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Viajar para vivir, vivir para viajar

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Esta peculiar bloguera viajera decidió tomarse un año sabático para explorar el mundo y encontrarse consigo misma, sus sueños y anhelos. El resultado lo plasma a partir de hoy oficialmente en nuestras páginas. 

¿Qué es viajar? ¿Es desordenarse? ¿Es el mar? ¿Es luchar contra uno o varios prejucios? ¿Es nadar? ¿Es volver? ¿Es alejarse? ¿Es el sol y la playa? ¿Es huir? ¿Es contemplar montañas? ¿Es escalarlas? ¿Es reír? ¿Es gastar? ¿Es compartir? ¿Es jugar a ser diferente? ¿Es engordar? ¿Es una ilusión? ¿Es arriesgarse? ¿Es amar? ¿Es ser, por fin, uno mismo?

Hace poco, pasé un año viajando por Europa y buscando la respuesta. Pero no tuve suerte. O mejor, según el momento específico que atravesaba, me casaba con esta o con aquella acepción de esa palabra que tanto nos fascina.

Al llegar a Bari, en el sureste de Italia, supe que era dejar muchos prejuicios de lado. Cuando el barco que me llevaba a Montenegro, en los Balcanes, por fin echó anclas, me dije que viajar era deslumbrarse con cadenas y cadenas de montañas, entrelazadas hace millones de años. El día que volví a Atenas, estuve segura de que el significado de viajar es dar segundas oportunidades, reconciliarse. Hubo un par de noches en Viena y en Cluj-Napoca (Rumania, yo también me preguntaba hasta hace poco dónde queda una ciudad con ese nombre) en las que entendí que viajar era compartir con otros, dar, simplemente. En Frankfurt y en Porto fui consciente de que viajar es emborracharse, divertirse como si no hubiera mañana. En Avignon y en París comprendí que no era otra cosa sino cumplir sueños.

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Con 34 años cumplidos y 39 países de América, Europa y Asia metidos en una enorme maleta de aprendizajes y recuerdos, me he convencido por fin de que no existe una sola respuesta. Viajar es una y muchas cosas al tiempo, su significado es así como la palabra: inquieto, flexible.

Durante el año sabático que me regalé entre agosto del 2014 y agosto del 2015 encontré muchos otros significados, que iré compartiendo a lo largo de estos textos viajeros, que también serán crónicas, bitácoras de expediciones, recuerdos, guías, consejos. Y recopilé muchas respuestas dadas por ustedes.

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Vuelo en globo (Capadoccia Turquía)

Que viajar “es abrir la mente y darnos cuenta de que lo que hemos conocido no es ni lo único ni lo mejor que existe”, me dijo @juansq en su momento. Lo que escribió @carloscuentero me pareció bellísimo porque para él “viajar es aprender a partir y entender que no siempre el objetivo es llegar”. @AndresGutierez cree que “viajar es la felicidad misma disfrazada de ocio y llena de infinitos aprendizajes”, algo muy parecido a lo que opina @GapBecquer, para quien “es conocer, vivir, respirar, ser feliz, liberar energía y encontrar paz”. Para responder, @gustavogomart citó a Marc Augé (“viajar es aprender nuevamente a ver”); @RicardoGutizap optó por una definición que se acerca a la de Diana Uribe (“viajar es permitir que el alma se sorprenda todos los días”), y @AndresMonk optó por otra cita, pero de Mark Twain, según la cual “la forma más segura para descubrir si ciertas personas te agradan o las odias es viajar con ellas". Interesante teoría, a la que le doy crédito.

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Para @chinocarajo, se trata de “reafirmar que uno es uno mismo, aquí y en cualquier parte”; para @Preparando42K “es descubrir que puedes estar solo... sin plata... y ser el más feliz descubriendo que hay un camino nuevo que no viste antes”; y para @ManriqueMarisol es “perderse y volverse a encontrar... o sólo perderse... con eso basta”. Si se fijan, el tema de la identidad, la independencia y la forma en que uno se goza la soledad vienen a ser fundamentales en ese placer que implica recorrer el mundo.   

Y una de las respuestas que más me gustaron, de esas que me llegaron por Twitter mientras recorría Europa casi de cabo a rabo, fue la de @DeniDalo, que definió viajar como “la mejor manera de crecer, desprenderse y entender que tu mundo puede ser más grande que tu cuadra”. Coincidía así con la que me dio Sally Palomino vía Facebook: “Para mí, viajar es desprenderme, alejarme y encontrarme”. Alejarse. Una palabra recurrente. Sergio Camacho la usó en su definición del término: “Es alejarse, escaparse, hacer la realidad a un lado. Ir a donde nadie sabe ni conoce nada de ti”.

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Aeropuerto Internacional de Atenas

Por Facebook también, Mauricio Jaramillo Mutis aseguró que “la plata mejor invertida en la vida es la que se gasta viajando, porque lo material desaparece y los recuerdos, por más adversidades que se tengan, nadie los puede borrar de la mente”. Y Oskar Ortiz dijo algo muy bonito: “Un viaje es salirme de mi mundo sin importar qué tan lejos esté de casa. Es ofrecerle novedades a los sentidos para recordar que estamos más vivos que nunca”.

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Encontré además que Nelly Sánchez, desde México, y Meli Rahal, desde Suiza, se iban por el mismo camino, al decantarse por uno de los significados, a mi gusto, más ambiciosos y retadores: “Viajar es ver que hay otras formas de vida más allá de nuestro pequeño mundo, es crecer, es aprender, hacer más grande tu visión”, cree Nelly. “Viajar es conocerte a ti misma. Cambiar de lugares, de paisajes, de lenguaje, de costumbres, conocer gente distinta para encontrarte y entender que perteneces a un mundo mucho más grande de lo que pensabas”, cree Melissa.

Desde Bogotá, Paola Casasbuenas me escribió para decirme que viajar es “vivir en tiempo presente, descubrir otras realidades. Ver lo bonito del mundo. Llenarse de otros cielos, nutrir el alma”; y desde Christchurch (Nueva Zelanda), Ingrid Brooker opinó que “viajar es lo único en lo que uno gasta y se hace más rico”. Se necesitaría otra entrada para compartirlas todas, pero no quisiera dejar ahora por fuera la respuesta que me soltó mi mamá, una mujer que ha viajado montones no tanto físicamente, sino gracias a los libros: “Es desconectarse y respirar diferente”.

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La calle más angosta del mundo (Rumania)

En una estupenda columna, el cronista Alberto Salcedo Ramos escribió hace poco esta belleza: “Mi acepción preferida de la palabra viajar es mudar, porque además de incluir el traslado geográfico, contiene la metamorfosis del viajero. Mudar es lo que hacen las aves cuando vuelan de un lugar al otro, pero también lo que sucede cuando se desprenden del plumaje. El viaje como mutación y, luego, como apertura. Al deshacerse de sus prejuicios como el pájaro de sus viejas plumas, el viajero tiene una interacción mas afortunada con los espacios. Los disfruta aunque parezcan feos, los comprende aunque tengan costumbres muy distintas a las suyas”.

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Yo ya les dije que cada tanto, para seguir con el verbo, muto de respuesta. Ahora quiero creer que viajar es encontrar una nueva forma de mirar el mundo, más completa. Y que si se viaja por un tiempo largo, un año, por ejemplo, viene siendo algo así como quedarse sin arraigo, perderlo. Viajar también tendría que ver, en esos casos, con quedarse con una o, máximo, dos certezas.

En realidad, viajar podría ser una de las palabras con entradas más largas en el diccionario, ¿no les parece?

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