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La biebermanía latinoamericana comenzó calentándose en México

“¡Ay, ay, ay, ay”: Bieber “en vivo” en México

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Fotos: Ocesa

Con tres fechas en el imponente Foro Sol de la Ciudad de México, el 18, 19 y 21 de febrero, comenzó la parte latinoamericana del Purpose World Tour de Justin Bieber. Así fue el concierto y la histeria de las “beliebers” que nos permite dimensionar el concierto en Bogotá del cantante canadiense el próximo 12 de abril.

Por: Diego Leonardo González Rodríguez. // Fotos: Ocesa México

El tráfico en la Ciudad de México, por alguna extraña y beneficiosa razón, no se detuvo. Los accesos al Foro Sol fueron rápidos, los encargados de los puestos de comida actuaron con solvencia. Todo el merchandising callejero tenía impreso el rostro de Justin Bieber  –almohadas, gorras, gorros, carteras, cartucheras, billeteras, pañoletas– todo del más puro hedonismo comercial puesto al servicio del consumidor.

Un muchacho se rehusó a tomar cerveza en un vaso que no tenía la imagen de su ídolo, que en 2013 compró un ticket al espacio. Las fans de Bieber lucían ropas oscuras, gorras y lápiz labial negro. Una moda dark dentro del colorido pop.

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7:40 de la noche. El DJ alemán Robin Schulz puso en marcha el Purpose World Tour, su sonido aceleró a algunas jóvenes que comenzaron a saltar, gritar, reír y correr de un lado para otro. Algunos de los fans del canadiense se estrenaban como asistentes de conciertos.  “Ya soy belieber desde hace mucho tiempo, pero nunca había ido a un concierto”, confesó María José, una niña solitaria en espera de sus amigos. “Siento que voy a llorar y… es que me gusta mucho, no sé, siento tantas emociones”, confirmó la adolescente, con una voz emocionada y temblorosa.

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Boom, boom, boom. La maquinaria está aceitada, el sonido propuesto por Schulz puso al público expectante. Muchos de esos jóvenes que se movían con prisa portaban una camiseta con la consigna Sorry. Grupos de adolescentes migraban entre los diferentes accesos del auditorio, algunos quedaron rezagados, otros perdieron el rumbo.

Euforia familiar

Papá, mamá y cuatro hijos pequeños corren de la mano por el acceso B del Foro Sol. Gran afluencia del público viene acompañada de sus padres. “La verdad es que no me gusta, nada más vengo a acompañar a mi hija”, dijo Rubén Salazar, quien no se siente identificado con la música del artista, pero viajó desde Guadalajara (ciudad ubicada a más de 500 kilómetros de la capital del país) sólo para acompañarla. Sin importar la distancia o lo que tuvieron que pagar, muchos padres y fans se dispusieron a cumplirle al ídolo rubio que los llamó a congregarse. “Fueron cuatro (horas) de carro y una de avión”, declaró Sandra, nerviosa y retraída a minutos de que se pusiera en marcha la puesta en escena. Ella viajó en compañía de su papá desde Manzanillo, Colima, para ver al claustrofóbico interprete.

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“Es una euforia para ellas, lo que te llena es que ellos están a gusto, ese punto de que ves su emoción, su euforia por Justin Bieber y por eso estamos aquí”, dijo Antonio, un padre que había sido abandonado por su hija de 16 años en medio de la fanatizada muchedumbre. Antonio cree que Bieber afecta su economía porque cada vez que viene a la Ciudad de México tiene que custodiar a la adolescente a las presentaciones. “La primera vez que vino la traje a dos conciertos y esta es la tercera vez que lo vemos, o sea, lo vemos, porque yo he venido con ella y entro con ella, al final de cuentas son doble gasto”, aclaró el padre, quien considera “x” la música del rubio.

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Show

8:40 de la noche. Se encendieron las pantallas del Foro, una incesante ola humana bordeaba las graderías, hombres y mujeres no se animaban a parar de gritar. Las mujeres hicieron sentir que en ese rubro son imbatibles. Los decibeles se elevaron aún más, la pirotecnia indicaba la llegada de Justin Drew Bieber Mallet, de 22 años. En pantallas, el rubio caía estrepitosamente y repentinamente apareció encerrado en un cubo transparente. Justin se presentó vestido con un pantalón caqui, chaqueta de jean y camiseta blanca.

Abrió cantando Mark my words y el escenario hacía alusión a Adonis en medio del Partenón. Continuó con Where are ü now y los 58 mil espectadores siguieron embelesados. En Jack ü cover, una nueva erupción de fuegos pirotécnicos hizo explotar al público, la tarima se elevó y la escenografía que parecía estática desapareció, transformándose en un microcosmos de luces. Continuó con  Get used to it, I'll show you, The Feeling, Boyfriend, Cold Water (Major Lazer cover), y Love Yourself.

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En el turno de No Sense, Hold Tight, No Pressure, As Long As You Love Me y Children, la tierra tembló, la muchedumbre saltó emocionada y el humo blanco que escupía el escenario escapó en busca del cielo. El poder visual del espectáculo sujetó fuerte a los fans, una y otra vez, mostrándoles lloviznas, aguaceros y tormentas de fuego, cósmicas y terrenales,  lluvias púrpuras o de tono fucsia, lugares fantásticos, nuevos planetas, travesías polares y desérticas. El público explotó constantemente.

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La recta final empezó con Life Is Worth Living: “es puro playback, es una basura”, le dice un hombre a una pareja de fans. Cuando inició Baby todo se recubrió de un colorido infantil. En Purpose, Justin se sentó y su guitarrista principal se fajó un solo de guitarra digno de un concierto del mejor rock de este planeta. Una imagen tridimensional se transformó en la palabra sorry”. El primer show en la Ciudad de México terminó con una sonrisa de Bieber.

“Está muy cool y me encantó Justin, lo amo”, dijo Lupita, quien días antes había pensado en  no asistir al evento y al salir del Foro Sol no paraba de sonreír. “La verdad al principio la gente sí estaba muy apagada, pero ya después, Justin entró en confianza y estuvo muy chido”, comentó Margarita Vásquez, rodeada de seis beliebers más. A ella también le pareció “muy mal” que hiciera playback, aunque sabía que podía ocurrir ya que en el concierto anterior, en Monterrey, lo había hecho. Giovani, otro creyente de Justin, opinó que el playback era necesario, “yo siento que todos los artistas lo necesitan, y pues, para mí estuvo bien”.

La salida fue por donde se realizan las competencias de Fórmula 1 –58 mil 100 personas en tránsito–. La multitud buscó la salida entonando el Cielito lindo: “¡ay, ay, ay, ay!”. Otros cantaban y coreaban: “si nos organizamos, salimos todos”. Una niña le comentó a su papá: “si en este momento hubiera otro concierto, yo me metería”. El papá renegó.

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