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7 conclusiones finales sobre Rock al Parque 2019

Alguien quiso pensar en los niños, alguien no pensó en el transporte y alguien se preocupó por el país en el que estamos.

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Foto: David Schwarz

Concluyó la celebración de los 25 de años de Rock al Parque con una edición con muy pocos puntos para criticar. La asistencia marcó un nuevo récord (85 000 el sábado 28, 99 000 el domingo 29 incluyendo los tres conciertos de 31 Minutos en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, y 150 000 el lunes 1), el show de cierre fue tan memorable que merece un capítulo aparte y, lo mejor de todo, las bandas nacionales brillaron como siempre. Luego de tres días de fiesta y baile, dejamos siete ideas que nos quedaron rondando en la cabeza sobre Rock al Parque 2019.

1. LOS ROCKEROS SE TOMAN MUY EN SERIO ESO DE PREOCUPARSE POR LA SITUACIÓN DEL PAÍS

La alegría y la fiesta musical no nos pueden hacer olvidar el país en el que estamos; uno en el que están matando líderes sociales, hay homofobia, narcoparamilitarismo, la fuerza pública excede su uso de la fuerza contra los ciudadanos, corrupción política, los venezolanos han tenido que huir y soportar condiciones precarias, entre un larguísimo conteo de etcéteras. Mientras una parte de la sociedad, y especialmente de la cultura o los ídolos masivos, ha permanecido indiferente y apática –a veces incluso por no incomodar y perder potenciales contratos comerciales–, el rock sí ha estado a la altura de las circunstancias y su responsabilidad histórica.

Rock al Parque fue el escenario de varios llamados que partieron desde el llamado de Juanes a pararle bolas a la matanza de líderes sociales a partir del reciente asesinato de María del Pilar Hurtado en Tierralta, Córdoba, hasta la amplia vitrina que les dieron los ingleses de Channel One Soundsystem a los representantes de la Guardia Cimarrona de San Basilio de Palenque. Acompañados de violines y cantos, representantes de las comunidades afro se manifestaron: “nos están matando. Ser líder social no es delito. Estamos protegiendo el pulmón del mundo. No a la explotación minera. Al igual que Rock al Parque, la Guardia Cimarrona también cumple 25 años de historia. Y a pesar de que nos han señalado como guerrilla somos los que siembran paz, resistencia y cultura”. “Exigimos un acuerdo humanitario ya”, decía la bandera que acompañó al Soundsystem de Reino Unido con 40 años de historia durante su show en el escenario Lago.

Y no fueron los únicos. En su corta pero hipnótica presencia en tarima, Andrea Echeverri hizo un llamado contra los asesinatos; Aguas Ardientes le dio palo a la inseguridad, el acoso a las mujeres y la corrupción de Odebrecht con su nueva canción; La Doble A defendió la dignidad del campesinado y el orgullo LGBTI; y hasta los mexicanos de Vaquero Negro manifestaron su rechazo a los atropellos, literales, de la Policía en la marcha de los skaters.

2. LA DEUDA DE LOS SHOWS ESPECIALES

Apenas anunciaron los siete (seis porque finalmente Doctor Krápula no entregó sus papeles) shows especiales nos emocionó la idea. La nostalgia que generaban eran producto de un más que necesario ejercicio histórico de la memoria de la música colombiana, y más aún en una celebración de este calibre.

A pesar que bandas como The Klaxon o Pedrina montaron un formato tipo big band con bastantes músicos en tarima, no vimos mucho más que un repaso de grandes éxitos de las seis agrupaciones, y algunos se parecían a shows que estas mismas agrupaciones han mostrado en otros espacios. No estamos diciendo con esto que fueron malos shows, sino que la emoción de ver a bandas definitivas para Rock al Parque en conciertos “especiales”, en los que según la resolución de IDARTES hablarían de Bogotá y conmemorarían la historia de la ciudad, creó una expectativa que no se cumplió.

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3. 31 MINUTOS Y JUANES COMO PRETEXTO PARA NUEVOS PÚBLICOS 

Hace varios años que Rock al Parque viene dando golpes de estado a la dictadura del purismo roquero. Si bien ha respetado los requerimientos de metaleros, punkeros, skateros, reggaeseros, blueseros, hardcoreros y demás –eros, también ha metido constantes hackeos a la definición del “rock” al invitar a actos que convocan nuevos y distintos públicos. De la mano de su curador Chucky García, el festival ha tenido entre sus filas desde la avanzada electrónica de Atom, hasta el rugido afro de Jupiter & Okwess. Este año las apuestas más arriesgadas estuvieron entre 31 Minutos, Rita Indiana, Silverio o Juanes, y no necesariamente porque estos nombres representan puntas de lanza en experimentación sonora, sino porque fueron el puente para atraer nuevos públicos al Parque Simón Bolívar.

No es un secreto que Rock al Parque, luego de 25 años, siga siendo objeto de prejuicios injustificados, como que es una batalla campal de tres días, un espacio inhóspito para el asistente primíparo, o una olla de consumo de drogas a gran escala. La inclusión de tantos y tan diversos sonidos en torno a un concepto tan etéreo como “rock”, sigue siendo un ejercicio de tolerancia y construcción de paz, y una forma de atraer personas que nunca se les habría ocurrido pisar el parque. La invitación a 31 Minutos este año marcó además el intento de convocar niños, un público frecuentemente olvidado por los organizadores de eventos culturales.

Tal vez muchas de las personas que fueron a ver gratis a Fito Páez o a Juanes no volverán en el 2020, pero con que nuevas personas hayan entendido el mensaje de diversidad que entrega Rock al Parque, la batalla está ganada.

4. MUCHO VIP, POCA DIVERSIÓN

No queremos ser los sapos del salón, pero vamos a ser los sapos del salón. Es entendible que la organización deba tener contentos a muchos aliados y que quiera consentir a algunos invitados especiales y por eso es que en este y en muchos otros festivales hay unas zonas VIP que facilitan la circulación. Pero este año fue demasiado evidente lo contradictorio que resulta este VIP para un evento público y tan de la gente como Rock al Parque. El propio Fito Páez o los chilenos de Capilla Ardiente señalaron lo frío y apático que resulta esta zona que, en realidad, solo debería estar habilitada para los medios que necesitan comodidad para tomar sus fotos o videos. El frente VIP, el primero en la fila, no representa la emoción del público general que sí madruga, se esfuerza por estar al frente y transmitir su cariño a las bandas. ¿Se podría pensar en una remodelación de estos fosos para el 2020?

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5. EL FABULOSO ESCENARIO LAGO

Queremos seguir echándole flores a la curaduría, pero haciendo hincapié en la importancia del tercer escenario de Rock al Parque, antes llamado Escenario Bio o Eco, y este año bautizado como el Escenario Lago. Tanto, que nuestra recomendación para el espectador desprevenido del 2020 es que, si no tiene ninguna banda especial que quiera ver y sencillamente se quiera dejar sorprender por la programación, asista sin duda a esta tarima que se ha destacado por su diversidad, su inclusión femenina o la participación de actos en formatos alternativos y electrónicos.

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Channel One Soundsystem (Inglaterra) en el Escenario Lago. // Foto: Jonathan Edery

6. PÚBLICO RESPETUOSO (EXCEPTO EL DE SILVERIO)

Ya es prehistoria eso de que la gente chifla o irrespeta a las bandas que no les gustan.  Se ha vuelto norma el respeto del público hacia los artistas y eso es muy saludable para un entorno que se quiere consagrar como ejemplo de tolerancia y convivencia. Por otra parte también se confirma una vez más que las polémicas de redes sociales, donde cualquiera es trol y nadie mide el peso de sus críticas, son muy diferentes a lo que pasa en el mundo real. El lunes 1 de julio, cuando ya llegaba la medianoche y era evidente el retraso de los horarios del Escenario Plaza, nadie se movía demostrando que la propuesta de Rock al Parque en su acto de cierre había sido bien recibida.

Ahora bien, fue muy interesante y único en la historia de Rock al Parque la interacción entre el público y el artista mexicano Silverio, quien presentó un performance deliberadamente provocador y que se sabía que se nutría de la reacción negativa del público. El confrontador ejercicio resultó en una divertida guerra de cosas que la gente le tiró al escenario y que el visceral e impredecible cantante devolvía con aún más fuerza. El público entendió la dinámica y actuó en consonancia, pero nunca hubo miedo que todo terminara en violencia o caos.

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Silverio (foto: Jonathan Edery)

7. ¿ALGUIEN QUIERE PENSAR EN EL TRANSPORTE DE LA GENTE?

El tercer y último día de Rock al Parque 2019 terminó a la 1 de la mañana del martes 2 de julio cuando ya eran pocos los buses que pasaban por la zona y Transmilenio ya estaba cerrado. Si bien la organización anunció una van del sistema masivo de transporte, la avenida 68 seguía llena de gente esperando transporte hasta las 3 de la mañana. Ya que Rock al Parque es una experiencia tan cómoda y placentera adentro, debería estar redondeada a la salida. Obviamente evacuar 100 000 personas es una tarea titánica que excede los sistemas, pero al menos se debería pensar en un horario extendido de Transmilenio o rutas especiales para el festival. Los roqueros lo merecen.

BONUS TRACK:

En la previa de Rock al Parque tuvimos la mira puesta en la participación de las mujeres y qué se podía hacer para incrementar su aparición tanto en tarima como en público . En los últimos años esto ha sido un punto que no se ha descuidado y se habló que habría muchas mujeres en la programación, pero siguen siendo pocas en comparación con los hombres. ¿Qué hacer para que este esfuerzo no se quede estancado?

 

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