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Nostalgia digital: el cementerio de los portales musicales

¿Se acuerdan cuando eran amigos de Tom en MySpace o armaban listas en Grooveshark?

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MYSPACE - Grooveshark

Antes de que el negocio de la música en digital estuviera atravesado por unas pocas marcas (sí, hablamos de ustedes Google, Facebook, Amazon y Spotify), Internet tenía varios rincones dedicados a la música que hoy no son más que recuerdos.

Por José ‘Pepe’ Plata @owai

En los tempranos setenta, el envío de un correo electrónico de un cuarto a otro supuso una revolución informática. En 1989 se dio a conocer el protocolo WWW (World Wide Web) y en los noventa se abrió a lo que muchos llamaron una superautopista de la información. Internet se hizo parte de nuestra vida y la música siempre ha estado ahí presente, en múltiples espacios.

Con el confinamiento hemos visto la explosión de conciertos a través de plataformas de streaming como Instagram, Facebook, Twitch, YouTube y hasta en videojuegos. A falta de eventos presenciales, las sesiones virtuales de bandas o dj han sido el acompañamiento de la gente. De hecho, sin música, la popularidad de Tik Tok, la red que más crece por estos días, tambalearía.

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Pero esa abundancia de shows en vivo, videos, streaming, podcast, etc. que hoy nos permite sentir que tenemos cualquier canción a la mano no existiría de no ser por las plataformas que, cuando Internet aún era incipiente y no se había masificado del todo, hicieron el esfuerzo por difundir la música y el talento del momento.

Antes de que las grandes empresas con sede en Estados Unidos (Amazon, Google, Facebook, Twitch), Europa (Deezer, Spotify) o China (Tik Tok) monopolizaran los grandes números del negocio de la música en línea, estos abuelos y padres digitales, la mayoría gestados desde este lado del charco, fueron las pistas de entrenamiento para tener lo que hoy tenemos.

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De Soda Stereo al mundo digital: yeyeye.com.

Justo con la llegada del año 2000, mientras el mundo tenía el pánico del Y2K y temía más por los virus informáticos que los virus biológicos, apareció un portal que conectó la movida musical del continente. Se trató de yeyeye.com. Fue un proyecto que formó parte de Cybrel, la compañía que Charly Alberti fundó poco después de terminar su vida musical como baterista de Soda Stereo en 1997.

Eran los tiempos de geocities y de los dominios impagables. Por aquel entonces se hablaba de “la burbuja del punto com”. Eso no importó y yeyeye.com apareció como una página dispuesta a mostrar el acontecer musical del continente a través de noticias, entrevistas, reseñas y más. El entusiasmo fue grande. Por fin, la lengua de Cervantes se iba a reconocer un portal de música. El fenómeno explotó de la mano de una campaña de publicidad en televisión con mensajes para jóvenes alrededor de la música.

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Cybrel tuvo además otras iniciativas como una revista sobre tecnología y sociedad llamad URL Mag. Un sello discográfico enfocado en artistas electrónicos llamado URL Records. Pero además de eso, a través de lo que se llamó I-time, gestionó una página para tener una referencia horaria mundial basada en internet.

Hoy, el dominio está en venta por la noble suma de 9999 libras esterlinas (Aproximadamente 46 millones de pesos colombianos).

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La chama que fue promesa hace veinte años: loquesea.com

De la misma época de yeyeye, conocimos a loquesea.com. Una página fundada por la venezolana Adriana Lozada, quien en Caracas había desarrollado trabajos periodísticos en la revista Urbe. Música, cultura joven y juegos fue su estrategia de contenidos. En el año 2000, a los 28 años, tenía ya una compañía para cautivar a los jóvenes y había sido nombrada como una de las 20 líderes digitales de América Latina por CNN. Alcanzaron el millón de visitas y se erigieron como el estandarte de contenidos para la gente entre los 15 y 29 años de aquel momento. El sueño le alcanzó hasta para tener una oficina en Bogotá y un grupo de inversionistas. La chica del pelo azul vendió la página y su nuevo destino fue Estados Unidos. Adriana ahora es madre y tiene un proyecto dedicado a la realidad de ser madre con el nombre de birthful.com

Atrás quedaron las apuestas por el contenido joven para el continente.

Una céntrica calle capitalina global: calle22.com

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De esa primera camada de portales, el ingenio criollo nos presentó a calle22.com. El nombre es familiar para la gente de Bogotá. Una calle céntrica que en otras épocas fue parte de la elegancia local. Con el paso del tiempo, la 22 se convirtió en una calle con restaurantes, panaderías y ventas ambulantes hiperconcentradas. Además de ser el paso por al “distrito rojo” de Bogotá.

Calle22.com fue además una página pionera en crear lo que ahora llaman comunidad. Y su gran esfuerzo de hacer un festival de tres días de odio y poca paz bajo el nombre de Punkstock se llevó a cabo entre el 6 y 8 de octubre del año 2000. Hoy calle22.com está en venta por 3795 dólares o sea $14.145.862 pesos.

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Los del juego de la culebrita se meten en el mundo musical: Nokia Trends

Hacia el año 2004, una estrategia de mercadeo para atraer las audiencias jóvenes a través de la música electrónica fue el proyecto Nokia Trends. La multinacional finlandesa, la misma que había conquistado al mundo con el Nokia 100, uno de los teléfonos móviles más vendidos en el mundo, ofrecía nuevos modelos para los jóvenes. Teléfonos que brillaban en medio de la fiesta, con pantallas de color, cámaras básicas y más. La estrategia fue además complementada con un portal llamado nokiatrends.com. El mismo que tuvo versiones para Argentina, Brasil y Colombia y que basaba su contenido en noticias, entrevistas y detalles alrededor de la música electrónica y el arte digital.

El proyecto Nokia Trends tuvo presupuesto además para realizar eventos multitudinarios en Argentina, Brasil y Colombia. Hacia el año 2007 instaló su sede una casa en la Calle 82 con 12, donde por varios fines de semana se hicieron presentaciones con actos en vivo y dj. Hoy en esa dirección están las tiendas de Zara Home y Stradivarius.

Hoy teclear www.nokiatrends.com nos lleva a encontrar un portal de contenidos para adultos con mensajes en chino e inglés. Vemos una pantalla llena de mujeres orientales en ropa interior o prendas cortas. Y no tiene certificado de seguridad. Tampoco precio de venta.

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Un tiburón del groove con alma chibcha: Grooveshark.com 

Si el modelo de éxito nos ha hablado del emprendimiento como la realidad de aquel hombre o mujer que quiere ser su propio jefe, el nombre del colombiano Andrés Barreto aparece en la primera fila. Andrés fue uno de los fundadores de Grooveshark.com. Un portal en el que los usuarios podían compartir y subir música de manera libre. La idea era toda una gran apuesta por conocer y compartir. Alcanzó a tener 35 millones de usuarios y más de 110 millones de canciones subidas por la gente.

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Grooveshark tuvo una vida activa entre 2006 y 2015. Pero las compañías discográficas multinacionales Sony Music, Warner Music y Universal Music demandaron a Escape Media, la compañía que representaba a la plataforma. Bajo común acuerdo, Escape cerró su página web, sus aplicaciones, borró sus servidores, cerró sus cuentas de Twitter/Facebook y pidió disculpas públicamente a la industria. En su carta pública de disculpa promovió el uso de alternativas como Spotify, Deezer, Google Play, Beats Music, Rhapsody y Rdio, entre otras.

Chingones digitales: Misrolas.com

Misrolas.com fue otro de los proyectos que impulsó la música sin par. Si bien se enfocó a promocionar la música independiente latinoamericana a través de venta de archivos, tuvo espacios para blogs de personalidades musicales de América Latina y llamó la atención entre 2005 y 2008. Pero en ese mismo año cambió toda su operación hacia los contenidos para celulares en un tiempo en el que tiendas como iTunes mandaban la parada. Como experiencia fue justo aquello que estuvo en un tiempo y un lugar. Pero que ahora solo existe como un dominio en venta por 3895 dólares (14.518.612 de pesos).

Una Panamérica incierta: Panamérika de Redbull

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Panamérika de Redbull fue una de las iniciativas digitales que mayor impacto tuvo a través de un portal de contenidos desarrollado a varias manos con colaboradores de varios países del continente. Fue posible así tener un portal de reseñas, entrevistas, informes y reportajes donde la música hecha en el continente se reflejó. Produjeron también un podcast mensual desde CDMX y que se escuchó en el continente con estrenos de rock, pop, hip hop, electrónica y más hechos en español. La bebida energizante austriaca mantuvo así una audiencia cautiva a través de su programa cultural Red Bull Music Academy con sede en Colonia, Alemania. Hoy la academia no existe, pero sí existe algo llamado Redbull Music que está enfocado a hacer algo de narración del siglo 21 en todo el mundo musical.

Entre tweets de contenidos pasados o de aprecio por el pasado, Panamerika vive hoy. Tal vez no está muerto o sepultado, tal vez quiere salir del COVID para seguir acompañando la creación musical latinoamericana. Y su vida en instagram está en la cuenta redbullmusic.

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Lleva tu propio espacio en la ciberautopista: MySpace

Tal vez la que más recuerda el mundo es MySpace. ¿Quiénes aquí fueron amigos de Tom? ¿Quiénes se enteraron de conciertos, concursos, festivales a través de la plataforma que entre 2004 y 2010 atrapó a jóvenes, músicos, creadores, actrices del mundo adulto y todos los que tenían algo para compartir de la creación? MySpace fue una de las experiencias digitales más expandidas y rentables en aquella época. Desde The Beatles hasta Arctic Monkeys estuvieron allí. Sobre su fracaso se escribió mucho y se dijo mucho.

Hoy Myspace existe como lugar para crear redes con creadores del mundo. Basta conectarlo con el perfil de Facebook y se abre otro mundo. Solo que no es el mismo de antes. Y si bien tiene contenidos actualizados y perfiles de artistas del mundo musical de todo el orbe, ya su eco no se amplifica como antes.

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Estos “cadáveres, desaparecidos o moribundos” digitales no hubieran existido si la necesidad de hablar, escribir y compartir música no existiera. Hay otras experiencias digitales que tienen otra historia como Napster, Audiogalaxy, Grokster, Emule, Limewire o Morpheus, pero han caído por otros motivos.

Hoy la música puede estar en pausa para verla en escenarios en vivo. Pero seguir narrándola acorde a estos tiempos es lo que nos queda. Son tiempos en los que Tik Tok ya no solo es una aplicación divertida; también esconde una turbulencia política y un debate sobre la privacidad. Hoy los que hablan de música no tienen que armar su propia plataforma. Hoy vivimos tiempos de podcasts, videoblogs y contenidos que hace cinco, diez, quince o veinte años se cocinaron tenían que pasar por estas páginas o plataformas.

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#LaMúsicaNosUne

 

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