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Jamming Summer: el éxodo por el reggae

Reflexiones sobre la escena reggae bogotana, que crece y crece. ¿Quién falta por visitar el Jamming?

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Fotos: Fabián Páez López @Davidchaka

Intentar salir de Bogotá durante un festivo es meterse en una travesía turbulenta. Todo el mundo quiere irse, lo que genera que haya más tráfico del habitual y que los precios para los turistas se disparen. Además, sea a donde sea que uno vaya, el cambio de aire es salvaje; nada más con viajar unas tres horas puede uno pasar de la noche gélida bogotana al calor extremo de, por ejemplo, Girardot. Por donde se le mire, irse es más desgastante que quedarse en la casa. Y lo es más si uno se desplaza a un evento al que hay que invertirle, mínimo, unas 24 horas que incluyen saltar y bailar. Eso pasó este fin de semana:14.000 personas hicieron ese peregrinaje en masa. Todo por un festival de música atípico, que, sin mucho ruido ni mucha propaganda, acumula unos números de público que quisiera cualquier otra escena: el Jamming Summer Fest.

(Lea también: ¿Dónde está y para dónde va el reggae en Colombia?)

El Jamming Summer es la versión “de verano” del Festival Jamming que se hace en la ciudad de Bogotá durante el primer semestre del año, pero con sede en el Hotel Paraíso en Ricaurte, Cundinamarca, a unos 15 minutos de Girardot y dos horas y media de Bogotá. La versión rola ya va para una octava edición en 2019 y el Jamming Summer apenas completó la segunda, pero ambos están teniendo un crecimiento disparado. En un mismo año: 20.000 personas en Bogotá y 14.000 en Ricaurte, con viaje incluido. Sin duda alguna es uno de los festivales pagos más grandes del país y del continente. Un mérito no menor para tratarse de un evento dedicada a un nicho que para muchos es lo alternativo dentro de lo alternativo. 

Un cartel jugoso y un escenario completo

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Este año, el cartel del festival se veía igual de abultado que el de su versión bogotana. A punta de reggae, dancehall y ska clásicos completaron una programación que iba desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la mañana del día siguiente. Una jornada agotadora que, sumada con las seis horas de ida y vuelta del trayecto a Bogotá, implicaba dedicarle un poco más de 24 horas al evento si uno quería sacarle jugo hasta la última gota.

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Los nombres del line-up lo ameritaban: Capleton, Barrington Levy, Los Cafres, Morodo, Los Caligaris, Zona Ganjah, Busy Signal, Konshens, Alika, Nonpalidece, El Roockie, Aldo Ranks, Apache, Systema Solar y Walshy Fire (de Major Lazer) fueron los invitados. La mayoría, agrupaciones internacionales con 15 o más años de carrera en el mundo del reggae, el hip hop o el dancehall.  Solo una banda local, representante de la mezcla de afrocaribeños: Systema Solar. 

(Vea también: Jamming 2018, el festival de las improbabilidades)

También lo ameritaba el espacio. El Hotel Paraíso Estudio, además de las habitaciones, la piscina y el campo abierto para montar la tarima, tenía otras actividades que reafirmaban la idea más rentable de un festival hoy en día: la de vender una experiencia. Había una línea para lanzarse de canopy, un rodadero gigante, zona de camping y hasta una montaña en la que se podía asistir a una fiesta paralela a la de la tarima principal. A pesar de que los horarios de los buses eran los mismos para todos, la gente respondió, hizo fila, llegó y una gran mayoría se mantuvo en pie hasta el final. El Jamming Summer es un festival al que es difícil llegar, pero en el que es muy fácil estar.

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Las bandas locales y la renovación del reggae

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Si bien está completamente demostrado que hay un público enorme que responde y que paga sin importar hora, clima, mosquitos o trancón, queda por preguntarse lo que se viene encima para el reggae local. Sin duda alguna, el Jamming seguirá creciendo, pero hay que decir que cada vez son más pocos los artistas de reggae y dancehall grandes ligas que no han venido. De la escena local, casi que los únicos que faltan por tachar en el cartel, por trayectoria, material, público y vigencia son los paisas de Providencia o un mc que hoy por hoy es de los más escuchados, Nanpa Básico. Ya se chulearon nombres como Tarmac, Lion Reggae, De Bruces a Mí, Ras Jahonnan o Hety & Zambo. Y en 2019, en febrero, se le sumará a esa lista Alerta Kamarada.

¿Qué agrupaciones locales han hecho meritos para sumarse al Jamming? ¿Qué bandas legendarias faltan por aparecer en el cartel? ¿Será que en 2020 al verde, amarillo y rojo habrá que sumarle colores?¿Habrá que darle un giro al asunto de los géneros y ampliar el espectro? 

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