Desde 1995 mayo es considerado el mes de la
Por: Vanessa Velásquez Mayorga //
En conmemoración a este mes internet está lleno de
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El cine comercial suele seguir este tipo de narrativas ante la masturbación de las mujeres. En las pocas veces que incluyen escenas en las que una mujer se toca pueden pasar dos cosas: o la protagonista de la paja se la hace para seducir a un hombre, o la escena es mostrada desde un male gaze que, de nuevo, cae en falacias e inverosimilitudes. Sobre todo, son escenas en las que las mujeres se masturban con cualquier propósito distinto al de su propio placer.
Tomemos como ejemplo una de las escenas de pajas femeninas más recordadas por la gente: la de Nina, interpretada por Natalie Portman, en El cisne negro. Nina se hace una paja que no dura más de un minuto y medio y que termina abruptamente cuando se da cuenta que su madre está en la misma habitación, dando paso a un sentimiento que también tiende a acompañar toda noción de placer femenino: la vergüenza y la culpa.
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Son estos sentimientos, vergüenza y culpa, los que han fomentado la invisibilización de la masturbación femenina en el cine y la televisión. Por mucho tiempo se ha promovido la idea de que la masturbación es un acto privado, relegado exclusivamente a la habitación y ojalá parte del preámbulo de una relación sexual de la que sea parte un hombre. O que le genere placer a un hombre.
Tomemos como ejemplo otra escena erótica muy destacada e igualmente criticada. En La vida de Adele el director Abdellatif Kechiche presenta una escena sexual de siete minutos entre Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos. Esta película y escena son importantes puesto que fue el filme que abrió la puerta a la representación explícita de las relaciones entre mujeres, sin embargo, hay quienes la tildan de demasiado explícita, sobre todo en el enfoque y encuadre de la infame escena de siete minutos. Las actrices se tocan y tocan a la otra, se besan, lamen, muerden, restriegan en una secuencia que parece sacada de la fantasía de cualquier hombre. La percepción solo se ahonda al leer las entrevistas que han dado las actrices. Por ejemplo, en entrevista con
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Esta falta de representación está cambiando, entre muchas razones, gracias a las voces de actrices, productoras y guionistas que cada vez tienen más agencia en las decisiones concernientes a este tipo de escenas. También se le puede atribuir a audiencias más conectadas y vocales que problematizan estas malas representaciones. Con el tiempo se han alzado voces en contra de estas representaciones de pajas femeninas que son o hipersexualizadas, exageradas y construidas (pareciera siempre) desde la mente de un hombre y para su placer. Hemos visto, por ejemplo, películas como
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Estas representaciones acertadas también se dan cuando hay una mujer detrás del guión, la dirección o la producción de la obra. También cuando a las actrices se les permite hacer parte de la construcción de sus personajes. En The Deuce, serie en la que Maggie Gyllenhaal interpreta a una trabajadora sexual (y de la cual también es productora), hay una escena en la que Candy (el personaje de Maggie) se hace una paja porque su cita la dejó insatisfecha. En entrevista con
También tenemos el ejemplo de Fleabag, una serie imperdible y en la que en el primer capítulo vemos a la protagonista haciéndose la paja mientras ve un discurso de Obama y su pareja duerme a su lado. Sobre esa escena, que se ha tatuado en la mente de tantos por su naturalidad, Phoebe Waller-Bridge dice en entrevista para
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Ejemplos contemporáneos que han tratado de reponer ese oscurantismo de las viejas producciones populares son muchos. En Booksmart las protagonistas tienen una conversación honesta y sin tapujos sobre cómo se masturban con peluches; Sex Education le dedica varias escenas a personajes como Lily o Aimee, que exploran su cuerpo en busca de lo que les genera placer; En Elle el personaje de Isabelle Hupert, una mujer de mediana edad, se hace una paja viendo a su vecino sexy; Issa, de Insecure, desesperada por encontrar baterías nuevas para su vibrador.
La sexualidad femenina y la búsqueda del placer siguen minimizados en pantalla, pero de a poco se van viendo más. Es importante que la representación de este acto sea cada vez más acertada, en principio para que las mujeres se puedan sacudir el tabú que hay sobre el tema y entiendan que la masturbación es un acto tan normal que merece ser visto en pantalla. También es importante que estas representaciones pierdan el enfoque masculino, el male gaze que nos ha vendido que si soy mujer y me masturbo, debe ser en función de el hombre que me mira y me desea. Las pajas femeninas no son chistosas, ni misteriosas, ni secretas, y mejorar la representación en las pantallas puede traer una reconciliación de las mujeres con nuestros cuerpos y que se nos quite de encima una venda, que se nos permita disfrutar de nosotras mismas y hablarlo en voz alta. Cuando históricamente los cuerpos de las mujeres han sido silenciados y entregados a la voluntad del placer masculino, la representación de estos actos es importantísima.