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Por qué JuanDa es la nueva fase del arte digital

No saber quién es JuanDa no te hace más cool-to.

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JuanDa
// Instagram

Cronología y radiografía del regreso de una de las figuras digitales más importantes de Colombia. ¿Por qué JuanDa pega tan duro? ¿Es el nuevo arte?

Por Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti

Martes 25 de octubre de 2022. 7 p.m. // El creador de contenido digital JuanDa anuncia que una hora más tarde hará un live en Instagram y que al día siguiente publicará un nuevo video en YouTube. En menos de una hora la publicación consigue un millón de likes.

Martes 25 de octubre de 2022. 8 p.m. // JuanDa arranca su live. Por lo menos 170 mil personas (o sea, unos cuatro estadios llenos) se conectan para ver una pantalla negra pues la conexión ha colapsado. El live se entrecorta. No se ve nada, pero la gente espera. Es el regreso de uno de los reyes de las redes en Colombia. JuanDa va a explicar por qué llevaba seis meses desaparecido.

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Martes 25 de octubre de 2022. 10 p.m. // El live se estabiliza. Durante casi dos horas JuanDa cuenta que, por problemas de salud mental y dos intentos de suicidio, estuvo alejado de las redes sociales. Habla de depresión, ansiedad, siquiátricos, sus amigos, las expectativas externas, salir del clóset, de cómo no hay que endiosar a ninguna persona (menos si es un influencer) y, tangencialmente, de las diferencias de clase en Colombia.

Sin quererlo y siempre con un único tierno humor negro, JuanDa hizo una radiografía punzante de prejuicios sociales y los privilegios.

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Miércoles 26 de octubre. 10 p.m. // JuanDa publica un nuevo video en su cuenta de YouTube en el que cuenta cómo celebró el cumpleaños de su mamá. Incluye un espectacular bloque de saludos de celebración a cargo de imitadores de Camilo y Rafael Orozco, Esperanza Gómez (la de verdad), y Vegeta (¿real o falso?). En menos de 24 horas, el video superó 1.7 millones de reproducciones.

Pero bueno, eso no es lo importante. Para saber de JuanDa pues vean a JuanDa. Lo interesante es lo que sucede alrededor de estos fenómenos digitales. Por qué y a qué hora se volvieron tan importantes. Por qué provocan tanto aceptación y cariño.

Pensemos en el impactante hecho de que 170 mil personas estuvieran conectadas viendo un stream fallido y que luego, durante la transmisión, más de 700 mil acompañaran en vivo a JuanDa a ver su confesión.

Hay cifras extraoficiales de que el suyo fue el segundo live más visto en la historia de Instagram (al momento de escribir este texto, los dos segmentos en los que partió su transmisión superan los nueve millones de reproducciones). Pensemos en el hecho de que todo esto lo haya conseguido con apenas un anuncio hecho una hora antes. Una humillación para las estrategias de las agencias de mercadeo digital a la hora de hacer el lanzamiento de cualquier cosa.

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Y también pensemos en cómo la internetósfera nacional se dividió entre quienes gozaban del retorno de esta celebridad virtual, y aquellos que se preguntaban quién era ese tal JuanDa y a qué hora se había vuelto tan importante.

JuanDa es un fenómeno digital al pie de la letra. Prefiero describirlo como un creador de contenido que como un influencer, porque en sus videos no muestra un mundo maquillado y acomodado a una noción empaquetada de la realidad, sino que se ríe de sus desgracias y se burla de sí mismo.

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En el debate sobre los límites del humor, JuanDa es la prueba de que se puede hacer reír sin humillar a otras personas, y a la vez sin aparentar una falsa y acomodada corrección política. Aprendan, marcas.

JuanDa: Nuestra cultura


Los videos (sobre todo en TikTok, pero nunca dejando YouTube de lado) que surgen de esta generación de creadores ocuparon el lugar del arte. Lo que alguna vez fueron las artes plásticas, la literatura o la propia música, hoy está encarnado por lo que surge y brota de este tipo de contenido vertical, fugaz, efímero y viral.

No hay que escandalizarse ante este cambio cultural y generacional, pues hace rato todo ha cambiado. ¿Hace cuánto no piden un taxi por teléfono? Cuando piden un domicilio, ¿llaman al restaurante? ¿Tienen suscripciones a publicaciones físicas o a televisión por cable?

Y entonces, si el mundo a nuestro alrededor ha cambiado, si nuestra manera de consumir ha cambiado, ¿por qué no lo iba a cambiar la forma en que consumimos objetos culturales?

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Mientras vemos los torpes intentos de los medios y poderes tradicionales por seguir siendo relevantes en Internet, una nueva generación que nació y creció con internet en el aire ha sabido utilizar mucho mejor las dinámicas de esta web.

En lugares como TikTok ya hay una idea mejor ejecutada de la democracia a la hora de hacer contenido visible (aunque no en la forma de monetización). Tenemos las mismas oportunidades, herramientas, y posibilidades de alcance. A diferencias de redes predecesoras, en TikTok no hay que pensar en ganar seguidores para poder masificar un contenido. Como en un centro comercial, solo hay que cruzar la puerta para encontrarse con una oferta infinita de historias, voces, entretenimiento o debates.

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Lo que comenzó como un epicentro de bailes y retos, se convirtió muy pronto en un lugar donde cualquiera expresaba un tono divertido, ingenioso y visual. Ya no había que obedecer unas estrechas normas estéticas como sucedía en Instagram, ni había que tener un mínimo conocimiento de lenguaje audiovisual como en YouTube: todas las herramientas, efectos, y lenguaje estaban en TikTok listos para ser usados por cualquiera.

Al igual que sucedió con la música, el hecho de que las herramientas de creación estuvieran disponibles para cualquiera detonó la oferta de contenido.

Hemos visto desde monjas y gamers hasta comunidades de autismo; debates sobre feminismo y masculinidades tóxicas; burlas al sistema capitalista y laboral; confesiones sobre salud mental; historias de personas comunes y corrientes, entre otros. Asistimos a la feria de la cotidianidad. Quienes nunca tuvieron voz, ahora están hablando. Quienes se sentían rechazades, encontraron una comunidad. Quienes estaban fuera de la norma, descubrieron que la norma no tenía sentido.

Asistimos a un bombardeo de información, sí. Pero también asistimos a un renacer de la identidad individual (a menos, claro, que la identidad individual moleste a los chinos). Podemos hablar de lo que antes estaba editado y restringido. Podemos cuestionar las leyes con que nos criaron. Podemos tener pensamiento crítico y tener debates que ni en los medios, ni en la academia y mucho menos en las familias, habían tenido espacio.

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La gente se cansó de que los poderes tradicionales, de que las clases altas la miraran por encima del hombro y les restregaran su poder. Las generaciones más jóvenes consumen a personas sencillas que entienden y comparten los códigos de la virtualidad. Seguramente mientras has leído estas líneas cambiaste varias veces de pestaña, abriste un chat, o scrolleaste tus redes.

Nuestra atención es escurridiza, nuestros intereses son complejos, nuestros referentes son amplios. Para explicar nuestros argumentos usamos memes, videos, stickers, ejemplos de capítulos de Los Simpson o Dragon Ball, y alguito de la realidad nacional. Nuestra cabeza vive en modo de zapping constante.

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Y ahí brillan figuras como JuanDa. Personajes comunes y corrientes. El que se parece a algún compañero de clase, el que tiene los mismos problemas de un vecino, el que tiene una mamá como la nuestra, el que nos habla como quisiéramos que nos hablaran. El que toma prestado de un lado y otro para contar una historia, justo como lo hace nuestra cabeza cuando cuenta una historia. JuanDa y otres creadores digitales están contando y pensando lo que estamos viviendo en maneras que verdaderamente conectan con quienes consumimos contenido.

Es el arte de nuestros tiempos. Quién sabe cuánto más vaya a durar.

¡La cultura pop nos une!

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