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‘Cada vez que muero’ una radiografía de la vida y la muerte trans

La opera prima de La Red Comunitaria Trans y Raúl Vidales se estrenará el 8 abril en la Cinemateca de Bogotá, y después emprenderá un viaje por festivales de cine del mundo.

Cada vez que muero
Cada vez que muero
// Foto Raúl Vidales / Cortesía Red Comunitaria Trans

Raúl Vidales lleva más de una década trabajando en proyectos documentales con temática social y política. Por eso no es sorprendente que su ópera prima Cada vez que muero sea un trabajo en conjunto con una de las organizaciones más importantes de la capital que trabaja desde hace 10 años por los derechos básicos de las mujeres trans y trabajadoras sexuales en Bogotá: la Red Comunitaria Trans.

Cada vez que muero es una apuesta por salirse del cine clásico y comercial, para contar desde la ficción historias narradas por sus protagonistas y explorar espacios audiovisuales que refuerzan esta historia. “El documental me fascina y me gusta, pero lo veo corto para poder contar y narrar todo lo que sucede, hay más cosas que me interesaría mostrar” afirma Raúl.

Hablamos con él de la película, de la importancia de contar esta historia y de la música que ayudó a darle forma al guion.

¿Cómo nace el guion de la película?

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La película está hecha desde el cine participativo. Fue un proyecto que construimos desde cero con la Red Comunitaria Trans, un equipo de 7 mujeres trans participa en la película. La iniciamos a mediados del año 2020 con unos encuentros de escritura, de diálogo y conversación en medio de tiempos de pandemia. Llevábamos mucho tiempo sin vernos y sin tener presencialidad. Nos reuníamos dos veces a la semana a escribir y pensar sobre la muerte. Cuando comenzamos ese era el tema, la muerte.

También por la realidad socio política de alguna forma del contexto colombiano y la situación de transfeminicidios y muerte de mujeres trans ante la negligencia estatal. Empezamos a indagar a través de la escritura y a través de la conversación en torno a esto y en esos encuentros se fue construyendo el guion. Los encuentros fueron documentados y hacen parte de la película. Fue un guion construido en conjunto y luego se pasó a la producción con el mismo grupo.

Cada vez que muero
Cada vez que muero
// Foto Raúl Vidales / Cortesía Red Comunitaria Trans

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¿Cómo manejaron la realidad y la ficción?

La película es un documental híbrido, va desde el video performance hasta algunas escenas fusionadas que se fueron construyendo al hablar de la muerte y la realidad de la muerte. Referirse sobre la realidad de manera integral demanda necesariamente abordar lo imaginario, parte del proceso de escritura nos permitió encontrar algunos elementos simbólicos en relación con la muerte, situaciones como muertes en el marco de la violencia socio política, en el marco de los transfeminicidios, pero también de las muertes en vida que tenemos y que han experimentado las protagonistas. Con esos elementos simbólicos se buscó, abordar la muerte, integrando la fabulación, lo fantástico, lo imaginario, que era lo sensible de este proyecto de ser maleable, de ser transformado, de resignificar esos lugares simbólicos de la experiencia de una suerte de psicomagia audiovisual.

¿Cómo fue para usted trabajar con actrices naturales y ensamblar el proyecto?

Con la Red Comunitaria Trans ya nos conocíamos y habíamos estado en otros proyectos explorando desde lo audiovisual las artes escénicas y performáticas. Ellas tienen unos elementos fuertes y arraigados también en términos expresivos, han indagado bastante en lo audiovisual desde el trabajo comunicativo de la Red, fue un proceso muy afortunado, tenían conocimientos para ofrecer y alimentar a la película. La directora de arte Daniela Maldonado apoyó muchísimo ese proceso, María Fernanda Cepeda nos apoyó con el arte, pero también con la plástica, el maquillaje y efectos especiales. Como fue un proyecto que fuimos construyendo desde la pre producción, creo que nos ayudó a darle forma a lo que imaginamos, lo fuimos moldeando, entonces en el momento que llegábamos a rodar eran cosas que habíamos ensayado previamente en los encuentros, habíamos recreado la interacción desde la intensión misma de sus relatos y finalmente las puestas en escena fluyeron muy bien. Una relación también de amistad muy fuerte en la que fluye el diálogo facilitó mucho el trabajo con el equipo.

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¿Qué lugares fueron claves para contar la historia?

La primera locación fue donde se realizaron los encuentros fue Casa Jauría, ese espacio lo pudimos gestionar con Camilo Ara, un centro cultural que queda por la 24, ese fue el lugar donde se empezó a gestar todo. Cada vez que muero fue una película autoproducida sin ningún tipo de apoyo gubernamental o estatal. La labor de la Red fue fundamental para gestionar locaciones como el Cementerio central, el barrio Santa Fe (que tiene una historia importante por las luchas y el trabajo desde la Red Comunitaria Trans), está presente en la mayoría de las locaciones: una lavandería del barrio, una pollería de la 22 y en La Calera.

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¿Cuál es el papel de la música en la película?

La música fue fundamental, una vez teníamos el proyecto estructurado comenzamos a vincularla en algunas de las escenas la música. Parte de su desarrollo, lo hicimos con amigos, seguir haciendo realidad el tema de ver una red para poder sostener la producción de una película que se hizo auto gestionada. Contamos con el apoyo de Rio Cerón, en una escena, con Katalina Ángel, LoMassBello nos apoyó con una canción que ya estaba hecha, pero el tema era perfecto para una escena, Juan David Castaño trabajó de la mano con Fantasy y Valeria para su escena, fue muy particular porque ellas escribieron la letra de la canción y pusieron sus voces, fue un trabajo muy chévere.

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Cada vez que muero
// Foto Raúl Vidales / Cortesía Red Comunitaria Trans

La agrupación bogotana de post punk Tumbas nos permitió usar un tema, la banda de Kata y de Dani, Radamel 666, tienen dos temas dentro de la película. Carlos Romero fue el compositor que estuvo en la creación de atmósferas sonoras y musicalización de buena parte de la película, junto al grupo Otra parte, una agrupación de música contemporánea, con ellos tuvimos la posibilidad de crear buena parte de la música, yo estuve componiendo algunas cosas y aporté con algunas atmósferas sonoras.

¿Qué representa para usted la película?

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Es realmente un sueño bien importante poder haberla hecho realidad, era algo que habíamos conversado hace un tiempo. Hicimos algunos proyectos audiovisuales desde el performance y el video arte, pero teníamos en mente hacer un proyecto de más largo aliento. Creo que nos da la posibilidad de poner en diálogo problemas que son fundamentales como la muerte, y esa experiencia de tránsito que marca las muertes y renacimientos que se tienen en vida desde las miradas de las mujeres trans. Poderlo poner en diálogo es el recurso que encontramos en el cine, finalmente lo más importante es ponerlo en el plano de lo público desde una mirada trans. Lo que se buscó en esta película, es que sus miradas estuvieran desde el inicio para darle forma, un trabajo constantemente articulado con mi labor como director. Avanzar en la lucha por la autorrepresentación es un lugar crítico y urgente cuando hablamos de las realidades de las personas trans en Colombia.

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