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¿Fútbol y política? A propósito del Mundial de fútbol de la FIFA Qatar 2022

La serie documental de Netflix 'Los entresijos de la FIFA' es una de tantas red flags sobre quienes se venden como entes al margen de la política. Por esto es que veremos un mundial en Qatar.

Aerial Views Of FIFA World Cup Qatar 2022 Venues
Vista aérea de un estadio de fútbol en Qatar
// David Ramos/Getty Images

El 9 de noviembre, justo 11 días antes del inicio del Mundial de fútbol de la FIFA Qatar 2022, Netflix estrenó el documental Los entresijos de la FIFA (FIFA UNCOVERED), en el que destapan todos los problemas legales y de corrupción que ha tenido la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA). ¿Por qué hay que verlo?

Por Juan Camilo Ospina

Con los años nos acostumbramos a ver los titulares de noticias con escándalos asociados al fútbol. Han sido tantos y tan recurrentes que es fácil abrumarse y perderse. Pero en los años recientes ocurrió un caso clave.

La serie documental Los entresijos de la FIFA nos cuenta, principalmente, de la investigación penal que hizo la Fiscalía de Nueva York en la que acusaron a 14 personas (entre ellas a nueve de los pesos pesados de la FIFA) por fraude, crimen organizado y lavado de dinero.

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Incluye, de hecho, entrevistas a personajes implicados en lo que ocurrió. El expresidente de la FIFA Joseph Blatter; el presidente actual, Gianni Infantino, y otros miembros claves de la FIFA como Jerome Valcke, Juca Kfouri y Ricardo Teixeira le ponen voz a la historia.

Ese enredo de corrupción y chancucos entre viejos multimillonarios está conectado, sin duda, con la política y la "polémica" elección de Qatar como sede del mundial.

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Corrupción, política y Qatar

Bien sabido es que al fútbol, el deporte más visto del mundo, lo han manoseado los políticos desde siempre. O bueno, el deporte, en general, ha sido utilizado por los estados para lavarse la cara, imponerse o pelearse con otros.

Para la muestra, un caso clásico: en los 70, las partidas en los tableros de ajedrez entre los jugadores de la URSS y Estados Unidos eran documentadas como una pelea por demostrar quien tiene el mejor modelo económico. Lo que se jugaban no era el prestigio individual sino la legitimidad de un régimen.

La FIFA, una institución poderosa económica e ideológicamente, tiene en el papel una apuesta "apolítica". "La política y el futbol no van juntos", repetía una y otra vez uno de los expresidentes de la FIFA, João Havelange. Pero lo cierto es que su lugar neutral es solo apariencia. Los lazos de poder son muy difíciles de romper. Por eso las revelaciones de corrupción en la FIFA, que censura cualquier muestra política de parte de los jugadores, demuestran, ante todo, cinismo.

Los mensajes vuelven con insistencia, como tratando de tapar siempre algo.

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El 5 de noviembre de 2022, Gianni Infantino y Fatma Samoura, enviaron una carta a todas las naciones participantes en el Mundial de Qatar pidiéndoles que cesaran y evitaran cualquier discusión sobre los malos antecedentes de derechos humanos de Qatar. El mensaje era, según ellos, para "respetar todas las opiniones y creencias, sin dar lecciones morales a los resto del mundo" y "centrarse en el fútbol".

También porque querían "no permitir que el fútbol se vea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen". Pero la FIFA no solo fue arrastrada por la batalla ideológica, sino que se ha revolcado en ella.

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Estas declaraciones son, como es bien sabido gracias a Internet, una respuesta a la crítica de la asignación de Qatar como sede mundialista.

Controversias con la asignación de Qatar para la copa del mundo

Sobre la elección de Qatar como sede del mundial se ha dicho mucho. Hay quienes celebran incluir en el contexto internacional al mundo árabe (como se hizo en otro momento con la elección de Sudáfrica) y quienes critican fuertemente las condiciones de infraestructura, clima y derechos humanos del país.

¿Qué implica que los ojos del mundo se centren en el fútbol en los países árabes?

Un mundial allí es como destapar una olla que carga con la islamofobia, el rechazo a valores diferentes a los europeos, las tensiones entre el poderío económico del mundo árabe con otras potencias mundiales y las formas modernas en que se hacen negocios internacionales y se movilizan influencias.

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Llama la atención, eso sí, la sensibilidad del mundo occidental sobre las consecuencias del capitalismo en el contexto de Qatar.

Allí, desde luego, es fundamental señalar la violación sistemática de derechos humanos, las terribles condiciones de explotación laboral a migrantes, pero también nos abre una ventana para preguntarnos:

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¿a qué hora ese gran cubrimiento incluirá también las violaciones sistemáticas de derechos en Estados Unidos, Europa o Latinoamérica? ¿Acaso es en “oriente medio” el único lugar en el mundo en el que existe un capitalismo salvaje y que ocurren importantes competiciones deportivas?

Uno de los temas más discutidos de la Copa del Mundo de Qatar fue el trato a los trabajadores contratados para construir la infraestructura. Human Rights Watch y la Confederación Sindical Internacional (CSI) alegan que el sistema Kafala deja a los trabajadores migrantes vulnerables a abusos sistemáticos. Los trabajadores no podían cambiar de trabajo ni abandonar el país sin el permiso de su patrocinador.

Amnistía Internacional acusó a Qatar de utilizar trabajo forzoso, obligar a los empleados a vivir en malas condiciones y retener sus salarios y pasaportes. También acusó a la FIFA de no actuar contra los abusos contra los derechos humanos.

Los trabajadores migrantes contaron a Amnistía Internacional los abusos verbales y las amenazas que recibieron después de quejarse de que no les pagaron durante varios meses. The Guardian afirma que más de 6.500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar desde que ganó el derecho a albergar la Copa del Mundo hace 10 años.

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Otros sectores han manifestado descontento porque se realice el mundial en un país que brinda pocas posibilidades a las mujeres en el fútbol. Una jugadora local afirma:

Como mujer joven, el hecho de que mi país, Qatar, no tenga una selección nacional de fútbol femenino me desmotiva bastante. El mayor honor para alguien seriamente involucrado en los deportes es representar a su país, pero esa opción no existe para nosotros, no por ahora”.

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Todo esto nos devuelve a Los entresijos de la FIFA .

En mayo de 2011 las denuncias de corrupción a los altos funcionarios de la FIFA plantearon dudas sobre la legitimidad de la celebración de la Copa del Mundo en Qatar.

Según el entonces vicepresidente, Jack Warner, se publicó un correo electrónico sobre la posibilidad de que Qatar 'comprara' la Copa del Mundo de 2022 mediante sobornos a través de Mohammed bin Hammam, quien era presidente de la Confederación Asiática de fútbol en ese momento.

Los funcionarios de Qatar en el equipo de la candidatura para 2022 negaron haber actuado mal. Una denunciante, que resultó ser Phaedra Almajid, alegó que Qatar pagó 1,5 millones de dólares a varios funcionarios africanos.

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En 2017, Reinhard Grindel, presidente de la Asociación Alemana de fútbol, declaró que "las asociaciones de fútbol del mundo deberían llegar a la conclusión de que los grandes torneos no pueden celebrarse en países con abusos contra los derechos humanos y que la Asociación de fútbol hablaría con la UEFA y el Gabinete de Alemania para evaluar si boicotear el torneo de Qatar en 2022". Pero no ocurrió nada.

Al final, veremos un mundial que pretende legitimar el régimen de un país en el que ser homosexual es ilegal. Cualquier acto que las autoridades consideren "excesivamente íntimo" entre hombres y mujeres en público puede conducir al arresto.

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Veremos un mundial en un país en el que se permite el uso de trajes de baño en las playas y piscinas de los hoteles, pero se espera que los visitantes se cubran los hombros y las rodillas cuando visiten lugares públicos como museos y edificios gubernamentales.

Veremos un mundial en el que está prohibido quitarse la camiseta dentro de los estadios.

Los entresijos de la FIFA es, desde luego, una bandera roja nueva: no hay una posición sin ideología. Y mucho menos cuando hablamos de fútbol.

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