Draco Rosa, Rubén Albarrán, Los Mirlos, Muerdo, Dawer X Damper, Mabiland, Mitú, Velandia & La Tigra, entre otros talentosos proyectos musicales, serán parte de la programación oficial de Colombia Al Parque en el marco de sus primeros 20 años. La Alcaldía Mayor de Bogotá y el Instituto Distrital de las Artes - Idartes anuncian que en 2022 vuelven recargados los Festivales al Parque, luego de una ausencia por dos años. Rock al Parque, Salsa al Parque, Jazz al Parque, Hip Hop al Parque y Colombia al Parque volverán a ser el centro de la movida musical de la capital y darán la oportunidad a la ciudadanía de disfrutar de la música en vivo no solamente en los parques, sino en diferentes sitios que ponen a Bogotá como escenario.¿Cuándo es Colombia Al Parque en Bogotá?Colombia al Parque se realizará del 24 al 27 de febrero y trae consigo varias novedades. Por primera vez, se añade un cuarto día a su programación, con más de 30 artistas que circularán por diferentes escenarios como el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, el Teatro Al Aire libre La Media Torta y el Parque El Lago (Parque de los Novios), su tradicional espacio.Como abrebocas a Colombia al Parque 20 años, entre el 16 y el 20 de febrero se inaugura la iniciativa Bogotá como escenario, que llevará conciertos y actividades culturales a espacios no convencionales y será protagonista en el marco de los Festivales al Parque.Programación Oficial de Colombia Al Parque 2022además de artistas invitados nacionales como Mabiland, Dawer x Damper, Mitú, Velandia y la Tigra, Yeison Landero, el heredero de la cumbia, y Ecstatic Dance, que guiará una sesión de baile para la liberación mental, física y emocional, Colombia al Parque tendrá varias agrupaciones extranjeras. Los Mirlos y el Grupo Alturas de Perú, Mula de República Dominicana, Muerdo de España y La Bruja de Texcoco de México y la legendaria Orquesta de Pérez Prado, el Rey del Mambo, que traerá a Rubén Albarrán como cantante invitado, se encargarán de la diversa muestra internacional.Toda la programación oficial y los escenarios confirmados están en https://colombiaalparque.gov.co/2022¡La música nos une!
Rompan todo se estrenó el pasado diciembre en Netflix, dirigida por Picky Talarico y con la producción del legendario músico argentino Gustavo Santaolalla. Esta serie documental, que estuvo como una de las más populares de la plataforma en Colombia por varias semanas, hace un recorrido por varias décadas de historia del rock latinoamericano. La serie habló de uno de los conciertos más memorables de la historia colombiana: El concierto de conciertos, que ocurrió en 1988. Sin embargo, aunque se usan imágenes de apoyo de Rock al parque (así como de otros festivales musicales de Colombia), la serie no profundiza en el nacimiento del festival bogotano, que se mantiene como el más grande de Latinoamérica en modalidad gratuita. Chucky García, curador del festival desde hace varios años, se pronunció al respecto en su cuenta de Twitter. "No hacemos Rock al parque para figurar en documentales. Cuando digo "hacemos" me refiero a Bogotá, a cada habitante que ha asistido durante uno o sus 25 años de historia; a su Alcaldía Mayor y al Idartes (su principal doliente en materia de organización); artistas, medios, aliados, patos y hasta críticos acérrimos. Los miles de logísticos, los que se han partido el lomo montándolo y desmontándolo cada año en el parque Simón Bolívar, toda la gente que trabaja en sus tarimas y los gestores de convivencia que ayudan a que la fiesta suceda en paz". "Lo hacemos porque es la conquista de un territorio, un patrimonio, una marca de Bogotá y, aún más importante, un reflejo de sus anhelos, contrastes, clima, transformación y terquedad. Se trata de defender y reivindicar el evento que mejor conserva la memoria musical del Distrito", afirmó García, quien agregó que Rock al parque fue "el primero que habló de paz, mucho antes de que se inventaran esos conciertos en las fronteras o en "potreros organizados"". García añadió: "Su presupuesto es limitado y nunca ha sido exorbitante, y su moneda de cambio y gran capital es el público. Y en ese sentido, que en su primera edición reuniera 80 mil almas y en la última 340 mil, demuestra que cuida bien y se preocupa porque cotice al alza en beneficio de todos y no de unos pocos. Y no es un secreto sino algo de público conocimiento, dentro y fuera de Colombia". "Con mención o sin mención, de nuestro lado y como dijo Súper O, ¡Hemos cumplido!", finalizó García. Sin duda Rock al parque dejó una huella imborrable en Latinoamérica, sí no se mencione en el documental.
No hay un solo texto en internet que documente lo que pasó el domingo 15 de octubre de 2006 en el festival Rock al Parque. Lo cierto es que decenas de asistentes y policías terminaron heridos. Uno de los más graves, Andrés Orjuela, decidió contar por primera vez qué pasó ese día y cómo su vida cambió radicalmente. Por William Martínez Todo estaba dado para vivir uno de los mejores Rock al Parque de la historia. La edición 12 del festival, realizada entre el 14 y el 16 de octubre de 2006 en el Parque Simón Bolívar, en Bogotá, estrenó un sistema de audio importado (150.000 vatios), cuya instalación y control requirió la contratación de ingenieros estadounidenses. Para los artistas, la organización creó una zona VIP de camerinos, que contaba con muebles, salas de alimentación y espacios para prepararse antes de saltar a tarima, algo muy distinto a las simples carpas donde ellos aguardaban su turno en años anteriores. Rock al Parque 2006 también inauguró un escenario alterno, denominado Lago, para 20.000 espectadores, y un pequeño escenario en la Carpa Distrito Rock, donde tocaron bandas locales que nunca habían pisado las tablas del festival. Por primera vez, el evento ofrecía tres tarimas. Y el cartel no se quedó corto ante las grandes novedades. Los headliners fueron Horcas (Argentina), ícono del heavy metal latinoamericano, Death by Stereo (Estados Unidos), una de las agrupaciones de hardcore punk más populares del momento, y Manu Chao (Francia), quien abandonó la tarima de la Plaza de Eventos con un coro eterno que retumbaba: 'Olé, olé, olé, olé; Manu, Manu'.¿Qué pasó entonces? ¿Por qué la edición 12 de Rock al Parque se volvió mítica por sus niveles desbordados de violencia? ¿Por qué, por primera y única vez en la historia del festival, la organización tuvo que parar un concierto (el de Pornomotora, cerrando el domingo)? Aunque 720 periodistas, entre ellos 52 extranjeros, lo cubrieron, no hay una sola pieza periodística en internet que documente lo que ocurrió el domingo 15 de octubre de 2006, mientras que los periódicos de la época sólo recogen cifras oficiales de las riñas. Para entender lo que sucedió, debemos fijar la mirada en el cartel de ese domingo.El cartel juntaba el mismo día y en el mismo escenario a Panda, una agrupación mexicana insignia para los ‘emos’ que tocaba por primera vez en Colombia, y tan solo 13 días después de haber lanzado al mercado su popular Amantes sunt amentes, con bandas de pop punk en pleno furor como División Minúscula y Don Tetto, con bandas de punk más tradicionales como Pornomotora y La Pestilencia, y con bandas de hardcore como la ya mencionada Death by Stereo. ¿Podía salir bien ese cóctel tan diverso? En la Bogotá de comienzos del 2000, plagada de la rivalidad entre tribus urbanas por motivos ideológicos, estéticos y musicales, definitivamente no.Andrés Orjuela, una de las 83.000 personas que asistieron el domingo 15 de octubre al Parque Simón Bolívar, perdió su ojo derecho en medio de una batalla campal. Tras 14 años de silencio, en los que nunca habló públicamente del hecho, decidió contarnos qué pasó ese día y cómo su vida cambió desde entonces.Este es un monólogo basado en la larga conversación que tuvimos con él. Los punkeros y los hardcoreros se enfrentaban, y los policías no hacían nada. Las personas de logística les gritaban: “¡Deténganlos! ¡Hagan algo!” Y uno de los policías les respondió: ‘¡Déjenlos que se maten! ¡Si ustedes se meten, nos los cargamos!” Roberto Barriga, un amigo que había viajado desde Barranquilla a Rock al Parque, vio cuando el parche punkero lanzó una pata removible de una valla de seguridad. Otro amigo, Dairo Salazar, vio esa pata volando hasta desplomar a una persona. Escuchó un golpe seco, como si hubieran dejado caer una piedra muy pesada al pasto. Él fue a socorrer a esa persona. Era yo, pero él no me reconoció. Eso me contó después. No me reconoció porque al girar mi cabeza vio que tenía la mitad de la cara aplastada. Supo que era yo por mis tenis: unos Converse negros con cordones de calaveras. Pensó que me iba a morir porque me estaba ahogando con la sangre y se puso a llorar sobre mi pecho. Escuché el grito de mi amigo barranquillero: “¡Cómo son capaces de quedarse mirando!” Me alzó al hombro y me llevó a una carpa de la Cruz Roja. Allá me vendaron toda la cabeza. Eran pasadas las 8:00 de la noche y la ambulancia solo llegó tres horas después. David Niño, mi mejor amigo de la universidad, firmó unos papeles como mi acudiente y arrancamos para el Hospital Simón Bolívar. En octubre de 2006, cuando pasó todo esto, yo escuchaba hardcore y tocaba la guitarra en una banda de metalcore llamada Kontragolpe. Hacía segundo semestre de Ingeniería Topográfica en la Universidad Distrital y trabajaba en bares de rock los fines de semana en el área de seguridad. Vivía solo en una habitación en el barrio Kennedy de Bogotá. Tenía 24 años. Desde 1998 iba a Rock al Parque. Era un espacio en el que me sentía completamente libre de vestirme, peinarme y expresarme como quisiera. En 2006, el festival abrió un nuevo espacio para bandas emergentes, la Carpa Distrito Rock, y en el cartel estaban los amigos de Dar a cada uno lo que es suyo. No recuerdo que una banda de hardcore se hubiera presentado antes en Rock al Parque. Esa fue mi motivación especial para ir ese domingo.Pasé toda la tarde en la Carpa Distrito Rock. Allá me encontré con mis compañeros de banda y mucha gente conocida del parche hardcore. Cuando tocó Dar a cada uno, la energía era muy chévere, pero la organización decidió parar el toque. Un parche de punkeros estaba lanzando botellas, tijeras y otras vainas contra la carpa. Había rumores de que se querían meter para acabar con todo adentro. Por esos años estaba prendida la rivalidad entre las escenas punk y hardcore. Cuando mezclaban bandas de ambos géneros en los toques, solían armarse enfrentamientos. Evacuamos la carpa y pensé que la cosa no pasaría a mayores. Yo había quedado de encontrarme con una amiga en la entrada del festival. Al regresar, unos amigos me dijeron que me había perdido de severa pelea entre punkeros y hardcoreros. Los punkeros, tomados y drogados, habían estado levantando emos y peleando con otros parches durante toda la tarde. Era un grupo grande, de 70 u 80 personas. En medio de la pelea, un punkero cayó al suelo de un puño. Varios se le fueron encima para rematarlo. El tipo como pudo salió corriendo.Como el plan de mi grupo era ver a la banda estadounidense Death by Stereo, tomamos camino hacia el Escenario Lago y allá nos acomodamos. De ahí en adelante no recuerdo más. Lo que conozco y le contaré es basado en lo que me dijeron mis amigos después. El punkero que había sido golpeado unos minutos antes volvió con todo su parche para desquitarse. Yo estaba hablando con alguien de espaldas al enfrentamiento. Del parche punkero lanzaron la pata removible de la valla de seguridad y, en un acto de reflejo, yo giré la cabeza y me impactó en el lado derecho de la cara. Si no la hubiera girado, posiblemente habría muerto, porque el tubo me hubiera pegado de lleno atrás de la cabeza.Mientras iba en la ambulancia, el vocalista de mi banda, Steve Ortiz, fue a la casa de mis papás para darles la noticia. Tal vez, sin querer, no lo hizo de la manera más sutil. Mi mamá estaba con mi hermano sacando la basura y él les dijo: “Si quieren estar con Andrés, está en el Hospital Simón Bolívar”. Ella se desmayó. Mi papá, sin dinero en el bolsillo, cogió como pudo para el hospital. Me hicieron una cirugía para suturar el globo ocular, porque el impacto fue tan fuerte que el ojo derecho se estalló de adentro hacia afuera. Mi papá pasó parte de la madrugada conmigo y antes de irse le entregaron mi ropa lavada en sangre. Él cogió 20 mil pesos que yo tenía en el bolsillo del pantalón y c0n eso pudo devolverse a la casa. Cuando llegó, escondió la ropa en un balde, y la lavó para que mi mamá no se diera cuenta. Mi compañero de habitación me preguntó si me había visto en un espejo. Le respondí que no. Me dijo que parecía como si un perro me hubiera arrancado la nariz. No tenía nariz, tenía un hueco. El lunes, me hicieron una cirugía para reconstruírmela. Los médicos se dieron cuenta de que una parte de la nariz estaba metida dentro de mi cara. Luego de la intervención, decidí verme en el espejo. No me reconocí. Mi cara era una pelota morada. Con los dedos intenté abrir el ojo derecho y vi una esfera completamente negra, llena de sangre. También noté que había perdido un diente. Tres días después, me dijeron que el ojo estaba aliviado, pero que había perdido la visión. El lunes siguiente me reconstruyeron el piso de órbita, que es el hueso que queda bajo el ojo. Ese hueso quedó triturado, hecho polvo. Tuvieron que poner ahí una malla de titanio.Me dijeron que la recuperación demoraba dos meses. Cumplido ese tiempo, la doctora me dijo que el ojo se iba a atrofiar, porque no irrigaba sangre. Me recomendó, por estética, quitarlo. Eso sí me dio duro. Una cosa es no ver y otra, no tener un ojo. Yo salí del consultorio y me hice el fuerte ante mi mamá para no afectarla. Cuando llegamos a la casa, me encerré en la habitación a llorar. Me retiraron el ojo. Luego de la cirugía, mi papá me preguntó si cogíamos un taxi para ir a la casa. La pregunta no sobraba porque no teníamos dinero, nunca lo tuvimos. Yo le dije que cogiéramos Transmilenio. Cometí ese error. Nos fuimos en un bus desde la calle 165 con carrera Séptima (norte de Bogotá) hasta Kennedy (suroccidente). Cuando llegamos a la casa, sentía que me iba a morir. Duré cinco días sin poder dormir del dolor. Es el peor dolor que he sentido en mi vida. Mi amigo de la universidad llegó con un poco de bombas, como si se tratara de la piñata de un chino chiquito. Ese detalle me quedó en la memoria. La doctora me propuso diseñar una prótesis para reemplazar el ojo. Acepté, pero no salió como me lo había pintado, pues no se veía bien estéticamente y generaba un lagrimeo excesivo. Opté por los parches apósitos. La secreción me producía rasquiña y no podía rascarme porque el material es adhesivo. Busqué entonces los llamados parches de pirata. Estéticamente me sentía mejor, pero a los 20 minutos no te lo aguantas. Solo después de varios años, me acostumbré a llevarlo todo el tiempo.Durante el primer mes de recuperación, no pude salir porque no podía darme el sol ni el viento. Aunque la universidad me ofreció la posibilidad de aplazar el semestre, yo no acepté. No estaba acostumbrado a quedarme en una casa ni a estar quieto. Cuando comencé a salir a la calle, me inflamaba horrible. Andaba con unas gafas oscuras para disimular. Como no veía completamente a mi alrededor, me golpeaba en la cara. Me golpeé muchas veces, me caí muchas veces. Una vez, por mantener las gafas en la noche, se me fue un pie en una alcantarilla. Lloraba pensando por qué mierdas tenía que vivir así.Hubo momentos veloces y fugaces en los que pensaba en quitarme la vida. Pero después me decía que estaba vivo, y si uno está vivo, basta. Rendirse nunca es la opción de una persona fuerte. Desde pequeñito estuve acostumbrado a trabajar y a valerme por mí mismo. Eso creo que me ayudó a tomar las cosas de una manera diferente. Cada vez que me sentía mal, pensaba en que tal vez yo tenía que estar ahí en el momento del golpe. De pronto otra persona no hubiera tenido la fortaleza física ni el espíritu para soportar una cosa de esas. Si yo estuve ahí, evité que otra persona pasara por eso.Nunca quise saber quién me lanzó el tubo. Algunos conocidos me decían que podían averiguar quién había sido. Yo no quería imaginarme cómo iba a reaccionar si me lo cruzaba. Pensé en su mamá, en el dolor que sentiría su mamá al verlo golpeado, en que ella no tenía la culpa de lo que su hijo hizo, en que sentiría el mismo dolor de mi mamá. Yo avanzaba en la carrera, pero para estudiar y hacer topografía se necesitan los dos ojos. Uno debe examinar fotografías aéreas y satelitales para hacer mediciones y mapas, y eso requiere la visión estereoscópica (la capacidad de los dos ojos para ver imágenes tridimensionales). Hice hasta noveno semestre y tuve que parar por falta de dinero. Por esos días, el vocalista de mi banda me ofreció trabajar en su estudio de tatuajes y yo, que había aprendido a tatuar hacía un tiempo, acepté. Lo hice por desvare para terminar la universidad y me terminó gustando más que la carrera. Ahora tengo mi propio estudio, Redbeard Tattoo.Todo el tiempo me siento observado. Cojo un bus y alguien se me queda mirando fijo todo el camino. Los niños que van por la calle dicen: ‘¡Ahhh, un pirata!’ Cuando me preguntan si yo soy un pirata, les respondo: ‘Sí, soy un pirata’. ¿Cómo voy a quitarle la inocencia a un niño? En algún momento, comencé a apropiarme y a aprovechar mi apariencia. Hice algunos extras para El Capo 2 y actué en Cumbia Ninja, una serie de Fox. Incluso el nombre de mi negocio, su imagen y la ambientación del estudio, tienen que ver con la estética del pirata. Otras cosas cambiaron en mi vida a raíz del golpe. Antes, era ateo. Luego replanteé mi visión del mundo y decidí acercarme a una iglesia. Antes, era más egoísta. Ahora pienso más en el dolor del otro. Antes me la pasaba de festival en festival, ahora evito las multitudes. Me parecen un riesgo innecesario. Antes, era supremamente sociable. Después, me cerré. De tanta gente con la que hablaba a diario, solo quedaron seis personas. Y no son los que pensé que iban a estar en los momentos duros. Decidí demandar a Rock al Parque buscando una indemnización. Evidentemente hubo fallos en la seguridad del evento. Donde hay una valla, debe haber personal de seguridad. El proceso duró 12 años y finalmente perdí. Usando su poder, la Alcaldía de Bogotá y la organización del festival dilataron el caso hasta archivarlo. Hoy ya no pienso en eso ni en lo que pasó ese domingo del 2006. No lo recuerdo con rabia ni con tristeza. Tengo mi propio negocio, cuento con el apoyo de mis papás y ellos cuentan con el mío, y me siento completamente cómodo conmigo mismo. Ahora vivo con mi novia y estamos esperando felices nuestro primer hijo.Sígannos también en Instagram Para ver | Especial Rock al Parque: ¿Por qué Bogotá es tan metalera? #LaMúsicaNosUne
Lamentablemente la pandemia obligó a que los planes que todos tenían para 2020 tuvieran un cambio radical. El COVID-19 afectó el calendario de todos los eventos masivos de Colombia; unos han sido reprogramados, otros han sido cancelados y unos cuantos han informado que se renuevan. Ese es el caso de los Festivales Al Parque de Bogotá que este año pasarán de realizarse en plazoletas, parques y zonas verdes a disfrutarse de manera virtual. IDARTES emitió un comunicado explicando cómo funcionarán los Festivales Al Parque en 2020 y cómo se gestionarán sus recursos económicos. Festivales al Parque 2020 atienden los requerimientos de sus públicos y las necesidades del sector artístico, como lo demanda la contingencia, y ponen a su disposición un paquete económico de más de 2 mil millones de pesos, una serie de espectáculos virtuales, nuevas líneas de atención y 49 estímulos especiales. La política de Festivales al Parque incluye espacios para la creación, la investigación, la formación y el emprendimiento. Así, con una inversión total de 2.147 millones de pesos, este año el Idartes ofrece nuevas oportunidades para las bandas y los distintos agentes del sector. Con una bolsa de $231.000.000 - que incluye becas, premios y pasantías- la entidad apoyará proyectos de creación, promoción, memoria e innovación. Los nuevos estímulos -que reemplazan y superan en cantidad el portafolio contemplado originalmente, se destinaran 416 millones de pesos ($416.000.000) para invertir en el acompañamiento de procesos de artistas y gestores de las localidades, 500 millones ($500.000.000) se usarán para la implementación de proyectos que estimulen la creatividad y el trabajo colaborativo y 400 millones de pesos ($400.000.000) para el Proyecto RETO. Salome Olarte, gerente de música de IDARTES, explica que esta es una iniciativa que surge como respuesta a la necesidad de acompañar la reactivación y sostenibilidad del sector desde la mirada del emprendimiento y las oportunidades de negocio que se puedan dar en este momento”. Un presupuesto de 500 millones de pesos será destinado a la realización de los Festivales al Parque en Línea, pero, además, este año, marca el aniversario número 25 de Jazz al Parque una celebración que, con una partida de 100 millones de pesos revivirá sus mejores momentos, a través de un libro, series web y podcast, un compilado especial y una recopilación de grandes partituras que han sido interpretadas en el festival, que se transmitirá en línea y estará disponible para consulta y descarga. A través de un video IDARTES explicó cómo serán los Festivales Al Parque del 2020 #LaMúsicaNosUne
¿Tiene una banda de rock? ¿Ha soñado con tocar en un festival? ¿Tiene todo el talento, la actitud y las ganas? ¿Quiere que escuchen su música cientos de personas? Pues deje de soñar y mejor empiece a actuar. Le contamos que ya está abierta la convocatoria para bandas nacionales que quiera participar en la edición número 26 del festival de rock más importante de Latinoamérica, Rock al parque 2020, y aquí le vamos contando qué tiene que hacer. Rock al Parque: 25 años de pequeñas historias compartidas Lo primero es que tenga en cuenta las fechas claves de esta convocatoria para que luego no esté penando si no alcanzó, si no le pasaron los papeles a tiempo, si los de la banda no le contestan el whatsapp o cualquier contratiempo. Fechas claves para Rock al Parque 2020: Para el año 2020 serán 16 las agrupaciones escogidas para participar en el festival, las cuales obtendrán un estímulo de $ 4.300.000 cada una. Fecha de apertura de la convocatoria - 4 de marzo de 2020 Fecha de cierre o recepción de propuestas - 25 de marzo de 2020 a las 5:00 p.m. Publicación de habilitados, rechazados y por subsanar - 21 de abril de 2020 Publicación de resultados de evaluación - 30 de junio de 2020 Fecha máxima de ejecución - 17 de agosto de 2020 Datos que debe saber: Las propuestas de artistas y bandas deberán integrar elementos y lenguajes del rock, así como nuevas tendencias, lenguajes electrónicos y otras estéticas fusionadas a partir de estos aspectos. Los participantes deberán demostrar como mínimo una trayectoria artística desarrollada entre el 2018 y el 2019. Puede consultar toda información detallada de la convocatoria de Rock al Parque 2020 aquí. La historia de Rock Al Parque En 1995, durante la alcaldía de Antanas Mockus, tronó por primera vez en Bogotá el Festival Rock al Parque. Mario Duarte, cantante de La Derecha, el empresario Julio Correal y Berta Quintero, subdirectora de fomento del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, produjeron la primera edición del evento que celebra hoy un cuarto de siglo constituyéndose como una de las piezas más importantes de la memoria musical latinoamericana. Mucha agua ha corrido en el país durante todos estos años en los que el festival se ha celebrado ininterrumpidamente. Han sido 25 ediciones que han visto pasar a la crema y nata del rock latinoamericano, lujosos invitados internacionales y, por supuesto, una creciente marea de público. Entre toque y toque, fuera del Simón Bolívar, el teatro al aire libre La media torta o los demás espacios en los que se ha celebrado el festival, la historia del país ha transcurrido con sucesos más violentos que cualquier acorde. La historia del festival se ha escrito y se ha mantenido vigente a pesar de las tragedias. Lea la historia completa de este festival: 25 años de historia de Colombia en 25 años de Rock al Parque
El heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son iguales o al menos se parecen. Aunque esta afirmación podría sonar casi que a insulto en un país en donde la tolerancia es mínima, la demostraré con argumentos. Por: Fabián David Ortiz @rockeropopular Mi nombre es Fabián David, escucho, conozco y estudio el heavy metal, el hard rock y el rock en general desde mi más temprana adolescencia. Esto no se trata de conocer miles de bandas o de tener argumentos para desmentir a los “posers”, a los que los vieja guardia solían llamar “casposos”, ni de vivir criticando la escena local y los festivales que se organizan. Es diferente, es algo íntimo, propio e introspectivo. Se trata de enamorarse de la música, de lo que representa para uno, de estudiarla, de leer, de vivir un A headbangers journey y de sentir en realidad las palabras de los Scorpions cuando dicen “How can we grow old, when the soundtrack of our lives is rock-n- roll”; suena romántico pero es así: amor, emoción, actitud y cachitos al cielo. Creo que el heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son lo mismo, o al menos se parecen bastante. Esta afirmación podría sonar casi que a insulto, especialmente en un país en el que la tolerancia es mínima y tienen más valor una empanada o una camiseta que la vida misma de las personas. Vamos a demostrar la afirmación desde argumentos serios, así ustedes estén pensando que mi afirmación no debería ser tomada en serio. Una noche, de camino a casa, pasé por una cantina donde estaban reunidos unos amigos que me ofrecieron una cerveza y me acompañaron en el despecho que por esos días estaba viviendo. Ahí dentro, de pronto empecé a escuchar una descarga de emociones, frustraciones y ganas de jartar. Desde muy joven, mis oídos se acostumbraron a analizar la música para poder definir la calidad de la misma en cuanto a composición y letras. Una de las cosas que más me gusta es cuando encuentro música que me sorprende y que uno creería que es imposible que exista, como cuando descubrí a Sandro de América cantando heavy en Salvaje, a Cristian Castro cantando speed metal en No te vayas, o al mismísimo Juan Gabriel haciendo un cover de Have You Ever Seen The Rain de Creedence. Mis amigos pedían canciones, las cervezas se abrían, yo me puse a analizar y a escuchar. El bar en el que estaba se llama El Salón de la fama, y claro está, en ese lugar no podía faltar la parte audiovisual, así que me enfoqué en los videos de las canciones que sonaban. El primero que vi fue Directo al corazón de Los Tigres del Norte. Si bien los videoclips que se hacen en la actualidad tienen una calidad impresionante en producción, este video se me hacía muy parecido al de Daddy, Brother, Lover, Little Boy de Mr. Big del 2012. No se trataba de una copia como lo es el de Carlos Vives que es igualito a uno de U2. No, este además de ver a los músicos tocar y cantar, me estaba contando una historia. Las canciones iban en compás de cuatro cuartos marcados por la percusión o por el bajo. Sonó Tenías razón de Yeison Jiménez. ¡Un temazo! Me di cuenta que la mayoría de los instrumentos están afinados en Mi, pero si el cantante no alcanza notas altas van en bemol para ayudarle un poco. Eso es muy heavy ochentero y muy John Álex Castaño. Luego pusieron Te deseo lo peor de Los bacanes del sur. Como en la canción anterior aquí las cuerdas, los vientos y el acordeón no solo hacen melodías y armónicos, sino que por una casualidad seguramente digito-dactilar, estos solos van en escalas pentatónicas, las mismas que en el rock propuso Ritchie Blackmore, guitarrista de Deep Purple y Rainbow. Solamente les haría falta ponerles distorsión y sería el inicio de una canción de Al Pitrelli, Warren DeMartini o John Norum. Falta algo importante: las letras. Recordé cuando Mario Duarte dijo que no había escuchado una canción más punk que Sombras de Javier Solís, y que por esa razón decidió hacerle un cover. Hace años que no escucho a una banda con la actitud digna de alguien medio emborrachado y con el ego destrozado diciendo: “Por ahí dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, ¡pero yo aprendí a barrer!” de Alzate (papá) en su canción Oigan a esta. Mucha rabia, fuerza y actitud. Únicamente le hacía falta estar vestido de cuero y de taches. Entré en conflicto. Mi espíritu rockero tenía unas ganas salvajes de pedir media de aguardiente y cantar a grito herido como en los conciertos de los Gunners, Aerosmith, Helloween o Scorpions. Entre canciones de Yeison, Uriel Henao, Alzate, Los bacanes del sur, Alexis Escobar, Paolita Jara y muchos que ya ni me acuerdo, me puse a pensar en las letras y noté que también hablan de los tres temas principales del heavy y hard rock ochentero comercial, a saber: - Estoy enamorado de una persona. - Estoy mal por esa persona. - Me quiero emborrachar y voy a superar (también a esa persona). Seré honesto con ustedes: Esa noche no sólo me tomé unas buenas cervezas, sino que mis prejuicios y mis niveles de intolerancia cambiaron radicalmente. Las canciones son nuevas, las descubro, las aprendo, las canto, tomo y comparto más de una cerveza, y hasta me divierto al ver las impresiones de las personas cuando no me aguanto cabecear una canción en “El salón de la fama”. Si les quedan dudas sobre lo que digo, los invito a que escuchen una canción de Pipe Bueno que se llama Te hubieras ido antes. Los invito a que se imaginen un solo justo en la mitad, y verán cómo les sale una canción estilo Aerosmith o Bon Jovi en la mejor de sus épocas. Ahora voy a conciertos de música popular y de heavy metal, celebro con Molocs (Maloich) en las manos cuando un cantante como Johnny Rivera se pone a cantar rock, recuerdo la humildad del artista que me enamoró del rock sin pretensiones eruditas o ego sobre la obra, entrega a su público y amor por lo que hace. De eso se trata también, de la actitud. Puede que lo que estén leyendo no les guste o sientan que mis palabras son un sacrilegio al rock, y está bien que piensen eso, porque mientras juzguen a las personas que hacen y celebran este tipo de cosas, las cientos o miles de personas que vamos a los conciertos, apoyamos la escena, pagamos boletas y escuchamos la música que nos gusta, sentimos la unión y la paz más duro y más pesado que la opinión de los que nos juzgan. Eso es heavy metal popular.
Rock al parque es uno de los festivales más importantes de Latinoamérica y en su aniversario 25 siguió inspirando a muchos. Prueba de ello es el documental independiente Distrital y popular, que hace un recorrido por la importancia del festival en la escena musical bogotana. Puede ser visto en la plataforma Mowies.com. Por Paula Ricciulli // @ricciup Si bien no es el primer documental que se realiza sobre el festival, es su independencia la que lo diferencia de otros trabajos sobre el tema. “Distrital y popular es un audiovisual realizado sin estar comprometido con ninguna institución oficial, lo cual nos permitió desarrollar su contenido con total libertad. Cada uno de los invitados y entrevistados respondió a nuestras preguntas sin tener ninguna restricción en sus observaciones y por ello se da un fascinante contraste de opiniones”, cuenta el periodista musical y director de documental José Gandour. En el documental hablan invitados como Amos Piñeros (Ultrágeno, Catedral y Tequendama), Christian de la Espriella (Pornomotora), Pablo Araoz (Alerta Kamarada), Daniel Acosta (Telebit), entre otras figuras de la escena local. Distrital y popular reúne anécdotas e imágenes inéditas del primer Rock al Parque en el Estadio Olaya Herrera, y otras historias de los músicos que han construido la historia del festival. El documental también aborda la discusión que se ha generado recientemente sobre la inclusión de otros géneros en el festival y si por esto debería cambiar de nombre. Todos los entrevistados coincidieron en lo difícil que es dar una definición certera de lo que es hoy el rock que represente la cantidad de estilos que hemos visto en rock al parque. Una de las respuestas más contundentes al respecto es “Hoy es más rockero Systema Solar que Kiss”. El componente político del festival no pasa inadvertido. Aquí se recuerdan momentos como cuando Enrique Peñalosa quiso acabar con Rock al parque o cuando Lucho Garzón afirmó que U2 iba a cerrar el evento. Sin duda, una muestra de que Rock al Parque es mucho más que un simple concierto de tres días. Es un ejemplo claro y eficiente de lo que es el manejo de la política cultural de Bogotá. El crowdfunding fue el método elegido para financiar el documental, pero no se usó una plataforma para recaudar el dinero. “Les solicitamos directamente a familiares y amigos de distintos países su colaboración. La contribución fue recibida no solamente en formato monetario sino además con una invaluable colaboración intelectual y material que nos permitió ejecutar todo el proyecto. Hubo gente que nos contribuyó con dinero, otros que nos abrieron sus espacios para hacer el rodaje, algunos nos prestaron luces, otros nos dieron sus asesorías legales y hubo amigos, tanto en Colombia, como en Argentina, que nos asistieron con el sonido, la corrección de color y el Motion Graphics. Las agrupaciones musicales participantes en la banda sonora del documental, todas ellas bogotanas y autogestionadas, nos cedieron los derechos de sus canciones, en medio del entusiasmo que sintieron cada una de ellas por el proyecto”, nos cuenta José. Distrital y popular está disponible en Mowies.com, una nueva plataforma audiovisual con sede en Medellín, hecha para productores independientes, que permite cobrar lo básico a los interesados en ver el documental. “Este trabajo lo hicimos con nuestro dinero, sin ningún patrocinio público o privado, y lo mínimo a lo que aspiramos es poder recuperar nuestra inversión”. Vean el documental Distrital y popular aquí. (Vale menos que un par de cervezas o la boleta promedio de cine).
El feminismo y la equidad de género cada vez van ganando más espacio en la discusión sobre muchos temas, y por supuesto, la música no ha sido la excepción. Por eso la participación de mujeres en festivales y, en general, la cantidad de propuestas femeninas en la música cada vez nos llama más la atención. ¿Será que los festivales tienen un sesgo contra las mujeres? ¿Por qué cuando pensamos en actos de pop se nos ocurren las mujeres casi que inmediatamente, mientras que cuando hablamos de rock son mucho más los nombres masculinos los que llegan a nuestra cabeza? Por: Paula Ricciulli // @ricciup Tomemos, por ejemplo a Rock al Parque. Una mirada rápida a los carteles del festival en sus 25 años de historia nos muestra muy pocas mujeres solistas o en bandas frente a una cantidad abrumadora de proyectos masculinos. Y si una mirada rápida nos permite concluir la poca participación femenina en Rock al Parque, un estudio más detallado arroja la misma conclusión. El colectivo y festival Ruidosa, liderado por la cantante chilena Francisca Valenzuela, analizó la paridad de género en 66 festivales en la región realizados en 2016, 2017 y comienzos de 2018. Rock al Parque es uno de los festivales con menor participación de mujeres en el continente (3.6%). En su edición 2019, se jactó de ser un evento incluyente que rechaza el machismo por incluir a 22 grupos con mujeres en su cartel. Sin embargo, con 73 actos en total en el festival, aún no es una cifra para enorgullecerse. Mujeres y Rock al Parque: ¿por qué es una relación agridulce? El equipo de Ruidosa analizó los carteles de 66 festivales de Argentina, Colombia, Chile y México. En los últimos tres años, siete de cada diez actos en festivales de música han sido de hombres solistas o bandas de hombres. Además de Rock al Parque, Cosquín Rock (Argentina, 2.2% de participación de mujeres), Pal norte (México, 5.8%), Vive Latino (México, 5.9%), y Estéreo Picnic (Colombia, 7%) son otros de los festivales latinos que se rajan en equidad de género. ¿Cómo están los festivales latinos en participación femenina? Esto no es solamente en Latinoamérica, sino en festivales de todo el mundo. En Coachella, en los cerca de 20 años de historia del festival solo han cerrado cuatro mujeres o bandas con integrantes femeninas: Björk (dos veces), Portishead (con Beth Gibbons), Beyoncé y Ariana Grande. Lollapalooza en 2018 llamó la atención por incluir a solo 38 mujeres en un cartel de 183 actos. ¿Será que las mujeres son discriminadas en los festivales? Analizamos a 202 bandas que se inscribieron a la convocatoria distrital de Rock al Parque 2019 de todos los géneros musicales. De ellas, solo 24 (alrededor del 11%) tienen al menos una mujer entre sus integrantes. El problema entonces no parece ser que en Rock al Parque tenga un sesgo contra los proyectos de mujeres, sino que no hay tantos para elegir. ¿Por qué hay menos bandas de rock femeninas? Una teoría es que el origen de buena parte de los grandes festivales en el mundo ha sido tradicionalmente masculino. Estos eventos fueron símbolo en su momento del rock alternativo que se oponía a lo corporativo y frívolo (algo que representa muy bien el pop, un género históricamente dominado por mujeres), según opina Forrest Wickman en el portal Slate. La mujer se volvió sinónimo/instrumento de lo plástico, banal y corporativo, mientras que el hombre encarnaba el espíritu contestatario y rebelde. Culturalmente, le hemos atribuido al rock características “masculinas”, como rudeza, fortaleza, atrevimiento y agresividad, todo lo contrario al pop, mucho más “femenino”, sensible y emotivo. Por eso, no es de extrañar que (todavía) a muchos hombres heterosexuales les dé pena admitir públicamente que les gusta una canción de pop. Por eso, cuando pensamos en bandas de rock, solemos recordar principalmente en bandas de hombres. Por supuesto, ambos son estereotipos obsoletos, pero siguen teniendo vigencia. Buena parte de los subgéneros del rock (metal, punk, hardcore, entre otros) han sido hechos por hombres, así que suele haber más oferta de bandas masculinas en estos estilos. Shirley Manson, vocalista de Garbage, declaró alguna vez en Loudersound.com que “todo el juego del ‘rock’ fue diseñado y mantenido por el patriarcado. Así que, si las reglas son escritas por hombres, es difícil para las mujeres infiltrarse, porque las mujeres juegan un juego de hombres y no el propio. Aún sigue siendo difícil para las mujeres ser tenidas en cuenta como pensadoras y creadoras de la misma manera que los hombres”. Ella recuerda que, en ocasiones, cuando buscaba al abogado de la banda, se negaba a seguir sus instrucciones antes de confirmar con otro miembro (hombre) del grupo, aun cuando ella era la líder. ¿Dónde han quedado las mujeres artistas en los conciertos en Colombia? “Es innegable que hay estigmas que han marcado en el pasado el papel cultural de las mujeres o los hombres en la música y esto se ve reflejado en que no tengamos la misma proporción de propuestas femeninas y masculinas en el rock”, afirma Catalina Villegas, integrante de la banda de Medellín de rock alternativo Lilith. “Creo que se nos ha inculcado que es más normal tener una banda de rock de hombres”, cuenta la mexicana Daniela Villarreal, líder de The Warning, una de las bandas femeninas invitadas a Rock al Parque 2019. Ella agrega que ha sentido que no la toman en serio por ser mujer en algunas de sus presentaciones. Para Marcela Morales, del grupo de metal Ataque de Pánico, “hay una tendencia a subestimar a las bandas de mujeres porque precisamente ha sido un proceso largo para una mujer ganar espacio en una escena de hombres”. Sin embargo, estas mujeres reconocen que cada vez hay más propuestas femeninas. “La participación se está incrementando y veo que cada vez hay más mujeres en bandas, no solo como voces líderes, sino también como instrumentistas. De forma natural, los hombres han liderado en muchas propuestas, pero cada vez hay más chicas y la tendencia va a girar a un balance mayor”, opina la cantante e instrumentista Ana Jimena González (Brina Quoya). Para José Gandour, periodista y crítico musical director de Zona Girante, “la creación de bandas femeninas, en un número importante, ha sido un fenómeno reciente”. Sin embargo, José añade que, aun cuando existen cada vez más propuestas femeninas, “el panorama musical colombiano no ha tomado en serio el papel de la mujer en el medio. Gran parte de las propuestas colombianas que van a sonar internacionalmente en los próximos años van a ser hechas por mujeres. Nos estamos perdiendo una participación importante y renovadora en la música colombiana", opina José quien menciona Brina Quoya, Mabiland o Lianna, como algunos ejemplos de propuestas femeninas que se han destacado. ¿Qué hacer? En 2017 Rock al Parque puso en marcha una tarima dedicada solo a propuestas femeninas y actos como Nervosa, Mon Laferte, Salt Cathedral, Catfish, Lucrecia Dalt y la Santa Cecilia brillaron en el escenario. En ese año, la participación de mujeres se incrementó frente al 2016 (pasó de 15 a 32). Aunque la idea fue bien recibida por el público (la tarima se llenó), no tuvo efectos en el incremento de la participación femenina en el festival a largo plazo. Tras el positivo incremento de participación femenina en 2017, en 2018 se vino al piso con solo 14 mujeres dentro del cartel. A la tarima femenina, aunque fue una idea bienintencionada, tal vez le faltó mantenerse y consolidarse para lograr mejores resultados. A veces ese tipo de medidas resulta insuficiente si no hay un verdadero cambio estructural. En su momento, Cynthia Montaño, participante en Rock al Parque 2017, resaltó la importancia de esta iniciativa en una entrevista para Shock: “Primero, que incluyan sonoridades diferentes, porque eso indica que nuestra Colombia se reconoce como pluriétnica, multicultural y diversa. Lo segundo, me parece que para las mujeres es una ganancia muy grande, porque esto apoya a las mujeres en su trabajo y además genera equidad de género. Sin embargo, es importante que tanto mujeres y hombres compartamos un mismo gran escenario, comiéndonos el mismo público positivamente y ganándonos ese espacio”. (Andrea Echeverri de Aterciopelados, una de las mujeres destacadas en el rock nacional). En mayo en Argentina se presentó el proyecto de ley Mercedes Sosa, que exige al menos un 30 por ciento de participación femenina en festivales, ciclos y programaciones anuales de música en vivo y fue aprobado por el Senado. La discriminación positiva es como se conoce a las acciones encaminadas a favorecer a un grupo que históricamente ha sido menospreciado. Aunque a muchos les parece una buena idea para combatir desigualdades, a las mujeres entrevistadas por Shock les preocupa dar prioridad al género frente a la calidad de las propuestas. “Aunque creo que una medida así pueda ser pedagógica, me parece problemático que se privilegie el género de un proyecto por encima del talento”, opina Ana. “Siento que una cuota es como pedir permiso para participar, cuando estamos en un momento histórico en el que la atención se centra en nosotras”, agrega. Catalina, de Lilith, está de acuerdo. “Eso puede terminar llevando un mensaje equivocado a la audiencia de que estas agrupaciones solo tienen la posibilidad de estar en esos festivales por las cuotas mínimas y no porque su trabajo sea bueno”. Rita Indiana, una de las artistas femeninas de Rock al Parque 2019 opina: “Depende de nosotras. Tenemos que salir a buscárnosla con el machete en la boca y darle pa’ ya a los proyectos sin miedo. Siempre va a haber algún estúpido que te va a decir alguna estupidez o te va a tronchar el camino. Hay que aprender a lidiar con esa oposición y con la presión de que el mundo lo hicieron los varones y ellos están al mando todavía. Estamos en la lucha, pero eso está cambiando ya”. Tradicionalmente ha sido difícil para las mujeres abrirse paso en géneros más asociados a los hombres. Sin embargo, pese a la que la participación femenina ha sido baja, hemos roto estereotipos negativos y hoy las propuestas femeninas han logrado consolidarse y demostrar todo su talento. La invitación es también para nosotros: para revisar cuántas mujeres hay en nuestras playlists y conocerlas más. Aunque nos hace falta ver más proyectos de mujeres, ellas no quieren que su música se conozca solo por una cuota, sino porque de verdad es buena, sin importar el género.
Con una programación especial las Bibliotecas Públicas en Bogotá continúan celebrando los 25 años de Rock al Parque, dentro de las actividades programadas están las charlas que van a realizar historiadores, investigadores y periodistas especializados, conciertos, ejercicios de reconstrucción de la memoria colectiva sobre el festival, y una exposición fotográfica itinerante. La historia del rock colombiano es una historia en construcción de la que todos hacen parte. BibloRed ha preparado mesas de radio, un ejercicio de memoria colectiva en el que podrán construir la historia de Rock al Parque, a partir de sus anécdotas. El ciclo de charlas ¡Libertad Sublime! aborda la incidencia del rock en Colombia en los años 60, 70, 80 y 90. La mayoría de los conversatorios además del historiador o especialista ponente, contarán con la asistencia de un representante de la escena musical de cada década. Dentro de los gurús del rock que acompañarán las charlas están José Perilla, Ricardo Durán, Félix Riaño, Camilo Pombo, Luis Daniel Vega, Pepe Plata y Umberto Pérez. La exposición Historia de Rock al Parque a través del lente, muestra 25 fotografías que narran los 25 años de la fiesta más grande de Bogotá, el rock y la cultura musical capitalina. Para más información ingrese aquí. Prográmese para los conciertos Victimized Sábado 6 de julio, hora: 5:00 p.m. Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo La Vodkanera Viernes 12 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Bosa Del Trueno Jueves 18 de julio, hora: 5:00 p.m. Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella Pinagua Viernes 26 de julio, hora: 2:00 p.m. Biblioteca Pública La Victoria Rehén Sábado 27 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Suba - Francisco José de Caldas La Vodkanera Sábado 27 de julio, hora: 4:00 p.m. Biblioteca Pública Virgilio Barco Piangua Sábado 27 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Carlos E. Restrepo Raionband Domingo 28 de julio, hora: 3:00 p.m. Biblioteca Pública Gabriel García Márquez - El Tunal
Aunque Amaranta Hank anuncie su retiro del porno como actriz, pues seguirá con otros proyectos relacionados a la industria, su fama ya es amplia y generalizada. O bueno, eso creíamos cuando le propusimos que fuera a Rock al Parque 2019 para que le preguntara a la gente el popular “¿usted no sabe quién soy yo?”. La actriz, periodista y escritora cucuteña buscó hombres, mujeres y parejas para medir su popularidad entre el público del festival de rock gratuito más importante de Latinoamérica. ¿Triunfaron los devotos de la industria XXX? ¿Los que la conocen fueron capaces de aceptar su fanatismo por Amaranta? Con ustedes todas las respuestas. Vean también la explicación de Amaranta sobre el origen de nuestras fantasías sexuales.
Juancho López: no soy rockero, soy rocanrolero es el documental que narra la vida de esta figura emblemática del rock colombiano, conocido por ser “el rockero más viejo de Colombia”. (Documental compelto más abajo)El equipo de Radiónica Medellín hizo una investigación de las rutinas, conciertos y sueños de Juancho, así como en la historia de la emblemática banda Los Yetis, clave en los inicios del rock colombiano. Después de años de trabajo, han logrado concretar una visión clara para plasmar esta crónica visual.El documental ofrece una mirada íntima a la vida cotidiana, la soledad y la nostalgia que rodea la vida de Juancho López, reconocido como el "Abuelo del rock colombiano" por su contribución fundamental al inicio del género en el país.“Ningún rockero colombiano debería perderse este documental, básicamente porque es la semilla, nuestra raíz, el inicio de nuestro rock, la forma en la que nosotros nos concebimos como rockeros colombianos", opina Diego Londoño, director del documental. "Pero no solo los rockeros, ninguna persona debería perderse las experiencias, la visión y la vida de este hombre que por supuesto ha transversalizado la cultura musical rockera de Colombia”, agrega. Los Yetis: banda pionera del rock colombiano Los Yetis nacen como trío vocal en 1965, fundadores son: el cantante y guitarrista Juan Nicolas Estela y los hermanos Juancho e Iván Darío López. En febrero del 66, invitados por la compañía discográfica Discos Fuentes, Los Yetis participan en la grabación de un long play: 14 impactos juveniles!, que tuvo gran éxito. Por eso el sello les pide grabar su primer LP, simplemente llamado Los Yetis. Tras su disco debut, llegaron Los Yetis Vol. 2, en 1967 y Olvídate, de 1968. El grupo se disolvió a finales de los 60, y en 2003se reúne de nuevo hasta 2005 con la participación de Darío Marín, Pedro Pablo Arias,Victor Hugo Acevedo, Jhon Cano, Juan Nicolás Estela y Juancho López, estos últimos, miembros fundadores del grupo.
La pelea Kendrick Lamar vs. Drake empezó hace casi una década. Se dijeron muchas cosas el uno al otro, pero en esa correspondencia de canciones entre los dos raperos salieron dos “argumentos” acusatorios que me generaron más ruido que los demás. Drake dijo que Kendrick era un abusador físico con su esposa, Whitney, en la canción ‘Family Matters’:"When you put your hands on your girlIs it self-defense 'cause she bigger than you?"Kendrick acusó a Drake (una noticia ya vieja) por buscar, cortejar y “amigarse” con menores de edad."Say, Drake, I hear you like 'em youngYou better not ever go to cell block one"No vamos a discutir cuál acusación puede ser más cierta que la otra o cuál aproximación fue peor. Ambas fueron desastrosas.No he visto a la industria, ni a los manes de mis redes sociales, tan preocupados por la violencia de género tanto como cuando dos hombres decidieron usarla para punzarse el uno al otro.Tampoco conocía ese afán por castigar la paternidad ausente. En Colombia se estima que el 40% de hogares se sostienen solo por una mujer, según cifras del DANE del 2022. Y ese número no causa tanto revuelo en línea.Traigo a Colombia y a los hombres a mi alrededor a colación, porque fue ese cinismo el que inspiró y le dio forma a este texto.Santiago Cembrano lo dice muy bien en su artículo: “aunque el rap es el campo en el que el dolor se vuelve entretenimiento, no se trata de que esos versos sean parte de un coro pegadizo.”Y si bien fue el beef de Kendrick y Drake el que agitó esto lo suficiente para empezar a cuestionarnos las formas de algo tan “tradicional” del hip hop como las tiraderas, el cuento va mucho más allá.La deuda la tiene toda la industria. Me parece interesante, por mantenerlo en términos amables, que las personas que estamos en la industria, o los que consumimos música sistemáticamente, le asignemos una cualidad transformadora a la música. Algunos, dicen, que la música les cambia la vida o la forma de ver el mundo.Pero esa responsabilidad que ponemos en la música, y en quienes la hacen, es una camiseta que se puede quitar o poner a nuestro antojo.¿Cuáles son los límites de la corrección política en el arte? Quién sabe, quizá no existen o deberían existir. Entendemos a la música como algo que puede transformarnos y, por eso, a veces, se le pide corrección política.Pero esto va más allá de lo que se le puede pedir o lo que no.No hay que confundir este reclamo con una “necesidad” de corrección política en el arte. Eso es otra conversación mucho más grande.Pero a mí, como mujer y como víctima, me hace ruido la atención fervorosa que recibieron las palabras de Kendrick y Drake: más que mostrar indignación por la(s) posible(s) mujer(es) violentada(s), la audiencia sintió emoción por los egos masculinos que fueron lastimados en el proceso.A los hombres les parece más urgente prestar atención a la violencia cuando se entrega en una cajita de entretenimiento entre estrellas del pop, no cuando le pasa a las mujeres que tienen al lado. O cuando las víctimas son las mujeres cuya música consumen.Hay streamers que reaccionan a gritos porque le “sacaron los trapitos” al otro, no porque detrás de esas barras, que los hacen alucinar de la emoción, puedan haber mujeres abusadas o violentadas; hay medios investigando a fondo lo que puede ser uno de los mejores diss de la historia del hip hop, pero no las acusaciones que, de ser ciertas, deberían tener consecuencias legales.Y ahí está la deuda: acusaciones de pedofilia y violencia intrafamiliar que se quedan en versos de canciones de rap, artistas con denuncias que siguen llenando estadios y mientras tanto mujeres artistas, como Megan Thee Stallion, que tienen que convencer al mundo que lo que pasó fue verdad.La violencia contra las mujeres indigna, o llama la atención, siempre y cuando entretenga. La espectacularización, más que gestionar esa violencia de cara a la reparación, la instrumentaliza para la monetización.Entonces, mientras la mayoría de casos quedan archivados porque se vencen los términos, mientras a las mujeres se les pide ser “la víctima perfecta” y tener todo tipo de pruebas, Twitter se enciende por un par de barras y nos condiciona, nuevamente, a ser únicamente cifras en aumento.
Alicia en el País de las Pesadillas se estrena en los cines del país este 16 de mayo. Esta es una versión tenebrosa y retorcida de las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas que lleva al público por un viaje inolvidable hacia lo más profundo de la oscuridad.Después de la trágica pérdida de sus padres, Alicia se ve obligada a mudarse con su tía Beth Crimisy a Wonderland, la imponente mansión familiar. Sin embargo, lo que comienza como una aparente escapatoria se convierte rápidamente en una pesadilla surrealista, cuando Alicia comienza a presenciar eventos cada vez más perturbadores y a encontrarse con figuras misteriosas que la arrastran hacia un mundo habitado por criaturas terroríficas y pesadillas insondables.Alicia en el País de las Pesadillas es una apuesta del director británico Richard John Taylor, conocido por trabajos previos que exploran los rincones más oscuros de la psique humana. En esta ocasión, Taylor se sumerge en el clásico de Lewis Carroll para ofrecer una experiencia que desafía los límites de la imaginación y sumerge al espectador en un mundo paralelo lleno de pesadillas y criaturas terroríficas.Esta adaptación cinematográfica no solo rinde homenaje al legado literario de Carroll, sino que también se une a una creciente tendencia de reinterpretaciones oscuras de cuentos clásicos.En un mundo donde las fronteras entre la realidad y la fantasía se desdibujan, Alicia en el País de las Pesadillas ofrece una visión perturbadora y visceral de un clásico atemporal.Alicia en el país de las maravillas: inspiración para terror Esta no es la primera adaptación de Alicia en tono de terror. En 2010 se estrenó Alice in Murderland. En esta historia, Alice Lewis, de veinte años, cumple 21 y está molesta por ello. Sus hermanas quieren animarla y deciden celebrar una fiesta de cumpleaños con temática de Alicia en el país de las maravillas en casa de Charlene Glass. Alice sabe que en el sótano de esa casa, su madre, Ann Lewis, fue brutalmente asesinada a machetazos por un asesino enmascarado 20 años antes. Las niñas establecieron la regla de que no se permitirán teléfonos celulares ni niños.Alice or the Last Escapade se estrenó en 1977 y está vagamente inspirada en la novela.
La 'Bichota' terminó su gira por Sudamérica con un último show en Brasil, sin embargo, la cantante paisa no llenó en São Paulo. Karol G estuvo en el país carioca el pasado diez de mayo y tras lo ocurrido compartió un mensaje en sus redes sociales.Aunque Karol G se ha convertido en una de las artistas más importantes a nivel mundial, y un referente en su género, no logró cerrar esta fase del tour con la asistencia que esperaba. Luego de su concierto en Brasil la artista detrás de canciones como 'Amargura' y 'TQG' hizo una reflexión en su cuenta de Instagram.“Es increíble como un día podemos tener un show de 60 mil personas y al otro uno de 13 mil y sentirse igual de lindo, igual de grande, igual de especial. La vida me sigue enseñando que nunca estamos en la cima de nada … por eso es mejor recordar de dónde vienes que creerte mucho en donde estas y así poder empezar de cero en cada lugar que sea necesario. Siempre hay un nuevo reto, nuevos desafíos, nuevos sueños por cumplir", se puede leer en su post.Así mismo habló del recorrido que ha hecho desde hace varios años para lograr que su música suene en otros países: "Hace 5 años estuve haciendo promoción de mi música en este pais y entendí que tenía que ir por partes , paso a paso, enfocarme primero en unos países, después en otros y así poder llevar mi mensaje a mi ritmo, sin afán, con mi música, en mi esencia y en los tiempos de Dios.", agregó.Finalmente, agradeció a las personas que fueron a verla en Sao Pablo y al país que, en sus palabras, la recibió y la hizo sentir especial. Este show fue el primer concierto oficial de Karol G en Brasil y el último de la gira por Latinoamérica de 'Mañana Será Bonito Tour'.La cantante regresará a tierras cariocas en septiembre para presentarse en Rock in Rio, un de los festivales más importantes del país.**Si son fanáticos de la bichoca les recomendamos leer: Karol G y las referencias en 'MAÑANA SERÁ BONITO' (Bichota Season), su último álbum.
Laüra Bonsai y Felinna Vallejo conforman Las Ninyas del Corro, una de las formaciones más interesantes de la nueva escuela del rap español. Nuestro colaborador Santiago Cembrano las visitó en su barrio para hablar con ellas y contarnos la historia de su álbum, Bitches in Business. ***—Es como ver follar a tus padres.El sol se derrama con placidez sobre la Plaça de la Vila, en Sant Adrià de Besòs: la periferia de Barcelona. Son las 7 de la tarde de un viernes de abril. En las terrazas no cabe nadie y el saltarín infantil está lleno: las risas y los gritos de júbilo llenan el aire. Una mujer antigua esquiva el partido de fútbol improvisado que atraviesa la plaza y se sienta con su esposo, que la espera en un banco, bajo la sombra de un árbol robusto. Él pone su mano sobre la rodilla de ella y observan a los vecinos que pasan.Laüra Bonsai es de aquí, de Sant Adrià. La rapera de 28 años está en casa, pero, entre sorbos de Cola-Cola, narra una experiencia extraña:—Es como ver follar a tus padres. Así es conocer la industria musical por dentro: "¡Buah! ¿Qué estoy viendo? ¿Cómo funciona esto?" Por eso queríamos explicarles a los demás que estar donde estamos no es lo que parece.Felinna Vallejo tiene 25 años y es de Bon Pastor, un barrio aledaño que se conecta con Sant Adrià a través de un puente, uno como el que está en el logo de Las Ninyas del Corro, el grupo que ambas conforman. Se presentaron como guerreras de ceño fruncido con Onna Bugeisha en 2021 y así construyeron una habitación propia con los códigos noventeros. Giraron por conciertos y festivales de toda España y así conocieron de contratos y adelantos, horarios y rutinas, el negocio que se escondía tras el sueño de la música. Bitches in Business de Las Ninyas del CorroDe esa experiencia, Las Ninyas del Corro hicieron su segundo álbum, Bitches in Business, publicado en marzo de 2024. Tres años después de su debut, agrietan la solemnidad con la que entraron a la cancha. Ahora se ríen más, y cuando escucha a su compañera, Felinna ríe de nuevo:—Cuando empezamos éramos dos chavalillas, había que imponer respeto. Ahora lo tomamos de otra forma, nos hemos dado cuenta de que podemos vacilar. Nos hemos atrevido, sin miedo de explorar. Me he sentido mucho más libre para decir lo que me de la gana sin censurar nada.Y tan libre. A las baterías violentas que Esse Delgado, productor del grupo y del disco, dispone en 'Las Meninas' Felinna les añade un guiño burlón que rompe el corset estricto. Luego de celebrar que ya no la agobian los kilos de más ni algunos rastros de acné, hace lo que en el debut habría sido inimaginable: "Me suda todo el coño, ni la acabo", rapea de salida, con la misma seguridad que la de Sabrina Ionescu cuando asiste sin mirar. Es un gesto de chulería que sintetiza el cambio de atmósfera entre ambos discos.—Antes estábamos más enfadadas. Pero no estábamos enfadadas, sino que entrabas así o no había manera de entrar —me explica Laüra—. Ahora hemos soltado, le hemos quitado importancia a muchas cosas. Nos hemos relajado.Los primeros temas que hicieron con la intención de crear un nuevo álbum rondaron el drumless, pero pensaron que podía aburrir al público de sus conciertos.—Nosotros hacemos todo el tiempo lo que queremos, pero también hay que pensar en lo que funciona. Vivimos esa dualidad todo el rato —explica Felinna, y yo pienso que esas consideraciones son las que hacen parte de un negocio.Un camp para hacer música en Vallirana, en el bajo Llobregat, las desconectó de las distracciones de la ciudad y puso los cimientos de lo que venía. Les gustó tanto el formato que lo repitieron en Tarragona y, luego, en Castellón, en el verano de 2023. Esse Delgado también ama el drumless; Sunday Truce, su colaboración con el madrileño Franco Carter, se sintoniza con texturas góspel y soul que se repiten sin prisa. Sin embargo, Bitches in Business, además del boom bap con el que empezaron, es hogar del repiqueteo de hi-hats y la energía ágil del trap, trap&B y sonidos que conversan con referentes contemporáneos como Kendrick Lamar, Tyler, The Creator, Pusha T, Travis Scott y Beyoncé. También caben el canto y los coros pegadizos, como en “Nasty Girl”, una canción que les enseñó que podían expresar su mensaje sin dejar de divertirse, sin quitarle naturalidad al proceso y el resultado.—Que tu madre te diga que le mola un tema tuyo, como 'Punto de partida', muestra que con los temas más melódicos Bitches in Busines ha podido llegar a más gente. Nuestros amigos lo están escuchando porque les gusta, y no porque somos sus amigas, como en Onna Bugeisha: eso mola —sentencia Laüra—. Incluso a nosotras un disco entero de boom bap nos aburre.***Bitches in Business de giraLas bocas se abren hacia lo alto en la primera fila de la Sala Apolo, y Felinna las bendice con un chorro de ron para que la fiesta siga. Es el 11 de mayo: inicio de la gira de Bitches in Business. Cientos de personas saltan y saltan y saltan y saltan con 'The Wave', un corte electrónico, impetuoso, y las sílabas se deslizan con habilidad de la boca de Laüra al micrófono. Quizás como resultado de conocer la industria por dentro, Laüra juega a la defensiva en varios momentos de Bitches in Business, como si se anticipara al rechazo de una escena que les recriminaría el nuevo estilo, que eran mejores antes.—Pensábamos que la gente del rap nos iba a odiar. Con el primero nadie te conoce, eres nueva. Toda la gente siempre nos ha dicho que el segundo disco es el más difícil. Era como Buah, este disco puede pasar desapercibido. Eso lo primero. Y lo segundo es que siempre te van a decir que molabas más antes: me pasó con Natos y Waor, los escuchaba antes. Pero es verdad que predijimos eso y no ha sido así. A la gente le ha gustado más de lo que pensábamos —me explica Laüra en Sant Adrià.Las Ninyas del Corro avanzan por caminos que C. Tangana, Recycled J y demás artistas que oxigenaron el rap español ayudaron a pavimentar. Del primero Laüra dice que es como un héroe, al infiltrar el pop para luego diversificarlo más allá de Alejandro Sanz y compañía. Desde Rosalía hasta Dellafuente, insiste, en el espectro de lo urbano están las claves de lo más interesante de la música en España. Por otro lado, Recycled era tildado de “maricón”, recuerda ella, por sus melodías y sus sentimientos: era un blandito, y por eso fue decisivo para que el paradigma cambiara y se abriera.De reivindicar lo más puro que salió de una Nueva York gélida a finales del siglo XX, Las Ninyas del Corro pasaron a celebrar a los que retaron, expandieron y reinterpretaron esa herencia en España. Bitches in Business es un álbum que dialoga con todas las posibilidades que han surgido en la última década, así como con sus artífices. Pero. Hay un gran pero.—Por suerte, tú preguntas por raperas de España y nuestro nombre se va a decir. Eso para nosotras es mucho, pero sigue faltando mucho, también. El caso de las mujeres siempre es más exigente y difícil —me dice Laüra, con voz cansada—. Todavía no es suficiente.—Solo hay pibes, yo estoy hasta el coño —la secunda Felinna, y lo repite, esta vez con mayor énfasis en cada palabra, masticando cada una, para que quede claro—. Solo. Hay. Pibes. Madre mía.Las Ninyas del Corro en la sala ApoloLa sala Apolo está llena, agitada. Laüra propone que, como no las invitan a nada, que las lleven a dirigir una sesión de cardio. Sigue cayendo ron como agua bendita, y ya no sé si es sudor esa humedad en la cara de una mujer que canta cada tema como si la hubiera escrito ella. Casi la mitad somos hombres, casi todos con la mano arriba con cada barra. Las Ninyas se refieren al público como “vosotras” y celebran lo guapas que están todas hoy. El punto de vista cambia y las mujeres, que suelen corear versos de manes para manes, quedan en el centro. La diferencia se nota. En el escenario, Laüra y Felinna no solo rapean con precisión y temple, sino que despliegan coreografías, codo a codo con dos bailarinas, que elevan cada tema. El punto de vista cambia, insisto, y yo lo agradezco tanto. Una bebé se eleva en los hombros de su padre y toda la sala le canta el feliz cumpleaños a la mamá de Felinna. Barbas salpimentadas conviven con la juventud. No cabe nadie más acá. Y cuando llega el momento de “Bagaje”, un break amenazante, Laüra cambia de óptica. Pasa a las barreras generacionales: "La vieja escuela desconsidera a la nueva, la nueva desprestigia a la nueva, qué pena".—Aprendimos mucho trabajando con LaBlackie. Ella vino, escribió y se tiró la letra de golpe. Envidio esa frescura —me había dicho Laüra esa vez en su barrio.Hay que ser exigente, pero también tener el coño de decir "Me gusta como queda y así lo tiro, porque me da igual". Eso es muy difícil que nos pase. Entonces sí, es una pena que los de antes no valoren a los nuevos, porque tienen mucho qué aprender de ellos.La canción se llama 'Deena, Snooki & Jwoww', un corrientazo que me estremece entero. Laüra y Felinna rapean juntas la estrofa de LaBlackie. El final, lo saben todas las presentes, va a estallar, y abren un círculo que se funde en una masa de carne y huesos: frenesí.—Rosalía no cantaría lo que canta si no hubiera estudiado el flamenco. Para transformarlo lo ha respetado. Se trata de respetar no solo a los que había antes que tú, sino a la música que estás haciendo —continúa el ensayo de Laüra—. Por eso también me apena que los nuevos no valoren a los que estaban. Estar informado es básico. No digo que el que está empezando tenga que saber todo, pero yo sí valoro que alguien investigue. Por eso me he sentido muy orgullosa y privilegiada cuando Elio Toffana nos invitó a su disco. La Laüra de hace diez años habría matado por una colabo con él, con Kase.O, con el Tote, con la Mala. Y ahora, cuando todo parece más fácil, sin importancia, agradezco que pase. Por respeto a mi historia y a mi trayectoria, ¿cómo no lo voy a hacer?—¡Y qué colabo! —tercia Felinna—. Yo lloré cuando el Elio nos la pasó, ya terminada. También es un tema de identidad, de sentirte dentro de la movida. Los que nos sentimos como parte del rap sentimos que es necesario entender de dónde viene.Otra forma de ver Bitches in Business: hay pesos muertos que no hay que cargar más en la mochila, y compromisos que estructuran lo que se ha hecho y lo que viene. El álbum se trata de identificar cuál es cuál.***Las Nunyas del Corro desde el barrio obreroLa pizzería, en una esquina de la Plaça de la Vila, se llama La Font. La mesera saluda a Laüra con confianza y la rapera le responde que quizás este verano deba pedir trabajo ahí, para ajustar las cuentas, llegar a fin de mes. La mesera, sonriente, le responde que qué va, que ella va a ser muy grande y me pregunta si estoy de acuerdo. Yo le digo que sí, que por eso estoy ahí. Laüra no está tan segura.—Joder, es que parece que es un momento guay para mí, pero a veces no me siento así —confiesa."Lo bueno de vivir en San Roque es que nadie roba en San Roque", rapea Laüra en 'Tridente dorado' sobre el barrio de Badalona en el que vive desde hace unos años, a un par de kilómetros de Sant Adría: uno de los más calientes de Cataluña, según titulares alarmistas de medios apocalípticos. Las Ninyas del Corro rapean desde el margen y muestran el revés de una Barcelona que opera como un parque temático de sí misma para los miles de turistas que llegan cada día. La conciencia de clase, una de las banderas que ondearon en Onna Bugeisha, sigue intacta. Se manifiesta, por ejemplo, cuando Laüra rapea, en 'Las Meninas', que en Barcelona o heredas o te las apañas. Ok, el turismo trae riqueza: ¿pero para quién?—No hemos crecido en Barcelona, sino en los barrios obreros que rodean a Barcelona —afirma Felinna.Este margen es tan geográfico como simbólico. En 'Las Meninas' Felinna se aleja tanto del lujo del barrio de Pedralbes como del centro de Barcelona donde solo hay guiris (turistas blancos) con axilas malolientes y pijos vestidos de Nude Project. Y una de las bombas llega cuando dice esto: La catalanidad de Las Ninyas del Corro es otro de los puntos de tensión: si a ella no la reconocen como catalana, me explica Felinna, pues que se jodan: ella tampoco lo llamará pan tumaca, sino pan con tomate. Laüra, por otra parte, reconoce reflejos de su caso en la historia reciente: cuando le dieron el premio Sant Jordi a Estopa, algunos catalanes protestaron porque cantaban en castellano.—Me da rabia ese elitismo, esa línea entre la burguesía y los catalanes de a pie —continúa Felinna—. Hacemos música en castellano, y por eso parece que no somos referentes en Cataluña. Pero somos raperas catalanas.—Se nota mucho el clasismo de la burguesía catalana —insiste Laüra—. Acá nosotras somos purria, escoria, como lo fueron hace tiempo los andaluces que venían aquí y supuestamente les quitaban el trabajo a los catalanes. Nuestras familias vienen de allí. Acá solo importa lo moderno, lo guay, lo fashion. Pero en este conflicto con la cultura, con la lengua, pueden existir distintas identidades además de la que se espera.El título de Bitches in Business salió en la recta final del proceso. Empezaron con una espíritu más tremendista, color azul oscuro, que plasmara su angustia. Al final eligieron un camino para sublimarla, hacerla divertida. El título es un guiño sarcástico a todo lo que han conseguido, a lo que aspiran, a todo lo que les falta y a cómo estas tres dimensiones se confunden. Un guiño que nos dice, ya lo decía Laüra, que las cosas no son lo que parecen.Felinna llegó a la entrevista luego de su primer día en un nuevo trabajo. Es temporal, me explica, para ajustar algunos números. Y Laüra, que rapea sobre cómo devuelve los trajes de diseñador que compra para un solo uso, me muestra sus manos. Sus dedos tienen marcas de pegante: esa mañana tuvo que pegar la etiqueta de un vestido para poder devolverlo.—Gitaneo, es lo que hay —admite.En ese banco de la otra esquina de la plaza todavía están él y ella, recostados en el amor silencioso y seguro que se sedimenta como la arena que cae al fondo del reloj de cristal. Antes de que nos levantemos y caminemos, yo hacia el metro —hacia el centro— y ellas hacia sus casas, acá cerca, Felinna reseña su propio álbum.—Eso es ser bitches in business —dice, entre risas—. Se trata de buscarse la vida.***¿Quieren leer más sobre rap en Español? En el camerino con Ill Pekeño y Ergo Pro