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Música y mujeres: ¿se equilibró la balanza de género en la pandemia?

Después de una larga temporada con sobredosis de festivales virtuales y ante la expectativa por un robusto cronograma festivalero para 2022, es tiempo de preguntarse: ¿mejoró la paridad sexual en la música después del encierro?

Lido Pimienta en Bogotá
Lido Pimienta en Bogotá
// Foto por Alejandro Gómez

En marzo de 2020 Colombia entró en el primer confinamiento debido a la pandemia. La industria de la música en vivo se detuvo, armó eventos virtuales, conversatorios, reflexiones y, casi dos años después, a pesar de las charlas y los ánimos de cambio, todo parece igual. ¿Algo cambió para las mujeres artistas después del encierro?

Por Daniela Trujillo | @SoyMiroslawa

En el tiempo de la pandemia, para las mujeres, lo que ya era un problema se hizo más agudo. Aumentaron los números de violencia intrafamiliar y también los feminicidios: en el 2020 —según el observatorio feminicidios Colombia— 730 mujeres fueron asesinadas, eso sin contar con los casos registrados ya en los tres primeros meses del año (más de 37).

Por otro lado, la tasa de desempleo llegó a un 17.8% a nivel nacional y, con ella, la dependencia económica de muchas mujeres que convivían con sus agresores fue más evidente; además, la carga de las labores domésticas no remuneradas aumentó: muchas madres tuvieron que alternar el cuidado de sus hijos, con sus estudios en la permanencia absoluta dentro de los hogares.

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El desentendimiento gubernamental con el sector cultural hizo que ninguno de sus agentes viera la luz y sufriera por partida doble el encierro.

Festivales, conciertos, toques, showcases y demás se cancelaron en masa; los venues, sobre todo los independientes, tuvieron que cerrar indefinida o definitivamente.

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Ahora, casi dos años después de que nos cayera encima la pandemia, y a punto de arrancar un 2022 considerado como el año de los conciertos, es tiempo de preguntarse: ¿Qué pasó con las mujeres artistas en pandemia? ¿Cuál fue su incidencia en festivales virtuales? ¿Qué efecto tuvo para ellas este confinamiento? ¿Mejoraron las condiciones para su regreso a la presencialidad?

La representación en los conciertos virtuales

Empecemos por los aspectos positivos. En primer lugar, la producción de música durante tiempos de pandemia aumentó. Pero no solo eso, sino que muchas más mujeres, desde la intimidad de la habitación, escenario que propone confort y seguridad, decidieron compartir sus experiencias creativas a través de sus redes.

Uno de los ejemplos más claros de ello en Bogotá fue el Festi No Quiero Ser Tu Fan, una propuesta descrita como un espacio de conexión y difusión de música hecha por mujeres.

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En su primera edición, realizada el 25 de mayo del 2020, contó con la participación de más de 30 mujeres artistas y en su segunda edición hizo parte del cierre de Hacedoras Jóvenes, realizado por Hacedores Jóvenes en alianza con Manifiesta Media. Muchas de las artistas participantes fueron el resultado de procesos caseros que dieron como resultado nuevas producciones.

También, dentro de estos eventos enteramente compuestos por mujeres, encontramos el Femme Fest, que, en su edición del 2020, en la virtualidad, logró hacer partícipes a más de 30 mujeres.

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En segundo lugar, la apertura de la cantidad de webinars y propuestas de formación que la virtualidad brindó. Coloquios, conversatorios, espacios de creación pequeños y limitados, clubes y colectivos se consolidaron en las inmediaciones de la virtualidad, tales como el proyecto de Todopoderosa, Lado B, Indra Films y Biche llamado Facultad de Conocimientos Clandestinos; o el proyecto de investigación de la Maestría de estudios Artísticos-Facultad de Artes ASAB UDFJC: La Guardavoces: una indagación sobre ser compositora desde Colombia, que realizó una página de archivo de las artistas, compositoras y creadoras musicales/sonoras en el país.

Sin embargo, pese a la conformación de espacios exclusivos para mujeres, los festivales mixtos no asumieron la paridad en los carteles como una prioridad.

Porcentajes de participación de mujeres en eventos virtuales

Par la muestra: el cartel del Festival FU2020, creado para la virtualidad, con una participación que no llegó al 30% de mujeres y el Festival de Música Impopular del Siglo XXI, creado en la presencialidad y pasado a la virtualidad por la contingencia, que no contó sino apenas con el 11% de artistas mujeres.

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A estos se le suman festivales más grandes como el Latencia, que ni siquiera alcanza el 15% en participación de mujeres. En el medio quedaron festivales como Esperando El Fin Del Mundo, que entre las dos fechas sumaron 37% en participación; las sesiones de Shock en casa con un 35% de participación y el ciclo Rugido en la Casa de Latino Power con 30% de participación.

Entre los porcentajes más altos se ocupan festivales como el aniversario de Noise Noise, Como En Casa, con 47% de participación femenina y retransmisiones como las organizadas en torno a los festivales al parque, Música del Parque a la Casa, que tuvo 59% de mujeres.

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En su momento, los eventos virtuales en vivo y las retransmisiones funcionaron para alivianar la zozobra a la cual estuvo la gente expuesta durante el encierro, pero ahora, cuando la pandemia sigue amenazando en el año más cargado de eventos, hay que decir que no hay muchas luces para una reactivación más igualitaria.

Indispensable para leer | Grandes conciertos que ocurrirán en Colombia a lo largo del 2022

Lo mismo de siempre

La cuota femenina se ha convertido en un comodín para muchos eventos, en los cuales incluyen mayoría de artistas masculinos y apenas una o dos mujeres para poder cubrir ese cupo sin remordimiento.

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La mercantilización del arte ha evitado que más mujeres sean participantes activas de la industria en este momento, incluso más ahora que antes, tampoco son una prioridad en el booking. Sobre todo en los espacios que están contemplados fuera de lo alternativo, donde esto se percibe de forma más insistente.

Y claro, se abrió la puerta para la creación de espacios con participación exclusivamente femenina. Pero eso tiene otros problemas: por una parte, estos eventos convocados no logran abarcar tanto público como los otros, y, aunque son una buena oportunidad para que las mujeres puedan volver a los eventos en vivo, significa que sus ganancias van a ser menores que en otros casos de mayor alcance.

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De allí parte la desigualdad económica a la que muchas se enfrentan actualmente respecto a sus colegas masculinos que logran mayor respaldo de agencias, programadores y venues.

Otro problema es que la generación de espacios enteramente femeninos si bien evidencian la unión de las mujeres mismas en oposición a espacios mixtos poco incluyentes y además poco seguros, también genera un alivio en aquellos quienes conscientemente deciden no abrir el espacio para más mujeres, pues si son estas quienes generan sus propias plataformas, entonces ya no deben preocuparse por cuestionar las suyas.

¿Y las soluciones?

Las políticas planteadas desde el Ministerio de Cultura durante la pandemia terminaron siendo más incentivos en una economía de la escasez que alivios o empujones completos. Y, desde luego, no contemplaron tampoco un plan sistemático para la paridad sexual en la música.

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Entre los programas para mujeres encontramos el programa de estímulos (que incluye algunas líneas con enfoque diferencial) y otros proyectos como Las mujeres narran su territorio, que si bien cumplen en cuanto a documentación y representatividad, no están pensados para trascender de la circulación.

En suma, pese a que el arte pareció ser uno de los lugares en los que se supone debimos encontrarnos a salvo, por el contrario, nos hemos encontrado, como mujeres, de frente a la hostilidad de una industria que, hoy por hoy, pese a los avances, se ha negado a dejarnos entrar en igualdad de condiciones.

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Para la muestra: hagan cuentas de cómo están distribuidos los carteles de los grandes festivales en 2022.

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