Desde que la cantautora chilena Fran Straube puso a rodar su proyecto solista Rubio, a principios de 2017, lo imaginó musicalizando películas.
Pues, bien: Venus & Blue, su cuarto álbum (incluyendo un álbum en vivo), es también una obra para hablar del modo en el que se hace cine latinoamericano por varias razones.
La primera razón es la más obvia: el disco fue lanzado en conjunto con el cortometraje Nacimos llorando, protagonizado por dos jóvenes mexicanos que tienen una relación de amistad tensa y emocionante, atravesada por el deseo, los sueños y la presión social. Dos de las canciones de Venus & Blue, Kintsugi y Llorar, musicalizan la historia.
Las otras razones tienen que ver con la forma y el fondo del arte, sin importar si es en imágenes, cine o canciones: las emociones.
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Desde su casa en México, me dice Fran por una llamada en Zoom que para ella “tener un proyecto musical permite crear poesía, hacer vídeos, películas, mil cosas; abarca muchas aristas de la estética y quería que Venus & Blue fuera cinematográfico para que cada vídeo tuviera una historia que decir, que no fuera algo nada más estético o visual, o yo tocando o apareciendo siempre”.
En efecto, en las 10 canciones de Venus & Blue encuentra uno ritmos inesperados que van desde el pop experimental, pasan por new wave, el dembow, la música clásica y van hasta los rapeos.
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Todos están dispuestos de tal forma que ella no es la protagonista de la historia, sino una traductora de estados emocionales, aunque sus letras vengan de un lugar muy personal. Las historias y los giros emocionales son el centro, como el punto crucial del cine: el conflicto.
Por eso quizá también Fran quiso jugar con la idea de los dos personajes, Venus y Blue, y representar dos estados de ánimo encontrándose. Es un disco que te lleva de arriba a abajo y de abajo a arriba en una misma canción. Te infla el pecho con arreglos de música clásica mientras te pone nostálgico, te pone a bailar un perreo al tiempo te habla de llorar y desgarrarse sintiendo.
Ese telón emocional que sostiene al disco, dice Fran, tiene mucho que ver con la forma en la que sentimos en el sur. Le pregunté por las especificidades de la nostalgia en el arte chileno, que, creo yo, es muy marcada en los productos culturales latinos, pero tiene matices en la intensidad que nos separan. Me lanzó una teoría aplicable a cualquier obra chilena:
“La idiosincrasia chilena es muy tristona, muy depresiva. No sé si será porque nos separa la cordillera. Como que está la cordillera, viene el mundo y después de la cordillera solo está Chile. Hay una energía bien especial, bien hermética.
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El clima también influye un montón. Somos como los Islandia del otro hemisferio del mundo. Creo que hay algo solitario, hermético, tristón, pero con mucho que decir. Y creo que por eso existe esa nostalgia en cada artista chileno, hay muy buena poesía, muy buen cine, muy buenos músicos también. Es una cosa media territorial energética que nos pasa hace miles y miles de años, pero los músicos y la gente que hace arte se lo toma muy en serio”.
Vean Nacimos llorando en YouTube y escuchen el disco Venus & Blue mientras leen el canción por canción contado por la mismísima Rubio.
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Venus & Blue de Rubio, canción x canción
Lo que no hablas
'Lo que no hablas' es una canción que me toca muy en lo personal porque me hace acordar de cosas cuando chica. Me inspiré mucho en la niñez de cualquier persona. Hay tantas cosas que a veces uno habla y van pasando los años y no las sigues hablando. Yo creo que todos tenemos algo que no hablamos con nadie.
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Me encanta la experimentación que quedó en esa canción. Hay música clásica, después hay guitarras muy nostálgicas, más ambient, pero después hay un beat muy electrónico. Hace rato tenía ganas de experimentar con música clásica medio sampleada. Me gustó mucho como quedó esa canción, le tengo bastante cariño y por eso la puse primera.
Llorar
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Siempre he experimentado con el dembow. No es algo nuevo en mí, pero siempre experimento de una manera muy propia. Ahora siento que son unas mezclas muy latinas de bolero, algo muy íntimo como un lamento al final.
Yo pensé que es como un agradecimiento y un lamento al llorar. Tiene una cosa bien nostálgica, bien triste, pero tiene ese dembow bien alegre, bien arriba. Tiene ese contraste. Cada canción tiene una dualidad bien marcada.
Este disco habla de la dualidad, entonces, sin querer queriendo, las canciones tienen esa ese contraste bien marcado.
Kintsugi
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Es una de mis canciones favoritas del disco. Me encanta la letra, me encanta la experimentación rítmica que se formó fortuitamente, como un error. Es muy lindo eso: fue un error que me encantó. Iban a hacer dos canciones distintas y se unieron.
Montaña rusa
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Es una canción que yo me imaginé como si me juntara con alguien en un bar y le contaba todo. Tenía muchas ganas de hacer un beat rápido, cantar rápido, medio rapeado. Y quise invitar a Catnapp, una persona que admiro hace mucho tiempo. Es Argentina, pero vive en Berlín ahora.
Le mostré la canción, le gustó, hizo sus frases, metió su talento. Me encantó esa dupla que se generó, y es una canción con un beat muy rápido, muy oscura. Mezcla el techno, el dembow acelerado, un club. Está buena la mezcolanza que se formó.
Tu olor
Es como si fuera una carta que le escribí a alguien. Tiene esa dualidad de nuevo que es como muy sexual, muy electrónica, pero es una canción muy íntima. La letra es muy íntima y como si fuera una carta de amor, pero el beat es agresivo.
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Es sexual, es electrónico y experimental. Quedó como la canción rara del disco, pero es prendida. Por eso quise sacarla como primer single, porque venía después de ahogarme que era una canción mucho más indie, más shining, como más celestial. Y esta tiene todo lo contrario, como más agresivo más rara, pero también con una letra súper romántica.
Internet
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Es la canción que más me hace llorar del disco. Tenía ganas hace rato de hablar de la Internet, yo soy súper existencial, tengo muchas preguntas que no entiendo y quería hablarlo. Me hacen mucho ruido muchas cosas de la Internet, como que el poder quiere que estemos dormidos y les conviene que estemos dormidos y sumergidos bajo muchas cosas. No nos enseñan lo poderosos y energéticos que somos.
Yo creo que somos avatares energéticamente muy poderosos y eso no lo enseñan ni en la escuela ni en ningún lado. Te enseñan de Internet, de tecnología, de consumir, consumir y consumir.
Cuando el sol se vaya a dormir
Es la canción más rockera del disco. Tiene mucha guitarra, es como volver a mis inicios, yo soy muy fanática de Radiohead, de Blonde Redhead, y creo que es como volver un poco a mi infancia. Ahora estoy tocando guitarra en los shows en vivo y ahora hay ahí algo de mí, de mi Fran cuando era más chica, en esa canción.
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Me encanta porque al final es como una balada pero rockera. Partí con una batería MIDI y después fue grabada, pero dejamos el bombo MIDI. Tiene una experimentación que me gusta el resultado. Me gusta la letra también, Hay algo bien íntimo y personal que se transformó en una canción.
Déjenme aquí
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Hace mucho tenía ganas de invitar a Andrés Nusser de Astro a cantar y empezamos juntos a hacer las guitarras, a cantar...Esa canción tenía otra armonía antes, él entró con su talento, lo que admiro mucho de él, y cambiamos la armonía.
Pero es de las primeras canciones que hice del disco y fue dedicada a mi novia. Entró él y cambió mucho la canción. Me encantó. La dimos la vuelta entera. Me gustó. A mí cuando entraba una persona de feat me encanta entre con su energía, con su talento y con algo que quiera decir. Fue muy buen match.
Azul primavera
Es como la caribeña del disco. También juego con los ritmos dembow. Es más alegre también. Yo generalmente siempre hago canciones mucho más nostálgicas, más para adentro, y esta tiene una letra bien para adentro, tiene algo up, pero suavecito. Es una experimentación que pasó igual. Es como la que menos me gusta el disco.
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Calla
Calla fue inventada para una película que se llama La caída. Me gustó mucho como quedó y era muy cortito el trozo que inventé para la película, entonces quise desarrollarla. Me encanta que sea con ukelele, esos acordes los tenía hace un rato. Surgió, lo grabamos y después empezó a evolucionar la canción a una cosa mucho más ochentera.
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Tiene un solo de guitarra desgarrado al final, muy ochentero, muy new wave. Me encanta lo desprejuiciada y cómo avanza esa canción, de la intimidad tan chiquitita abajo a la guitarra ochentera y con distorsión. Tiene un viaje que alguien que la escucha al principio no se imagina a lo que va a llegar. Es un bonito cierre del disco.