Durante la última década, el Festival Centro nos lleva convocando al pleno corazón histórico del barrio La Candelaria en Bogotá para encontrarnos con actos locales y latinoamericanos que superan las barreras de géneros. Se trata, desde luego, de un festival mucho más pequeño en cartel e infraestructura que otros grandes eventos apoyados por el distrito, como Rock al Parque, Hip Hop al Parque o Colombia al Parque. Pero, con una visión enfocada en el continente y una curaduría rigurosa, se ha hecho un espacio clave y desde hace tiempo necesario dentro del circuito local.
Por Eduardo Santos Galeano @edusantosg
Más allá del elogio pasajero, al Festival Centro se le debe el paso por el país de artistas que han dejado un legado en este lado del planeta o que están a la vanguardia en cuanto a lo que está pasando musicalmente. Basta con darse un breve repaso por los carteles que van desde el 2010 para encontrarse con nombres de peso como Ondatrópica, Chico Trujillo, Sonido Gallo Negro o Chicha Libre, como también con una mezcla poderosa entre las escenas alternativas de la capital y héroes nacionales como Aníbal Velásquez, Wganda Kenya o Carmelo Torres.
Solo en la edición que acaba de pasar, nos dimos el lujo de ver a artistas latinoamericanos de la importancia y variedad de Camila Moreno, Los Wembler’s de Iquitos, Son Rompe Pera, Rubio o Mateo Kingman. También a una cuota nacional que abarcó desde nombres claves en la movida local como Nicolás y Los Fumadores y TSH Sudaca, hasta estandartes de la tropicalia colombiana como lo son las Estrellas del Caribe y La Pacifican Power.
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Pero aun cuando el festival terminó con una nota positiva para los que tuvimos la oportunidad de asistir a la mayoría de los eventos, es necesario preguntarse acerca del decrecimiento notable en el número de artistas que estuvieron en esta edición, en la que además se recortó un día entero. En total, fueron 13 actos y según Katherine Padilla, la vocera oficial del festival, esto se debió a que se dejaron una mayor cantidad de artistas para la edición del 2019 por la celebración de los diez años del festival. Aun así, mirando hacia atrás, se ve que en esa edición hubo 29 artistas, aún menos que las del 2018 y 2017, que tuvieron 51 y 47 respectivamente.
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Aunque una mayor cantidad de artistas no sea bajo ninguna medida un síntoma de una mejor curaduría, es preocupante que un festival baje su número de artistas en un 37% en el espacio de apenas dos años. Aunque desde la FUGA también lo expliquen en términos de costos de organización debido a la necesidad de alquilar nuevos espacios por la remodelación que están haciéndole al teatro de la fundación, es un bajón bastante abrupto, sobre todo tomando en cuenta que la recaudación de cada año se utiliza para financiar el evento del año siguiente.
Para Chucky García, programador musical del Festival Centro durante sus primeras tres ediciones, aunque la decisión que la FUGA tomó hace un par de años de apostarle a un comité de curadores conformado por periodistas y managers reconocidos de la industria sea a todas luces válida, tal vez no sea la más funcional, sobre todo tomando en cuenta que para este año se contrataron a tres curadores para seleccionar a tan solo 13 artistas. “Desde mi punto de vista, una curaduría y programación musical es como un cepillo de dientes, y con más de dos personas que lo usen se vuelve insalubre e inviable”.
Otra de las cuestiones que han generado debate en torno al festival es la decisión de seguir cobrando los actos de cada día por separado, generando costos altos para los asistentes que quieren vivir la experiencia completa de un festival que finalmente es patrocinado por entidades distritales. Una medida que la FUGA implementó desde el 2018 y que el año pasado nos dejó esta imagen:
Acabo de estar en Ticketshop para comprar el combo de 200k y ya no había... pedí que me calcularan a cuánto salía todo el festi por días individuales. Vean esta hermosa suma: pic.twitter.com/eczsLfEaON
— enemigo means enemy (@ElEnemigoCol) January 29, 2019
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Aunque, según dice Padilla, este método de recaudo lo piensan hacia la formación de públicos para que se le dé el valor que se merece a cada artista, y sobre todo pensando en los más emergentes, lo cierto es que ha llevado a que varios shows se vean con una baja asistencia entre los pocos que pagan, acreditados de prensa y funcionarios de la fundación. Una medida que se podría replantear para hacer más amena y sencilla la visita al festival para muchos de los que llegan y quisieran poder quedarse a ver más shows sin tener que pagar tanto de más.
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Por su parte Rodrigo Duarte, que junto a León David Cobo fueron los encargados de darle continuidad entre 2015 y 2018 a las bases arriesgadas y propositivas que habían dejado Chucky y Julián Mosquera en la parte de producción, dice que aunque no le corresponda establecer si el festival está mejor o peor, su momento debe ser visto desde “una sumatoria de factores donde deben confluir la preservación de la memoria del festival, su identidad, el verdadero conocimiento del proyecto y siempre, pero siempre, el compromiso absoluto con el festival”.
Una identidad que quedó algo en el aire con la estrategia de comunicación de este año, en la que la imagen del festival se tradujo a unos clichés sobre lo afrocolombiano, los hoppers e incluso una caricatura del rolo en chanclas sin ninguna gracia. Aunque probablemente fue un intento de parecer inclusivos, fue sin duda uno de los grandes desaciertos del Festival Centro 2020, junto a la pobre manera de hablar desde sus redes sociales sobre los artistas y los contenidos de la franja académica en las semanas previas.
Aun con estos problemas en la parte comunicativa, manifestados, sobre todo, a través de la estrategia de comunicación en redes, es justo e importante mencionar que a esta edición del festival le tocó afrontar un periodo cambio de administración. Un momento que, es bien sabido, en la mayoría de los programas distritales augura turbulencia. Bien sea por los cambios presupuestales o por los cambios de personal. Para las futuras ediciones, valdría la pena plantearse protocolos transversales en los tiempos y en los fondos destinados al festival.
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Chucky, que hizo escuela con el Festival Centro y hoy es programador musical de Rock al Parque y Colombia al Parque, es enfático en la importancia que tiene el festival para la ciudad y su gente. También en que, tras 11 años, es normal que necesite un segundo aire, así como lo necesitó Rock al Parque después del desplome de asistencia e impacto en el 2013. Igual es para Duarte, que aduce al estado de “zombificación” que los medios, conocedores y asistentes han percibido para que “se dé un autoanálisis y una reflexión que espero resulte en un Festival Centro reinventado, en el mejor estado de salud y con el ímpetu que lo debe caracterizar”.
Después de disfrutar con grandes actos y tarimas este año, hay que decir que llegamos a un momento de inflexión dentro del festival y el 2021 dirá si los que están en su entraña serán capaces de sacarlo adelante de la manera que se merece, porque el Centro merece mucho más. Lo dicen los asistentes, lo dicen sus antiguos curadores que sentaron base y lo necesita una ciudad que encuentra en el Festival Centro esa primera gran ventana del año para el encuentro nacional y continental de músicas en su centro.
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