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¡Pal' lereo, Pabla!: el legado del bullerengue en María La Baja

La Maestra Pabla Flores carga el bullerengue en su sangre. Un legado de 'La Yaya', su madre, que la impulsó a crear la primera escuela de bullerengue de Colombia. Esta es su historia

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Maestra Pabla en la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe en María La Baja
// Foto por: @valentinalfonsog_ph

“Mi nombre es Pabla Flores Gonzáles, hija de Eulalia Gonzáles Bello, 'La Yaya', cantadora de bullerengue”. Con esta frase se presenta la Maestra Pabla. El legado de su madre conforma cada pedazo lo que ella es hoy y es imprescindible a la hora de introducirse como cantadora.

Pabla camina bajo el sol de las calles de María La Baja, su lugar de nacimiento, y solo hay que verla para saber que este es el lugar al que pertenece: su piel se le mantiene intacta, sin una gota de sudor, a pesar de que el sol nos tiene a 31 grados y lleva puesto un saco verde de manga corta que combina con su turbante y su falda.

Cuando era bebé, cuenta, 'La Yaya' le calmaba las pataletas con un arrullo al ritmo del bullerengue, así que la música la acompañó siempre, pero antes de retomar ese legado se enamoró del campo.

Durante 12 años Pabla trabajó como campesina cultivando maíz, yuca, ñame, plátano, melón y sandía. Luego comenzó a vender pescado en las calles y, cuando tuvo a sus dos hijos, le tocó migrar a Venezuela para trabajar como empleada doméstica.

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"Yo me enamoro más de la naturaleza que de la ciudad. Si mis compañeros hacían zanjas, yo hacia la zanja; si iban a cortar monte, yo agarraba machete y garabato y a cortar monte; si iban a tumbar una cerca de alambre, yo no le temía al alambre, me montaba en mi burro o mi caballo y me iba pal' monte”, dice.

Cuando la Maestra canta estira las manos hacia el cielo. En ellas ve la estela de cada uno de sus trabajos. Siente el dolor de su cadera como consecuencia del exceso de fuerza en los cultivos y recuerda las calles caminadas con baldes de pescado que debía vender antes de que se acabara el día.

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Empieza su canto intempestivamente frente a la escuela Rafael Uribe Uribe. Al escucharla, todos los vecinos de la cuadra se asoman. Su voz es tan potente que parece invitar incluso a los de la cuadra de al lado. Desde el más pequeño, que apenas está aprendiendo a andar, hasta la mayor que se levanta de su mecedora, se ponen de pie para seguir el ritmo de su arrullo.

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Maestra Pabla y su tambolero Gregorio Pedroza
// Foto: @valentinalfonsog_ph

Pabla Flores nació un 18 de marzo de 1955 y, a pesar de las vueltas que la vida le ha dado, de haber ido en busca de trabajo a Barranquilla, Cartagena y Venezuela, siempre vuelve al lugar que mejor la define: María La Baja, un corregimiento del caribe colombiano, a dos horas y media de Cartagena; el sitio donde se crió junto a sus ocho hermanos.

De nueve hijos que tuvo 'La Yaya', sólo una se dedicó al bullerengue.

“Así mija, así es que se canta el bullerengue”

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La historia del bullerengue se remonta a la migración de africanos a la Costa Caribe del país, principalmente a San Basilio de Palenque. Es una tradición ancestral, de carácter oral, mediante la cual las comunidades conservan su historia. El canto es ejecutado, principalmente, por mujeres mayores que van acompañadas de tamboleros que hacen sus instrumentos a mano.

La Yaya supo que Pabla tendría la voz que se necesita para entonar un bullerengue desde que, despistada, la encontraba cantando baladas y rancheras por toda la casa.

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“Nosotras las mujeres lo hacemos con más lamento que los hombres”, afirma la Maestra Pabla antes de entonar un bullerengue improvisado para comprobarlo. El 'lamento' es el sentimiento que se le pone a la canción, la capacidad de entonar con más expresividad, pues, como asegura, "las mujeres tenemos más coqueteo a la hora del canto".

Las mujeres de su familia sabían cómo identificar una buena cantadora de bullerengue: "si es respondona, va a ser buena cantadora". Así 'La Yaya' supo que su hija iba a ser la encargada de mantener con vida su legado. Pabla Flores siempre sabía qué responder.

A sus 50 años la maestra decidió formar su agrupación 'Pal' lareo Pabla', conformada por 20 músicos en tarima.

Yaya le decía, Yaya le decía
Alla Pabla Flores, que cuando muriera cuando ella muriera, Pabla cantaría
Pal' lereo pabla, pa la cuña Yaya
Pal' lereo pabla, pa la cuña Yaya
Ya se murió Eulalia, si acajio 'La Yaya' pero quedó Pabla
Hoy canta su hija, hoy canta su hija como ella quería

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Jhonny, como ella lo llama, fue un músico del corregimiento que quedó impresionado con su voz y compuso una canción en su honor antes de fallecer de cáncer en el 2020. Esta canción le dio el nombre a la agrupación que en 2021 quedó en segundo lugar a 'Mejor Grupo de Bullerengue' en el XXXIII Festival de Bullerengue de Necoclí.

El "Lereo" es un adorno a la hora de cantar. Una forma de entonar que sólo la Maestra Pabla ha utilizado en el bullerengue.

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La primera escuela de bullerengue en Colombia

"Aquí las fiestas, los rituales, los entierros, todo era con bullerengue. Antes no existía el 'picó'", afirma la maestra.

María La Baja ha forjado su identidad en este ritmo y, para mantener la base de sus tradiciones, Pabla Flores, junto a su tambolero principal, Gregorio Pedroza, la Gobernación de Bolívar y la Corporación Buen Vivir, armaron la primera escuela de bullerengue del país: La Escuela de Formación Integral Eulalia Gonzáles.

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El objetivo de los maestros y de la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe, que prestó sus instalaciones para las clases, es que el bullerengue sea transmitido como forma de educación. Por medio de la estructura de la etnoeducación esperan enseñar a las generaciones más jóvenes.

En 2020 la escuela arrancó como un proyecto de Naciones Unidas en el que se organizaron, a lo largo del año, veinte semilleros con los cuales dotaron de instrumentos diferentes comunidades de los corregimientos de María La Baja y San José de Playón.

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En 2021 dictaron un diplomado internacional virtual de bullerengue en el que se inscribieron 100 personas, 60% personas de otros países.

En 2022 recibieron el reconocimiento y registro por parte del Ministerio de Cultura con el cual empezó el trabajo de la mano de la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe para formalizar el proceso pedagógico.

El 20 de febrero de 2023 la escuela comenzó a funcionar formalmente con 50 niños inscritos en formación permanente.

Hoy la maestra separa sus tardes para dictar clases de canto, interpretación y composición de bullerengue a niños desde los 6 a los 16. Mientras tanto, en su tiempo libre, continúa componiendo, junto a su agrupación, nueva música con la que se presentará en festivales durante 2023.

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Para Pabla Flores el bullerengue se convirtió en su camino de vida; para los niños que la escuchan, una nueva forma de conmemorar la tradición y para María La Baja, la voz con la que mantiene viva su historia.

¡La música nos une!

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