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Una conversación bien punkera sobre feminismo con una de las Pussy Riot

Hablamos con Nadya Tolokno sobre los límites que le ponen a las niñas en los colegios y la posibilidad de que el feminismo se vuelva algo pasajero.

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Nadya Tolokno llegó a Colombia para participar del HayFestival en Cartagena.  La artista rusa, conocida por pertenecer al grupo de punk Pussy Riot, no habló de música ni de arte, sino de Derechos Humanos y activismo. La propuesta de Pussy Riot es tal vez uno de los ejercicios políticos más conocidos en la época de la narrativa transmedia.

Por: Za Carmenza // @ZaCarmenza

En el 2012 Nadya fue arrestada, junto a sus compañeras, por irrumpir en la Catedral  Cristo Salvador de Moscú cantando “Madre de Dios, líbranos de Putin”; al tiempo, un equipo de video grababa el performance que sería el videoclip oficial de la canción y que todavía está disponible en YouTube. Tardaría más en iniciar el proceso penal contra la banda, que la noticia en aparecer en buscadores de todos los idiomas.

Tres de las Pussy Riot fueron condenadas por “crímenes de odio religioso”, sentencia que las convertiría en ícono mundial de la lucha feminista y de la libertad de expresión. Putin no consiguió silenciar al movimiento y, tras dos años de prisión, en lo que se consideraría una maniobra para ganar favorabilidad política, el presidente ruso les regresó la libertad. ¿El marcador? Pussy 1 – Putin 0.

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En 2017, Tolokno fue elegida como parte del Hay30, una selección de jóvenes que representan una nueva generación de pensadores. Este reconocimiento al valor intelectual y político que hay detrás de acciones o intervenciones artísticas transgresoras, como las de Pussy Riot, es perfecto indicador de cómo se disputa el poder en la actualidad. Nadya es referente de una generación de mujeres que decidieron tomarse todos los espacios que les fueron históricamente negados: la calle, la música, la violencia, la política.

En medio del auge del feminismo, intentamos tener una conversación que tratase exclusivamente de la lucha de las mujeres. Ni Putin, ni Trump serían mencionados pues, ya habían sido el centro de su conferencia en el Teatro Adolfo Mejía.

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El diccionario Merriam-Webster afirmó  que la palabra del año para el 2017 fue “Feminismo”. El 2017 también fue el año del movimiento #MeToo y, debido a  ello, la revista Times seleccionó como “Persona del año” a todas esas mujeres que rompieron el silencio en casos de abuso sexual o de género. Pareciera que se trata de una época dorada para las luchas de las mujeres. ¿Cree que estamos frente a uno de los cambios sociales más importantes de la época o se trata, peligrosamente, de una moda pasajera?

Creo que es un momento importante para el feminismo porque muchas personas están discutiendo acerca de algo que no es un problema menor, sino la cultura de naciones enteras. Claro que muchas cosas han mejorado para las mujeres, pero es precisamente porque cada vez estamos dispuestas a tolerar menos violencia patriarcal, no nos han regalado nada.

Sin embargo, este movimiento tiene un gran problema y es que no considera a la mayoría de personas que realmente hacen parte del #MeToo, a la mayoría de mujeres que dicen “yo también” fui víctima. No se puede estar en contra de la desigualdad entre hombres y mujeres, si no se rechazan otros tipos de inequidad.

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Este movimiento #MeToo pareciera no considerar a las únicas personas que se preocupan por todo el mundo, excepto por ellas mismas; no está considerando a las mujeres cabeza de familia o a las de los vecindarios pobres. Esas son mujeres que no solo tienen que conseguir un empleo sino que, además, siguen ocupándose del hogar y de cuidar a los niños; son mujeres que viven dos o más días en uno solo.

Soy una feminista socialista, así que creo que es importante ser interseccional, prestar atención a todas las desigualdades  y pelear por una sociedad más equitativa en su conjunto.

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A propósito, en los últimos años, hemos visto una importante cantidad de mujeres indígenas, negras y campesinas que no se quedan en el medio de todos estos debates, sino que van al frente a darlos por ellas mismas, con voz propia. Lamentablemente, escenarios como el de los Golden Globes, evidencian que, aunque todos se refieran a las mujeres pobres o a las mujeres negras, ninguno está dispuesto a ceder el micrófono para que sean ellas quienes les hablen a las multitudes. ¿Cómo garantizar que las mujeres “blancas” podamos ceder nuestros espacios de poder a estos feminismos populares, a estas mujeres que tienen experiencias de vida que han sido más invisibilizadas que las nuestras?

No solo hay que darles los micrófonos a dichas experiencias, también hay que asumir una actitud, tomar una postura al respecto en los escenarios que ocupamos. Mi aporte personal es hacer la crítica en los medios, abrir canales, darle voz a quienes tienen que contar sus historias, especialmente a las mujeres. En los escenarios públicos, los artistas servimos para denunciar, para evidenciar las violaciones a los derechos humanos, las políticas económicas que afectan a la gente, para creerle a quienes no tienen otra prueba más que su palabra. Lo que no podemos hacer es reemplazar su voz o querer liderar sus luchas; de eso precisamente trata la interseccionalidad.

Tal vez yo no represento a las mujeres de Colombia o a las de Estados Unidos, pero sí represento a una población específica de Rusia. Mi labor ahora e, incluso, en este preciso momento, es hablar y hablar y hablar para conectar más que palabras, experiencias. Pero ese es mi caso particular y cada una de nosotras debe saber cómo juega con sus privilegios para beneficio de todas.

Es precisamente ese medio en el que usted se desenvuelve, el que parece ser hogar de los casos más representativos de acoso y abuso sexual en contra de las mujeres. Ese ha sido el debate reciente. Sin embargo, la violencia doméstica, la brecha salarial o el aborto legal y libre hacen parte de una serie de discusiones pendientes en la agenda de las mujeres. La música y el arte parecen ir más rápido que la legislación al respecto ¿Por qué cree que ocurre esto? ¿Por qué los derechos de las mujeres siguen siendo considerados de segunda categoría para la mayoría de la población?

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Es un asunto de cultura. Desde que yo era niña he tenido que ver cómo todos los personajes importantes han sido hombres; en la escuela me enseñaron de artistas, científicos… todos hombres. Ese es un mensaje terrible para cualquier mente joven y es que, básicamente, te están diciendo que las mujeres no son capaces de hacer nada importante.

Bajo esa lógica, todo lo que afecte a las mujeres se considera de segunda categoría porque, claro, ¿qué es lo bueno que le han aportado las mujeres a la humanidad? ¡Podemos prescindir de sus derechos un rato más!

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Me hubiese gustado que mis profesores me enseñaran que podía ser, con iguales probabilidades de éxito, una programadora de computadores o una presidenta de la nación… Aunque seguramente yo misma hubiese decidido no ser presidenta, o sí, el punto es que nunca lo sabremos y ese, precisamente, es el costo cultural que hemos pagado por negar los aportes de las mujeres a la humanidad. Es necesario transformar el imaginario de que las mujeres importamos menos para que los asuntos que nos afectan sean tomados con seriedad y compromiso.

A propósito de mujeres presidentas, Colombia está en época electoral; en los próximos meses tendremos que votar por un nuevo presidente y un nuevo Congreso (solo hay un 30% de candidatas mujeres). Al tiempo, sectores conservadores y religiosos han construido sus campañas políticas sobre el odio y desconocimiento de los derechos de las mujeres y la población LGBTI. ¿Cuál es el rol que deberíamos jugar las mujeres, en un escenario electoral en el que todavía no somos representadas y del que se nos excluye permanentemente?

No creo que sea una buena razón votar por alguien solo por los órganos del aparato reproductor que él o ella tenga. Apoyé a Bernie Sanders y me hubiese encantado que fuera elegido como el presidente de Estados Unidos; yo creo que él puede representar más a las causas feministas que una mujer que, por ejemplo, no apoye el aborto.

No creo que se trate solo del sexo de los candidatos, sino de las políticas que propongan y de cómo las implementan efectivamente. Las mujeres debemos buscar a quién represente nuestros intereses y velar por el cumplimiento de nuestros derechos; cualquier persona que no lo haga o que se niegue a tomar postura es simplemente una amenaza… ¿No nos quedó claro con Trump?

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