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Lo impredecible que puede llegar a ser Rock al Parque

Lo que nos deja el segundo día de festival

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Rock al Parque sigue siendo un festival necesario para darnos cuentas de cómo funciona la escena, tanto de sus logros, como de sus grietas.

Del primer al segundo día de Rock al Parque hay mucho trecho. Mientras que el día del metal se ha consagrado como un intocable en cuanto a la diversidad del repertorio, los dos días restantes han sido espacios coloridos, variables y maleables. Cuenta la leyenda rockalparquera que el segunda día acogía al reggae en sus entrañas y que la humareda cubría al Escenario Bio. Sin embargo, este año la historia no fue la misma (leer ¿El reggae de Bogotá se estancó?) y ningún gran nombre del género –ni nacional, ni internacional– hizo de las suyas en esta edición.

La ausencia del reggae en el parque dio para que otros géneros tuvieran cabida y que la brecha musical o la diversidad se hicieran más evidentes. Lion Reggae y Ghetto Warriors fueron los dos nacionales que pusieron a hondear la bandera verde, roja y amarilla, mientras que Lo Ke Diga el Dedo y Los Elefantes encendieron el segundo escenario a punta de ska antes de que atardeciera. Luego vino Bestiario con su punk folk; desde Pasto llegó la Bambarabanda; los chilenos de la Banda Conmoción se presentaron con una puesta en escena alegremente folclórica; Puerto Candelaria con un show ya conocido para sus seguidores; y de vuelta al rock estuvo Gustavo Cordera y la Caravana Mágica.

Pero no es nada novedoso que mientras en la tarima principal se poguea, en las otras se baila. Lo realmente particular en esta ocasión fue que después de uno de los shows más pogueables y poderosos de Rock al Parque 2016 a cargo de Sick of it All – padres y maestros del hardcore – el mismo público de la tarima principal terminara en un pogo bailable, medio merengudo, medio reggaetonero.

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En el escenario Eco este año la historia fue otra. Desde la primera hasta la última agrupación estaban comandadas por mujeres: Mr. Bleat, Elsa y Elmar, Leiden, Pedrina y Río, y Cynthia Montaño fueron las encargadas de mandar la parada. La decisión no fue una casualidad, al igual que lo que pasó este año en una de las tarimas del Glastonbury, se tomó la decisión de darles el espacio únicamente a mujeres.

Bandas como Bestiärio, Pedrina y Río y Elsa y Elmar fueron grandes sorpresas a pesar de su recorrido relativamente nuevo en las tarimas (en comparación con otras bandas del festival), otras clásicas como Lo Ke Diga el Dedo, Los Elefantes y La Bambarabanda siguen teniendo el power a flor de piel, mientras que nos quedamos esperando un show renovado de bandas que hemos seguido muy de cerca como Puerto Candelaria.

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La Carpa Electrónica, que aunque no hace parte de la programación oficial de Rock al Parque, si ayudó a suplir el vacío que dejó el reggae de alguna manera. Hoy su programación tuvo como plato fuerte una buena tanda de reggae a cargo de varios Djs locales. Para el cierre la carpa tuvo tanta gente como el Escenario Eco.

De hoy nos quedan varias lecciones. Que Rock Al Parque sigue teniendo la capacidad de renovarse como festival. Por ejemplo, hoy en el segundo día del festival triunfaron las bandas más pesadas (Sick it Of All ó Napal Death) a pesar de la variedad de sonidos que siempre protagonizan el segundo día; que la carpa electrónica fue una de las grandes triunfadoras del segundo día (vale la pena entonces pararle más bolas para próximas ediciones); que el festival dejó de ser solo rock hace mucho, pero que mantener ese nombre obliga a los curadores a darle la relevancia al género y sus vertientes; que tener a Sick it Of All fue una de las grandes proezas del festival; que una banda a pesar de tener años encima y experiencia de sobra necesita evolucionar y por último que Rock al Parque sigue siendo un festival necesario para darnos cuentas de cómo funciona la escena, tanto de sus logros, como de sus grietas. 

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