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Mar Mejía exprime el pop de Medellín con “CHERRY BOMB”

Hablamos con Mar Mejía, la mujer detrás de la detonación cereza del pop de Medellín, y reseñamos su disco debut. 

Mar Mejía - Cherry Bomb, álbum musical - Reseña y entrevista
Mar Mejía presenta Cherry Bomb, su álbum musical - Reseña y entrevista por Juan Diego Barrera
// David Muñoz - Isabel Montoya

En su disco debut, Mariana Mejía optó por un camino más diverso que el típico proyecto de perreo paisa. CHERRY BOMB es un álbum de 12 canciones pegajosas y con sabores variados que se dispersan como cuando uno muerde una de esas esferas de tés de burbujas.

Por un lado, está el sabor del dulce y elegante dancepop tipo Dua Lipa —como en “Money—; por el otro, el aroma de las baladas pop latino de Ventino o Juliana Velásquez; y, al poner atención, se sienten notas cítricas, reinterpretaciones en popetón de lo que hacían artistas como Becky G o Karol G cuando empezaban a imaginar en 2018 el discurso que tendrían las cantantes de reggaetón en 2023.

De hecho, fue la mismísima Bichota quien le recomendó a Mar en 2022 experimentar, sin miedo a lo que le digan, y a atravesar la etiqueta de la música de fiesta latina pensando siempre en realizar su visión.

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Pero, ¿por qué buscarse en el pop?

El pop que nos vio crecer y el pop que reescribimos

¿Dónde están nuestras versiones infantiles y adolescentes que cantaban los himnos de las producciones de Disney Channel? Mar Mejía, nacida el 5 de diciembre del 96 en Medellín, tiene muy claro qué tan lejos en el tiempo está esa niña de la artista que es ahora. La ubica encerrada en su cuarto y en su propio mundo:

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M: “Yo era tan tímida que la música la guardé por mucho tiempo. La escuchaba por mi cuenta, pero no me dejaba ver cantar ni nada por nadie. Cuando tenía unos 12 años era la época de Hannah Montana y todos estos personajes de Disney Channel que hacían música. Yo me encerraba en mi cuarto a poner karaokes y videos musicales de ella, de Selena Gómez, de Camp Rock, de los Jonas Brothers… Y allí hacía todo tipo de performances imitándolos”.

¿Quién le dice a esa niña que en 2023 es cantante y que su sola presencia puede capturar la atención tanto como en este video?

Mariana cuenta que cuando empezó a presentarse en vivo fue una sorpresa para sus familiares y amigos cercanos. En retrospectiva, parece que llevara mucho tiempo en silencio, preparándose, y que de ese ejercicio de consumir música por YouTube surgió su convicción por transportar su propia música a lo cinematográfico.

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El pop parece un lugar seguro por lo cómodo de su escucha. Muchos le restan valor por eso, partiendo desde el falso cliché de que es lo más fácil en la música. Pero hay que contextualizar. Hacer buen pop, que destaque, es extremadamente difícil por la cantidad de competencia, en especial entre las generaciones millennials y centennials, que nos criamos masivamente con musicales televisados y actrices infantiles convertidas en superestrellas de Billboard.

Por si fuera poco, la nuestra es la primera generación que cruzó infancia y adolescencia con las herramientas para consumir contenido casi infinito. Por ende, somos quizás la población que más metida ha estado en las conversaciones sobre la cultura mainstream, así como la franja demográfica más conocedora de tendencias mundialmente compartidas y la que ha contado con más posibilidades materiales para aventurarse a aprender, explorar, imitar y crear.

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A pesar de la hipercompetencia en el género, en Colombia estamos viviendo un auge de excelente música pop. Uno particularmente encabezado por mujeres, contrario a las camadas anteriores, en las que divas como Shakira o Goyo eran absoluta minoría.

Esta tendencia revisita al género desde ángulos intrigantes, para nada cómodos, que ponen a dialogar el legado pop colombiano con la cultura musical global de Internet y con el R&B y a veces con el hip-hop. Es una oleada que ya lleva unos años, y tiene artistas enormes como Greeicy Rendón o Juliana Velásquez. Más recientemente, también han surgido expresiones emergentes y relativamente autogestionadas, como las de los artistas de bidz records en Bogotá.

Algo similar a esto último, que hasta ahora vemos en Bogotá, ya pasaba en Medellín hace un par de años, con apoyo de disqueras internacionales como Virgin, que han estado atentas a diamantes en bruto. En esa búsqueda, claramente no podían pasar por alto lo que Mar Mejía y su parche han estado cocinando.

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Del dicho al hecho

M: “Cuando estudiaba Comunicación Gráfica Publicitaria en la universidad [de Medellín], ya estaba empezando a hacer música. [En 2019,] Luego de un año de ejercer trabajando para una marca de ropa, me di cuenta de que ya tenía que escoger entre el modelaje, el trabajo gráfico o la música, porque el tiempo no me estaba dando. Y decidí enfocarme full en esto”.

Tras la decisión pasaron varias frustraciones y cambios de ritmo. Pero la vida dio sorpresas después de esos primeros pasos en falso.

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M: “Justo en pandemia [mayo de 2020], cuando ya pensaba que todo esto iba a morir, me escribe por Instagram Bull Nene. Él es un compositor muy teso y reconocido que ha colaborado con Balvin, Karol G, Manuel Turizo, etc. Recién había salido “Emergency”, la canción de un amigo, Blue Number Seven, en la que yo participé [bajo el nombre “MAR”] cantando y ayudando con la promo.

Bull Nene y yo sabíamos quién era el otro y nos seguíamos en Instagram pero no mucho más. Él me dijo ‘parce, esto está una chimba, con quién estás trabajando…’. A la semana siguiente me reúno con él, encontramos el norte del proyecto y me monta un equipo de trabajo”.

¿Qué es CHERRY BOMB y qué dice sobre el amor?

El 26 de mayo de 2023 salió a la luz el hito más visible hasta ahora de la nueva camada pop de Medellín: CHERRY BOMB.

M: “El álbum ha pasado por muchas etapas. Antes de que encontrara este acompañamiento, había canciones en inglés. Luego viene la primera etapa del trabajo con Bull. Siendo él tan reggaetonero, hicimos muchísimo reggaetón. Yo amo el perreo, pero dije ‘bueno, esto me gusta, aunque necesito un balance porque quiero hacer pop’. Empiezo a insistir en mi visión y a mostrarle a él referentes por fuera de su nicho 'urbano'. Fue muy lindo porque me entendió y hoy en día es él quien me dice ‘no, no hagamos tal cosa como en el reggaetón, sino de maneras más raras, pensando en otras cosas’. Así tomó forma el álbum.

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El nombre viene del título de una película [dirigida por la italiana Floria Sigismondi]. Cuenta la historia de The Runaways, una banda real de rock de los setenta en la que todas las integrantes eran mujeres jóvenes. En especial, cuenta la historia de sus lideresas: la vocalista original, Cherie [Currie], y Joan Jett. Por esa peli supe de su primer hit, “Cherry Bomb”, y quedé fascinada por esas mujeres tan tesas, por esas niñas tan chiquitas que se creían unas rockstars hasta serlo. El personaje de Cherie y la canción causaron tanto en mí que fueron conceptos que siempre quise explorar como concepto de mi primer proyecto”.

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En el mejor de los sentidos, este disco es música de un color cercano al de la banda sonora del programa La Reina del Flow: con ese potencial de identificación y apelación masiva, así como ese tipo de interpretación vocal cercano al de la actuación. Pero se desmarca y lo supera porque es mucho más actual y juvenil temáticamente, y porque evidentemente está más influenciado por sonidos extranjeros.

Además de los referentes ya mencionados, la banda favorita de Mariana es The 1975, tuvo una época de interés por el house que hoy resurge en beats como el de “Victory” o “Nascar”, y admira el sonido y la propuesta de la chileno-estadounidense Paloma Mami.

En CHERRY BOMB es clave detenerse en que la voz que se escucha en el álbum va cambiando de lugar de enunciación.

M: “Hay un proceso. Como un crecimiento de las mujeres: pasar de ser inocentes a ser rebeldes y explosivas”.

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En la primera mitad está una mujer delicada, coqueta, pero tierna y, progresivamente, más cansada de salir mal librada del amor, de quedarse en los “hubieras” o los sueños con un ex. Después, ella va dando un giro como de día a noche hasta dejarse ver, a otra luz, como la bomba detrás de la cereza: librada del mal amar, al volante de su deseo y de los términos en los que quiere relacionarse con otros.

M: “El álbum cierra con “Diabla”, que es ya como la revelación de la mujer Cherry Bomb, dueña de su sexualidad, sus gustos y su tiempo”.

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Así, en CHERRY BOMB, el reggaetón es una herramienta narrativa. No se usa siempre. El dembow aparece cada vez más decididamente para apoyar el sentido de los temas que exploran diversas formas de la sensualidad que quiere evocar el personaje cuando extraña, cuando desea, cuando quiere decir que mejor solo amigos o cuando quiere sugerirle al nuevo que no ronque.

La creación del personaje evita esos lugares cada vez más comunes de la imitación de acentos caribeños, de la hiperreferencialidad a Medellín, a su léxico local o los nombres de sus barrios. Esa decisión rompe con una tendencia. Pero, aunque se siente original y auténtico, el disco a veces carece del poder lírico suficiente para capturar lo que esos guiños a contextos logran: crear imágenes o narraciones más íntimas y tangibles.

Destacan dos excepciones notables.

La primera son los pasajes de coqueteo divertido, fácilmente conectado con experiencias compartidas, y contado con pegajosos juego de coros, como en varios cortes incluida la primera canción, “Perdida”.

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La segunda excepción es “Guerra”, el tema más vulnerable y de letras más ingeniosas, pues están enfocadas en describir un cambio de actitud respecto a un supuesto amor que es más bien una cárcel de manipulación y dominación. Un cambio que se convierte en vía de escape.

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Uno de los temas en los que la letra explora esa metamorfosis femenina es la plata. Hay dos visiones opuestas: una es “eso no importa, ya llegará: no me convenzas a través de plata”; la otra es el dinero como fuente de independencia. ¿Cómo las conectas?

M: “Sí, en ‘Guerra’ hablamos del machismo, del salir de la dependencia a una mala pareja. La letra habla directamente de una situación de abuso. Pero las otras canciones y su forma de tratar lo material refieren a esos momentos en que como mujeres podemos haber dependido o creído que íbamos a depender de una pareja económicamente. Cherry Bomb eventualmente asume que ese dinero es necesario para decir por y para mí como mujer”.

Desde esa perspectiva, y en el contexto de tantas conversaciones sobre la violencia en las relaciones, ¿qué crees que hace falta que los hombres nos sentemos a pensar?

M: “Por qué creen que son superiores y que tienen el derecho a oprimir. No creo que sea algo solo de hombres ni que esté tan exclusivamente ligado al género. Sé que hay muchos hombres que sufren de abusos. Creo que toda la sociedad tiene que saber que nadie es más que nadie por ninguna razón, que no hay derecho a hacer sentir a otro como menos y que hay una responsabilidad por el otro.

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Hay que entender que mucho de ese daño no se hace de manera intencional. En el caso de mi canción me refiero a una persona que en su vida tuvo que pasar por muchos lugares muy oscuros que lo llevaron a actuar así conmigo. Pero ante ese momento también hay que igualarte ante la otra persona y saber que hay que respetarnos sea lo que sea que hayas vivido o hayas pasado”.

Para Mar hay dos horizontes claros a alcanzar a continuación. El primero es una consciencia de construcción de escena.

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M:“Para este primer disco no quise hacer colaboraciones porque quería explorar primero mi sonido. Pero ahora quiero pensar en apoyarnos con otros artistas con los que he crecido a la par. De entrada pienso en Vibarco, Zenzei y West Blanco, que son muy cercanos; por el lado de las mujeres, he visto el crecimiento de proyectos que están cogiendo mucha fuerza y soy muy fan de lo que están haciendo Aria Vega y La Pardo”.

El segundo es una vinculación más explícita de su interés por la moda en su propuesta artística:

M: “Para acompañar Cherry Bomb va a salir una colección de ropa diseñada por una marca colombiana pensando en contar con prendas la historia del disco.

Si algún día me preguntan con quién quisiera colaborar a futuro, Versace me parece wow. Ya estoy pensando en el siguiente paso y lo que viene quiero inspirarlo mucho en moda. Quisiera partir de ella para la música: desde colores, sensaciones, épocas, estaciones del año y su relación con sensaciones sonoras. Para esa visión macro y conceptual, Versace es un referente clave".

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Mar Mejía
// Daniel Muñoz - Isabel Montoya Vega

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Cuando decía que Mar Mejía tiene clara la distancia temporal que la separa de la niña que cantaba Hannah Montana en su cuarto, no necesariamente quería decir que estuviera solo en el pasado. Parece estar en el futuro, en esas otras niñas que seguro la escucharán y se inspirarán por la ambición conceptual que tienen ella y los artistas con los que ha crecido.

Este es el primer hito significativo de un proyecto decidido a sentar las bases, entenderse a sí mismo y a su factor diferencial antes de liberar todo su potencial. Las cerezas son casi siempre un pasabocas, y a menudo olvidamos la potente explosión de sabor que dejan.

Aunque sencillo y directo, este es un disco decidido a renovar un panorama sonoro entero. ¿Qué le pueden hacer a algo así el tiempo y la maduración? La constancia de quien riega las flores hará florecer su alcance. Y, muy probablemente estaremos ante una nueva gran estrella si eso coincide con la persistencia, como la descrita en “Perdida”: la insistencia de quien está tragado y ve señales y consentimiento detrás de un coqueteo evasivo. Un coqueteo que no es otro que el de los sueños más lejanos de los antes tímidos y que se rebelaron hablando en voz alta, dando saltos al vacío hasta aprender a confiar en sí mismos.

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