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'Amoral Inmortal': el fruto fresco y exótico de BUHA 2030

Desde la fértil comunidad de músicos nariñenses en Bogotá, ha erupcionado uno de esos discos que marcan un momento dentro de la escena independiente nacional. Un trabajo inclasificable que nos invita a abrir los oídos e incomodarnos: 'Amoral Inmortal' de BUHA 2030.

BUHA2030
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// Facebook BUHA2030

La primera vez que vi a BUHA 2030 fue en un toque por allá a principios del 2019, cuando tocaron en el extinto y tan importante El Chamán en pleno corazón de Chapinero junto a Andrés Guerrero y su banda Las Luces. En ese momento la novedad era Andrés, una especie de músico superdotado del que sabíamos, venía de viajar por el continente aunque tenía sus raíces en Pasto. Un personaje medio atípico para el boom de bandas ‘indie’ de esos tiempos y al que ese día, lo acompañaba una banda nueva.

Por Eduardo Santos Galeano | @edusantosg

Esto era lo que sabíamos de BUHA2030:

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En días de guitarras reverberadas y nuestro bogocentrismo a piel, lo que BUHA 2030 estaba poniendo sobre la mesa exigía, por lo menos, mucha atención.

Una bola de energía pura moldeandose y transformándose constantemente por Gabriela Ponce, no solo la voz del cuarteto sino todo un personaje que roza con lo teatral y que es la pieza clave para pilotear todos los motivos sónicos que Jo (saxofón), Willy Echavez (batería) y Camilo Portilla (bajo) recorren a su par.

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Pero cuando la BUHA se disponía a tomar vuelo, el 2020 la obligó al encierro. Y con el encierro vino el tiempo y con el pasar del tiempo, finalmente, su primer disco de larga duración: Amoral Inmortal.

Música vigorosa y extraña

“Nosotros somos aún unos fervorosos del objeto antes llamado disco, de modo que con el lanzamiento de Amoral Inmortal, hemos nacido como unidad cuatro personas adultas y 10 tracks maduros, producto del proceso de 4 años cuando empezamos improvisando sin la pretensión de volvernos una banda ni de 'avanzar' hacia algún lugar como el mandato del progreso dice”, cuenta Gabriela a pocos días del lanzamiento oficial del álbum en el centro de Bogotá.

10 canciones, casi 40 minutos de música, en los que se vale desgastarse poniendo etiquetas, sobre todo para los que no le han puesto play y tal vez estén leyendo esta reseña: mucho jazz, mucho rock progresivo, mucha experimentación y a ratos breves pero precisos guiños al bambuco o lo que tengan en sus cabezas como “música andina”.

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El saxofón siempre adelante atacando a los oídos junto a letras crípticas pero contestarias y en la segunda línea, un bloque de bajo y batería que son el piso tanto del caos como de la calma.

Como tenía que ser, el disco nos recibe con la intensidad de la Fea Monosílaba, para luego mantener el groove a tope con Godos, martillarnos el cerebro con Indio y pasar al Cansancio hastío, el tema que hasta ahora más ha trascendido, llegando a los tops de la radio pública junto a un videoclip con el que supieron condensar tanto estalle y malestar.

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En ese punto, cuando la cabeza parece no soportar más, hay un punto de quiebre dentro del álbum con Eva, un track meramente contemplativo en el que Gabriela nos va guiando entre una bruma de sonidos que se manifiestan en medio de un trabajo de producción impecable.

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BUHA2030, a pesar de tener sus orígenes en la ciudad de Pasto, se saben a sí mismos como una agrupación originaria de la cordillera de los Andes.

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Más allá de pensar en nacionalidades, hay un solo lenguaje estético y sonoro que reúne todo lo que hacen y los atraviesa a la hora de hacer música. Para Gabriela, esto se condensa en un concepto de lo que es para ellos “mirar a la madre a los ojos” y precisamente lo que hace de esta banda un espacio de creación que se permite todo lo delirante y absurdo que percibimos en sus canciones.

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De vuelta al disco, una pieza caníbal como Me Comí para volver a calentar los ánimos y luego Buhaneña, una reimaginación de La Guaneña, uno de los bambucos más representativos y reinterpretados de la historia.

Para Camilo Portilla, que también es el bajista titular en otros proyectos hermanados con BUHA2030 como el de Andrés Guerrero y Briela Ojeda, “la influencia de estas músicas en nosotros es muy intrínseca, no porque nos esforcemos en hacerla sino porque hemos sido de alguna manera criados por ellas desde muy pequeños. Gran parte de nuestra formación musical viene de las músicas campesinas y tradicionales de Nariño y es por eso que aunque nuestro formato no es tradicional los sonidos raizales atraviesan nuestras canciones”.

Si hasta este punto le han estado poniendo atención a las letras de las canciones, sabrán que no son para nada fáciles de descifrar. A Gabriela se le escucha hablando de un tirano sosteniendo su poder y, en general, canción a canción, de una sensación de malestar generalizada entre metáforas sobre la naturaleza, el tiempo y el cuerpo que codifican cada frase y le dan un sentido muy propio a cada canción.

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“Me ha gustado rastrear la vida entre las grietas, los secretos, los misterios y es hermoso traer desde esas oscuridades una canción, sacársela del alma para liberarse”, comenta, a propósito de unas letras que dice, escribió frontalmente desde el ser mujer. El Enemigo hizo un muy buen análisis lírico en su reseña (Véanla aquí).

Tengo un sol y Mongolia siguen en el tracklist, continuando la erupción del disco con líneas de bajo memorables y unas bajadas de groove que en vivo marcan bien ese sentido teatral que va intrínseco en BUHA 2030.

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Cierra con Pacífico violento, una especie de chirimía en ácidos con la que cierran la fiesta con la rareza y el empuje con el que nos recibieron desde el minuto 1.

Después del fenómeno que ha sido el Templo Komodo de Briela Ojeda, el Amoral Inmortal es la última muestra de una escuela de músicos pastusos que están moldeando el camino de la alternativa nacional con las manos y a pulso.

Un disco complejo que hay que escuchar varias veces, que puede ser jodido para el oído y que los que no crecimos escuchando música de la cordillera, apenas logramos acercarnos a sus referencias vagamente.

Somos un tejido fértil y cada nueva florecita que surge es alegría para todos. Aún así creo que nuestros proyectos suenan muy diferente el uno del otro pero es muy estimulante inspirarse de los amigxs y la gente con la que creciste, así se crea la escena. Presiento grandes desarrollos de esta hermandad que somos.
Gabriela Ponce

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