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Caso Jeffrey Epstein: cuando la viralidad hace más daño que bien

El multimillonario Jeffrey Epstein fue acusado de tráfico sexual de menores en 2006. Desde entonces, se publicaron una serie de documentos que incluyen varios nombres de celebridades relacionadas con él. ¿Por qué es un problema que se haya vuelto un caso viral de Internet?

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Jeffrey Epstein y su novia, Ghislaine Maxwell, también vinculada al tráfico de menores
// Foto: AFP

El Caso Jeffrey Epstein es un escándalo de abuso sexual infantil y tráfico de menores.

Su historia resultó ser una pirámide de casos que involucran a muchas de las personas con más poder en el mundo.

Epstein fue arrestado en julio de 2019 por cargos de tráfico sexual de menores en Florida y Nueva York. Desde su arresto, poco a poco, la verdad sobre su historia se empezó a conocer.

¿Qué hizo Jeffrey Epstein?

La investigación comenzó en 2005 cuando los padres de una niña de 14 años denunciaron a la policía que su hija había sido abusada sexualmente por Epstein en su mansión de Palm Beach, Florida.

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La policía realizó una redada en la propiedad y encontró fotografías de menores desnudas, así como evidencia de que Epstein había abusado sexualmente de ellas.

Epstein fue acusado de prostitución de menores en 2006, pero llegó a un acuerdo con los fiscales en el que se declaró culpable de un cargo menor de prostitución y cumplió 13 meses de prisión.

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En ese momento el acuerdo fue fuertemente criticado por ser demasiado indulgente. Pero no pasó mucho después de eso hasta 2019, cuando fue arrestado nuevamente.

Esta vez, la investigación fue más exhaustiva y se reveló que Epstein había operado una red de tráfico sexual de menores en todo el mundo. Se cree que Epstein abusó sexualmente de cientos de niñas, algunas de tan solo 14 años.

Epstein fue encontrado muerto en su celda en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan el 10 de agosto de ese mismo año.

Aunque las primeras hipótesis apuntaban a un suicidio, las nuevas teorías apuntan a que fue un homicidio. El caso Epstein provocó un escándalo internacional y llevó a la sociedad a poner sobre la mesa el debate sobre la impunidad de los ricos y poderosos.

También llevó a que se investigara a otras figuras públicas que estaban vinculadas a Epstein, incluidos el príncipe Andrew de Inglaterra y el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton.

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Los documentos que contienen los nombres de estas personas son producto de la demanda de Virgina Giuffre en 2015 contra Ghislaine Maxwell, ex novia y socia de Epstein y hasta hace unos días eran clasificados.

La desclasificación de estos comprometen, o al menos vinculan, a personajes del cine, la ciencia y la política con los crímenes de Jeffrey Epstein. Aunque la mención de algunos de ellos no implica ningún tipo de culpabilidad.

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Ahora, ¿por qué es un problema la magnitud viral de este caso?


Viéndolo en una escala general parecería positivo que tantos usuarios de redes sociales comenten y compartan el caso. Sin embargo, aquí hay varios problemas: la desinformación; la ventana completamente abierta, en "pro de la libertad de expresión", para convertir todo en un chiste; y, como consecuencia, la facilidad de Internet para cambiar el foco de la discusión.

Analicemos el caso por partes.

La desinformación

Las características del caso hicieron que se magnificara de tal forma que se convirtió en un voz a voz, que entre más se expandía más banal se volvía. Suele pasar en Internet: la información que entra, por más que importante que sea, empieza a perder piezas a medida que es compartida hasta quedar vacía.

Al ser un caso tan mediático las redes sociales se inundaron de afirmaciones falsas, imágenes editadas y un flujo de información tan grande que se volvió incontrolable.

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En 2019, cuando Epstein fue arrestado por segunda vez, y ahora, que desclasificaron los documentos del caso, se publicaron cientos de hilos de Twitter en los que se aseguraba que x, y o z habría aparecido en la lista de personas que visitaron la isla.

El caso terminó convirtiéndose en eso: una lista que merecía ser leída sólo para ver si nuestro artista o famoso favorito del momento estaba en ella.

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Se redujo tanto que la gente olvidó que se estaba hablando de pedofilia y tráfico sexual de menores.

Entre tanto escándalo la gente, más que informarse sobre el caso, espera una lista de clientes que no va a ser revelada, al menos en estos documentos, para saciar las ganas de confirmar sus múltiples teorías.

Sobre la "libretad de expresión" y el cambio de foco

La gente pregona sobre la libertad de expresión para darse una licencia de decir cualquier cosa. La ambivalencia de las redes sociales, que permiten decir sin dar la cara, se convierte en una puerta abierta de par en par para banalizar cualquier cosa.

En nombre del humor “todo se puede”. No, no todo se puede.

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El límite del humor sí existe y se encuentra en el dolor de las víctimas. Tal vez perdimos la empatía por anteponer la posibilidad de viralidad.

Cuando se reveló el nombre de Stephen Hawking como participe en una orgía con menores de edad, no sólo Twitter reveló su lado más capacitista sino también lo sencillo, y seguramente más cómodo, que resulta mirar para otro lado.

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El abogado Alan Dershowitz, en una entrevista en Fox News, también volteó la conversación en la que se le acusa de agresión sexual a una menor de edad en la isla de Epstein hacia un reclamo para las feministas por no “pronunciarse sobre Hamás”.

Así de fácil también los medios y las cuentas con muchos seguidores reclamaron que debíamos pedirle perdón a Michael Jackson porque, claro, no aceptar ningún “masaje” de un menor de edad invalida los testimonios de sus otras víctimas.

Hay pocas cosas claras en el caso de Jeffrey Epstein, pero si me tocara elegir una verdad sería que es la muestra de que la viralidad viene de la mano con la indiferencia.

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Los casos de millonarios con licencia para transgredir la ley son muchos. Acá hablamos de otra historia con características similares: Control a los ricos y famosos: más casos de "conservatorships" en la industria del entretenimiento

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