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Consejos de lenguaje para el fútbol criollo a propósito del miembro de Lukaku

Valdría la pena, y sin pene, hacer unas recomendaciones similares para el caso del futbol colombiano.

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Gettyimages

Fue de gran alivio ver como la organización antirracista Kick It Out pidió al Manchester United ayudar a que sus aficionados no entonen más un cántico sobre su nuevo delantero estrella, Romelu Lukaku.  Kick It Out considera que la letra de la misma, que alude al tamaño del pene del delantero, es “ofensiva y discriminatoria”. Lukaku, de 24 años y fichado este verano por 85 millones de euros, se ganó el corazón de los Red Devils y decidieron dedicarle una versión de la canción Made of Stones, del grupo Stone Roses. En la letra, se hace referencia a “un pene de 24 pulgadas y que marca todos los goles con su miembro a los pies”. Lo que es, según Kick It Out, un estereotipo que se aplica a los hombres negros.

Para la organización, en esa letra hay “palabras ofensivas y discriminatorias, los estereotipos racistas no son aceptables ni en el fútbol ni en la sociedad, a pesar de que se digan con la intención de ser un cántico a la gloria de un jugador para apoyarle”.

Aprovechando este evento histórico y sin precedentes en la historia del futbol valdría la pena, y sin pene, hacer unas recomendaciones similares para el caso del futbol colombiano. Puede que, dada la coyuntura, presionemos un cambio en ese estado convulsionado del futbol y lo hagamos un lugar incluyente y diverso. 

El gran revuelo que ha tenido el pene de Romelu Lukaku nos puede servir para ampliar las restricciones en el futbol colombiano en varios sentidos que podrían irse complementando con la ayuda de aliados de la diversidad. 

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Para empezar, me parece que esos cánticos que a veces se oyen cuando juega el Junior en Bogotá, que hacen claras referencias a la burra y aluden a una práctica primitiva, son una ofensa infame. Primero, contra un animal indefenso, víctima de una sociedad machista; y segundo, contra la gente de provincia, ya que no todos comulgan con estas prácticas aberrantes que atentan contra la integridad de un animalito femenino. Y antes de que lo olvide, y aprovechando que se me “chispoteó” la palabra, sería importante eliminar en el estadio lel término provincia, ya que es ofensiva y denota una relación de poder opresiva y denigrante para la persona creando unas barreras centro y periferia que solo son imaginarias y funcionan como detonantes de violencia. Sería mejor que los cánticos aludieran a cuestiones y conceptos más elaborados desde la academia, que dan mayor consistencia, como es el caso de la alteridad, promoviendo así un encuentro con el otro de manera amistosa y complementaria. 

Es importante también prohibir esas referencias a poner huevos; no hay discusión alguna de que ese tipo de actos evidencian un claro atentado a la integridad de animalitos como las gallinas, los gansos, entre otros; y que es mejor dejarlos de nombrar en los estadios ya que comprometen un hecho punible y de violencia contra una especie que no tiene como defenderse y que además no tiene por qué pagar los platos rotos de jugadores perezosos. Y es peor la ofensa cuando se nombra así a los hinchas de un equipo de futbol; no es justo que la integridad moral de una especie se ponga en juego en la boca sucia de desadaptados sin conciencia animal, que les dicen a otros “las gallinas”.  

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Tampoco es deseable llamar al otro, sea jugador, directivo o periodista, “chiquito hijueputa”, porque, contrario a Lukaku, será ofensivo referirse a un miembro de un tamaño menor. Poner en duda la virilidad solo por unos centímetros o la cantidad de huevos contenidos en alguien es inconcebible; es un error de primitivismo elevado. Como si todos tuvieran que ser como el afrodescendiente Tino Asprilla, que entre otras cosas le deberían cerrar ese negocio de condones ya que se aprovecha claramente de su condición de discriminado sexual para ganar dinero. 

En esa línea, es importante que se prohíba también seguir cantando que “todos los domingos me voy a la cancha a ver al más grande”, porque alude, de nuevo, al miembro heteronormativo y excluye a los más chicos, que también deben tener cabida en el deporte. 

Así mismo, es importante erradicar sin ningún tipo de vacilación todas las alusiones a esa relación de papá e hijo en las canchas de fútbol. ‘Saluden a papá’ es una versión primitiva del origen del universo hipermasculinizado, pues también es necesario saludar a la mamá y a las tías y las abuelas. No se puede ser tan mal educado. Eso de “A correr a ver, a correr a ver, dile a tu mamita que te venga a recoger”; pues no más: el papá también puede venir a recogerlo. El mundo ha cambiado y los papás tienen nuevas responsabilidades, según las nuevas legislaciones, así que a hacerlas respetar de una vez por todas.

Por último, “que sude la camiseta”, es una invitación descortés y de poco gusto, así como una acometida contra la higiene y el auto-cuidado, sin nombrar el claro atentado contra la integridad de sus otros compañeros en el campo, quienes tendrán que lidiar con el riesgo latente de contraer alguna enfermedad de contagio, resultante de la exudación asquerosa de seres humanos incivilizados.

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Por cierto, de paso, vamos a tener que corregir algunas cosas en el himno de Bogotá. Será mejor evitar la parte de la “blanca estrella que alumbra en los Andes, ya que pormenoriza el rol de la mujer en los campos de juego con esos tintes de Cenicienta y solo da lugar a lo femenino blanco, excluyendo la diversidad racial, incentivando el predominio colonizante. Alimentado por un elitismo latente, pues según la letra, “alumbra en Los Andes”, la Universidad más clasista y costosa del país. 

Es importante, a su vez, suprimir al interior de equipos y barras, toda alusión a los capos; es una categoría que incita a la violencia y al narcotráfico, dándole alcances de deseo y legitimidad. Al nombrar al capo como ente de máxima autoridad se está rindiendo idolatría a seres despreciables, además de implantar todas las connotaciones hegemónicas del heteropatriarcado machista falocéntrico, en donde la capa o lo capo no tienen cabida. Y el falo instiga sin tregua. 

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Finalmente, propongo que no se hable más del ‘culo roto’, ya que es una ofensa de marcada índole heteronormativa, que excluye a aquellos seres que gustan de las prácticas sexuales no ortodoxas y que deben ser respetados si disfrutan de los besos afrodescendientes o prácticas disidentes. 

El deporte, en últimas, debe ser respetuoso y abierto a las nuevas masculinidades, a las nuevas olas y vientos incluyentes. Así que: animo muchachos que nada se ha perdido…

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