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Adiós al EDM: bienvenida la nueva electrónica global

Nuevos sonidos digitales representantes de todo el mundo. Viva la globalización.

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La cultura electrónica se caracterizó hasta hace algunos años por tener un sabor puramente anglosajón muy efectista y hasta facilista, que con el tiempo se empezó a tornar incluso desabrido.  Los productores de música electrónica se dieron cuenta que hacía falta poner una sazón diferente, darle colorido y frescura, para renovar los géneros y fue cuando empezaron a mirar hacia otras latitudes que les podrían aportar la cadencia y querencia que le estaba haciendo falta a su música, esa necesaria mirada al sur y al oriente les permitió descubrir universos inagotables. 

Fotos y textos: César Londoño // Agencia Press Riot

En el 2007 el sirio Omar Souleyman pasó por el Sónar de Barcelona en 2007, acto que lo catapultó como un rockstar a nivel mundial. A partir de este momento el desfile de artistas venidos de África, América Latina o Asia empezó a aumentar año tras año en los principales festivales del mundo, abriéndoles la puerta a muchos más artistas.

En el 2015 el mundo se rendía a los pies de un venezolano muy joven pero con una proyección artística fuera de límites. Alejandro Ghersi, alias Arca irrumpía en la escena internacional con el aval de haber sido llamado meses atrás por la mismísima Björk para coproducir su último trabajo de ese año Vulnicura. Meses después Arca presentó su último trabajo Mutant, logrando eso que muy pocos artistas a nivel mundial pueden conseguir: crear un sonido nuevo, con ritmos que conjugan atmósferas entre el romanticismo y la ciencia ficción con beats perezosos y líneas de bajo grime. Arca además hacía una puesta de escena asombrosa donde se hacía acompañar de uno de los artistas plásticos más potentes del mundo actualmente, el japonés Jesse Kanda, demostrando que los latinos tienen mucho que aportar a la escena electrónica internacional.

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En este 2016, nuevamente los músicos latinoamericanos se vuelven a colar con honores dentro de las ofertas estivales más importantes del hemisferio norte.  El Sónar, el festival de música electrónica más importante de Europa y una de las plataformas de lanzamientos para artistas emergentes cerró su edición del 2016 con una más que brillante participación de representantes latinoamericanos.  El Sónar es un festival, no una competición, pero si pudiéramos encontrar un triunfador en este año, sin duda Nicola Cruz se alzaría en lo más alto del podio.  La crítica especializada no ha escatimado elogios al ecuatoriano, llamado a ser uno de los nombres principales de la escena que fusiona folklore y electrónica en los próximos años. Nicola Cruz comenzó su gira europea en Barcelona presentando su último trabajo Prender el alma donde mezcla las tradiciones andinas y amazónicas con texturas digitales, rescatando los sonidos que bajan desde las altas montañas hasta la gran selva. 

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Otro gran nombre en esta movida es el del proyecto colombiano Las Hermanas, que acaba de presentar su nuevo EP Kulto de Kultos. El bogotano Diego Cuellar es el hombre detrás de esta apuesta por los ritmos sepias que rescatan todas esas viejas canciones de nuestros abuelos, convirtiéndolas a ritmo de beats en piezas de baile seductoras, que evocan melancolía, blanco y negro y radiola.

                                                                                                         

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Es imposible hacer este viaje hacia los sonidos globales sin recorrer lentamente África ( http://www.shock.co/cultura/articulos/las-nuevas-gemas-musicales-africanas-que-hay-que-conocer-84662), un continente que tiene mucho que aportar a la escena musical avanzada. De lo que sucede en esta región están pendientes productores y creadores en todo el mundo.

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Este es el caso del veterano artista ghanés Ata Kak, una verdadera joya musical, que occidente descubrió hace muy poco tiempo. Con puro rap y funk surgido de lo más profundo de África, Ata Kak lleva treinta años haciendo música en su país y fue descubierto casi por casualidad por un periodista norteamericano que, viajando por Ghana, compró un cassette suyo en un mercado. Ver tocar en directo el Obaa Sima, primer LP de Ata Kak, es un placer que muy pocos se pueden dar el lujo de contar.

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De África viene también uno de los productores techno más importantes del momento, el etíope Mikael Seifu, creador de un sonido elegante con sombras de dubstep y ethio-jazz, conocido como Ethiopiyawi Electronic, que desprende sensualidad con sus compases rítmicos y embriagadores que se antojan exquisitos al mezclar los modernos procesos digitales con instrumentos del folklore etíope como el Krar.

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Solo un chamán puede concedernos el don de bailar a un ritmo trepidante, lo que en África se conoce como un estado de “cuerpos sin huesos”. De esto es capaz el sudafricano Nozinja, padre de lo que se conoce como el Shangaan Electro: el conjuro de una serie de tradiciones de su país y sus diferentes tribus, dando como resultado un ritmo frenético que acelera los tempos. Hay que estar en muy buena forma para conseguir bailar al ritmo de Nozinja, pero verlo en directo es una experiencia muy divertida.

Turquía es la puerta en la que los cuatro puntos cardinales coinciden y por allí ha pasado toda la historia de nuestra civilización. En este recorrido por la electrónica global es de rigor pasar por la eterna Estambul y dejarse encantar por el hipnotismo que el  músico Baris K y su banda Insanlar, es capaz de crear con su folk ácido, toda una deconstrucción de ritmos ejecutados con maestría por músicos de muy alto nivel.  Electrónica fusionada con un funk casi de conservatorio y tradiciones turcas milenarias.

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