Fueron 1083 días sin Estéreo Picnic y su regreso fue bastante inusual. La inesperada muerte de Taylor Hawkins horas antes de su presentación en el primer dìa nos dejó perplejos y con un sentimiento completamente opuesto a la alegría del comienzo del festival.
El sábado de Estéreo Picnic es, tradicionalmente, un día más fiestero y este año no fue la excepción. El baile fue el común denominador en buena parte de los artistas, empezando por Bejuco, la primera agrupación tumaqueña en el Estéreo Picnic que nos llevó un poco del Pacífico y sus rituales. También vimos a una institución de la música tradicional colombiana:Los Gaiteros de San Jacinto, quienes celebraron a los campesinos del país y pusieron a bailar a personas de todas las edades.
La fiesta empezó desde temprano en Flavor Colectivo, que convocó a un buen número de curiosos en el escenario Banco de Bogotá. En el escenario Páramo, las hermanas Juanita y Valentina, mejor conocidas como Las Áñez, dieron un show sobrecogedor en donde el poder de sus voces fue el protagonista. Como ha venido sucediendo en los últimos años, el festival ha sido testigo del crecimiento de grandes propuestas nacionales.
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La celebración de la vida luego de una pandemia fue constante en varios de los shows. La banda bogotana Armenia, en un escenario a reventar, estrenó su canción titulada Gracias, en homenaje a las víctimas de la pandemia con un llamado a aprovechar al máximo cada momento.
Aunque se suele pensar en la fiesta como algo frívolo también puede convertirse en un espacio de resistencia y liberación, como lo demostró Edson Velandia. El santandereano, incisivo con la historia de Colombia, empezó narrando cómo los venezolanos eran considerados “sifrinos” (o “gomelos”) hace unos años, algo muy distinto a la situación actual. Con el desparpajo que lo caracteriza, también rindió homenaje a dos personajes determinantes en la historia de Colombia en las últimas décadas: Camilo Torres y Jaime Garzón.
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Velandia también se refirió al paro nacional y varios “gomelos” se unieron al canto “los ricos quieren todo regalado”. El músico proyectó una imagen de Francia Márquez y reivindicó las luchas negras e indígenas del Cauca.
Ela Minus también demostró que la fiesta puede ser política. Consignas como "You Won’t Make Us Stop" estuvieron presentes en sus visuales. La bogotana presentó un show impecable con el que se ratificó como uno de los grandes nombres colombianos a nivel internacional. Ella describió su disco Acts Of Rebellion como un acto político, y así lo sentimos en el escenario.
Sin duda, el show más esperado y comentado de la noche fue el de C. Tangana. El español sorprendió con una puesta en escena impecable que desafió todo lo que hemos visto hasta ahora y nos mostró nuevas maneras de pensar el performance. La mayoría solo iba para escuchar en vivo los temas del disco El madrileño y se encontraron una presentación que se sintió como un concierto, película y obra de teatro, todo al mismo tiempo. Fue, para muchos, lo mejor no solo del día, sino de todas sus vidas y en la historia del festival.
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Para los pocos que se perdieron a “El Pucho”, Golden Dawn Arkestra hizo un show del espacio exterior, como ellos mismos lo llamaron. Una exploración sonora con jazz, hip hop, funk y muchos estilos más, difícil de describir, pero fácil de bailar, escuchar y disfrutar.
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En 2016, Jungle fue uno de los actos más aclamados del festival y su regreso fue aplaudido. El dúo de neofunk se ratificó como uno de los favoritos del público bogotano. Muchos calificaron su show como una experiencia mágica llena de baile.
Ante la reprogramación de la presentación de Marina, el rapero paisa Crudo Means Raw llegó al escenario Adidas y abrió con su ya conocida No copio. “Tengo Facebook, Twitter en Instagram, pero no me sigan a mí, sigan a Dios”, fue una de sus frases más curiosas. El mejor momento de su show fue el homenaje a Taylor Hawkins, donde la percusión fue protagonista, en un impresionante despliegue de tambores.
J Balvin era sin duda uno de los actos más comentados del festival. El primer headliner de reggaetón en Estéreo Picnic fue considerado aburrido y monótono para algunos que lo calificaron como “animador de fiesta”, pero sigue siendo indiscutible su capacidad de hacer hits que van desde clásicos como 6 AM o Ay vamos, hasta los que lo ratificaron como estrella internacional como I Like It Like That, No es justo, Mi gente o Reggaetón.
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Fatboy Slim fue una explosión de sentidos que demostró por qué es uno de los nombres clave de la electrónica mundial. El DJ y productor dio lecciones de como hacer una fiesta inolvidable, y así lo fue para los miles de asistentes.
Al Binomio de Oro de América, el escenario Páramo le quedó chiquito, para los miles que querían cantar a voz de cuello hits como Osito dormilón, Olvídala, La creciente, entre muchos otros: rolos, costeños, paisas y personas de todo el país se gozaron a una leyenda de la música colombiana.
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En 2 años de pandemia vimos cómo la vida no era algo que no debíamos dar por sentado y lo ratificamos en la dolorosa muerte de Taylor Hawkins. Con reggaetón, house, vallenato o funk, era más que necesaria una celebración: por seguir vivos y por tener música, fiesta, y Estéreo Picnic, ojalá por muchos años más.
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