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Se puede vivir de ser gamer y es una putería

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Por: Daniel Arias - @LeloArias18
Foto: iStock.

Hoy me declaro gamer y trabajo con un equipo de profesionales que son aún más gamers que yo. Supe que esto iba a ser lo mío cuando sucedió el lamentable terremoto de Pereira en 1995; en ese momento estaba solo con mis abuelos en un apartamento en el barrio Palermo (Bogotá) y cuando mi abuelo me dijo que me apurara, que estaba temblando, lo único que le respondí fue: “ayúdame a desconectar rápido la Nintendo”. No me iba a ir sin la consola, por más que él insistiera en que me vistiera porque estaba de mucho calzoncillo y sisa blanca.

A partir de dicho momento surgieron un montón de historias y discusiones entre mis papás, amigos y los profesores del colegio tratando de decirme que definitivamente por más que me la pasara jugando “eso no me servía para nada” y que de eso no iba a vivir en un futuro. ¡Oh! pero en partido largo hay desquite, señores.
 
Años después, en un proyecto de vida – no tan del todo definido – me doy la oportunidad de decirles a todas esas personas que dudaron de las capacidades de la industria para recibir a un mortal como yo, que sí, SÍ SE PUEDE VIVIR DE ESTO Y ES UNA PUTERÍA. Se puede vivir de cualquier forma y desde cualquier carrera. ¿Jugando? Aún más, los asiáticos son los que más ganan anualmente a punta de “gafa” y bebida energética, nada que no le pueda envidiar un Messi o un Shaq. Bueno, acepto que no van a  ganar lo mismo y solo los conocerá la mamá, pero estoy seguro que tanto a ellos como a mí, alguien en algún momento les dijo que de esto no iban a vivir y véanos.

Como todo un egresado de la Comunicación Social, siempre me imaginé enfocado en áreas de Recursos Humanos o de Responsabilidad Corporativa. Por cosas de  la vida terminé conociendo a la agencia creativa que hacía lanzamientos, activaciones y otros eventos de grandes juegos y me dije a mí mismo: “mí mismo, hay que ganarse un puestico ahí”. Desde entonces he trabajado en el área de creatividad, realizando todo tipo de propuestas atrevidas enfocadas hacia los videojuegos, o haciendo uso de ellos en contextos tan distantes como lo pueden ser la banca o medios masivos de comunicación.

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¿Propuestas hacia los juegos? Torneos para la gente más tesa del país en FIFA o juegos de bala como Gears of War. ¿Propuestas fuera de su contexto? Búsqueda de aficionados en videojuegos en bancos o petroleras, actividades de baile virtual en eventos deportivos de empresas o hasta el desarrollo completo de pabellones interactivos para ferias académicas de ciencia. Nadie se imagina lo que aún se puede aprovechar en el inmenso portafolio de juegos que existe.

He aprendido que no hay ideas malas, solo idiotas que no las dicen. Además, que la industria necesita muchos y tantos idiotas tontos como yo que se aguanten años mamertos de cantaleta para encontrar la forma de aplicar su hacer profesional hacia los videojuegos. Abogados que defiendan derechos de autor, publicistas que cambien la perspectiva del gamer en lo digital, expertos en marketing que sepan venderle un juego hasta a un político de la vieja escuela, humanistas que abran el debate cultural de los juegos en el mundo social. Todos estos casos reales son los que he tenido que trabajar en muy poco tiempo. 

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Sé que aún me falta mucho por aprender en mi campo profesional, pero hacerlo enfocado en lo que más amo en la vida, me permite decir con seguridad – una vez más – que “SE PUEDE VIVIR DE SER GAMER Y ES UNA PUTERÍA”.

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