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No más cocinitas para las niñas debajo del árbol de navidad

Aproveche que para este 24 se va a gastar la plata que no tiene y piense en la mejor forma de dejar de lado esos estereotipos.

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GettyImages / Ariel Skelley

Llegó diciembre con su alegría, mes de regalos y de dejar de una vez por todas los estereotipos que nos tienen jodidos y de paso esos pensamientos pendejos (perdón me exalté) en los que las niñas desde pequeñas tienen en la frente “profesión ama de casa”, “profesión mamá”, “lugar favorito: cocina”… seamos sinceros, a quién le interesan juguetes como "la lavadora"¿a quién en su sano juicio cuando crece le gusta lavar ropa? No, pues el plan: "amigos voy a lavar ropa, que chimba, mirenme", o "el lavavajillas" ¿en serio?...

Por: Johana Arroyave @JohanaArroyave 

A ver, todos cogidos de las manos que al mejor estilo católico vamos a confesarnos, repita cada uno después de mí:

Yo confieso, ante algún ser supremo (póngale el nombre que quiera) y ante ustedes amigos míos,  que he pecado mucho, de pensamiento, palabra obra y omisión, he creído que el color azul es único y exclusivo para los recién nacidos bajo el sexo masculino, he comprado en alguna tienda algún juguete y preguntado dos veces antes, si es válido para una niña, he decidido escoger un vestido de flores rosadas y cursis para regalar en el baby shower de la amiga de la oficina antes que un pantalón, me he emocionado con las películas de “fast and furious” y las pistas de carros y aun así, he dejado que mis sobrinitas, hermanitas o niñas pequeñas de la familia, sigan jugando a las barbies o pidiendo osos de peluche y en algún momento de la vida, he dicho la siguiente frase o una similar “No hagas eso, es para niños”. 

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Ahora, ponga su mano en la frente, golpéese fuerte en la cabeza y continúe: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a (mencione los nombres que quiera), que intercedan por mi ante mi conciencia, que ojalá no haya acabado con la infancia de alguna de ellas y que mis hijas, nietas o alguna nueva niña que venga a la familia, no escuche de mí, ni de ningún otro, alguna frase similar. (Ya puede bajar la mano). Amén

En esta época “decembrina” debería aprovechar para meter esta oración en la novena y repetirla después de la de San José o antes de los villancicos, para que junto con su familia pidan que en esta navidad sean menos las cocinitas que empaquen debajo del árbol. 

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Y aprovechemos la fantabulosa época de navidad para que hablemos de los regalos. ¿Ustedes no se sienten saturados por los comerciales de juguetes en Diciembre? Yo sí. Creo que estoy agotada de ver que pasan los años y las historias no cambian, aunque se modernizan en cuanto al HD y los modelos que aparecen en ellos cada vez son más guapos, la imaginación de los creadores de los “artefactos de diversión” se quedó atrapada en alguna máquina del tiempo y siguieron la misma línea machista y básica de la primera mitad del siglo XX cuando a alguien se le ocurrió crear una regla que decía que los niños son los únicos que pueden jugar a los carros, que las niñas, si acaso, pueden tener una muñeca vieja de trapo y tomar el té.

Entonces el protocolo de las grandes empresas productoras de juguetes, se quedó en exigirle a los empleados  que se levantaran cada mañana, bajaran a la cocina de la mamá y empezaran a mirar en la vajilla qué era lo más fácil para producir a pequeña escala y así fue como empezaron a  disminuir el tamaño de los sartenes, pintar los platicos de rosado, meterlos en una caja con el título “La cocinita, juego didáctico” … ¿didáctico? perdón señores creadores de este invento tan lúcido, pero quien conozca al que se le ocurrió esta grandísima idea, haga el favor de presentármelo, necesito que me explique qué de divertido tiene jugar a la cocinita, coger 4 platos de plástico, ponerlos en el piso e imaginarse que hay grandes manjares servidos, para dárselos de comer al primer adulto que pase por ahí.

Muy bien, ahora preséntenme el que se inventó el juego de la “mamá” ¿a quién carajos se le ocurrió que cambiar un pañal, así sea de mentiras, era divertido? Desde que tengo uso de razón mi mamá siempre se ha “paniquiado” con el hecho de que no quiere que tenga hijos tan temprano. En el colegio, lo primero que enseñan son los métodos anticonceptivos y aparecen una mano de campañas sociales para que las adolescentes se dediquen a abrir libros y no las piernas. Entonces, sigo sin entender en qué momento se puso de moda jugar a la mamá con un bebé de mentiras. Hace poco vi un comercial en el que una niña como de 10 años gritaba emocionadísima “Y hace popó”. A los 10 años no sabemos ni siquiera limpiarnos bien el propio, como para que nos regalen un muñeco al que hay que alimentar, sacar gases, y esperar a que se le dé la gana de botar lo que se le dio en el tetero.

Los machistas después de ese último párrafo dirán, “pa´que aprendan lo que es bueno”, pero no, señores estereotipados y retrógrados, al muy estilo Ordoñez, no es bueno que desde que nacemos, nos pongan un sello en la frente de “nació pa´reproducirse” y que desde que tenemos uso de razón o hasta ahora estemos rondando los 4 años, nos empiecen a presionar con la frase “tiene que aprender a cocinar”. No, a menos que una mujer quiera ser chef profesional o de verdad le guste la cocina, no debería ser una obligación estar metidas en ella. Sí, es bueno saber al menos cocinar un huevo por superviviencia, o apoyarse con algún tutorial, para una cena romántica, pero no para ser la mujer, o la empleada de nadie.

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Aproveche que para este 24 se va a gastar la plata que no tiene, se va a endeudar comprando regalos y piense en la mejor forma de dejar de lado esos estereotipos vacíos que por años han definido la esencia de una mujer y por favor, enséñele a las niñas desde pequeñas que pueden jugar al doctor, que cuando grandes pueden ser una excelentes profesionales y no obligatoriamente la mamá cocinera y ama de casa que vive del sueldo del marido. 

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