiénes son estos artistas? ¿Cómo hicieron estos discos? ¿De qué hablan las letras de las canciones y hacia dónde apuntan las estructuras de los álbumes? ¿Cuál es la importancia o el impacto que tuvieron? Luego de escuchar cada disco decenas de veces y de leer tantas entrevistas que ya siento que son amigos cercanos, intento responder estas preguntas en cada uno de los diez capítulos.
Fue doloroso escoger diez: tuve que dejar por fuera a Tana Talk 3 y Benny The Butcher, así como a Dark Comedy y Open Mike Eagle, The Anonymous Nobody y De La Soul, Telefone y Noname, The Sun’s Tirade y Isaiah Rashad, y decenas de discos que me tocan el alma cada vez que los escucho. Además, no incluí nada de trap, fundamental para entender el rap contemporáneo. Es una elección arbitraria, pero eso no quita que los diez discos que abarca el libro sean excelentes, importantes y profundos: no me arrepiento. Podría haber hecho un libro únicamente sobre la escena de Atlanta, otro sobre la consolidación de TDE como un equipo letal y uno más sobre la figura de Drake. Pero, como ya había dicho en la introducción de La época del rap de acá, prefiero los enfoques que no buscan abarcarlo todo, sino que reconocen límites y profundizan al máximo dentro de esos parámetros. Acá hay muchos discos que faltan, pero créanme cuando les digo que no dejé ningún rincón sin escarbar en lo que respecta a los diez elegidos.
Pero estamos en Colombia y hablamos español, y estos discos son de Estados Unidos y en inglés. Entonces, ¿qué putas tienen que ver con nuestra realidad? Pues todo, mis tíos y tías. Primero, asumo que si están leyendo esto es porque aman el rap o, al menos, les interesa. Bueno, pues como dice Sison Beats en el prólogo, para entender los códigos de la cultura hay que ir a las fuentes primarias, al canon. Reloaded y FLYGOD, por ejemplo, son pilares del desarrollo del rap underground en la USA y en todo el mundo, por lo que entenderlos también es tener una perspectiva más clara sobre el drumless como estilo, distintas formas de escritura y alternativas distintas a hacer sencillos para radio a la hora de moverse en la industria. Eso aplica allá, acá y en todos lados. El rap es uno solo así descubran rap en Marte, nea, rimó con sabiduría Anyone/Cualkiera. Navegando por este afluente llegan a un océano de hip hop muy vasto, y creo que disfrutarán del recorrido.
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Pero la relevancia no termina ahí: más allá de que el arte es universal y la música es un lenguaje sin barreras, los temas de estos discos exploran la condición humana de forma sagaz y nos dejan con realidades que pasan en Búfalo, Compton y Gary tanto como en Bogotá, Medellín, Cartagena, y también en Buenos Aires, Ciudad de México y Lima. La fama y su impacto cegador, con Kanye; la búsqueda de un mundo mejor y cómo no rendirse en el intento, con The Roots; un ambiente violento y cómo reaccionar frente a él, con Kendrick; llegar a los 40 y aprender a bajar la guardia y ser más tú mismo, con el dolor y la felicidad que eso trae, con Evidence. Todas estas reflexiones son urgentes y, porque me interpelan a mí y a mi vida, creo que también pueden tener algo por decirles a ustedes. Más allá de las nacionalidades, hay dinámicas de las ciudades más duras que se reproducen a lo largo y ancho de este planeta decadente, y Normas Rappa captura varias de ellas.
Cada álbum es como una casa, con distintas personas que la habitan, ciertos sonidos que la caracterizan, ambientes que la estructuran, y sabores y olores que terminan de hacerla única. Y, obvio, hay historias detrás del baúl que era del abuelo o de ese cuadro que trajeron luego del viaje de las vacaciones pasadas. Me gusta pensar que para hacer Normas Rappa entramos con Gavilán en diez casas distintas para habitarlas y comprenderlas desde su interior, con sus detalles, personalidades y la huella que dejan en quien se sumerge en ellas. Con estos textos e ilustraciones, los invitamos a que entremos y pasemos un rato en el sofá tomando algo e intercambiando recuerdos y anécdotas a través de la música y la vida que la inspira.
Gracias a las ilustraciones de Gavilán, Normas Rappa se siente como un universo en el que podemos adentrarnos, cada vez más profundamente, con el paso de las páginas. Es una celebración del hip hop en la que puedes acercarte a las historias de estos rimadores, entender el porqué de sus canciones y cómo las crearon. Desde la fiesta en la portada hasta las distintas escenas de cada artista, las imágenes que Gavilán diseñó ambientan e integran todas los relatos, y sumergen a quien abra el libro en esas victorias y ese dolor. Sin su aporte, este libro estaría incompleto. Por él podemos pillar a Kendrick en el carro de sus amigos yendo directo hacia el desastre, el dinero sangriento de Roc Marci, Joey Bada$$ protegido por el rap mientras viaja en el metro, Evidence de diggin’ con Premier y Alchemist, Run The Jewels quemando una prisión, Freddie Gibbs y Madlib dándole a la piñata y Rapsody celebrando con las damas primero. Todos esos momentos pasan de las canciones al universo del libro a través de la mano de Gavilán: un honor trabajar con él.
En fin. Prende un bareto y destapa una pola o enciende esa vela de incienso y sírvete un té de jengibre. Dale play al disco y sube el volumen. Eso es todo: son las Normas Rappa.
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