A finales de los noventa en Cali se bailaba salsa y rock. La popularidad de Superlitio, de Kraken y de Masacre; la aparición de Rock al Parque en Bogotá y la expansión de la emisora Radioacktiva tuvieron eco en la ciudad, impulsando la creación de grupos locales y bares dedicados al género.
Paralelamente, empezaba a tejerse una red subterránea de intercambio musical con personajes como ‘Ursus’, quien vivía en California cuando llegó la oleada hardcore punk y regresó a la sucursal del cielo cargado de discos, que repartió en su parche.
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Sin embargo, a partir del 2010, la pequeña escena rockera que se había consolidado decayó, debido al ascenso vigoroso del reguetón, a los programas institucionales que posicionaron la salsa como pilar de la cultura caleña y a la desaparición de festivales emblemáticos como Cali Underground.
De vez en cuando tenemos noticias de bandas caleñas de rock por sus nuevos lanzamientos.
Están Desnudos en Coma, con un rock alternativo de buena factura; MICO, con un ensamble caótico que remite a la banda de mathcore de Boston Converge; y Escara, con un screamo que se desdobla hacia el hardcore y el black metal.
En este contexto, aparece “Drop the Bomb” (2024), el nuevo álbum de Nucleonics, una banda de rock electrónico en inglés que toma texturas de agrupaciones como The Prodigy, Nine Inch Nails y Depeche Mode para articular una propuesta inédita en la ciudad.
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Esta banda tiene ya varios kilómetros encima, aunque muchos la desconocen en Colombia.
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El proyecto fue creado por el cantante Luis Gómez, antiguo miembro de Diva Gash y Sexy Death, que hoy está acompañado por JaGo Tabares en el bajo, Dey Álvarez en el sintetizador y Carlos González en la batería.
En 2007, publicaron “Scary”, un álbum que marca la primera etapa del grupo en Londres, y en 2020, “Eleven”, un disco más experimental que se sumerge en los ambientes del darkwave y el industrial.
En su nueva entrega, con una vibra a mitad de camino entre Korn y Gary Numan, Nucleonics presenta un viaje de media hora cuyo origen es Marte, el planeta que llevamos intentando entender desde 1960 con misiones espaciales.
El rock ya ha visitado el planeta rojo en varias ocasiones (David Bowie, Coldplay y Misfits son algunas de las agrupaciones que lo han mencionado en sus canciones), pero la banda caleña fue más allá: montó una narrativa futurista ilustrada con imágenes y videos de corte distópico, que pueden pillar en sus redes sociales.
Este álbum cuenta que Marte ha sido arrasado. Sus recursos naturales han sido exprimidos por los pobladores, como ocurre en la Tierra.
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Ante el estado de precariedad y desolación, muchos habitantes deciden buscar nuevos horizontes.
Los pocos que se quedan están en pie de lucha, entregando todos sus esfuerzos para recuperar el equilibrio de su planeta. Así que Nucleonics ha decidido viajar a la Tierra, confiando en que tienen un mensaje de esperanza para darle a la humanidad.
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El armamento que utilizan para inspirar a la gente a tomar acción y apersonarse de los problemas colectivos se llama “Drop the Bomb”, un disco que, por lo demás, nos está entregando nuevas noticias de la movida rockera caleña de hoy.