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Poor Things: ¿los hombres miran a las mujeres?

Reseña sin spoilers de Poor Things (Pobres criaturas), la maravillosa y nueva película de Yorgos Lanthimos, que sirve como un monstruoso complemento para algunas de las reflexiones y preguntas presentes en Barbie.

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Emma Stone interpretando a Bella baxter en Poor Things (2024), del director Yorgos Lanthimos.
// Cortesía Cinecolor

Poor Things, o Pobres Criaturas, es un título brillante para una película maravillosa.

Al leerlo, la audiencia se prepara para una cinta que sí, cuenta la estrambótica llegada a la adultez de una mujer inspirada en el monstruo de Frankenstein, pero trata sobre la mirada: la del pesar o la de la conmiseración.

A grandes rasgos, quien la vea va a notar que es una película muy cercana a Barbie. Aunque Poor Things difiere por extraña, cyberpunk y censurada por su contenido sexual en varios países, es como Barbie: divertida y capaz de incitar preguntas difíciles.

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Además, los amantes de los videojuegos la van a amar por su parecido visual con obras como Bioshock Infinite, un clásico contemporáneo que es evidente referencia fotográfica.

Hablemos sobre su director e historia, sobre lo que nos enseña acerca de la mirada masculina y sobre cómo el temblor que esta película va a generar en la temporada de premiaciones, no es nada al lado del terremoto que puede causar en la manera en la que entendemos las relaciones entre personas de distintos géneros.

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¿De dónde vienen los monstruos?

Desde sus inicios en el cine de su natal Grecia, Lanthimos se ha enfocado en trazar paralelos entre lo humano y lo animal. El interés se sostiene en sus obras de alcance internacional, tanto Kynodontae (o Dog Tooth) como The Killing of a Sacred Deer, The Favourite o The Lobster.

Esa relación le ha servido como metáfora para preguntarse por el deseo y el poder.

No solo el deseo de satisfacer nuestros instintos sino también el que nos separa de las demás bestias: el de ir más allá del hambre, el sueño o la tendencia a la reproducción. Tampoco se fija solo en el poder que impone sino también en el que convence y naturaliza, por ejemplo, dinámicas de poder o hasta nuestra propia visión del mundo.

En Poor Things, Emma Stone entrega una de las mejores actuaciones de las últimas décadas del cine mainstream para encarnar a Bella Baxter y, con ella, al foco del libro de 1992 que fue escrito por el escocés Alaisdair Gray (1934-2019).

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El libro está escrito como si se tratara de un manuscrito perdido con algunos anexos. Ambos, texto y película, se ocupan casi únicamente en pensar en ella, una figura femenina tanto monstruosa como infantil e inocente.

En la versión de Lanthimos, destaca también el doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), que es a la vez padre, Dios e igual —como la trinidad del catolicismo— para Bella. Pero todo lo demás, sean fogosos y patéticos donjuanes de mostacho como el interpretado por Mark Ruffalo o animales mitad gallina, mitad toro, son solo unas pobres criaturas.

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Aunque las diferencias entre ambas versiones de esta historia sean fascinantes —y están resumidas y pensadas en reseñas como esta—, llama la atención que en ambos casos sean escritas por hombres. Que esta película fuera censurada en Reino Unido por su contenido sexual explícito parecía una mala señal en tiempos de discusiones sobre la hipersexualización y la violencia en la representación femenina.

La mirada monstruosa

Pobres Criaturas se ve muy extraña y no solo porque cambie de lentes a mitad de escena o tenga objetos y edificios inverosímiles.

La película tiene aproximadamente diez minutos de sexo explícito, trata enteramente sobre una mujer, habla de la prostitución y está hecha por un hombre. ¿Cómo escapa de los clichés de la mirada masculina y por qué ha generado interés en el feminismo?

Para empezar, porque el sexo explícito de Pobre Criaturas nunca se siente ni como porno ni como seducción. Y no es porque en ese mundo eso no exista: en la película se trata desde la desnudez casual hasta —y sobre todo— los encuentros lascivos, gráficos y violentos. Pero, siempre, parece la anécdota de un polvo consensuado promedio o bueno que te contó una amiga.

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La decisión que hay en la obra permite contar el sexo más bien como el descubrimiento de un interés u otra forma de ser libres y felices. Es en el mundo patriarcal, el de las demás pobres criaturas, donde es un mecanismo de violencia.

POOR THINGS PELICULA POBRES CRIATURAS Mark Ruffalo
Mark Ruffalo en POOR THINGS. Photo by Atsushi Nishijima.
// Foto por Atsushi Nishijima/Atsushi Nishijima | Cortesía de Searchlight Pictures. © 2023 20th Century Studios All Rights Reserved.

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Además, hay una incitación convincente a descubrir maneras en las que el sexo puede ser mejor y más placentero que como lo ha tenido la mayoría de la humanidad en la mayoría de la historia.

¡Pobres, pobres criaturas!

En segundo lugar, destaca Bella misma como personaje. Ya hay muchas reseñas que señalan algo obvio: que es una fuertísima crítica del estereotipo de “inocente pero promiscua” que difunden la pornografía y muchos personajes de ciencia ficción. Una que no pone en la mira a la mujer curiosa, confiada y deseosa.

En cambio, señala a sus pretendientes y acosadores mostrando la razón por la cual la quieren —o hemos querido, porque nos lo taladraron a todos—: por lo fácil que sería aprovecharse de alguien así. Pero va más allá.

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Sus tiempos no son los de los eventos canónicos —que explican, por ejemplo, la evolución de Spiderman en su anterior película—.

Los tiene, claro, pero a eso se agrega que tiene eventos internos directamente atados a su cuerpo, sugeridos a través de gestos que delatan un cambio de parecer a través de la intuición y la comprensión de sí en el mundo. Esa, por naturaleza, no es una forma de cambiar que vivamos los hombres salvo en enfermedad.

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Finalmente, la manera en la que Poor Things presenta la relación entre Bella y otras mujeres brilla por su contraste respecto a los vínculos que tiene con los hombres. Lanthimos lograría convencer al más terco de que los espacios de relacionamiento exclusivo entre mujeres son esenciales por las conversaciones que permiten: por la intimidad, la vulnerabilidad y el aprendizaje que allí surgen.

¿La piel que le pica al monstruo de Frankenstein es suya?

El retorno al gótico que hay en películas súpervirales de este año —como Saltburn y esta— es muy poderoso como recurso narrativo porque, entre otras cosas, permite poner lo siniestro no en el mundo sino en los castillos aislados. Los aristócratas, los altos mandos militares, los ricos o la ignorancia de Bella les permite ignorar al mundo o, máximo, decir “pobres criaturas”.

Cuando uno ve el encuentro de Bella con el mundo, ve a alguien haciéndose más completa a sí misma. Tanto al comprender como al tomar partido, posición y el turno de hablar. Algo similar pasa en otro personaje, que se identifica con ella y, por primera vez, con el mundo, y a partir de eso puede ayudarla.

Pobres Criaturas construye un mundo extrañísimo, sobrestimulante, a veces aterrador y otras como de parque de Disney. Lanthimos lo hace para que podamos ver la compasión y la belleza en la aparente locura y pensar en la vileza de lo establecido.

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Y es ella misma un estudio de la mirada.

Busca hacernos ver a todos que los hombres no hemos mirado a las mujeres sino que hemos visto en ellas monstruosas y pobres criaturas. Al hacerlo, nos condenamos nosotros mismos a la pobreza, a la soledad, a la pérdida de un mundo de posibilidades que se abre cuando ni se educa en el miedo ni se “ama” confundiendo amor con el control de un objeto sin voluntad.

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***

Poor Things (Pobres Criaturas) es una de las películas nominadas a los Premios Oscar 2024. Acá pueden ver más contenido sobre las películas nominadas en esta edición.

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