Este 21 de septiembre, Día mundial contra el Alzheimer, será el estreno de Lázaro, un documental sobre el poder de los recuerdos. El filme podrá ser visto en la plataforma Mowies (la preventa disponible aquí). Lázaro, dirigida por José Alejandro González y producida por Paola Pérez Nieto, es el resultado de 10 años de grabación que empezaron con una llamada de Lázaro a su hijo, el director del documental. “Llevaba una vida fuera del país y no tenía intención de volver a vivir en Colombia. Yo ya había escuchado por parte de mis tías que mi padre tenía un problema con el lenguaje, nuestras llamadas cada vez eran más raras. Ese día él me dijo que teníamos que hablar, que tal vez era bueno si iba a visitarlo, sentí miedo en sus palabras, yo lo capté de inmediato”, dice José Alejandro. José Alejandro grabó varios momentos junto a su padre para recordar momentos felices, pero nunca pensando en crear una película. “No teníamos tantos recuerdos del pasado, fue su enfermedad y ver el deterioro lo que me hizo acercarme con la cámara y hacer la película”, explica. Fue hasta el FICCI 57 (Festival Internacional de Cine Cartagena de Indias) cuando se reunió con la productora Paola Perez, y surgió la posibilidad de llevar la historia al cine. En Lázaro, José Alejandro cuenta la historia de su familia, desde el reencuentro de sus papás después de 18 años y la unión de todos en los últimos momentos junto a su padre. Igualmente destaca la importancia de los cuidadores no sólo para el paciente, sino también para el núcleo familiar, “Gladys, la enfermera, ella se volvió un ángel, fue impecable su manejo, también nos ayudó como familia porque tuvimos muchos momentos difíciles entre nosotros. Ella fue una especie de psicóloga y todo el amor que le dio a mi padre nos ayudó para curarnos”. José Alejandro aclara que Lázaro no es sólo una película que muestra cómo cambia la vida cuando se pasa por un tipo de enfermedad, es sobre la reconciliación familiar, “un ejemplo de eso es mi madre, ella es una mujer noble y amorosa, alguien fiel y fuerte, una gran mujer. La relación que tenía con mi papá era rarísima, pero unía a dos grandes seres humanos, aprendimos a vivir juntos”. El final de las grabaciones se dio con la muerte de Lázaro el 17 de enero del año 2017. “Lo último que grabé fue un viaje a llevar sus cenizas a Pijao- Quindío, eso no quedó en la película pero fue parte del proceso”. Lo más satisfactorio que le deja a José Alejandro el haber grabado durante tantos años a su padre y tener como resultado hoy una película es el mantener parte de una memoria como familia. “Fue mucho trabajo para llegar hasta aquí, si puedo llegar a sentir orgullo personal, además creo que la peli capta una realidad y comunica un mundo, eso es el cine para mi”.
Desde el próximo 14 de agosto podremos ver la película Fait Vivir, del director caleño Óscar Ruiz Navia. En lugar de esperar la apertura de las salas de cine, Ruiz Navia decidió apostarle a un estreno digital, por lo que la cinta estará disponible través de la plataforma Mowies. “Nuestra idea era estrenarla en cines. Pero al ver que no iba a haber salas y revisando las temáticas que propone la película, vimos que era una oportunidad enorme para compartirla, porque uno podría decir que es una antítesis del COVID-19. Es una película que invita a tocarse, a besarse a abrazarse, a bailar. Una película que invita a vivir y resistir. En ese sentido, algo que se veía como un problema, se convirtió en una oportunidad”, afirma el director. Fait Vivir es un documental que muestra una mirada única a la agrupación multicultural y multidisciplinaria Gypsy Kumbia Orchestra y su apasionante recorrido, tanto geográfico como musical. Una banda gitana tanto en su música como en su aproximación al arte y a la vida. “Nos interesaba hacer una especie de retrato colectivo sobre esta agrupación por la forma en la que asumen su arte y también por la manera en la que asumen la vida y las ideas que transmiten en su obra”, cuenta Ruiz Navia. Más que un “making of” o un detrás de cámaras de una gira, Fait Vivir es “sobre la música misma, sobre la fuerza reparadora del arte”. “Lo musical es lo que genera el primer desee de hacer la película. Hay algo muy interesante en la Gypsy Cumbia Orchestra y es que ellos quisieron hacer una fusión musical entre la música balcánica y la cumbia. Ellos encontraron que el beat de ambos ritmos era muy similar, entonces uno puede mezclar los vientos del Este, lo que son las trompetas, el trombón, incluso la tuba, con ritmos africanos: el llamador, la tambora, la guacharca, cosas que son más de un ritmo tradicional africano. Esa mezcla era la que me parecía que hacía a la Gipsy Kumbia un proyecto muy especial”. Algo que hace que Fait Vivir sea distinta al documental musical tradicional es su narrador: un niño que acompaña a los musicos de la orquesta. "La primera vez que fui a un ensayo y vi a un bebé en medio de personas barbudas con tatuajes, llenos de instrumentos, me impactó mucho. Esa imagen me marcó mucho y empecé a grabar mucho desde el punto de vista del niño. Fue la que me hizo decidir hacer la película desde su punto de vista". Ruiz Navia cuenta que tenía más de 80 horas de grabación, muchas de las cuales grabó casi que inconscientemente, desde el punto de vista del niño. "Sentía que a través de este camino podía retratar y representar mejor aún esa ideología y esa estética de Gypsy Kumbia Orchestra". Gypsy Kumbia Orchestra es una propuesta que invita a bailar e imaginar con música, danza y circo. El proyecto nació en 2012, cuando Juan Sebastián Mejía y Carmen Ruiz, ambos colombianos, se conocieron en Montreal y decidieron unirse en una iniciativa que encapsulara su nomadismo y visión artística. Su equipo reúne hasta 18 artistas de diferentes orígenes y disciplinas y Fat Vivir es un homensaje a su talento, dedicación y pasión.
Uno de los sectores más afectados por la academia ha sido el audiovisual. Por eso, Netflix y la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas (ACACC) se unieron para crear el Fondo de Apoyo COVID-19, para apoyar a más de 1,500 técnicos y personal de soporte del sector, con una donación de 500 mil dólares. La donación será otorgada al personal más afectado por la suspensión de las producciones en Colombia, tales como asistentes de producción, luminotécnicos, asistentes de maquillaje y conductores, entre otros, quienes en su mayoría cobran por semana o por proyecto. Se definió una lista de más de 100 puestos de trabajo elegibles. Los interesados deberán llenar un formato de solicitud en la página web de la ACACC, y cumplir con los criterios para acceder a estos recursos. Un comité evaluador, conformado por la ACACC, Proimágenes Colombia y ASOCINDE, revisará las solicitudes y determinará a los beneficiarios en un plazo no superior a los 10 días. El periodo para las solicitudes se abrirá a partir del 5 de mayo y se extenderá, inicialmente, por dos meses o hasta que se hayan destinado todos los recursos del fondo. “Esta es una gestión vital y un logro contundente en el camino de consolidación de nuestra Academia, pues los trabajadores técnicos son la columna vertebral de la industria cinematográfica y audiovisual y también por ellos trabajamos desde el proceso de agremiación. Esperamos que uniendo esfuerzos podamos apoyarlos en estos momentos difíciles. El compromiso de Netflix con este fondo es bienvenido y esperamos que otros miembros de la industria puedan unirse y contribuir", declaró Consuelo Luzardo, presidenta de la ACACC. Francisco Ramos, Vicepresidente de Contenidos Originales para Latinoamérica en Netflix, dijo: “Estamos comprometidos con Colombia y con esta alianza con la Academia queremos contribuir ayudando a los trabajadores de la industria audiovisual que han tenido que dejar su trabajo durante estos tiempos difíciles. Agradecemos a la Academia, a Proimágenes Colombia, y a ASOCINDE su colaboración y apoyo a esta iniciativa”. Los detalles y criterios de selección para este apoyo están disponibles en la página web de la ACACC y en sus redes sociales.
Del 29 de abril al 3 de mayo estará disponible en Internet totalmente gratis la película colombiana Los Colores de la Montaña desde cualquier dispositivo con acceso a Internet. Quienes quieran verla deben ingresar al perfil de Instagram de la cuenta: @cinemasprocinal donde encontrarán la descripción de la película y un link oculto para acceder libremente. La cinta estará hasta el próximo domingo 3 de mayo. “Ahora que las salas de cine están cerradas y no podemos proyectar estrenos, buscamos que el cine nacional sea protagonista en las pantallas de las casas pensando en que después de la cuarentena los colombianos nos reencontremos en las salas, con todas las condiciones de salubridad que desde ya se están trabajando, y luego de esta dosis de cine colombiano de calidad, nos inclinemos por historias hechas en el país”, explica Juan Carlos Mayungo, Director Administrativo y Financiero de Cinemas Procinal que lidera esta iniciativa. Dirigida por el antioqueño Carlos César Arbeláez, Los colores de la montaña es un retrato al conflicto colombiano desde la perspectiva de los niños. Manuel sueña con ser un gran arquero de fútbol y Ernesto, su papá, le regala un balón nuevo. Un accidente inesperado hace que el balón caiga en un campo minado. Manuel no quiere dejar su balón, por eso convence a Julián y a Poca Luz, sus dos mejores amigos, para que rescatarlo. La cinta en su momento fue premiada en festivales como San Sebastián en España y Tolouse en Francia. El próximo 30 de abril desde las 5:00 pm. también habrá un conversatorio via Facebook con algunos de los miembros del elenco de la película.
Perro come perro es una de las obras más importantes del director Carlos Moreno, así como una cinta clave del cine colombiano de las últimas décadas. Ahora Moreno presenta su más reciente producción titulada Lavaperros, que llegará próximamente a las salas de cine. Es protagonizada por Christian Tappan, Anderson Ballesteros y John Alex Toro y se sitúa en el Valle del Cauca. Don Oscar está en problemas: Según los exámenes médicos es estéril, pero su esposa está embarazada; los obreros de la construcción vecina parecen dedicados a vigilar su casa; Duberney, el nuevo prestamista del pueblo, lo está buscando con sus matones por todo Tuluá. Por eso ha decidido esconderse hasta que baje la marea. Mientras se dedica a aburrirse y a embriagarse en su destartalada finca, la persona menos esperada se encuentra su último tesoro. Será el atontando que cuida y lava los perros de Don Oscar, quien se proponga recuperar el dinero. "Lavaperros por encima de todo es una comedia negra. Ironiza sobre una tragedia moral que vivimos en Colombia. Nosotros en Lavaperros construimos un universo decadente, un universo que se está derrumbando y que lo miramos desde un punto de vista crítico. Lavaperros tiene una semilla crítica respecto a las consecuencias de lo que hemos llamado la revolución del narcotráfico. Después de eso quedó una gran ruina ideologógica y nosotros somos un país en el que toda nuestra corrupción es producto de una moral retorcida. Lavaperros es eso. Tampoco hay una pretensión intelectual muy grande, es ir a ver una película con una carga de humor muy ácido", nos contó su director Carlos Moreno.
¿Cuáles fueron los hechos más destacados del cine colombiano durante 2019 y los que seguramente tendrán mayor repercusión en el futuro? Por Mauro Rivera // @CINEsfuerzoblog Desde que se aprobó en 2003 la Ley del Cine en Colombia, el cine nacional ha crecido a pasos agigantados. No solo por la creciente cantidad, calidad y diversidad de películas que se estrenan año a año, sino también porque la industria del cine nacional está profesionalizándose cada vez más; trabajando con estándares que la han convertido en un jugador internacional. Este crecimiento es tanto el resultado de políticas públicas como de iniciativas privadas, pero también es producto de la ardua trocha recorrida y los logros alcanzados por grandes pioneros. Porque como se dice: hemos llegado hasta acá parados en los hombros de gigantes. Aquí celebramos y honramos, al margen de los estrenos, los cuatro hechos que definieron al cine colombiano en 2019. Inauguración de la Nueva Cinemateca de Bogotá Definitivamente, 2019 no podrá ser comprendido en la historia del cine colombiano sin destacar la construcción y apertura de este Centro Cultural de las Artes Audiovisuales en Bogotá. Un lugar donde, además de la proyección de películas, se albergan espacios para la creación, la experimentación y la preservación del audiovisual. Y que, adicionalmente, lo integra con otras artes gracias a su galería y a una sala para las artes vivas. En el corazón de este espacio hay un gran esfuerzo por fortalecer al cine nacional en aquello que ha fracasado en años recientes: conectarse con su público. Más allá de sus temáticas o sus aspiraciones estéticas, esto se debe mayoritariamente a la marginación a la que la exhibición comercial le ha sometido, pues cada vez le ofrece menos pantallas y tiempo en cartelera, relegándolo a ser un cine casi “invisible” para la mayoría de colombianos. Por el contrario, la Cinemateca le ha dado el tiempo y espacio para que logre hallar a su audiencia. Además, ha abierto espacios de discusión con ese nuevo cine a través de la apertura de espacios de encuentro entre el público y los realizadores. No obstante, tal como lo afirmó el crítico argentino Roger Koza, “este nuevo cine colombiano no podrá ser comprendido en su totalidad si no entra en contraste, a veces en tensión y a veces en continuidad, con el cine nacional hecho en el pasado”. Por eso, dentro de la programación del primer semestre de 2019 en la Cinemateca se organizaron retrospectivas y homenajes que nos recordaron el largo -y muchas veces olvidado- camino que el cine nacional ha recorrido. Desde luego, la suma de todas estas oportunidades es una apuesta pública al mediano y largo plazo para que los cineastas colombianos creen obras que no solo materialicen sus intereses personales, sino que también comprendan el contexto presente, histórico, e incluso regional, del que surgen. ‘Monos’: un salvaje acercamiento a la universalidad de la guerra Cine hecho en Colombia de talla internacional A diferencia de tiempos pasados donde solo se encontraban tres o cuatro programas académicos de estudio audiovisual en el país, ahora hay muchas más opciones de formación profesional y técnica para el área. Y aunque la mejora técnica en el cine local es indudable, muchos de sus profesionales aún no han tenido la oportunidad de medir sus competencias junto a estándares internacionales. Precisamente, promover los servicios profesionales y talento de los colombianos es uno de los objetivos del proyecto Comisión Fílmica Colombiana de Proimágenes, que además promueve a la geografía colombiana como locación para realizar películas. Esta Comisión, hasta la fecha, favoreció la realización de más de 40 películas, dentro de las cuales llama la atención por su envergadura la más reciente: Memoria. Memoria, que se encuentra actualmente en proceso de postproducción y planea ser estrenada en 2020, es la más reciente película del multipremiado director tailandés Apichatpong Weerasethakul, un autor que no solo se motivó a filmar en Colombia por los beneficios fiscales que se ofrecen a quienes producen en el país, sino que principalmente encontró una resonancia entre sus inquietudes artísticas, la belleza paisajística del país y la historia violenta colombiana, tal como lo afirmó para Variety. La importancia de este proyecto en el país no solo es que, por primera vez, un director de tanto prestigio y talento desarrolle su película con una verdadera vocación por entender y aprovechar creativamente el país en el que filma, sino que también el 90% del equipo técnico que participó en el rodaje es colombiano. Un hecho que sin duda valida la calidad de los profesionales del cine colombiano de cara al mercado internacional. Sumado a ello, y aprovechando la visita de Weerasethakul y de la protagonista de Memoria, Tilda Swinton, se realizaron varios encuentros con estudiantes de cine y público en general en la que los artistas compartieron sus experiencias creativas. La muerte de Luis Ospina El 27 de septiembre falleció uno de los íconos más importantes del cine colombiano. El último representante de la “santísima trinidad” -junto con Andrés Caicedo y Carlos Mayolo- del grupo popularmente denominado Caliwood: Luis Ospina. Con su partida, se fue una de las miradas más críticas y desobedientes del cine nacional, quien desde sus primeras producciones Oiga, Vea (1971) y Agarrando Pueblo (1973), demostró una clara convicción por retar la oficialidad, lo que el cine “debería” ser e, incluso, lo que denominamos como verdadero. Como escritor, editor, actor, programador, cinéfilo consumado y director Ospina exploró las posibilidades narrativas y estéticas del cine con ideas que fueron desde la monstruosidad hasta el valor de la verdadera amistad, hecho que quedó manifiesto en su último largometraje: Todo comenzó por el fin. Lo más importante que queda para el cine nacional es su legado. Pues, además de ser alguien con una fijación muy importante por la memoria y el archivo, obsesión que sirvió para dar cuenta de la vida y obra de sus compañeros del Grupo de Cali y de algunas de las obras más importantes de la historia del cine colombiano, fue también maestro de varios de los realizadores nacionales del presente. Entre se destacan varios conocidos como Rubén Mendoza (Niña Errante y Señorita María), Jorge Navas (Somos Calentura) y el montajista Gustavo Vasco. El asesinato de Mauricio Lezama Cuando se mire en retrospectiva el 2019 en Colombia, será recordado, sin duda, como un año en el que la agenda social y política estuvo, particularmente, en el centro del debate. Una de sus memorias más vergonzosas será la sistemática desaparición de líderes sociales. Y precisamente, esta violencia tocó a la puerta del cine colombiano con el asesinato del Consejero Departamental de Cine de Arauca y gestor cultural Mauricio Lezama, en el municipio de Arauquita el pasado 9 de mayo. Para el momento de su asesinato, Lezama estaba realizando el casting para grabar Las luciérnagas vuelan en mayo, un cortometraje ganador del Fondo Cinematográfico Relatos Regionales del Ministerio de Cultura y que daba cuenta de la historia de supervivencia de Mayo Villamizar al genocidio de la Unión Patriótica que ocurrió entre 1984 y 2002. El asesinato de Lezama, del cual aún no se conocen los responsables, es un mensaje negativo para el cine regional colombiano. Ese que, aunque muy pocas veces se puede apreciar en el circuito comercial o incluso en circuitos alternativos, es una ventana expresiva y de desarrollo social para regiones en las que las oportunidades son muy limitadas. En su momento, el rechazo de la comunidad del cine a la desaparición de Mauricio fue contundente. Hubo velatones en distintas ciudades del país y comunicados expresando el malestar y la preocupación por la seguridad de los creadores, cuestionamientos que alcanzaron otro nivel durante el estreno en la Semana de la Crítica de Cannes de Litigante, cuando el equipo de la película dirigida por Franco Lolli, acompañado por el director Ciro Guerra y un grupo de actores y actrices, denunciaron con carteles este triste hecho ante la comunidad internacional. Ahora, además de esperar que se haga justicia en este caso, se encuentra en producción el documental Lez-Ama, que planea homenajear la vida del gestor cultural nacido en Cali y que será dirigido por la realizadora Mónica Moya, quien además de recoger testimonios de amigos y familiares, busca responder también “a otras preguntas que sentía urgentes y por las que nace la idea del documental: ¿Por qué el cine? ¿Qué es esto del cine? ¿Por qué dedicarle la vida al oficio de contar historias?”.
El olvido que seremos, el nuevo proyecto cinematográfico de Caracol Televisión y realizado por Dago Garcia Producciones, fue seleccionado para competir en Cannes, el máximo festival de cine del mundo. Este año, el evento iba a realizarse del 12 al 23 de mayo, pero, a causa de la emergencia sanitaria que vive el mundo por el COVID-19, su versión física fue cancelada y se exploran nuevas alternativas de exhibición. La película está basada en el exitoso libro homónimo del escritor Héctor Abad Faciolince, sobre su padre, el médico y activista Héctor Abad Gómez, asesinado en agosto de 1987 por sus denuncias sobre grupos paramilitares, y sus crímenes contra varios líderes sociales y miembros y simpatizantes de la Unión Patriótica. Su director será Fernando Trueba, ganador del premio Oscar y estará protagonizada por el actor español Javier Cámara, famoso por protagonizar Truman. Está escrita por el periodista y guionista español, David Trueba. Foto: Dago García Producciones. “En Caracol Televisión emprendimos, hace varios años, una carrera decidida y consistente en la producción de cine de calidad. El resultado de esto ha sido nuestra participación en películas como El abrazo de la serpiente, Pájaros de verano y Monos. Con El olvido que seremos tuvimos el reto de llevar al cine una de las obras más importantes de la literatura de habla hispana y lo hicimos de la mano de Fernando Trueba, ganador del Oscar y del brillante actor Javier Cámara; lo mejor del talento colombiano y nuestra experiencia en producción. El resultado nos deja una película entrañable, a la vez íntima y universal”, afirmó Gonzalo Córdoba, presidente de Caracol Televisión. Esta película, que fue grabada en Medellín, Bogotá, Milán y Madrid, se suma a las producciones de Caracol, como El abrazo de la serpiente, primera cinta colombiana nominada a un premio Óscar a Mejor película extranjera, Pájaros de Verano y Monos que han recibido varios reconocimientos a nivel internacional.
Aunque tiene la mala suerte de estrenar en el día de una de las movilizaciones civiles más importantes de los últimos tiempos en Colombia, Franco Lolli estrena su segunda y maravillosa película este 21 de noviembre. Luego de pasar con éxito por el Festival de Cannes 2019, Litigante llega a la cartelera nacional. ¡Vayan a verla! Por Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti En Colombia se ha vuelto un lugar común, un horroroso cliché presente desde columnas de opinión hasta camisetas “buena onda”, hablar de que “los buenos somos más”. Afortunadamente el cine, entre varios ejemplos de obras artísticas, se ha encargado de desbaratar esta caricaturesca división demostrando la complejidad humana, donde el “malo” no lo es del todo y el “bueno” también carga acciones de odio, codicia y violencia: un ejercicio esclarecedor para desdibujar también otro cliché de nuestros días, la “polarización”. A través de sus dos películas y un par de cortos, el colombiano Franco Lolli ha sabido demostrar y resaltar estos limbos morales. En el 2015, con Gente de bien, abrió la mirada sobre la discriminación entre clases sociales de una manera inocente, divertida y desparpajada, poniendo la historia desde el punto de vista de unos niños. Ahora, con Litigante (película que estuvo en la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes 2019, evento en el que Lolli y su elenco aprovecharon para recordar el asesinato de líderes sociales en el tapete rojo), la historia habla de la inminencia de la muerte, de lo rápido que podemos pasar de ser víctimas a victimarios, y de las luchas que cada uno carga a diario. Litigante es un nítido y preciso retrato de la cotidianidad y ese se ha vuelto un mérito de Franco Lolli, quien arma escenas tan creíbles y dolorosas que es inevitable sentirse identificado; puede ser con la agonía de un ser querido, puede ser por una pelea de pareja, puede ser por el agobio de sentir que todo está en contra. Para Lolli este es un elemento clave para el que incluso ya tiene métodos que le han sido útiles. Por ejemplo, a los actores –en su mayoría naturales en esta oportunidad– no les dio un guion completo sino una sinopsis general de la historia. Únicamente su protagonista, la escritora, docente y columnista Carolina Sanín, conocía en detalles los hechos; los demás recibían indicaciones sobre el comienzo, intermedio y fin de cada escena para decir en sus propias palabras lo que la escena requería. Si a Lolli no le gustaba alguna línea pedía la repetición. Además, las escenas fueron lo más verídicas posibles; una cena de amigos se siente cálida y entrañable porque los personajes se conocían de antemano, porque el director les permitió hablar de lo que quisieran, y porque comieron y bebieron como en una verdadera noche de amigos. Gracias a esta verosimilitud, a la sinceridad de la historia, la película tiene unos personajes sólidos con los que es fácil identificarse y por los que se puede sufrir. Su protagonista, Silvia, es una abogada/madre/hija/novia que queda enredada en un caso de corrupción, mientras su mamá está padeciendo un cáncer, y además está comenzando un romance. Además de Silvia, las coprotagonistas son su mamá (Leticia Gómez, madre de Franco Lolli en la vida real) y su hermana (interpretada por la curadora de arte Alejandra Sarria); Lolli no solo se midió a contar una historia compleja y cotidiana, sino que también creó tres personajes femeninos de texturas completamente diferentes. Franco Lolli confiesa que "me daba miedo que a la película la criticaran por la visión de la mujer. Tengo un hater en Twitter que es muy bueno y que escribió una cosa muy chistosa: que en el 2014 Franco Lolli nos enseñó lo que es ser pobre y en el 2019 nos va a enseñar lo que es ser mujer. El tweet es bueno pero no trato de enseñarle nada a nadie y parto de una humildad de decir 'yo tampoco sé', voy a mostrar lo que veo, pero para hacerlo y no ver estúpidamente me rodeé de muchas mujeres. Carolina, Leticia y Alejandra, para empezar, las dos coguionistas –Marie Amachoukeli y Virginie Legeay– son mujeres, así como la productora Sylvie Pialat. Es muy bonito que la única crítica que no he recibido y sé que no voy a recibir es sobre cómo represento a la mujer, porque lo hago desde un sitio donde les dejo a las actrices ser ellas mismas, representar a sus personajes desde su propia convicción del mundo". La fuente de la inspiración para Lolli es parte de la clave para entender de dónde y cómo surge su cine. No se aferra a discursos o a historias, sino que deja que la vida lo vaya sorprendiendo a través de imágenes o momentos. Para Litigante una de las primeras luces fue una foto del álbum familiar donde vio a su mamá embarazada, con barriga gigante y cara feliz pero inquieta. Ahí nacieron las preguntas sobre la maternidad, el cáncer que su madre también había padecido, una relación que le salvó la vida porque estaba en una depresión, y la belleza en la adultez. Lo valioso de cintas como Litigante es que permiten al espectador común y corriente, al citadino que va a las salas de cine a ver películas, encontrar relatos que le ayudan a hacerse preguntas sobre su cotidianidad; algo en lo que el cine gringo triunfa y que explica en parte por qué hay tanto desequilibrio en la acogida y el número de espectadores de cada lado. En este punto de su corta carrera Lolli confirma ser un gran narrador de historias, lo cual no es poca cosa, pero sería bueno verlo tomar mayores riesgos visuales, narrativos o de puesta en escena. Por ahora Lolli tiene claro su método y afirma que no puede forzar algo que no siente: "el cine demasiado contemplativo me da un poco de pereza porque me aburro viéndolo yo. A mí me seducen más las caras, los cuerpos, la risa, los gritos. Voy haciendo lo que me va saliendo y gustando, no soy el mismo cineasta de Gente de bien, hay cosas comunes, pero esta es más precisa, colorida o hasta expresionista. En la próxima película tal vez haga escenas de sueños, en este guion tenía hasta cierto punto, pero al final las quité". De todas formas con Litigante Lolli ratificó que es uno de los cineastas más interesantes que tiene Colombia hoy en día. Ojalá el gran Paro Nacional no afecte su tiempo en pantallas.
Afuera del tiempo, una historia de amor sobre viajes en el tiempo hecha en Colombia, llegará a las salas de cine el próximo 14 de noviembre. Es una revisión muy realista, trágica, cómica y muy inteligente sobre las relaciones amorosas. Es una comedia romántica, pero también es una tragedia romántica, nos reímos de ella, claro, pero la padecemos porque lo que le pasa al protagonista también nos pasó alguna vez en nuestras vidas. Es protagonizada por Manuel José Chávez, quien interpreta a Ricardo. Él siempre le ha terminado a todas sus novias, pero una se le adelanta justamente cuando él le propone matrimonio. Se trata de Sara, una mujer que simplemente no lo quiere, pero para que Ricardo se dé cuenta de esa realidad, debe pasar por las peores rupturas de ella una y otra y otra vez. Luego de la primera terminada, Roberta, hermana de Ricardo, le propone visitar a un doctor que al parecer tiene un método radical que lo hará sentir mucho mejor, y lo tiene: es un tratamiento experimental que devolverá a Ricardo atrás en el tiempo para que intente arreglar sus cosas con Sara y así poder recuperarla.
Entre agosto y diciembre de 2019, habrá una temporada de exhibiciones especiales de cine colombiano en 16 departamentos del país. La Temporada Cine Crea Colombia exhibirá 15 títulos del cine nacional que conforman la preselección de los Premios Macondo, galardón que premia año tras año lo mejor del cine colombiano a través de la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Las películas estarán en salas de todo el país, festivales de cine, escenarios académicos, presentaciones al aire libre y algunos largometrajes disponibles en www.retinalatina.com. Todas las funciones serán de entrada libre con inscripción previa en CineCreaColombia.com. Además habra 4 cineconciertos en Bogotá, Cali, Bucaramanga y Medellín. La Temporada no es un llamado a ponernos la mano en el pecho y ver cine colombiano solo por el simple “mérito” de ser producido en casa. Al contrario, “es la oportunidad para encontrar relatos que se ocupan de nuestras realidades, tan complejas y cercanas que nos permitirán instaurar preguntas para entendernos mejor”, asegura Claudia Triana, Directora de Proimágenes Colombia. “Esta es una invitación a todos los colombianos, para que se sumerjan en estas historias, provenientes de todos los rincones del país y que involucran todo tipo de géneros, mostrando así que todos cabemos y nos podemos ver en el cine colombiano”, señala Triana. Toda la programación, y más información sobre las películas en CineCreaColombia.com.
Aunque hoy, en época de distanciamiento nos parezca increíble, hubo un tiempo en el que en los conciertos (sí, íbamos a conciertos y estábamos muy cerca todos de todos) se formaban círculos de puñetazos, codazos y patadas. Esta es la historia del pogo. ¿Qué es y cómo nació el pogo? El pogo se convirtió en un código tácito en todos los conciertos en los que la música es agresiva y ruidosa. Es un ritual catártico en donde todas las tensiones y frustraciones se liberan. ¿Cómo nació?El antecedente del pogo, como lo conocemos hoy, surgió entre los 50 y 60 con el ska y el skanking, un estilo de baile caracterizado por un movimiento similar a estar corriendo, pero con golpes de puño y patadas más agresivas. Pronto el punk se apropió del skanking. La palabra pogo se refiere específicamente a un movimiento que consiste en saltar arriba y abajo en el mismo sitio. Su nombre viene de lo parecido que es a saltar en un “pogo stick”, un popular juguete usado para saltar que existe desde comienzos del siglo XX.El pogo se convirtió en uno de los pasos insignia del punk, pues la mayoría de conciertos y toques se hacían en bares pequeños, garajes y lugares en los que no había escenario y la banda estaba al mismo nivel del público. Esto implicaba que, para ver mejor, había que saltar.Gracias a la película The Filth and the Fury se popularizó el mito de que Sid Vicious había inventado el pogo. Sin embargo, dado lo básico del movimiento y su conveniencia en los shows, es difícil atribuírselo a una sola persona.El skanking y el pogo evolucionaron en lo que en inglés se llama “moshing”, lo que conocemos normalmente como pogo: una especie de baile en el que varias personas se empujan y golpean. Los primeros registros que se tienen de "moshing" son de finales de los 70 y comienzos de los 80, en los conciertos de la escena hardcore punk. Dentro del mosh también se popularizaron otros movimientos, como el llamado slam dancing, en el que un miembro de la banda se lanza al público.“En el hardcore, la banda y los fans estaban al mismo nivel. Por eso es que lanzarse al escenario estaba bien, porque eras uno con la banda”, explica Steve Blush, autor de American Hardcore en el documental The Social History of the Mosh Pit.Para Steve Martin, antiguo miembro de la banda Agnostic Front, la primera banda en hablar de moshing en el escenario fue Bad Brains, a comienzos de los 80. “Creo que ellos fueron los primeros en darle ese significado porque fueron los primeros en traer esa fusión punk-reggae que llegó al hardcore. Antes de eso, le decían Skanking”, explica Martin en el libro The Violent World of Moshpit Culture, de Joe Ambrose. En 1981 se lanzó el documental The Decline of Western Civilization, que mostró el nacimiento de la escena punk californiana y tuvo algunos de los primeros registros en video de moshing. El departamento de Policía de Los Ángeles escribió una carta para que el documental no volviera a ser mostrado en la ciudad. En Nueva York, un concierto de Black Flag de ese mismo año es recordado como el primero con mosh en la gran manzana.La popularización del pogoEl debut televisivo del mosh en Estados Unidos fue en 1981 con la presentación de la banda Fear, en Saturday Night Live, lo que sin duda lo dio a conocer a una audiencia más amplia. Durante el resto de los 80, el moshing se convirtió en el ritual insigne en la escena underground y pronto los metaleros también empezaron a incorporarlo en sus toques, como lo demuestra el video de Anthrax, Caught In a Mosh.Scott Ian, guitarrista de Anthrax, afirma: “La primera vez que vi moshing en un concierto de metal fue cuando Anthrax tocó en el Ritz en 1985. Definitivamente nosotros lo trajimos al heavy metal. Tengo que tomar algo de responsabilidad por eso”.Aunque el moshing era muy popular en la escena underground, varios factores ayudaron a que se conociera masivamente. El primero fue la creación de Lollpalooza en 1991, que reunió en un gran escenario a púbicos que tradicionalmente se reunían en sitios más pequeños. El segundo fue la llegada del video de Smells Like Teen Spirit, de Nirvana, que se convirtió en uno de los más importantes de la década.La banda Sick of It All a menudo es citada como la creadora de una de las variantes más extremas: el muro de la muerte, en el que el público se divide en 2 para posteriormente unirse en un momento explosivo. Sin embargo, su vocalista afirma que lo replicó de los conciertos de la escena hardcore de los 80.El moshing llegó al grunge y al rock alternativo y continuó su expansión en los noventa. Aunque para quienes están fuera del pogo puede parecer algo caótico, para quienes están adentro existen ciertas reglas implícitas de convivencia: no dar lo que no se está dispuesto a recibir, no empujar a quienes no quieren participar, y ayudar a quien se caiga. Por supuesto, no todos están dispuestos a cumplirlas y las lesiones graves se hicieron frecuentes.Fugazi se hizo conocida por confrontar individualmente desde el escenario a los miembros del público que hicieran moshing. “Mira, los 'slam dancers' tienen una forma de comunicación: la violencia. Así que, para desorientarlos, no les das la violencia, sino que les dices: 'Disculpe, señor'. Eso los aterra. 'Disculpe, señor, ¿podría cortar esa basura?', dijo en una entrevista Ian Mackeye, vocalista de la banda.Lanzada en 1992, la canción The Men’s Movement de Consolidated recopila grabaciones de personas dentro de los moshing con el fin de demostrar su carácter violento.Luego de que 2 personas que murieran tras ser alcanzadas por el mosh pit en conciertos de Smashing Pumpkins, la banda se pronunció al respecto. “Yo y nosotros, públicamente tomamos una posición contra el moshing”, declaró Billy Corgan, vocalista.Los mosh se convirtieron también en fachadas para la discriminación. “Por alguna razón, la música hardcore atrae a muchos neo nazis y supremacistas blancos” declaró en una entrevista Pete Koller, de la banda Sick Of It All. Una vez tocamos en Pensilvania en un barrio de clase trabajadora con Sepultura en el 91 y escaló en un motín. Nos decían: “amantes de los negros, vuelvan a Nueva York”. Koller añade que en una gira del 93 tuvo que meterse en un mosh para evitar que golpearan a un fan mexicano.Layne Staley, vocalista de Alice in Chains, vio cómo un neonazi en Suecia atacaba a quienes estaban en los mosh pits. Tras identificarlo, lo llamó al escenario y le propinó un golpe en la cara frente a todos los asistentes mientras afirmaba "los malditos nazis se mueren". En Colombia, con el primer Rock al Parque también hubo un registro temeroso. La prensa de esa época reportó que los asistentes practicaban un “baile que consiste en empujarse”, y que el colectivo Fuerza de paz estaba ahí para evitar que las cosas “se salieran de control”. Pero el momento en el que el pogo ganó más visibilidad fue en conocido Woodstock 1999, recordado por los desmanes y hasta violaciones por parte del público. El moshing en todas sus variantes y sus fans fueron estigmatizados por los medios.En el 2000, en su programa satírico The Awful Truth, Michael Moore creó un “moshpit portátil” en la parte de atrás de un camión e invitó a los precandidatos presidenciales del momento a unirse, al ritmo de Rage Against the Machine. Solo uno lo hizo, el republicano Alan Kayes. En el debate con los demás candidatos de su partido, ellos hablaron al respecto: “¿Cómo fue estar en el mosh pit?”, le preguntó George W. Bush. Su contendor Gary Bauer lo usó en su contra y se refirió a Rage Against the Machine como "The Machine Rages On" y dijo que el grupo era “anti familia, a favor de policías, y pro terrorista”.Aunque el moshing ya dejó de ser algo novedoso, sigue generando debate. “Creo que, especialmente en Estados Unidos, el moshing se ha convertido en un tipo de bullying. El tipo grande se para en el medio y arrasa con los pequeños que se acerquen. Ya no hacen bien el moshing. Eso apesta porque no se trata de eso. Esas personas deben ser expulsadas. Un mosh correcto es una buena forma de estar en grupo, bailar y hacer lo tuyo”, explica Chris Fehn, baterista de Spliknot en entrevista con Loudwire. Aunque existan asociaciones negativas, lo cierto es que el pogo se mantendrá como el ritual por excelencia de la música más pesada y a punta de puño y "pata" se mantiene como la principal forma de catarsis del rock.
Aunque es frecuente que conozcamos a los pioneros del rock en el Reino Unido, Estados Unidos, México y Argentina, cuando se trata de Colombia a menudo no tenemos claro cuáles fueron esas bandas que iniciaron el movimiento en nuestro país. Llegó el momento de hablar de rock colombiano.Recomendado | “Las mujeres son el futuro del rock latinoamericano”: Gustavo Santaolalla, productor musical argentinoFelipe Arias (historiador e investigador), Jacobo Celnik (periodista musical) y Tania Moreno (ex integrante de la banda Génesis), ratifican que, contrario a lo que muchos piensan, en Colombia sí hay una historia que rescatar de los inicios del rock porque lo que ocurrió en la década de los 60 fue la semilla para que las futuras generaciones recibieran respaldo y apoyo.Para leer | 'Rompan todo': la respuesta del curador de Rock al parque sobre las pocas menciones del festivalFRASES DESTACADAS DE LA CONVERSACIÓN“Hubo un entusiasmo enorme en los 60 con discos, conciertos y eventos, pero de repente se desinfla porque hubo una estampida de músicos. Las disqueras soltaron el rock porque ya no lo consideraban importante a pesar de tanto dinero que recibieron”: Tania Moreno“Acá se tiene un total desinterés por la memoria histórica del rock colombiano, es lamentable. Defino los años 60 como un gran romanticismo por parte de los músicos, que hicieron grandes esfuerzos tocando puertas. Fueron una semilla que dejaron cosas muy valiosas, en los setenta aparecieron bandas muy valiosas y los ochenta fueron más interesantes”: Jacobo Celnik“Celebro que existan iniciativas como el documental Rompan Todo, con todo y las críticas que un sector importante del público ha hecho. Es algo que nos ha puesto a hablar del tema, por un lado, del rock latinoamericano, pero también del rock colombiano y del potencial que tienen los archivos que han documentado esta historia”: Felipe Arias.Para ver | ¿Por qué Bogotá es una ciudad tan metalera?Recomendado: Racismo en Colombia, industria musical y los ecos del Black Lives Matter¡La música nos une!
Desde su creación en 2010, el Festival Centro ha buscado consolidar una oferta de sonidos diferentes, incluyentes y plurales, marcando así el inicio de la programación cultural en Bogotá. Este año, en alianza con Teatro R-101, el Festival cuenta con un cartel de 20 agrupaciones y artistas musicales: 10 del centro de Bogotá, 7 nacionales y distritales y 3 internacionales, además de una completa franja académica.La FUGA orientó sus esfuerzos en la reactivación del sector de las tres localidades del centro, haciendo honor al nombre del Festival. En diciembre, del 2020, escogieron las agrupaciones que harían parte de la franja especial dedicada al centro, la FUGA abrió una convocatoria pública que contó con la participación de más de 80 bandas y agrupaciones. Un grupo de curadores invitados, integrado por Chucky García, Mariangela Rubbini y Juan Sebastián Basto, seleccionó a las agrupaciones Curupira, Lika Nova, Ensamble Baquiano, Hombre de Barro, Flor de Jamaica, Kubango, Mismo Perro, Aldo Zolev, Cescru Enlace y Los Ministriles.La cuota colombiana la completan Frente Cumbiero, LosPetitFellas , Romperayo, El Quinteto Leopoldo Federico, y Dafne Marahuntha, El público infantil también tiene su espacio con el Homenaje a Tita Maya y Cantoalegre, que contará con invitados nacionales e internacionales. Luz Mercedes Maya, más conocida como Tita Maya, es una profesora, compositora y maestra musical que creó la Corporación Cantoalegre y compuso más de 200 canciones infantiles y diversos materiales como libros y cartillas. Y finalmente, como Festival sin fiesta no es festival, La Recontra llega con sus sonidos difíciles de clasificar pero sencillos de gozar, con una rumba muy colombiana.Los invitados internacionales del festival son: Javiera Mena de Chile, La Bruja de Texcoco de México y Escalandrum de Argentina. Javiera Mena ha dado con la fórmula disruptiva para lograr un lugar en el pop bailable de la industria latinoamericana. Por su parte, La Bruja de Texcoco, Octavio Mendoza, es amante de la transfeminidad y de la tradición mexicana; y Escalandrum, creada por Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del famoso Astor Piazzolla, llega con su fusión de jazz, tango y folclore como parte del homenaje a Astor Piazzola en los cien años de su nacimiento.Reconociendo la importancia de los referentes formativos distritales, el Festival también presentará un espacio para visibilizar procesos que adelantan diferentes entidades para fortalecer los talentos de niños, niñas y jóvenes. Por esta razón, se exhibirán en la tarima virtual los resultados del programa Vamos a la Filarmónica, que realiza procesos de formación musical a través de los Centros Filarmónicos Escolares, los Centros Filarmónicos Locales y Hospitalarios y la Orquesta Filarmónica Pre juvenil. También estará presente el programa Crea del Idartes, que busca ampliar las oportunidades para el disfrute y la apropiación de las prácticas artísticas en los diferentes ámbitos comunitarios.Como ya es costumbre, el Festival Centro contará con una agenda académica que abordará la relación de la música con áreas como la filosofía, el cine, el teatro, las artes visuales y la literatura. Dentro de los invitados se encuentran el periodista argentino Tomás Balmaceda, que ha escrito en medios como La Nación, Clarín y Página 12; Juancho Valencia, el líder de la agrupación Puerto Candelaria; el director y dramaturgo Johan Velandia, la artista Carmen Gil y el periodista Jaime Andrés Monsalve, entre otros.
Con la dirección musical de Alejandro Muñoz, Juancho Torres y su Orquesta llevan 26 años rescatando el folclor de la costa Caribe y representando a nivel nacional e internacional la música colombiana. Cada jueves, en Teatro Digital se estrenará un nuevo espectáculo que se podrá ver durante una semana a través de la página y la cuenta oficial de Facebook del Teatro Mayor.A través de esta plataforma, el Teatro Mayor retransmitirá del 21 al 28 de enero la Gala del porro, que tiene como protagonista a Juancho Torres y su Orquesta.Juancho Torres fue un compositor, director y uno de los músicos más representativos del folclor colombiano. Nació en Sincelejo, se formó en Inglaterra y se encargó de construir un legado enfocado en destacar los ritmos del caribe.El pasado noviembre del 2020, el escenario del Teatro Mayor recibió a la agrupación Juancho Torres y su Orquesta en el marco de la Gala del Porro, un evento que homenajea este género musical.Actualmente, la agrupación cuenta con la dirección musical de Alejandro Muñoz Garzón y su directora general es la hija de su fundador, Juliana Torres Berrocal. Con más de 20 años de trayectoria artística, esta orquesta pondrá en escena un repertorio lleno de canciones inolvidables, como Carmen de Bolívar y María Varilla.La programación de la plataforma está dividida en cuatro franjas: Lo nuestro, con presentaciones de los grandes referentes de las músicas colombianas; Grandes espectáculos, que destaca los montajes de gran magnitud que han pasado por la programación del Teatro Mayor; Armonía Sura, que agrupa los grandes conciertos de las orquestas de música clásica más importantes del mundo, y Ventana de América, compuesta por espectáculos de la red de teatros de Ola Ópera Latinoamérica.Adicionalmente, el Teatro Mayor continuará con sus campañas de contenidos digitales de la Teatropedia, un programa de responsabilidad social en alianza con Sura que ofrece contenidos pedagógicos a través de diversas piezas, y la franja #15MINBienestar, en la que los bailarines de la Compañía de Danza del Teatro Mayor ofrecen clases virtuales diarias.
La organización del Hay Festival en Colombia, evaluó la situación del país y comprometidos con el cuidado del público, tomó la decisión de celebrar los festivales de Cartagena, Medellín y Jericó, de manera virtual, la totalidad de sus eventos serán exclusivamente de manera digital y sin costo.Desde distintos rincones de Colombia y del mundo, adultos y niños podrán participar a través de una plataforma de fácil acceso, donde cada persona podrá enviar sus preguntas para contribuir a importantes conversaciones sobre literatura, ciencia, medioambiente, arte, el sector del libro, actualidad, infancia, entre otros.Las personas deben registrarse gratuitamente en las páginas de cada festival y recibirá la confirmación vía email. Prepararse para disfrutar virtualmente de un sinnúmero de actividades entre el 22 y el 31 de enero. La decimosexta edición de Hay Festival, no tendrá eventos presenciales.Así, la programación de Jericó, que se llevará a cabo entre el 22 y el 24 de enero, podrá consultarse en Hay Festival Jericó ; para inscribirse a las actividades que se llevarán a cabo entre el 25 y el 28 de enero como parte de la programación de Medellín, se debe ingresar a Hay Festival Medellín, y finalmente para inscribirse a la programación de Cartagena, que se realizará entre el 28 y el 31 de enero, se deberá visitar la página Hay Festival Cartagena.“El Hay Festival estará presente, de manera digital, acompañando a Jericó, Medellín, Cartagena, a y toda Colombia, para mantener viva la conversación, y hacer un llamado toda la ciudadanía para que sigan apoyando la cultura y el pensamiento a través del programa del Hay Festival.”, afirmó Cristina Fuentes La Roche, directora Internacional del festival.Como adelanto, además, el Hay Festival cuenta con contenidos digitales extra en su página web, disponible ya para dar pie a conversaciones que llevarán a seguir imaginando el mundo. Revise la programación aquí.