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Qué tan imbécil es hacerse hincha del Bayern por la llegada de James

Un detalle fundamental: es «Bayern» (Múnich), con «ene», no «Bayer» (Leverkusen), el equipo de las aspirinas.

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Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste

A Zidane le llegará el momento de admitir que la verdadera razón por la que aburrió a James hasta hacerlo irse del Madrid fueron las miles de puteadas de colombianos que recibía en Instagram todos los días. Un vidrio en la media es poquito. Foto con la familia: «Meta a James, calvo HP». Foto con el arbolito de Navidad: «Meta a James, calvo HP». Foto en vacaciones: «Meta a James, calvo HP». Cómo no hartarse. Y ahora, a pocas horas de la llegada de James al Bayern Múnich, cedido por dos temporadas, el destinatario de este spam de atarvanería pasó a ser el holandés Robben. En su único posteo se leen bellezas como «DALE LA 10 A JAMES CALVO HIJO E LA PERRaaaaaaAAAAAaAaaaAAAA». Colombia es un gran país; lástima los colombianos.

Más allá de esta recocha de miles de impresentables que riegan muchísima sal sobre cada paso que James David da, se viene un fenómeno casi más insufrible que la «escopetarra», el Trap y El Paseo juntos: una aplastante ola de hinchas colombianos del Bayern Múnich que, inevitablemente, tendremos que soportar. Será común ver a una turba energúmenos, borrachos con cerveza Paulaner y gritando carajadas en rústico alemán desde Pavos Múnich, ahí al lado del cementerio Jardines de Paz, al norte de Bogotá, supongo que con el propósito de no dejar descansar ni a los muertos. Del Bayern se volverán hinchas a morir familiares y amigos nuestros. Gente que estimamos, pero que morderán el anzuelo de contagiarse de la algarabía por la llegada del 10 colombiano a otro de los equipos más prestigiosos del mundo.

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Como hincha del fútbol (lo digo cada tres columnas y ya me da pena con los editores de Shock) el sentido común indica que sólo se puede ser del equipo que uno vio en el estadio desde chiquito. Punto. No hay vuelta atrás. No es negociable. Luego, se puede simpatizar por grandes equipos del mundo, pero considerarse «hincha» es vergonzoso. Gritar «¡Visca el Barça» con los ojos brotando sangre debería estar penalizado en el Código de policía. Aplicó para el Real Madrid en 2014 cuando James llegó a ponerse la 10 y a desatar máxima locura en el país de la fotocopia de la cédula al 150 por ciento. Y, por culpa de la publicidad y los medios, aplicará ahora en 2017. Será una segunda temporada de fanatismo de ocasión tal vez más insoportable que la primera. Como la «Ola verde», ¿se acuerdan? Pero ya no con Antanas Mockus, sino con Humberto de la Calle.

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La «Jamesmanía» y la «Bayernmanía» ya se comienzan a sentir y tendremos que vivir debajo de una roca o congelarnos criogénicamente para pasarlo por alto. Anuncios del Bayern, concursos para ir a ver al Bayern, cursos de alemán en cualquier cupón gratuito, y turbas iracundas por la calle con camisetas del Bayern recién desempacadas de un barco llegado de China. Dará susto pararse a las tres de la mañana al baño y encontrarlo convertido en una tienda de camisetas chiviadas con el número 11 del ídolo de la selección (que dejó libre Douglas Costa, quien pasó a la Juventus).

Esta es una opinión impopular, pero creo que muchas veces funciona mejor ser hincha de un futbolista y no de un equipo. De Messi, de Zlatan. A mí me gustaba Riquelme, por ejemplo, pero me caía como un zapato ese Boca Juniors dosmilero. Es un contrasentido, pero pasa. Como colombianos que somos, cómo no emocionarnos, no sé, con Falcao y desearle lo mejor, más allá de que el Mónaco nos importe un chorizo. De ahí, ¿por qué no hacerle fuerza a James, mas no al Bayern? A lo mejor sea el escenario menos imbécil en esta epidemia venidera de subirse al atiborrado bus del momento. Si hablamos de tendencias futboleras, hay pocas cosas más insoportables que un hincha de ocasión. Hinchas del ciclismo, hinchas del Real Madrid, del Atlético Madrid, del Bayern Múnich y de todo. Se sabe que cuando nos gusta todo, ya sea en el fútbol o en la vida, en realidad no nos gusta nada.

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Un detalle fundamental. Es «Bayern» (Múnich), con «ene», no «Bayer» (Leverkusen): el equipo de las aspirinas. Si vamos a posar, esforcémonos al menos por posar bien. Es «váyanse», no «váyasen». Es Es «Banksy», no «Bansky». Y es «Bayern», no «Bayer». En el multicampeón alemán que año tras año celebra echándose cerveza encima ya estuvo otro colombiano: Adolfo Valencia, el único que hasta el momento se había puesto esta camiseta. El Tren jugó allá entre 1993 y 1994. Dice la historia que Jorge Luis Pinto, DT suyo en Santa Fe, lo insultaba en alemán durante los entrenamientos como preparación para lo que se le venía encima. Finalmente, al tren no le fue mal porque metió 15 goles en 23 partidos por allá en esa época en la que Andrés Salcedo relataba la Bundesliga por ese bello espacio llamado Telematch. James estará en el Bayern al menos hasta 2019, cuando supuestamente regresará de su cesión al Real Madrid. Ahora bien, los que quieran llevar la contraria y ejercer la oposición, pueden ser del 1860 Múnich, el otro equipo con tradición en la ciudad, pero que ahora mismo naufraga en la cuarta división alemana. Más hipster imposible.

Al Bayern Múnich, dejémoslo claro, James no llega a ser titular. Es la idea, pero le tocará guerrear un lugar. Qué pereza tener que explicar todo como si fuéramos @GraciasFaryd, pero a veces parece que toca. Allá, el goleador de Brasil 2014 deberá luchar por una posición en uno de los mediocampos más brutales del mundo. Así por encima, están Arturo Vidal, Javi Martínez, Renato Sanches, Joshua Kimmich, Kingsley Coman, Franck Ribéry, e incluso Robben si es que consideramos a James como mediapunta. Competencia es lo que tendrá el hijo de Ibagué. Lo bueno para él es que Carlo Ancelotti lo valora y, al menos de entrada, no lo va a poner a escriturar un lugar en la banca, ni a hacer consignaciones y contestar el teléfono. De todos modos, el DT italiano se desmarca de ponerlo de titular. «Habrá momentos en que James jugará y otros en que no», dijo en la presentación del jugador. Otro punto positivo es que el Bayern juega cada tercer día y necesita de más de un equipo, así que, en principio, James va a jugar, sí o sí. Para el Bayern ganar la Bundesliga es una obligación anual. De hecho, la película todos los años es muy parecida, casi siempre con Borussia Dortmund llegando segundo con unos 14 puntos menos. El verdadero desafío para Robert Lewandowski, Manuel Neuer, Thomas Müller y compañía será ganar la Champions League. En lo que va de siglo sólo la ganaron dos veces (2001 y 2013) y eso es poquísimo para semejante maquinaria de equipo: el más rico del mundo junto a Real Madrid, Barcelona y Manchester United.

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El complejo de inferioridad que suele azotar al colombiano promedio seguramente se hará presente durante la estadía de James David en el Bayern. Ancelotti lo pidió y por ahora todo es risas y felicidad, pero ni que se le ocurra sentarlo porque ahí saltarán los subhumanos de los comentarios vergonzosos en redes sociales. También se interpretará como una afrenta a Colombia, se considerará personal y se empezará a tejer una cadena infinita de teorías de la conspiración. Sin ir más lejos, en el momento en que fue escrita esta columna circula en Twitter un texto sobre cómo en el Tour de Francia Rigoberto Urán fue sancionado dizque injustamente. El título del artículo es «La sanción a Rigo Urán por tomar agua demuestra que todo lo del pobre es robado». Una reacción muy colombiana, pero como para arrancarse los ojos con dos cucharas.

Si es por lo que merece gracias a su estatus de crack, James debería hacer historia en Alemania y alzar todos los trofeos posibles. Pero si es para que el colombiano promedio celebre como demente y use el uniforme del más veces campeón alemán como extensión de su piel, o considere que lo están atracando ante cualquier adversidad, de veras que no estaría mal que el Bayern Múnich considere contratar a Zinedine Zidane como nuevo entrenador.

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