El tercer día del Festival Estéreo Picnic 2017 tuvo de todo en grandes porciones y radicalmente representado. Desde lo folclórico tradicional y raizal representado por Totó La Momposina o Canalón de Timbiquí, lo folclórico moderno de Bazurto All Stars, Romperayo o Cero 39, lo folclórico vanguardista de Chancha Vía Circuito, Mateo Kingman o el propio Quantic, hasta lo más robusto de la electrónica contemporánea, representada por Martin Garrix, Deadmau5, Gus Gus o Richie Hawtin. En el intermedio hubo además toques de Wiz Khalifa y Sublime with Rome, para explicar por qué hubo tanta diversidad de públicos y expresiones. Estas imágenes demuestran que el Estéreo Picnic se ha consolidado como un escenario plural y poderoso.
El 1 de junio de 1999 Blink 182, en el apogeo de su carrera, publicó su tercer álbum de estudio, el Enema of the State. Producido por Jerry Finn y lanzado a través del sello MCA Records, el título se convirtió en uno de los más grades que sacó la agrupación; sobre todo gracias a temas como What's My Age Again?, All the Small Things y Adam's Song. La tapa de ese álbum hizo alusión a una metáfora que fue transversal en toda la producción: la medicina. El disco no solo se llamó enema de estado, sino que también incluyó en su portada la pornstar Janine Lindemulder disfrazada de enfermera y ajustándose un guante de latex. Como a punto de hacer un tacto rectal. -Lindemulder apareció también en los videos de What's My Age Again? y Man Overboard. -La placa de “Parental Advisory”, que regula los contenidos en función de las edades apropiadas para ser escuchado, no tuvo la obligación de aparecer allí hasta que se convirtió en un éxito rotundo. -El emblema de la cruz roja en el gorro de la enfermera apareció en las primeras ediciones del álbum, pero la organización humanitaria de la Cruz Roja pidió que su símbolo fuera eliminado. El logo no puede ser utilizado por nadie que no sea de la organización, tal como debimos aprender en Colombia después de la ‘Operación Jaque’. -La dirección de arte del álbum estuvo al mando de Tim Stedman, con Stedman y el diseñador gráfico Keith Tamashiro. En este año, Blink volvió a las canchas sin Tom Delonge pero con el mismo aire sonoro que tenía en ese entonces. Acá le pueden dar play a lo nuevo de Blink, el álbum California. -Ella es Lindemulder hoy, 16 años después de ser la tapa de uno de los discos icónicos del pop punk.
Para el público bogotano de la vieja guardia, que creció aprendiendo de la versatilidad y la crudeza del padrino del pop, el seis de octubre de 2016 se convirtió en una fecha imborrable. La calentura política de la ciudad quedó atrás por un rato porque en la noche, en el Royal Center, vivimos el acto de uno de los personajes más importantes e influyentes de la historia de la música. Que Iggy Pop ya tenga 69 calendarios encima no fue un problema. En tarima dejó claro que es un genio de la música, que siempre estuvo por encima de credos y de clichés en todos los campos. Bogotá recibió un concierto enorme y de recuerdo nos quedaron estas fotos.
Un clima hecho para festivalear; los actos enormes de Capital Cities, Molotov y Paul Kalkbrenner; y un evento a prueba de tormentas y plebiscito. Fuimos al Breakfest en Medellín pero se nos quedó corto en días y todavía tenemos tusa post-fiesta. Por: Fabián Páez López //@davidchaka - Fotos: Chino Romero y Juan Gabriel Salazar. El domingo pasado llegamos de Medellín con doble tusa: la “plebiscitaria” y la post-Breakfest. La primera, ahí va. La segunda, fue la clásica caída en depresión post-fiesta; palpable únicamente después de un subidón eufórico. La produjo el opulento suministro de música que tronó en la capital paisa, que cada vez sale más airosa a la hora de hacer grandes festivales. Muchas trabas antecedieron la realización de la cuarta edición del festival. Además de la Ley seca por la jornada de votaciones que se programó para un día después, tres de los nombres grandes del cartel se bajaron del bus: Julian Marley, Vitalic y Skream; también, decían, se avecinaba una tormenta. Fueron golpes incontrolables para el evento, que se levantó sin rasguño alguno. El primero de octubre termino siendo la graduación del Breakfest como el festival de música de la nueva ola con más proyección del país. Pasó las pruebas en todos los campos posibles. El público fue firme y llenó el Parque Norte, una plaza que cualquier ciudad puede envidiar. Era una atmosfera con atracciones mecánicas, plaza de eventos, un lago, un bosque para la electrónica y un pesebre montañoso de fondo que con la música y las luces a veces se tornaba surreal. Era el barrio Moravia, un terreno que se alzó sobre toneladas de basura y se fue poblando desde la década del 50, el que ahora decoraba el horizonte detrás del Breakfest. Además, el clima en Medellín no tiene reparos, está predeterminado para festivalear. La descarga musical estuvo abultada por la complejidad de ritmos que terminaron parándose sobre cada uno de los dos escenarios. Nos llevaron del colorido universo de Capital Cities a la profundidad del house del enmascarado Claptone, de la oscuridad techno berlinés de Paul Kalkbrenner a rompernos la piel en un pogo con Molotov. Las cartas ocultas que remplazaron las bajas: Designer Drugs, Señor Naranjo y Alex Armes tampoco desentonaron. La cuota local fue la que vio crecer, en cantidad y euforia, la marea de gente: Popstitute, Frente Cumbiero, Telebit y Dany F son propuestas de exportación. Fue solo un día al que le quedaron faltando horas para seguir la fiesta. El Breakfest ya está listo para tomarse más tiempo. Para la tusa que nos dejó el Breakfest tenemos fotos y ya le tachamos en el calendario una fecha en 2017. La otra parece no tener arreglo.
Cuentan que en Colombia había un narco con tanto billete y poder que quiso traer, antes de que fuera por lo menos imaginable, a las más grandes leyendas del rock. Pertenecía al cartel de Medellín, una organización tan poderosa que se dice que llegó a exportar más del 80% de la cocaína que se consumía en Estados Unidos. Sus negocios los combinó con su gusto por la era hippie del rock; le rendía culto a Los Beatles y Los Stones. El mito reza que él intentó, antes que cualquiera, ponerlos a cantar en nuestras tierras. Muchos quieren creer que lo hizo en secreto. Recorrimos los caminos por los que se originó ese mito que vinculó a uno de los capos más atípicos del narcotráfico, Carlos Lehder, con sus "majestades satánicas": los Rolling Stones. Por: Fabián Páez López @Davidchaka // Fotos Posada Alemana: Felipe Giraldo Orozco // Fotos Lehder: Archivo personal de Mónica Lehder Mientras Mick Jagger estaba comiendo oblea en el centro de Bogotá antes de dar su primer concierto en la ciudad (Vea: La verdad detrás de la oblea de que se comió Mick Jagger), yo estaba en Armenia y le pedía a un taxista que me llevara a las ruinas del que, sin duda, fue uno de los primeros templos del rock en Colombia: el Hotel Posada Alemana. Fue allí desde donde se manejó, hace más de 30 años, el imperio de uno de los tantos narcotraficantes que marcaron el rumbo del país, Carlos Lehder. A estas alturas, tanto del hotel como del poderío económico que alguna vez tuvo Lehder solo quedan escombros, pero las historias alrededor de su imagen siguen construyéndose entre la gente; alimentadas de chismes, fascinación y narconovelas. Carlos Lehder fue uno de los capos más pintorescos e increíbles que ha tenido el país. De él se ha dicho que era a la mafia lo que Mick Jagger era al rock. Lo llegaron a conocer como "El Loco". Según varias de esas historias, fue uno de los primeros en soñar con que sus majestades satánicas, los Rolling Stones, vinieran a Colombia. ¿De dónde carajos surgieron esas narraciones fantásticas que vinculan a un narcotraficante convertido en ídolo pop criollo, con los patrones del rock? Después de cumplir con la conversación cliché sobre el clima de la ciudad, le pregunté al taxista por el antiguo dueño del lugar al que nos dirigíamos. Como la mayoría de personas que crecieron en Colombia entre los 80 y 90, él también tiene una historia que lo vinculó de alguna forma con la vida de un narcotraficante. La historia de los excesos de generosidad de Lehder en Armenia es bien conocida, y comenzó con un regalo dudoso que le llegó al gobernador del Quindío: un avión. Cuenta el periodista Jorge Orozco Dávila, con quien hablé la noche anterior en su despacho de la Cámara de Comercio, que a finales de 1979 el gobernador recibió una carta proveniente de una “empresa filántropa” radicada en las Bahamas. En la carta decía que la compañía estaba premiando con la nave a las regiones emergentes que demostraban su progreso. “Casualmente”, el lugar merecedor de ese honor era la tierra natal del hombre que firmaba el mensaje. Al poco tiempo, Lehder hizo llegar al gobernador un avión con sus respectivas instrucciones. Orozco Dávila conoció el documento de primera mano y publicó una crónica titulada Extraño regalo al Quindío. Desde ese entonces, las sospechas por su generosidad desbocada empezaron a despertarse y en Armenia aparecerían, cada vez más, bienes de lujo nunca antes vistos. Tiempo después, Lehder, que vivía en Estados Unidos, volvió a su ciudad natal e hizo realidad el proyecto de La Posada en paralelo con el crecimiento de su carrera como uno de los capos en el tráfico de marihuana y cocaína. En la zona empezaron a circular autos último modelo, cuatrimotos y celebridades criollas de todas las calañas. Carlos Lehder fue líder del cartel de Medellín y a él, junto a los otros capos que se enriquecieron de la noche a la mañana, los apodaron “Los Mágicos”, como si fueran Los Súper Amigos de DC Comics. El Hotel Posada Alemana contaba con pista de motocross, caballerizas, un par de leones, un cóndor enjaulado, un monumento a John Lennon que llevaba tallada en el pecho la herida del disparo que le propinó Mark David Chapman, y una discoteca ochentera con todos los juguetes que podía tener en esa época un recinto destinado a la fiesta. El nombre de esa discoteca también le rendía tributo a Lennon, y fue justo allí donde, seguramente, se gestaron los mitos musicales alrededor del capo. *** Hoy en día La Posada Alemana no está del todo abandonada. Al llegar nos encontramos con un tipo mayor y de gafas negras que decía haber heredado el cuidado de esas tierras hace ocho años, cuando el secuestre que había puesto la policía de estupefacientes lo dejó a cargo. De lo mucho que había ahora quedan tres cabañas rústicas que aún se conservan con su color blanco intacto y en las que habita la familia del tipo que nos recibió; el resto es una pila de escombros, putrefacción y rastros de saqueo. Lo que anteriormente era el lobby, ahora tiene el techo roído y las paredes rotas; a la pequeña jaula donde estaban los leones se la tragó el monte y ya ni se ve; las tuberías, sanitarios y la estatua de Lennon fueron robadas; y la discoteca, a duras penas, conserva su estructura. Cada tanto veía en el piso huecos que parecían recién abiertos. La gente todavía le tiene fe al capo y busca a escondidas alguna caleta que los saque de pobres. La antigua Discoteca Lennon es el lugar que más excavaciones tiene a la vista y también parece estar a punto de caerse. Aunque no estaba lloviendo, el agua estancada se filtraba entre lo que quedaba de su estructura de domo y olía a madera podrida. El lugar en el que se debieron haber librado tremendas fiestas fue el que sufrió el peor destino posible. De su aura ochentera solo quedaron vivos los espejos de las columnas en la pista de baile y uno que otro dibujo borroso en la pared.
Tunja abrió sus puertas para consolidar un escenario de alto nivel: el Mochila Fest, un espacio donde el espíritu libertario prevalece para defender a capa y espada la música emergente. Fotos: Santiago Acosta Árbol Naranja y el sello Mochila Music se unieron para poner sobre un escenario a Esteman, Ali A.K.A. Mind, Telebit, Pedrina y Río, LosPettitFellas, Árbol de Ojos y Melmak 69 (DJ Pho & Xar Xuplex), quienes encabezaron el cartel de un festival que también le apostó al talento local de la región con La Era Real y Tricofero de Barro, artistas que retoman algo del folclor colombiano desde un perspectiva sonora más contemporánea. Estas son las fotos que capturamos con nuestro lente en esta edición del Mochila Fest.
Donato Di Camillo aprendió a usar la cámara mientras cumplía una condena en una prisión de Nueva york. Cuando terminó su condena decidió enfocar su lente en esa parte de la ciudad de la que pocos se percatan, darle rosto a esos personajes a los que nadie les presta atención y que deambulan a diario en medio de miles de personas. Y ahora que se dedica a contar la historia de otros, nos contó la suya y el camino que recorrió hasta llegar a la fotografía.Por: Johana Arroyave / Foto: Donato Di CamilloDi Camillo nació en Brooklyn en un barrio de los que no se muestran a los turistas. Desde muy chiquito se enamoró de la calle, de sus texturas, sus colores y los espacios por los que caminaba y jugaba. Pero solo hasta 2014, descubrió el talento que tenía cuando cogía una cámara fotográfica. “A veces siento que cogí una cámara en el momento equivocado de mi vida, no porque me arrepienta ahora, si no porque pude haberlo mucho antes”.Aunque desde los seis años daba vueltas por Nueva York grabando en su cabeza lugares, paisajes y grafittis, nunca pensó en sacarlos de su mente y dejarlos en un papel. Vivió su niñez viendo cómo en las esquinas de su barrio hacían negocios los proxenetas junto con los mafiosos de la época y ni así se sintió inseguro, al abrir la ventana de su habitación sentía que su alma pertenecía a ese lugar. “No es que quiera decir que fue una manera agradable de crecer, pero tras la ventana había más carácter, las calles estaban llenas de vida, se podía sentir la energía de las personas, de todo lo que pasaba alrededor. Todavía siento eso cuando camino por las calles buscando personajes, pero la energía ha disminuido y es como si nadie caminara tranquilo. Las calles están llenas de personas con miedo”.A los nueve años vio morir a su mejor amigo en sus pies tras ser atropellado por un auto, desde ahí su manera de ver la calle y la vida cambió drásticamente. Se hizo más analítico, cuidadoso y desconfiado. “Crecí revisando una y otra vez todo lo que veía a mi alrededor, siento que esa experiencia produjo en mi la capacidad para tomar fotos. Después de la muerte de mi amigo tuve que aprender a pensar con instintos rápidos y entender que la calle no era un lugar seguro, que era más peligrosa de lo que parecía, pronto me convertí en un producto de mi propia curiosidad y empecé a tener problemas en la edad de 12 años”.En 2006 fue arrestado por cargos federales y le dieron ocho años de prisión, cinco de ellos los pasó en una cárcel de Nueva York en la que su único hobbie y entretenimiento era leer revistas viejas de National Geographic, Life y Smithsonian. Cuando acabó con todas ellas los libros de psicología y comportamiento humano se hicieron sus mejores amigos. “Me di cuenta de que ya había adquirido la mayor parte de ese conocimiento, sin saberlo, mientras deambulaba por las calles y esto me sirvió mucho. Estas herramientas que adquirí me enseñaron a navegar por las diversas características y personalidades de la gente, lo que me ayudó mucho a la hora de hacer fotografía”.En 2011 le dieron en arresto domiciliario, como no tenía mucho que ver en su casa, contó los 120 pies de parámetro que le permitían alejarse y empezó a fotografiar cosas alrededor, como insectos, aves y plantas.“Cada foto me generaba una pregunta y buscaba la manera de mejorarlas. No tuve más remedio que dedicarme a ver videos de Youtube, leer blogs de fotografía. A través de los vídeos descubrí la fotografía de la calle y sus autores. Algunos de mis favoritos son Robert Frank, Garry Winogrand, Helen Levit, Diane Arbus, William Klein, sólo para nombrar unos pocos, pero fue sobre todo Bruce Gilden y Klein con quienes sentí que se proyectaba toda la energía que había dentro de mí. Sentí que la vida me estaba dando otra bofetada y entendí que tenía que hacer algo”.Después de tres años en detención domiciliaria a Donato le concedieron libertad condicional y mientras vagaba nuevamente por las calles sintió que nacía de nuevo. “Finalmente pude expresarme sin hacer daño a mí mismo, ni a nadie. Comencé a fotografiar lo que parecía venir fácil para mí, ‘la gente en los márgenes de la sociedad’ pues sentía una cierta empatía y conexión con ellos, por todo lo que tuve que vivir. Al principio, mi enfoque era de lejos, el robo de las fotografías aquí y allá, pero a medida que pasaba el tiempo me entró una curiosidad por conectar todos estos temas y mostrar las historias de vida de estas personas en cada imagen”.Una tarde mientras caminaba por una central de alimentos del gobierno, descubrió su primer gran historia. Escuchó a una mujer gritar, mientras pedía comida para sus hijos, se acercó a ella y se ofreció a comprarle algo de comida en un restaurante local, poco después de conocerla ella lo permitió entrar a su casa. “Me habló sobre su lucha personal, sobre las enfermedades mentales de sus hijos y su esposo que una vez intentó asesinarla. Ese día fue el día que tomé mi primer reportaje fotográfico. Lo presenté a National Geographic Your Shot, donde fue seleccionado entre una docena de fotos de todo el mundo. Ahí empezó mi historia como fotógrafo, se hizo pública mi historia y la de toda esta gente que he logrado retratar”.
Un show con anécdotas y canciones llenas de historias de todos estos años desde Wamba hasta su carrera actual como solista.Por Alfred Lord @AlfredLord // Fotos: Alejandra Mar @alejandra.marAntes del show en la pantalla del Teatro Estudio del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, rodaba un video clip recordando la participación de SALO en Viña del mar 2016, y su visita a Aldeas infantiles donde es embajador.El show inició con un intro cargado de sonido electro pop con una banda plenamente ensamblada de siete músicos. Con invitados como María McCausland, Sebastián Yepes, y Pablo Dazán sonaron canciones como: Pido, Aquí no habrá culpable, Un día sin reloj, Parece que fue ayer, Noche de Bodas.Esta reunión también fue la oportunidad de hacer homenajes. Primero le rindió tributo a La Academia de música la Escala, donde perteneció Salo por algunos años, junto al grupo Quorum cantaron Ah Ah, Oh no, de Hector Lavoe a acapela. Y el segundo homenajeado fue su abuelo, a quien le dedico la canción Cuando ya no me recuerdes.También los redoblantes de Baquetada retumbaron en el escenario, y la guitarra de Juan Pablo Jaimes reforzaba esta reunión de amigos y familia Wamba.Antes de terminar el show uno de los asistentes Daniel Pava, le había escrito en Instagram que después de siete años de noviazgo le quería pedir a su novia matrimonio con Noche de bodas, la canción que llevó a SALO a Viña. Y Así lo hizo, con la ovación del público que le gritaba “Capo”Con su más reciente sencillo Parece que fue ayer, cerró este show íntimo, cercano al público y lleno de emociones, seguramente como afirmo él, en esta ocasión llené el Teatro Estudio, el otro año regresare por el Teatro Mayor.
Donato Di Camillo es un fotógrafo empírico que aprendió a usar la cámara mientras cumplía una condena en la prisión de Nueva york, al salir decidió que iba a enfocar su lente en mostrar la parte de la ciudad a la que nunca le prestan atención y a contar historias de personajes comunes que pasan desapercibidos en medio de los miles de turistas que visitan a diario esta parte del mundo.
Youtube y las plataformas de streaming desde hace tiempo hacen temblar a la televisión convencional. Y entre ese enorme mar de contenidos en el que se cola mucha basura, muchísima basura, se están esparciendo también proyectos gráficos con alto potencial. Uno de esos es FullBleed.Fullbleed es un canal de Youtube que creó el año pasado el fotógrafo inglés Jude Edginton. Su novedad es que es el primer canal de esa plataforma que se dedica enteramente a la fotografía de autor; específicamente, crea cortos documentales dedicados a la forma en que se hicieron los proyectos fotográficos.
Juancho López: no soy rockero, soy rocanrolero es el documental que narra la vida de esta figura emblemática del rock colombiano, conocido por ser “el rockero más viejo de Colombia”. (Documental compelto más abajo)El equipo de Radiónica Medellín hizo una investigación de las rutinas, conciertos y sueños de Juancho, así como en la historia de la emblemática banda Los Yetis, clave en los inicios del rock colombiano. Después de años de trabajo, han logrado concretar una visión clara para plasmar esta crónica visual.El documental ofrece una mirada íntima a la vida cotidiana, la soledad y la nostalgia que rodea la vida de Juancho López, reconocido como el "Abuelo del rock colombiano" por su contribución fundamental al inicio del género en el país.“Ningún rockero colombiano debería perderse este documental, básicamente porque es la semilla, nuestra raíz, el inicio de nuestro rock, la forma en la que nosotros nos concebimos como rockeros colombianos", opina Diego Londoño, director del documental. "Pero no solo los rockeros, ninguna persona debería perderse las experiencias, la visión y la vida de este hombre que por supuesto ha transversalizado la cultura musical rockera de Colombia”, agrega. Los Yetis: banda pionera del rock colombiano Los Yetis nacen como trío vocal en 1965, fundadores son: el cantante y guitarrista Juan Nicolas Estela y los hermanos Juancho e Iván Darío López. En febrero del 66, invitados por la compañía discográfica Discos Fuentes, Los Yetis participan en la grabación de un long play: 14 impactos juveniles!, que tuvo gran éxito. Por eso el sello les pide grabar su primer LP, simplemente llamado Los Yetis. Tras su disco debut, llegaron Los Yetis Vol. 2, en 1967 y Olvídate, de 1968. El grupo se disolvió a finales de los 60, y en 2003se reúne de nuevo hasta 2005 con la participación de Darío Marín, Pedro Pablo Arias,Victor Hugo Acevedo, Jhon Cano, Juan Nicolás Estela y Juancho López, estos últimos, miembros fundadores del grupo.
La pelea Kendrick Lamar vs. Drake empezó hace casi una década. Se dijeron muchas cosas el uno al otro, pero en esa correspondencia de canciones entre los dos raperos salieron dos “argumentos” acusatorios que me generaron más ruido que los demás. Drake dijo que Kendrick era un abusador físico con su esposa, Whitney, en la canción ‘Family Matters’:"When you put your hands on your girlIs it self-defense 'cause she bigger than you?"Kendrick acusó a Drake (una noticia ya vieja) por buscar, cortejar y “amigarse” con menores de edad."Say, Drake, I hear you like 'em youngYou better not ever go to cell block one"No vamos a discutir cuál acusación puede ser más cierta que la otra o cuál aproximación fue peor. Ambas fueron desastrosas.No he visto a la industria, ni a los manes de mis redes sociales, tan preocupados por la violencia de género tanto como cuando dos hombres decidieron usarla para punzarse el uno al otro.Tampoco conocía ese afán por castigar la paternidad ausente. En Colombia se estima que el 40% de hogares se sostienen solo por una mujer, según cifras del DANE del 2022. Y ese número no causa tanto revuelo en línea.Traigo a Colombia y a los hombres a mi alrededor a colación, porque fue ese cinismo el que inspiró y le dio forma a este texto.Santiago Cembrano lo dice muy bien en su artículo: “aunque el rap es el campo en el que el dolor se vuelve entretenimiento, no se trata de que esos versos sean parte de un coro pegadizo.”Y si bien fue el beef de Kendrick y Drake el que agitó esto lo suficiente para empezar a cuestionarnos las formas de algo tan “tradicional” del hip hop como las tiraderas, el cuento va mucho más allá.La deuda la tiene toda la industria. Me parece interesante, por mantenerlo en términos amables, que las personas que estamos en la industria, o los que consumimos música sistemáticamente, le asignemos una cualidad transformadora a la música. Algunos, dicen, que la música les cambia la vida o la forma de ver el mundo.Pero esa responsabilidad que ponemos en la música, y en quienes la hacen, es una camiseta que se puede quitar o poner a nuestro antojo.¿Cuáles son los límites de la corrección política en el arte? Quién sabe, quizá no existen o deberían existir. Entendemos a la música como algo que puede transformarnos y, por eso, a veces, se le pide corrección política.Pero esto va más allá de lo que se le puede pedir o lo que no.No hay que confundir este reclamo con una “necesidad” de corrección política en el arte. Eso es otra conversación mucho más grande.Pero a mí, como mujer y como víctima, me hace ruido la atención fervorosa que recibieron las palabras de Kendrick y Drake: más que mostrar indignación por la(s) posible(s) mujer(es) violentada(s), la audiencia sintió emoción por los egos masculinos que fueron lastimados en el proceso.A los hombres les parece más urgente prestar atención a la violencia cuando se entrega en una cajita de entretenimiento entre estrellas del pop, no cuando le pasa a las mujeres que tienen al lado. O cuando las víctimas son las mujeres cuya música consumen.Hay streamers que reaccionan a gritos porque le “sacaron los trapitos” al otro, no porque detrás de esas barras, que los hacen alucinar de la emoción, puedan haber mujeres abusadas o violentadas; hay medios investigando a fondo lo que puede ser uno de los mejores diss de la historia del hip hop, pero no las acusaciones que, de ser ciertas, deberían tener consecuencias legales.Y ahí está la deuda: acusaciones de pedofilia y violencia intrafamiliar que se quedan en versos de canciones de rap, artistas con denuncias que siguen llenando estadios y mientras tanto mujeres artistas, como Megan Thee Stallion, que tienen que convencer al mundo que lo que pasó fue verdad.La violencia contra las mujeres indigna, o llama la atención, siempre y cuando entretenga. La espectacularización, más que gestionar esa violencia de cara a la reparación, la instrumentaliza para la monetización.Entonces, mientras la mayoría de casos quedan archivados porque se vencen los términos, mientras a las mujeres se les pide ser “la víctima perfecta” y tener todo tipo de pruebas, Twitter se enciende por un par de barras y nos condiciona, nuevamente, a ser únicamente cifras en aumento.
Alicia en el País de las Pesadillas se estrena en los cines del país este 16 de mayo. Esta es una versión tenebrosa y retorcida de las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas que lleva al público por un viaje inolvidable hacia lo más profundo de la oscuridad.Después de la trágica pérdida de sus padres, Alicia se ve obligada a mudarse con su tía Beth Crimisy a Wonderland, la imponente mansión familiar. Sin embargo, lo que comienza como una aparente escapatoria se convierte rápidamente en una pesadilla surrealista, cuando Alicia comienza a presenciar eventos cada vez más perturbadores y a encontrarse con figuras misteriosas que la arrastran hacia un mundo habitado por criaturas terroríficas y pesadillas insondables.Alicia en el País de las Pesadillas es una apuesta del director británico Richard John Taylor, conocido por trabajos previos que exploran los rincones más oscuros de la psique humana. En esta ocasión, Taylor se sumerge en el clásico de Lewis Carroll para ofrecer una experiencia que desafía los límites de la imaginación y sumerge al espectador en un mundo paralelo lleno de pesadillas y criaturas terroríficas.Esta adaptación cinematográfica no solo rinde homenaje al legado literario de Carroll, sino que también se une a una creciente tendencia de reinterpretaciones oscuras de cuentos clásicos.En un mundo donde las fronteras entre la realidad y la fantasía se desdibujan, Alicia en el País de las Pesadillas ofrece una visión perturbadora y visceral de un clásico atemporal.Alicia en el país de las maravillas: inspiración para terror Esta no es la primera adaptación de Alicia en tono de terror. En 2010 se estrenó Alice in Murderland. En esta historia, Alice Lewis, de veinte años, cumple 21 y está molesta por ello. Sus hermanas quieren animarla y deciden celebrar una fiesta de cumpleaños con temática de Alicia en el país de las maravillas en casa de Charlene Glass. Alice sabe que en el sótano de esa casa, su madre, Ann Lewis, fue brutalmente asesinada a machetazos por un asesino enmascarado 20 años antes. Las niñas establecieron la regla de que no se permitirán teléfonos celulares ni niños.Alice or the Last Escapade se estrenó en 1977 y está vagamente inspirada en la novela.
La 'Bichota' terminó su gira por Sudamérica con un último show en Brasil, sin embargo, la cantante paisa no llenó en São Paulo. Karol G estuvo en el país carioca el pasado diez de mayo y tras lo ocurrido compartió un mensaje en sus redes sociales.Aunque Karol G se ha convertido en una de las artistas más importantes a nivel mundial, y un referente en su género, no logró cerrar esta fase del tour con la asistencia que esperaba. Luego de su concierto en Brasil la artista detrás de canciones como 'Amargura' y 'TQG' hizo una reflexión en su cuenta de Instagram.“Es increíble como un día podemos tener un show de 60 mil personas y al otro uno de 13 mil y sentirse igual de lindo, igual de grande, igual de especial. La vida me sigue enseñando que nunca estamos en la cima de nada … por eso es mejor recordar de dónde vienes que creerte mucho en donde estas y así poder empezar de cero en cada lugar que sea necesario. Siempre hay un nuevo reto, nuevos desafíos, nuevos sueños por cumplir", se puede leer en su post.Así mismo habló del recorrido que ha hecho desde hace varios años para lograr que su música suene en otros países: "Hace 5 años estuve haciendo promoción de mi música en este pais y entendí que tenía que ir por partes , paso a paso, enfocarme primero en unos países, después en otros y así poder llevar mi mensaje a mi ritmo, sin afán, con mi música, en mi esencia y en los tiempos de Dios.", agregó.Finalmente, agradeció a las personas que fueron a verla en Sao Pablo y al país que, en sus palabras, la recibió y la hizo sentir especial. Este show fue el primer concierto oficial de Karol G en Brasil y el último de la gira por Latinoamérica de 'Mañana Será Bonito Tour'.La cantante regresará a tierras cariocas en septiembre para presentarse en Rock in Rio, un de los festivales más importantes del país.**Si son fanáticos de la bichoca les recomendamos leer: Karol G y las referencias en 'MAÑANA SERÁ BONITO' (Bichota Season), su último álbum.
Laüra Bonsai y Felinna Vallejo conforman Las Ninyas del Corro, una de las formaciones más interesantes de la nueva escuela del rap español. Nuestro colaborador Santiago Cembrano las visitó en su barrio para hablar con ellas y contarnos la historia de su álbum, Bitches in Business. ***—Es como ver follar a tus padres.El sol se derrama con placidez sobre la Plaça de la Vila, en Sant Adrià de Besòs: la periferia de Barcelona. Son las 7 de la tarde de un viernes de abril. En las terrazas no cabe nadie y el saltarín infantil está lleno: las risas y los gritos de júbilo llenan el aire. Una mujer antigua esquiva el partido de fútbol improvisado que atraviesa la plaza y se sienta con su esposo, que la espera en un banco, bajo la sombra de un árbol robusto. Él pone su mano sobre la rodilla de ella y observan a los vecinos que pasan.Laüra Bonsai es de aquí, de Sant Adrià. La rapera de 28 años está en casa, pero, entre sorbos de Cola-Cola, narra una experiencia extraña:—Es como ver follar a tus padres. Así es conocer la industria musical por dentro: "¡Buah! ¿Qué estoy viendo? ¿Cómo funciona esto?" Por eso queríamos explicarles a los demás que estar donde estamos no es lo que parece.Felinna Vallejo tiene 25 años y es de Bon Pastor, un barrio aledaño que se conecta con Sant Adrià a través de un puente, uno como el que está en el logo de Las Ninyas del Corro, el grupo que ambas conforman. Se presentaron como guerreras de ceño fruncido con Onna Bugeisha en 2021 y así construyeron una habitación propia con los códigos noventeros. Giraron por conciertos y festivales de toda España y así conocieron de contratos y adelantos, horarios y rutinas, el negocio que se escondía tras el sueño de la música. Bitches in Business de Las Ninyas del CorroDe esa experiencia, Las Ninyas del Corro hicieron su segundo álbum, Bitches in Business, publicado en marzo de 2024. Tres años después de su debut, agrietan la solemnidad con la que entraron a la cancha. Ahora se ríen más, y cuando escucha a su compañera, Felinna ríe de nuevo:—Cuando empezamos éramos dos chavalillas, había que imponer respeto. Ahora lo tomamos de otra forma, nos hemos dado cuenta de que podemos vacilar. Nos hemos atrevido, sin miedo de explorar. Me he sentido mucho más libre para decir lo que me de la gana sin censurar nada.Y tan libre. A las baterías violentas que Esse Delgado, productor del grupo y del disco, dispone en 'Las Meninas' Felinna les añade un guiño burlón que rompe el corset estricto. Luego de celebrar que ya no la agobian los kilos de más ni algunos rastros de acné, hace lo que en el debut habría sido inimaginable: "Me suda todo el coño, ni la acabo", rapea de salida, con la misma seguridad que la de Sabrina Ionescu cuando asiste sin mirar. Es un gesto de chulería que sintetiza el cambio de atmósfera entre ambos discos.—Antes estábamos más enfadadas. Pero no estábamos enfadadas, sino que entrabas así o no había manera de entrar —me explica Laüra—. Ahora hemos soltado, le hemos quitado importancia a muchas cosas. Nos hemos relajado.Los primeros temas que hicieron con la intención de crear un nuevo álbum rondaron el drumless, pero pensaron que podía aburrir al público de sus conciertos.—Nosotros hacemos todo el tiempo lo que queremos, pero también hay que pensar en lo que funciona. Vivimos esa dualidad todo el rato —explica Felinna, y yo pienso que esas consideraciones son las que hacen parte de un negocio.Un camp para hacer música en Vallirana, en el bajo Llobregat, las desconectó de las distracciones de la ciudad y puso los cimientos de lo que venía. Les gustó tanto el formato que lo repitieron en Tarragona y, luego, en Castellón, en el verano de 2023. Esse Delgado también ama el drumless; Sunday Truce, su colaboración con el madrileño Franco Carter, se sintoniza con texturas góspel y soul que se repiten sin prisa. Sin embargo, Bitches in Business, además del boom bap con el que empezaron, es hogar del repiqueteo de hi-hats y la energía ágil del trap, trap&B y sonidos que conversan con referentes contemporáneos como Kendrick Lamar, Tyler, The Creator, Pusha T, Travis Scott y Beyoncé. También caben el canto y los coros pegadizos, como en “Nasty Girl”, una canción que les enseñó que podían expresar su mensaje sin dejar de divertirse, sin quitarle naturalidad al proceso y el resultado.—Que tu madre te diga que le mola un tema tuyo, como 'Punto de partida', muestra que con los temas más melódicos Bitches in Busines ha podido llegar a más gente. Nuestros amigos lo están escuchando porque les gusta, y no porque somos sus amigas, como en Onna Bugeisha: eso mola —sentencia Laüra—. Incluso a nosotras un disco entero de boom bap nos aburre.***Bitches in Business de giraLas bocas se abren hacia lo alto en la primera fila de la Sala Apolo, y Felinna las bendice con un chorro de ron para que la fiesta siga. Es el 11 de mayo: inicio de la gira de Bitches in Business. Cientos de personas saltan y saltan y saltan y saltan con 'The Wave', un corte electrónico, impetuoso, y las sílabas se deslizan con habilidad de la boca de Laüra al micrófono. Quizás como resultado de conocer la industria por dentro, Laüra juega a la defensiva en varios momentos de Bitches in Business, como si se anticipara al rechazo de una escena que les recriminaría el nuevo estilo, que eran mejores antes.—Pensábamos que la gente del rap nos iba a odiar. Con el primero nadie te conoce, eres nueva. Toda la gente siempre nos ha dicho que el segundo disco es el más difícil. Era como Buah, este disco puede pasar desapercibido. Eso lo primero. Y lo segundo es que siempre te van a decir que molabas más antes: me pasó con Natos y Waor, los escuchaba antes. Pero es verdad que predijimos eso y no ha sido así. A la gente le ha gustado más de lo que pensábamos —me explica Laüra en Sant Adrià.Las Ninyas del Corro avanzan por caminos que C. Tangana, Recycled J y demás artistas que oxigenaron el rap español ayudaron a pavimentar. Del primero Laüra dice que es como un héroe, al infiltrar el pop para luego diversificarlo más allá de Alejandro Sanz y compañía. Desde Rosalía hasta Dellafuente, insiste, en el espectro de lo urbano están las claves de lo más interesante de la música en España. Por otro lado, Recycled era tildado de “maricón”, recuerda ella, por sus melodías y sus sentimientos: era un blandito, y por eso fue decisivo para que el paradigma cambiara y se abriera.De reivindicar lo más puro que salió de una Nueva York gélida a finales del siglo XX, Las Ninyas del Corro pasaron a celebrar a los que retaron, expandieron y reinterpretaron esa herencia en España. Bitches in Business es un álbum que dialoga con todas las posibilidades que han surgido en la última década, así como con sus artífices. Pero. Hay un gran pero.—Por suerte, tú preguntas por raperas de España y nuestro nombre se va a decir. Eso para nosotras es mucho, pero sigue faltando mucho, también. El caso de las mujeres siempre es más exigente y difícil —me dice Laüra, con voz cansada—. Todavía no es suficiente.—Solo hay pibes, yo estoy hasta el coño —la secunda Felinna, y lo repite, esta vez con mayor énfasis en cada palabra, masticando cada una, para que quede claro—. Solo. Hay. Pibes. Madre mía.Las Ninyas del Corro en la sala ApoloLa sala Apolo está llena, agitada. Laüra propone que, como no las invitan a nada, que las lleven a dirigir una sesión de cardio. Sigue cayendo ron como agua bendita, y ya no sé si es sudor esa humedad en la cara de una mujer que canta cada tema como si la hubiera escrito ella. Casi la mitad somos hombres, casi todos con la mano arriba con cada barra. Las Ninyas se refieren al público como “vosotras” y celebran lo guapas que están todas hoy. El punto de vista cambia y las mujeres, que suelen corear versos de manes para manes, quedan en el centro. La diferencia se nota. En el escenario, Laüra y Felinna no solo rapean con precisión y temple, sino que despliegan coreografías, codo a codo con dos bailarinas, que elevan cada tema. El punto de vista cambia, insisto, y yo lo agradezco tanto. Una bebé se eleva en los hombros de su padre y toda la sala le canta el feliz cumpleaños a la mamá de Felinna. Barbas salpimentadas conviven con la juventud. No cabe nadie más acá. Y cuando llega el momento de “Bagaje”, un break amenazante, Laüra cambia de óptica. Pasa a las barreras generacionales: "La vieja escuela desconsidera a la nueva, la nueva desprestigia a la nueva, qué pena".—Aprendimos mucho trabajando con LaBlackie. Ella vino, escribió y se tiró la letra de golpe. Envidio esa frescura —me había dicho Laüra esa vez en su barrio.Hay que ser exigente, pero también tener el coño de decir "Me gusta como queda y así lo tiro, porque me da igual". Eso es muy difícil que nos pase. Entonces sí, es una pena que los de antes no valoren a los nuevos, porque tienen mucho qué aprender de ellos.La canción se llama 'Deena, Snooki & Jwoww', un corrientazo que me estremece entero. Laüra y Felinna rapean juntas la estrofa de LaBlackie. El final, lo saben todas las presentes, va a estallar, y abren un círculo que se funde en una masa de carne y huesos: frenesí.—Rosalía no cantaría lo que canta si no hubiera estudiado el flamenco. Para transformarlo lo ha respetado. Se trata de respetar no solo a los que había antes que tú, sino a la música que estás haciendo —continúa el ensayo de Laüra—. Por eso también me apena que los nuevos no valoren a los que estaban. Estar informado es básico. No digo que el que está empezando tenga que saber todo, pero yo sí valoro que alguien investigue. Por eso me he sentido muy orgullosa y privilegiada cuando Elio Toffana nos invitó a su disco. La Laüra de hace diez años habría matado por una colabo con él, con Kase.O, con el Tote, con la Mala. Y ahora, cuando todo parece más fácil, sin importancia, agradezco que pase. Por respeto a mi historia y a mi trayectoria, ¿cómo no lo voy a hacer?—¡Y qué colabo! —tercia Felinna—. Yo lloré cuando el Elio nos la pasó, ya terminada. También es un tema de identidad, de sentirte dentro de la movida. Los que nos sentimos como parte del rap sentimos que es necesario entender de dónde viene.Otra forma de ver Bitches in Business: hay pesos muertos que no hay que cargar más en la mochila, y compromisos que estructuran lo que se ha hecho y lo que viene. El álbum se trata de identificar cuál es cuál.***Las Nunyas del Corro desde el barrio obreroLa pizzería, en una esquina de la Plaça de la Vila, se llama La Font. La mesera saluda a Laüra con confianza y la rapera le responde que quizás este verano deba pedir trabajo ahí, para ajustar las cuentas, llegar a fin de mes. La mesera, sonriente, le responde que qué va, que ella va a ser muy grande y me pregunta si estoy de acuerdo. Yo le digo que sí, que por eso estoy ahí. Laüra no está tan segura.—Joder, es que parece que es un momento guay para mí, pero a veces no me siento así —confiesa."Lo bueno de vivir en San Roque es que nadie roba en San Roque", rapea Laüra en 'Tridente dorado' sobre el barrio de Badalona en el que vive desde hace unos años, a un par de kilómetros de Sant Adría: uno de los más calientes de Cataluña, según titulares alarmistas de medios apocalípticos. Las Ninyas del Corro rapean desde el margen y muestran el revés de una Barcelona que opera como un parque temático de sí misma para los miles de turistas que llegan cada día. La conciencia de clase, una de las banderas que ondearon en Onna Bugeisha, sigue intacta. Se manifiesta, por ejemplo, cuando Laüra rapea, en 'Las Meninas', que en Barcelona o heredas o te las apañas. Ok, el turismo trae riqueza: ¿pero para quién?—No hemos crecido en Barcelona, sino en los barrios obreros que rodean a Barcelona —afirma Felinna.Este margen es tan geográfico como simbólico. En 'Las Meninas' Felinna se aleja tanto del lujo del barrio de Pedralbes como del centro de Barcelona donde solo hay guiris (turistas blancos) con axilas malolientes y pijos vestidos de Nude Project. Y una de las bombas llega cuando dice esto: La catalanidad de Las Ninyas del Corro es otro de los puntos de tensión: si a ella no la reconocen como catalana, me explica Felinna, pues que se jodan: ella tampoco lo llamará pan tumaca, sino pan con tomate. Laüra, por otra parte, reconoce reflejos de su caso en la historia reciente: cuando le dieron el premio Sant Jordi a Estopa, algunos catalanes protestaron porque cantaban en castellano.—Me da rabia ese elitismo, esa línea entre la burguesía y los catalanes de a pie —continúa Felinna—. Hacemos música en castellano, y por eso parece que no somos referentes en Cataluña. Pero somos raperas catalanas.—Se nota mucho el clasismo de la burguesía catalana —insiste Laüra—. Acá nosotras somos purria, escoria, como lo fueron hace tiempo los andaluces que venían aquí y supuestamente les quitaban el trabajo a los catalanes. Nuestras familias vienen de allí. Acá solo importa lo moderno, lo guay, lo fashion. Pero en este conflicto con la cultura, con la lengua, pueden existir distintas identidades además de la que se espera.El título de Bitches in Business salió en la recta final del proceso. Empezaron con una espíritu más tremendista, color azul oscuro, que plasmara su angustia. Al final eligieron un camino para sublimarla, hacerla divertida. El título es un guiño sarcástico a todo lo que han conseguido, a lo que aspiran, a todo lo que les falta y a cómo estas tres dimensiones se confunden. Un guiño que nos dice, ya lo decía Laüra, que las cosas no son lo que parecen.Felinna llegó a la entrevista luego de su primer día en un nuevo trabajo. Es temporal, me explica, para ajustar algunos números. Y Laüra, que rapea sobre cómo devuelve los trajes de diseñador que compra para un solo uso, me muestra sus manos. Sus dedos tienen marcas de pegante: esa mañana tuvo que pegar la etiqueta de un vestido para poder devolverlo.—Gitaneo, es lo que hay —admite.En ese banco de la otra esquina de la plaza todavía están él y ella, recostados en el amor silencioso y seguro que se sedimenta como la arena que cae al fondo del reloj de cristal. Antes de que nos levantemos y caminemos, yo hacia el metro —hacia el centro— y ellas hacia sus casas, acá cerca, Felinna reseña su propio álbum.—Eso es ser bitches in business —dice, entre risas—. Se trata de buscarse la vida.***¿Quieren leer más sobre rap en Español? En el camerino con Ill Pekeño y Ergo Pro