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Un viaje por 777: la trilogía épica de LosPetitFellas

Llenos de amor por su “Club de la resistencia”, la República Independiente del F*cking Goce cierra el proyecto más ambicioso a la fecha de la banda bogotana LosPetitFellas.

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Con el lanzamiento del álbum República Independiente del F*cking Goce LosPetitFellas culminan la trilogía 777 lanzada en 2021. Hablamos con LosPetitFellas sobre el universo de su lanzamiento y armamos el rompecabezas del 777.

Por Juan Diego Barrera

Siete son los pecados capitales, los mares y las virtudes cardinales. Y entre esos diversos planes sobrehumanos que nos deparó la vida, coincidimos con una banda que, en respuesta a una pandemia, al olor a gas lacrimógeno, al fulgor neón de las salas de hospital y al sabor a incertidumbre, ofreció un proyecto de tres partes, cada una con siete canciones, para crear un oasis en medio del desierto.

Cuando John Coltrane hablaba de su mística obra, Giant Steps, decía:

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“Quiero ser una fuerza para el bien, para el bien verdadero. Sé que hay fuerzas malas, que hay fuerzas allí afuera prestas para traer sufrimiento a los demás y miseria al mundo. Y yo quiero ser la fuerza opuesta, la que es realmente para lo bueno”.

Así mismo, LosPetitFellas cierran el ciclo de su proyecto de álbum triple, 777, con “República Independiente del F*cking Goce” (en adelante RIFG).

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Con el comentario de dos de los fellas, nos adentramos al universo de este álbum triple.

Armando el rompecabezas del 777

Sebastián Panesso, guitarrista, productor y por primera vez cantante (en la canción El Cielo, de A Quemarropa) cuenta que tenían catorce canciones compuestas, y que seguían trabajando en otras nuevas, cuando empezaron a tantear la posibilidad de lanzar un álbum triple.

“Ya habíamos hablado del nombre 777, y como seguían saliendo nuevas propuestas optamos por hacer veintiuno y partirlas en tres lanzamientos”.

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El primer disco, Buenos días, fue a la vez un saludo a la novedad estilística, a la ruptura con lo conocido y un viaje en el tiempo a la nostalgia por la infancia a través de guiños a la salsa de los padres y al cereal anterior al bus del colegio.

El segundo, A Quemarropa, se propuso surtir disparos de intimidad y jugar con la idea de la sumersión en el amor, en el mar, en el cielo, en los ojos de quien se ama y en las convicciones propias.

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Finalmente, RIFG cuenta con siete canciones que juran lealtad a la no-bandera de un futuro posible, agradecen al amor que nos ha acompañado en la ruta del pasado y se proponen explorar maneras de disfrutar el presente.

El proyecto 777 se pensó desde el principio como una exploración y un salir de sí mismos. “Veníamos muy solos del Formas para perderse”, decía Nane, tecladista de la banda.

“Para ese proceso decidimos aislarnos: fue un disco que hicimos solos, encerrados en una sala de ensayo componiendo y escribiendo sobre lugares muy oscuros y personales, para luego grabar en un par de semanas y listo. Por eso lo que pasó aquí fue que sacamos la cabeza de un hueco muy personal para darnos cuenta de que el mundo está lleno de otras cabezas y de otras manos”.

***

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777, pensé, tiene el espíritu de una exclamación de algún personaje animado que de niño debí escuchar en la tele de mis papás diciendo “¡Buenos días, mundo!”. Y no estaba lejos de la realidad. La música fue desarrollándose en distintos estudios de diferentes ciudades, y en completo contraste con el proceso anterior: con apertura a nuevas caras.

Además de la producción de los propios integrantes de la banda, invitaron a siete productores: su usual cómplice, Pedro Rovetto (Superlitio); Eduardo Cabra (conocido también como Visitante, de Calle 13); Paco Ayala, de Molotov;Juan Galeano, de Diamante Eléctrico; Juan Pablo Vega, que también canta en un track de la segunda entrega; Mosty, frecuente colaborador de J Balvin; y Slow Mike, de ChocQuibTown.

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Siete también son los tracks que cuentan con la colaboración de otros artistas en la interpretación. A través de contacto directo o gracias al intercambio de mensajes por redes sociales, se fueron sumando uno tras otro. Goyo y Apache tocaron un mismo tema mientras que Lido Pimienta, Mabiland, Roberto Musso (Cuarteto de Nos), Juan Pablo Vega, Bruses y Lee Eye se sumaron cada uno a una pista.

“El disco se dio todo como un proceso lleno de colectividad. El aporte de cada persona, desde los feats hasta los productores pasando por los ingenieros, por los que aportaron al arte y por nosotros mismos, es lo que lo hace sentir tan grande. Y hay hilos y curvas que unen todo con todo. Tiene mucho por recorrer”, dijo Panesso.

Adentrándose por el universo de los 7

Cuenta Nane que “la apuesta con los sietes fue compartir en un sentido muy amplio: invitar a la gente a un bestiario en el que podíamos dialogar sobre temas que tocábamos en nuestras canciones pero a través de la escritura, del arte, etc.”.

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El resultado de este aspecto del proyecto, la creación de toda una colección de objetos y las exploraciones más allá de la música, es alucinante.

Al igual que en las primeras dos fases, para este septeto final arriesgan no solo en lo musical, sino también en la creación de un universo conceptual como experiencia multimedia.

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Además de la música, los videos, la mercancía promocional y la identidad gráfica, LosPetitFellas lo dejaron todo a la hora de pensar en el formato físico de la serie de los sietes: Buenos días fue distribuido en en una caja de cereal conmemorativa que incluía platos, cucharas y otras curiosidades que remiten a la niñez; A quemarropa contó con una caja cubierta de arte, atiborrada de mercancía de la banda y complementada con un fanzine que contiene reflexiones de músicos y escritores invitados; y RIFG terminó de sacarla del estadio con un juego de mesa que integra, a través de sus instrucciones y su tablero de piratas steampunk, todas las canciones del 777.

Infiltrados en la República Independiente del F*cking Goce

“La idea de la República es que cada canción nos diera una sensación de vaivén, de baile. Fue muy difícil poner de acuerdo a la banda respecto a qué es lo bailable, cómo suena, y cómo se baila. Ahí había un gran reto”, decía Nane.

Para averiguar cuál es el mambo, el boogaloo o el beat de cada tema, nos infiltramos en la flota pirata de la RIFG canción por canción:

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  • La causa

La Causa, producida por Juan Galeano, abre el disco como se abre el amanecer de un día en el que el oyente zarpa lleno de convicción a estudiar, a trabajar, a rebuscar o a reencontrar un amor perdido.

No necesariamente un amor romántico: quizás el amor a la vida propia o a la de nuestros seres queridos, quizás al amor a los sueños.

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Su instrumentación, que recuerda a los primeros dos discos de la banda, se siente como la banda sonora para un boxeador que trota una mañana previa al campeonato Panesso agregó en nuestra charla que los fondos recaudados a través de la escucha y la mercancía relacionada a este tema son donados a organizaciones sociales que a raíz de la pandemia se han dedicado a tomar como causa el cuidado del otro.

  • No se va

No se va continúa la racha de canciones escritas en el contexto del paro nacional. Con un fuerte cambio de ritmo, este tema genera por primera vez en el disco la sensación que tiene una persona que canta sus dolores mientras está borracha, como un pirata que extraña la tierra.

“Nosotros lo llamamos un estilo aguardientero”, y añade Nane: “yo creo que esta canción retrata muy bien la manera en la que siempre estamos intentando cosas nuevas y la libertad de nuestros procesos de composición”.

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Breve y conciso, en una de las letras más ingeniosas que le he escuchado, NicolaiFella tambalea entre preguntas por el lugar al que van los muertos, apuñalado por la angustiosa paradoja de la presencia de la ausencia de un ser querido e impotente ante el azar.

La maravillosa Bruses pregunta con el bandoleón y las teclas por la culpa del sobreviviente, aquella sobre la cuál escribiría Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz, y que es tan familiar para aquellos que hemos visto la violencia en las calles y en los campos de nuestro país pero seguimos aquí latiendo.

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  • RIDFG

RIDFG es una canción enérgica, para brincar, sobre el disfrute. Panesso dice que si en La Causa le cantamos al esfuerzo, a la resiliencia y al trabajo, y en No se va indagamos en el extrañar lo que no está, en RIDFG hay una afirmación del goce como resistencia, del disfrute como apuesta política. “Cuando toquemos esto en vivo hay que echar agua para todo lado. Se tiene que desmadrar todo”, dice Panesso.

  • Cuba

En Cuba, Nane debutó como cantante. “Yo siempre he apreciado esos ejercicios de exigirse en términos de creatividad, por ejemplo cantando. Esa fue una puerta que abrimos con el 777, y por eso Pane cantó ya en un tema del disco anterior (El Cielo). Además, en Cuba la banda se salió de su zona para intentar ser más cumbiera, ser de mar”.

La canción presenta a un boxeador, el mismo que surge en La Causa y en otros cortes del 777 (como Buenos días, la canción), que funciona como comodín en el cual el oyente se ve representado, pues se trata de alguien triste por la distancia con respecto a lo deseado, que baila su tristeza por lo posible, por el territorio anhelado por los migrantes, que son todos a la vez Cuba y Odiseo.

  • Calipso

Calipso cuenta con la participación de la trapera bogotana Lee Eye, y de su mano NicolaiFella aventura, con éxito, la aproximación más directa y explícita al sexo del catálogo de LosPetitFellas, estimulado por el estilo de Lee, como si fuera Calipso seduciendo al héroe y distrayéndolo de la ruta trazada para que continúe su travesía.

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“Creo que además invita a la atención sobre el hecho de que hay chicas que rapean muy bien: mucho mejor que muchos hombres en un contexto donde eso no se tiene en cuenta”, agregó Panesso.

  • Volveré Mamá

Volveré Mamá habla justamente de la imposibilidad de volver realmente a un lugar o un momento, dado el impacto del tiempo. Panesso dice:

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“Es bonito que esa canción salió ya hace un tiempo, y vuelve aquí ya cargada de muchas experiencias, de mucho recorrido, y por eso es distinta como somos distintos nosotros”.

“La hicimos pensando también en la emancipación de los hogares”, continúa Nane, “y estaba dedicada a la necesidad de reconocer el valor de la madre en la vida de uno, pensando en que fuera una canción que se pudiera regalar a ellas”.

  • 777

Finalmente, 777 es una canción para agradecer a los que han estado, a los fans y colaboradores, que la banda, a la hora del cierre del viaje, identifica como quienes han posibilitado su camino.

“Cada entrega de los 7 termina en un estado muy personal, íntimo y reflexivo. Pero si los dos discos anteriores terminaban en el mar, en el movimiento, aquí ya nos sentimos en tierra con las personas que se mantuvieron en el barco con nosotros”, cuenta Nane.

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“También es una gran canción de rap. No tiene muchos giros melódicos pero sí barra tras barra sobre nuestra experiencia como banda, sobre el esfuerzo que nos ha costado llegar donde estamos y algo de comentario político muy contundente. El video, en cambio, es enteramente una insistencia en el agradecimiento.”

Memorias del viaje

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777 es para mí el proyecto más ambicioso y mejor logrado de la carrera de una banda prolífica, arriesgada, y dispuesta a llevar sus ideas hasta la última consecuencia. Y, sin embargo, hay mucho abierto para crecer dentro del campo musical.

Un disco de veintiún canciones, sin temas de relleno, es un éxito rotundo. Da cuenta de una banda capaz de emocionar, con una intención y flexibilidad creativa y narrativa contundentes; de un arte con algo por decir, que recompensa a quienes se sumergen en los mares de su música para seguir hallando con cada escucha y exploración, nuevas joyas enterradas.

Sin embargo, ese convencimiento, que para mí quizás hizo falta en el pasado, se ve opacado por momentos. El carácter de LosPetitFellas (que solo se me ocurre comparable con el de una banda como Calle 13) es, en ocasiones, una limitación. Me refiero a que la versatilidad y el deseo de exploración de sonidos nuevos la hacen una banda que no se permite volver sobre propuestas en las que todavía hay cuerda por cortar.

Esa versatilidad exacerbada rinde también frutos invaluables, que quizás no se habían disfrutado del todo en entregas pasadas, como la capacidad magistral para construir colaboraciones de manera horizontal.

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Cuando de integrar a sus invitados se trata, LosPetitFellas aparecen como maravillosos anfitriones que no exigen la adaptación del otro a sus términos, sino que componen genuinamente una amalgama de mundos.

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Pero ello en ocasiones puede interpretarse como una falta de consistencia que emerge en dos aspectos: una producción disímil que distrae de esta lógica de cohesión de la que habla la obra como un todo y la reiteración de letras y sonidos comunes como en la canción RIDFG, cuya idea de la fiesta como resistencia no es abordada desde alguna perspectiva original.

Y por la misma razón se sienten tan refrescantes momentos del disco como No se Va, Cuba, Calipso o, pensando en entregas pasadas del 777: Candela Muchacha, De Dios o del Diablo y Ve y Habla.

Ante todo lo que ha hecho esta banda independiente por afianzar su visión artística en unos de los años más oscuros, caros y difíciles de la historia contemporánea, no queda más que quitarse el sombrero.

Sin ser del todo complacientes, constantemente desafía a sus fans. Y son ellos otros meritorios de aplauso, pues han sostenido lazos de reciprocidad de largo aliento a través de los cuales se concretan conciertos sold-out y se crean estas obras inmersivas a las que muy rara vez se ha podido atrever un proyecto musical nacional.

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No hay banda de nuestro país que no envidie ese amor. Y son contados con la mano los proyectos que han corrido tantas veces la milla extra por serle recíproco.

Gracias a esa simbiosis, tan latente en canciones como el homónimo 777, surge y se sostiene intacta la república independiente de la que se habla en el disco. Ellos, artistas y fans, parecen afirmar lo que se canta Ve y habla (canción de A Quemarropa): “vas y dices que no bailo y en la pista soy la estrella”.

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