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El bonche que se armó por la invitación de Paul Gillman en Rock al Parque 2017

El venezolano Pual Gillman es cuota internacional de Rock al Parque, pero su participación ha sido discutida por ser un abierto seguidor del chavismo.

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Foto: Material de prensa Rock al Parque

Por donde se le mire, el venezolano Paul Gillman es una institución de heavy metal latinoamericano. Eso no tiene discusión. Tiene entre su catálogo 18 producciones discográficas oficiales y un público que pudo haberse ganado, incluso, antes de que se formara una opinión política, pues ya acumula cuatro décadas de trayectoria en la música. Una carrera larga y musicalmente próspera a la que le ha sumado varias apariciones en programas de radio y televisión en su país natal. De hecho, Gillman fue muy cercano a una de nuestras leyendas del rock nacional, el recientemente fallecido Elkin Ramírez, a quien, por cierto, está planeando hacerle un homenaje junto a los demás integrantes de Kraken.

El nombre de Gillman resonó entre el público metalero hace unas semanas con la confirmación de su presencia en Rock al Parque 2017. Será un show de celebración de sus 40 años. Pero también tomó fuerza desde ayer tras una polémica en Twitter que avivó el empresario y gestor cultural Julio Correal, uno de los creadores del festival Rock al Parque.

La presencia del músico venezolano en el escenario del festival gratuito más grande de Latinoamérica se atizó por su convicción política pues Gillman es, desde hace muchos años, abiertamente partidario del chavismo y del actual presidente Nicolás Maduro. Desde 2003 el músico tomó partido y simpatizó de frente con la “Revolución Bolivariana”. Incluso, entre 2003 y 2005, cambió el nombre de su banda al de Paul Gillman y su banda bolivariana. Hace poco, durante la celebración de sus 40 años, Nicolás Maduro también le extendió sus felicitaciones e hizo elogios a su carrera; lo llamó “el Rey del Rock Nacional”. Un hecho que no deja de ser curioso y extraño para nosotros: ¿un gobernante alabando a un rockero? Es lo que muchos en la escena del rock pedirían por estas tierras.

A través de su cuenta de Twitter Julio Correal está liderando una campaña para sacar a Paul Gillman de Rock al Parque por su apoyo al gobierno venezolano, que actualmente atraviesa una crisis. Su posición quedó sentada en algunos de sus tuits, que les mostramos a continuación.

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Ayer le enviamos una serie de preguntas tanto a Julio Correal como a la organización de Rock Al Parque para conocer sus opiniones sobre este debate. Mientras tanto recopilamos algunos apartes de esta discusión que nos pone a pensar sobre los límites ideológicos y políticos del festival y sus invitados.

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Como bien afirma Correal, Gillman es un símbolo de la ideología política de un gobierno en crisis. Pero vale la pena acudir a las palabras del filósofo esloveno Slavoj Zizek, quien habla sobre el caso de una banda alemana, a la que muchos apreciamos, y que también utiliza durante sus shows, en un nivel menos expresivo, los símbolos políticos indiscutiblemente problemáticos, como son las arengas o las marchas características del nazismo.

En palabras de Zizek: “La banda alemana de hard rock Rammstein, a menudo es acusada de coquetear, de jugar con la iconografía militar nazi, pero si observamos de cerca su actuación podemos ver muy bien lo que están haciendo, como buen ejemplo, en una de sus canciones más conocidas, Reise, reise. Los elementos básicos de la ideología nazi representados por Rammstein son como puros elementos investidos libidinalmente. El goce debe estar como si dijéramos condensado en algún tic básico, gestos que no tienen un sentido ideológico concreto. Lo que Rammstein hace es liberar estos elementos de su articulación nazi, permitiéndonos gozarlos en su estado pre-ideológico. La forma de combatir el nazismo es gozando de estos elementos, por ridículos que puedan parecer, suspendiendo el horizonte de significado nazi. De esta forma se mina al nazismo desde adentro”.

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¿No tenemos que intentar evitar al máximo los mecanismos de represión ideológicos para no caer en su misma lógica, para no entrar en una tautología? ¿No será mejor quitarle el componente ideológico y aislar los significantes de Paul Gillman para que sea solo Heavy Metal? ¿No es a estas alturas ridículo pensar, como si fueran el coco, en significantes que se han caído por la imposibilidad como la Revolución Bolivariana o el Socialismo del Siglo XXI?  A la larga, en la fotografía de prensa de la banda de Gillman, detrás de él, sale un público que se ve feliz. Y seguramente no todos son chavistas. 

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